A 101 años de que Manuel Maples Arce lanzara el manifiesto estridentista, Anuar Jalife Jacobo examina uno de los libros más originales y atractivos, asociados al movimiento: RADIO de Kyn Taniya.
Telégrafos, radios y una oración fúnebre: 101 años de estridentismo
A 101 años de que Manuel Maples Arce lanzara el manifiesto estridentista, Anuar Jalife Jacobo examina uno de los libros más originales y atractivos, asociados al movimiento: RADIO de Kyn Taniya.
Texto de Anuar Jalife Jacobo 14/11/22
101 años de estridentismo
El estridentismo, la primera vanguardia mexicana, irrumpió en nuestra escena cultural una mañana de fines de diciembre de 1921, en la que su fundador y entonces único miembro, Manuel Maples Arce, tapizó las principales calles del centro de la Ciudad de México con la hoja volante Actual No. 1, manifiesto iconoclasta que llamaba a una revolución literaria. Las primeras reacciones al manifiesto aparecieron en la prensa a comienzos de 1922, año en que el estridentismo dejó de ser el movimiento de un solo hombre para convertirse en un grupo. Es por ello que la vanguardia estridentista ha celebrado una suerte de doble centenario desde el año pasado y a lo largo de este. Las siguientes líneas se encuentran enmarcadas en esa conmemoración y buscan ir más allá del recuerdo para rescatar algo de la actualidad del estridentismo al examinar uno de los libros más originales y atractivos, asociados al movimiento.
Un paisaje cósmico de los años veinte
Roberto Montenegro, precursor del arte moderno en México, perfila, con una delgada línea sobre una plasta negra, la figura de la Tierra, dentro de la cual se adivina la silueta de México. De la orilla del planeta hace surgir una enorme chimenea, como de un barco trasatlántico, y a su derecha, un rostro humano atravesado, de la frente a la barbilla, por un rayo. Todo el conjunto delinea un torso que mira hacia el margen derecho y de cuya boca, como en un globo de diálogo, parece emerger la ilustración completa, dando la impresión de que la imagen que vemos se crea a sí misma a partir de la enunciación de este personaje. En la parte izquierda, traza unas líneas ondulantes que representan olas; en la parte superior, al fondo, plasma unas cuantas estrellas, la luna y Saturno. De unos labios flotantes, ubicados en el centro de la ilustración, surgen unas líneas de fuga rectas que se cruzan con una serie de ondas que atraviesan la imagen en sentido contrario. Finalmente, con gruesas letras capitales que parecen fugarse de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba, talla la palabra RADIO. El artista trabaja en este paisaje cósmico para ilustrar la portada del segundo libro de un joven poeta, ahijado de su tío Amado Nervo; se llama Luis Quintanilla, aunque firma como Kyn Taniya; es hijo de Luis Quintanilla Fortuño y Ana María del Valle y Lerdo de Tejada; ha nacido y crecido en París y, después de realizar sus estudios en la Universidad Johns Hopkins de Estados Unidos, ha llegado a México, el país de sus padres. Aquí tendrá una breve estancia de dos años, la cual bastará para consagrarlo como uno de los autores más singulares de la vanguardia hispanoamericana, con la publicación de dos libros: Avión, de 1923, y Radio, de 1924, ambos aparecidos bajo el sello de la editorial Cvltvra, una de las más prestigiosas del momento. Desde sus primeros años, Quintanilla ha tenido contacto con escritores y artistas como Nervo, Darío, Tablada, Rivera, Apollinaire o Rodin. A diferencia de los escritores mexicanos, no se trata de un cosmopolita libresco sino de un autor que ha experimentado la modernidad desde sus centros. Durante su paso por México ha entrado en contacto con los estridentistas. Aunque no llega a formar parte “oficial” de su nómina, donde figuran Maples Arce, Arqueles Vela, Germán List Arzubide o Salvador Gallardo, colabora en sus revistas, acude a sus espacios de socialización y, sobre todo, comparte una poética afín.
