En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.
Registro | Memoria y calle: sobre el documental Memorias de un Análogo y Tipografía México 2023
En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.
Texto de Pablo Íñigo Argüelles 28/11/23
Cuando la directora y fotógrafa poblana Alejandra Bucio cursaba la carrera de cinematografía en la BUAP, en 2022, encontró un trabajo de medio tiempo como asistente de laboratorio en FotoStar, uno de los estudios fotográficos más antiguos de la ciudad de Puebla, fundado en la década de los cincuenta por Alfredo Oropeza Zafra. Empezó un lunes, nerviosa, pues había escuchado que el jefe de laboratorio era muy exigente y celoso de su oficio.
Y tenía razón: cuarenta años de trabajo ininterrumpido habían vuelto a José Luis Bonilla Varela un experto de la química fotográfica y del cuarto oscuro, un héroe del empirismo y la reparación de ampliadoras, único en su especie, que no veía en las nuevas generaciones interés alguno por aprender una técnica que, él creía, estuvo condenada a desaparecer desde el primer instante en que las cámaras digitales se adueñaron de la fotografía.
Sin embargo, unos años antes de la pandemia, para su sorpresa, empezó a surgir un inesperado ‘renacimiento analógico’. Las órdenes de revelado e impresión lo sobrepasaron.
Millennials y centennials sedientos de cualquier práctica que los salvara por un momento de la inmediatez, empezaron a volver a los procesos de antes y a las cámaras de 35 milímetros. Alfredo Oropeza Sánchez, nieto del fundador, supo leer bien los nuevos tiempos y convirtió a FotoStar el único laboratorio en Puebla que, en pleno 2020, se dedicaba plenamente a la fotografía química.
Los clientes más jóvenes poco sabían que detrás de sus negativos con fotos cándidas de fiesta y playa, estaban las manos de José Luis, quien ante una combinación de exceso de trabajo y problemas de salud, pronto necesitó una asistente.
Bucio, con los meses, aprendió no sólo a observar sus ‘secretos’, las pociones, su técnica, sino también a escuchar. Hubo una empatía entre generaciones: José Luis hablaba y Alejandra escuchaba sus historias, sobre todo aquellas de cuando iba por toda la república tomando fotos de artistas nacionales gracias a un convenio con la ANDA, junto a su jefe y mentor Alfredo Oropeza, o aquella de cuando era niño y supo que quería dedicarse a la fotografía (pero no ser fotógrafo).
Bucio se fascinaba con las historias que escuchaba mientras servían químicos en bandejas, hacían hojas de contacto o agitaban los tanques al toque de un viejo cronómetro en el tercer piso de una casona de la calle 5 de mayo. Le contaba siempre a su compañera y colega Marce D’Agostino las historias de José Luis. Marce, entonces, hizo lo que todo proyecto necesita, una pregunta: ¿Por qué no hacemos un documental?
El resultado fue Memorias de un Análogo, dirigido por ambas. Fue producido por PRRXS y, en 2022, recibió un estímulo del PECDA. El documental, estrenado en octubre 2023 con proyecciones subsecuentes, tiende un puente entre dos generaciones, a veces antagónicas, pero que concuerdan en algún punto de la oscuridad del cuarto de revelado y la magia de la luz.
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El pasado 17 de noviembre se inauguró en Puebla la novena edición de Tipografía México, un encuentro internacional organizado por Typemade Studio que promueve la conversación en torno al diseño visual y la tipografía a través de pláticas, conferencias y actividades interdisciplinarias.
Cuando a mediados de este año los organizadores nos buscaron a María Prieto y a mí para que Proyecto Análogo participara, creímos que lo mejor era compartir lo que nosotros hacemos mejor: caminar, caminar, caminar.
Fue así que organizamos una deriva fotográfica para buscar rótulos y anuncios luminosos al lado de diseñadores y fotógrafos talentosos, entre ellos la gran Laura Meseguer.
Quizá nuestra mayor sorpresa al volver a esas calles después de algún tiempo, fue que, al menos de un año para acá, muchos de los rótulos y anuncios luminosos que fotografiábamos en nuestras caminatas matutinas han desaparecido, ya sea por abandono o porque las tiendas que anunciaban han cerrado.
La semana pasada, en Puebla, se encontraron la fotografía y la tipografía con la única intención de escuchar lo que la ciudad y sus tiempos tienen que decir. EP
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