Registro | Mirarse en el espejo: Sobre Vivian Maier y Fotografiska

En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.

Texto de 05/08/24

En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Desde que las fotografías de Vivian Maier fueron publicadas por primera vez en 2008, los críticos se han empecinado en meter su trabajo en el mismo cajón en el que están los Weegees y los Robert Franks, los Winogrand y, claro, los Bruce Gilden, solo por tratarse de “fotografía callejera”.

María Prieto

Sí, es cierto que un fotógrafo no es una isla, pero si para explicar el trabajo de Maier hay que recurrir a la condescendencia del etiquetaje, esa que la unge y le permite ser Maier solo por ubicarla y luego compararla con sus contemporáneos (por el único hecho de ser sus contemporáneos) entonces hay que revisar todo lo que presumimos entender sobre la fotografía (y quizá de todo lo demás).

Fotografiska, el famoso museo de fotografía fundado en Estocolmo, cierra su sede neoyorquina en Park Avenue (para buscar un recinto con paredes más altas) con la primera exhibición completa de Vivian Maier en un museo americano. El texto de sala que abre la muestra, suelta cuatro nombres “contemporáneos” de Maier, sin saber que la apología (el chiste) no es para ella, sino para los críticos, curadores e investigadores que se empeñan en seguir mirando a la historia como una línea muy delgada en la que solo caben unos cuantos nombres y situaciones geográficas.

María Prieto/Proyecto Análogo

Ni la crítica debe ser un inventario ni los textos de sala deben fingir que entienden las cualidades de una fotógrafa a través de una lista de nombres repetidos hasta el hartazgo, que no hacen más que reducir todo un universo (la visión única de Maier) a una línea temporal mal dibujada en, digamos, una servilleta.

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María Prieto/Proyecto Análogo

Vivian Maier miró la mayor parte de su mundo a través de un visor de cintura. Con su Rolleiflex de formato medio miró edificios, gente, perros  y coches, haciendo una crónica de su rutina, de la monotonía aparente de una niñera urbana, influenciada por los fotógrafos franceses de mitad de siglo.

La posición corporal que exigía su cámara de formato medio (contraria a una cámara de visor en la que hay que subir los brazos, cerrar un ojo para enfocar con el otro y apuntar para disparar) consistía en tan solo bajar un poco la cabeza y mirar, con ambos ojos, lo que la ventana de la cámara estaba encuadrando. 

María Prieto/Proyecto Análogo

La primera vez que yo vi a a través de un visor de cintura, también fue el de una Rolleiflex, y es quizá uno de mis momentos favoritos en la fotografía. Estábamos en mi casa en Huexotitla, en Puebla, Proyecto Análogo empezaba apenas y algunos amigos nos habían regalado a María y a mí cámaras analógicas que ya no utilizaban. En ese generoso paquete había una Rolleiflex Automat que no sabíamos utilizar. Cuando desdoblamos la tapa del visor y la escena se reveló prístina ante nuestros ojos, hubo una sensación muy parecida a la inocencia de quien descubre algo por primera vez.

Mirar la realidad a través de una Rolleiflex de lentes gemelos, como la de Maier, le da a uno la sensación de estar sosteniendo la realidad con ambas manos, o de que el mundo de alguna forma ha conseguido meterse en esa ventana cuadrada. Su conjugación de lupas y espejos, es hipnotizante. 

María Prieto/Proyecto Análogo

Y lo que más me llama la atención de la forma en la que Maier veía el mundo, es que ella se embelesaba con su propio reflejo. Sus autorretratos son perfectos, y hay algo que los vuelve atemporales y los despoja de toda comparación necia de los críticos: el trabajo de Maier no cabe en el cajón de la street photography, se desborda y se eleva hacia otros espacios, el del existencialismo, la autoficción y la inmensa incógnita de la proporción humana. 

María Prieto/Proyecto Análogo

En los últimos años, Maier ha influenciado a una nueva generación de fotógrafos que documentan su vida a través de pequeñas escenas absurdas de su día a día y que intentan romper con la idea absoluta de la fotografía callejera.

María Prieto/Proyecto Análogo

Lo que vemos en esos autorretratos perfectamente proporcionados (en toda la extensión de la palabra) no tiene nada que ver con el fotógrafo que va por la calle tomando fotos a diestra y siniestra, rayando en lo invasivo e, incluso, lo violento, (léase Bruce Gilden, cuya exposición comparte paredes con la de Maier en Fotografiska), sino más bien una contemplación que se adelantaba a su tiempo, la pregunta ingenua del quién soy, la otra pregunta ingenua, el a dónde voy y la última pregunta de las preguntas ingenuas que nos permiten seguir todos los días: ¿en dónde estamos?

María Prieto/Proyecto Análogo

El trabajo de Maier no hubiera podido existir cuando el de sus “contemporáneos” bullía, porque nadie lo hubiera visto. El trabajo de Maier es ahora y nos habla a nosotros, a nuestra posición en un mundo en donde el trabajo del fotógrafo y el escritor está totalmente amenazado 

¿Qué vemos cuando vemos a Vivian Maier mirarse en un espejo? EP

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