Radio, una sensibilidad tecnológica
Radio. Poema inalámbrico en trece mensajes apareció en un momento en que este medio de comunicación, que recién se había vuelto comercial, cautivaba la imaginación colectiva. Si a comienzos del siglo XX, los nuevos medios de transporte, como el avión, el barco trasatlántico o el automóvil habían acortado las distancias, la radio había llegado para desdibujarlas definitivamente. Contagiado por ese fervor, el poemario de Kyn Taniya posee un sentido profundamente radiofónico, pues el libro toma a la nueva tecnología no solo como tema sino como principio formal. El poema, dividido en trece partes, funciona como una especie de transmisión poético-radiofónica; de tal suerte que las palabras, la sintaxis y la posición desde la que habla la voz poética se encuentran afectadas por la interferencia, la pluralidad, la multiplicidad y el cosmopolitismo característicos de las emisiones radiales de los años veinte.
El ejemplo más diáfano de esto se encuentra en el poema más conocido de Kyn Taniya, “…IU IIIUUU IU…”, en el que se recrea una “pesca de ondas”, como se le llamaba en la época a la sintonización azarosa de transmisiones radiofónicas: el equivalente del scrolling o el zapping actuales. Para reproducir esa novedosa experiencia, se eliminan signos de puntuación, se suprimen conectores sintácticos y se yuxtaponen las frases:
ÚLTIMOS SUSPIROS DE MARRANOS DEGOLLADOS EN CHICAGO ILLINOIS ESTRUENDO DE LAS CAÍDAS DEL NIÁGARA EN LA FRONTERA DE CANADÁ KREISLER RISLER D’ANNUNZIO FRANCE ETCÉTERA Y LOS JAZZ BAND DE VIRGINIA Y TENSESÍ LA ERUPCIÓN DEL POPOCATÉPETL SOBRE EL VALLE DE AMECAMECA ASÍ COMO LA ENTRADA DE LOS ACORAZADOS INGLESES A LOS DARDANELOS EL GEMIDO NOCTURNO DE LA ESFINGE EGIPCIA LLOYD GEORGE WILSON Y LENIN LOS BRAMIDOS DEL PLESIOSAURO DIPLODOCUS QUE SE BAÑA TODAS LAS TARDES EN LOS PANTANOS PESTILENTES DE PATAGONIA LAS IMPRECACIONES DE GANDHI EN EL BAGDAD LA CACOFONÍA DE LOS CAMPOS DE BATALLA O DE LAS ASOLEADAS ARENAS DE SEVILLA QUE SE HARTAN DE TRIPAS Y SANGRE DE LAS BESTIAS Y DEL HOMBRE BABE RUTH JACK DEMPSEY Y LOS ALARIDOS DOLOROSOS DE LOS VALIENTES JUGADORES DE FÚTBOL QUE SE MATAN A PUNTAPIÉS POR UNA PELOTA
La voz poético-radiofónica transita por Chicago, México, Egipto, Sevilla, Bagdad, y en su recorrido da cuenta de acontecimientos disímiles que, sin embargo, se conectan a partir de la asociación libre y de algunos mínimos rasgos semánticos compartidos: una jazz band y la erupción de un volcán, Lenin y Babe Ruth, la política y el deporte, la lucha social y el boxeo. El poema no solo nos deja la impresión de un viaje panorámico sino un efecto de ubicuidad, una sensación de estar en distintos lugares a la vez.
Ese sentido global está presente en todo el poemario. La voz poética no solo parece recorrer el mundo mediante las ondas electromagnéticas, sino que nos da cuenta de una nueva dimensión fundada por estas. Abundan, por ejemplo, en muchos de los trece poemas, las sinestesias que funden los sentidos de la vista y el oído (“Ráfagas de aire eléctrico silban”, “luz musical”, “música luminosa de las esferas”), como una forma de expresar la alquímica transformación de la luz en sonido operada por la radio. Esta idea de una atmósfera interferida por ondas electromagnéticas que portan mensajes invisibles parece insinuarle al poeta un nuevo mundo donde la naturaleza se ve transformada por la tecnología, un cruce del que sus paisajes poéticos dan cuenta. Tanta es la novedad que la radio le sugiere al poeta, que muchos de esos paisajes trascienden lo terrestre y alcanzan un plano espacial; Kyn Taniya no se detiene en las alturas celestes que emocionaban a los futuristas italianos, sino que llega hasta escenarios cósmicos, inspirado quizás en los inusitados alcances de las ondas radiales. En “Kaleidoscopio”, por ejemplo, el escritor nos propone una especie de perspectiva espacial de la Tierra y un humorístico viaje al espacio sugerido por la voz de un chafirete que grita: “VENUS Y MARTE POR LA LUNA / ¡HAY LUGAR!”: Estamos ante los límites extendidos de una nueva realidad creada por la tecnología.
