Tomás Urtusástegui: “La vida se ha encarecido tanto que hay que comprar sol”

Este es un acercamiento al reconocido dramaturgo Tomás Urtusástegui, autor de cientos de obras que también se ha dedicado a la medicina.

Texto de 12/03/20

Este es un acercamiento al reconocido dramaturgo Tomás Urtusástegui, autor de cientos de obras que también se ha dedicado a la medicina.

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—¿Dónde estás, Tomás?

—Parece que estoy en el infierno… me acaban de operar.

Dos intervenciones quirúrgicas a últimas fechas y él sostiene sus entrañas y mira las del teatro. Estimado lector, ¿usted lo conoce? Es difícil no conocerlo. Piedra angular del teatro actual, Tomás Urtusástegui (Ciudad de México, 1933) es, sin duda, el más prolífico dramaturgo que hay en este país: cuenta hoy en día con más de quinientas obras. Buena parte de ellas han sido montadas no sólo en toda la República mexicana, sino a nivel internacional, dando sólido nombre a México.

Urtusástegui desentraña de forma insólita el teatro: en Honras fúnebres, por ejemplo, pide al público que salga y suba al coche de uno de los actores para que lo lleve a comprar refrescos. En otro momento, los espectadores tienen que rezar el rosario y ayudar a lavar los trastes a la protagonista. En Quiero pecar, el dramaturgo se expresa en voz de Aniceto: “Parece que estoy en el infierno, decimos cuando hace calor. Parece que estoy en el infierno, decimos cuando hay mucho ruido. Parece que estoy en el infierno, decimos cuando un grupo de niños juega junto a nosotros […]”. Esta obra de menos de cuatro páginas se incluye en el segundo tomo de su más reciente libro: Cien obras breves, editado por él mismo a finales de 2019.

Urtusástegui pertenece a la generación Nueva dramaturgia mexicana —que es la segunda postusigliana— no por su edad (tiene ochenta y siete años), sino porque empezó a escribir en la década de los ochenta. En esa generación también se incluye a dramaturgos como Víctor Hugo Rascón Banda, Miguel Ángel Tenorio, Leonor Azcárate, Óscar Liera, Felipe Santander, Sabina Berman, José Agustín, Jorge Esma, José Ramón Enríquez, Juan Tovar, Guillermo Schmidhuber, Tomás Espinoza, Guillermo Alanís y Gerardo Velásquez.

Asimismo, es parte del llamado Grupo de los Doce, junto con Willebaldo López, Pilar Campesino, Antonio González Caballero, Dante del Castillo y Pablo Salinas, entre otros.

Urtusástegui también fue médico cirujano, por lo que le han interesado muchos temas. Subraya tres: (1) México, donde ve lo que somos, lo que tenemos; (2) la familia mexicana que cada día se desintegra, y (3) los jóvenes, cada vez con más problemas y sin posibilidades en el futuro.

Tomás vive preocupado, y sus preocupaciones aparecen en sus obras: en Cupo limitado lo está por nuestro espacio vital; en Carretera del norte por la miseria; en ¿Sabes? Voy a tener un hijo por la planificación familiar; en El árbol del tiempo por la transformación de los niños. En otras obras, como Cien pesos de sol, nos dice que la vida se ha encarecido tanto que hay que comprar sol; en Modernidad ubica a personas de la tercera edad en la tecnología y les recomienda actividad y arreglo personal; en Vida, estamos en paz, a sus setenta y un años Luisa se pinta el cabello y se maquilla, y Nicanor es aún más pulcro y fijado en su atuendo que algunas mujeres, usa chaleco, corbata, bastón y hasta sombrero.

Urtusástegui, fuera de sus recientes intervenciones quirúrgicas, se ve saludable —pareciera que ni siquiera le da gripa— y no deja de trabajar; sin embargo, sabe que las enfermedades “llegaron para quedarse”, cosa que aplica en sus personajes de edad avanzada.

Si bien le preocupan los dramas de la vida, también le encanta reír. Rafael Solana siempre lo calificó de excelente humorista. Tomás no considera el humor como su plato fuerte, pero sí acepta que lo maneja en buena parte de sus obras.

Gracias a que le gusta probar cosas nuevas, su trabajo se muestra en todo tipo de teatros y ante diferentes públicos. Sus obras se han presentado en diversos lugares, ha propuesto historias que se desarrollan en barcos, trenes, aviones, hospitales y mercados. Recuerdo que una vez, hace como treinta años, me invitó a visitar el Centro Femenil de Reinserción Social “Tepepan” para ver su pastorela Cuando veas la cola de tu vecino arrancar…, montada por reclusas. El auditorio se llenó y obtuvo una estupenda respuesta del público.

¿Cuáles son las cuatro obras de Urtusástegui que a él le gustaría que todo mundo conozca? “Todas me deben gustar, si no fuera así, no tendría por qué publicarlas”, responde. “No obstante, hay algunas a las que les tengo más cariño porque me dieron a conocer: Cupo limitado es la obra más escenificada en el extranjero y también en muchas partes del país; los jóvenes me conocieron por ¿Huele a gas?; me sorprende muchísimo el éxito de Apenas son las 4, y también agregaría Sangre de mi sangre, que es de mis preferidas por la calidad de su puesta [en escena]”.

Tomás no actúa con la misma fuerza de voz con la que escribe y, sin embargo, actúa bien. Una vez, cuando estaba sobre el escenario, le pregunté:

—¿Tomás, qué haces ahí?

—El ridi.

—¿Qué?

—El ridículo —enfatizó.

El dramaturgo ha obtenido alrededor de veinticinco premios nacionales e internacionales. En 1996 se llevó a cabo el Festival de Teatro Mexicano “Tomás Urtusástegui” en la ciudad de Utrecht, Países Bajos, en donde siete grupos presentaron obras suyas en holandés. Su trabajo también ha sido traducido al inglés, al francés y al papiamento, y se ha escenificado en buena parte de América, desde Canadá hasta Argentina y Uruguay, en Europa en países como Francia, España, Alemania e Italia, así como en otras naciones como Irán y Japón.

Urtusástegui también escribe cuentos, radionovelas y guiones cinematográficos. Es miembro de la Sogem (Sociedad General de Escritores de México) y de diversas asociaciones, y, aunque ahora viaja menos, dirige talleres en todo el país y en el extranjero, además de en su casa.

Pero para conocer a Tomás hay que acercarnos más a él, leerlo, ver sus obras, escucharlo en las redes sociales y, sobre todo, descubrirlo como un dramaturgo generoso de trato exquisito, aunque él se quiera ir al infierno, en palabras de Aniceto, o comprar sol que no calienta y cuesta mucho dinero. EP

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