Telégrafos, tranvías y radios hoy
Cuestionado siempre sobre la autenticidad de su carácter moderno, al estridentismo se la ha acusado de ser una calca del futurismo de Marinetti, una ocurrencia juvenil, una reliquia moderna, una expresión caduca, un entremés en la historia de la poesía mexicana moderna, una parodia involuntaria de la vanguardia europea, una moda pasajera. Sin embargo, pocos movimientos literarios de nuestra historia pueden presumir el magnetismo que aún posee el estridentismo; una fuerza de atracción que, sin duda, señala su actualidad. Creo que hoy más que las obras, nos seducen las actitudes estridentistas: su descontento, su irreverencia, su rebeldía, su espíritu revolucionario. No obstante, revisitando sus poemas nos sorprenderíamos al encontrar resonancias con nuestro tiempo en el lugar menos esperado: ahí donde aparecen teléfonos, tranvías, telégrafos, radios y otros aparatos que hoy parecen objetos museísticos, ahí es donde la poesía estridentista nos revela su actualidad: en su fascinación por lo tecnológico, pero también en su pensar a las máquinas y pensarnos con ellas.
Una oración fúnebre vanguardista
Hace algunos días alguien relataba en Twitter una sencilla anécdota: Esta persona había ido al cine y por equivocación había pagado su entrada con la tarjeta de puntos de su padre fallecido, con quien disfrutaba ver películas. “Hoy mi papá me invitó al cine una última vez”, concluía su publicación. Hasta el momento en que escribo estas líneas, el tuit se ha compartido más de dos mil veces y tiene más de ocho mil “me gusta”. Creo que el “éxito” de la historia no radica solo en su ternura sino en que apunta a una experiencia relativamente novedosa: la relación con la muerte a partir de un objeto tecnológico.
Kyn Taniya escribió algo que gira alrededor de esto en “In memoriam”, el primer poema de Radio. Dedicado a su padre, fallecido el mismo mes en que el libro fue publicado, en “In memoriam” se presenta la imaginería cósmica y radiofónica que recorre todo el poemario, aderezada con un sentido casi místico, al lanzar una pregunta a un padre celestial o espacial en la que se le cuestiona sobre el sonido, la escucha y, en cierto modo, sobre su relación con el mundo de los vivos; trasluce asimismo el carácter global, cosmopolita, de los poemas radiofónicos, al hacer una aclaración geográfico-temporal del lugar desde el que se emite el poema; y, finalmente, concluye con un par de estrofas en donde lo espiritual y lo material, donde la muerte y la existencia posterior a ella se desenvuelven en un escenario estelar al que quizás solo las ondas de esta oración radiofónica pueden llegar:
Padre mío
que estás en los cielos
¿desde allá arriba no se oye el dolor?
……Hoy es viernes en México
Hace justo una semana que tu cuerpo se enfrió como un lirio
y tu faz venerable se iluminó de eternidad
…… Hace justo una semana
que las nubes todas se obscurecieron
y no para de llover en el jardín.
…… Ve cruzando con cuidado
las diáfanas corrientes del espacio
no se vaya a lastimar tu alma contra la luz
…… Asciende lentamente
verticalmente
…… y por favor deja una estela
¡PARA QUE YO TE PUEDA SEGUIR!
. . .
Como se ve este poema, Kyn Taniya no parece tener dudas de que este —y tal vez el otro mundo— ha sido transformado por las máquinas, que un nuevo orbe ha sido inaugurado por ellas, y que nosotros, nuestras relaciones y nuestros afectos, nuestras ilusiones y esperanzas, no pueden permanecer inalterables ante su presencia; tanto hemos sido intervenidos, que podemos agradecer a nuestros difuntos una entrada al cine o preocuparnos porque sus almas sean lastimadas por las infinitas ondas que, invisibles, nos envuelven con su magia. EP
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