Registro | La ópera constante: entrevista con la fotógrafa Tria Giovan

En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.

Texto de 11/04/24

En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.

Tiempo de lectura: 15 minutos

Tria Giovan llegó a Nueva York en 1984. Con la Leica de su padre colgada al cuello, poco más de 20 años y una carrera fotográfica a punto de despegar, se dedicó, sin proponérselo, a registrar con su cámara la vida del Lower East Side, o Loisaida (una simplificación fonética con la que los migrantes puertorriqueños la nombraron a mediados de siglo XX).

Desde la escalera de incendios de su departamento en el 29 de Clinton Street, Giovan fue una observadora sutil del ritmo frenético y colorido de uno de los barrios más diversos de Manhattan, hasta que, en 1990, se mudó del barrio y comenzó a viajar constantemente a Cuba, en donde comenzaría un proyecto que eventualmente se convertiría en La Isla Ilusiva. 

Casi 40 años después, durante el encierro pandémico de 2020, se reencontró con cientos de esos negativos neoyorquinos que jamás produjo: imágenes de otro tiempo, edificios desaparecidos, colores ahora inexistentes, formas de luz que hoy son imposibles. Aquel sería el principio de Loisaida: New York Street Work 1984 – 1990, que el sello italiano Damiani editaría en 2022.

A mediados de marzo, viajé a su casa de Sag Harbor, en Long Island, junto a la fotógrafa María Prieto, para conversar con Giovan sobre el color de sus fotografías, la decadencia de las ciudades, la evolución de su proceso fotográfico y lo que significó para ella reencontrarse con estos negativos. Criada en la isla de St. Thomas, en el Caribe, recuerda Loisaida como una ópera constante, un barrio crudo, auténtico, hecho de salsa y colores exóticos. 

María Prieto

Pablo Argüelles (PA): ¿Ser fotógrafa fue una epifanía o un proceso gradual?

Tria Giovan (TA): Yo diría que no fue ninguna de las dos cosas. Creo que siempre he estado rodeada de fotografía. Mis padres me inscribieron a clases cuando tenía 8 años, y no es que empezara a hacer fotos en serio a esa edad, pero cuando entré a la preparatoria me apunté a clases de fotografía y ya nunca paré. Así que era casi como si fuera un hecho. No creo que haya habido un momento en que las luces se apagaron, así que supongo que tal vez eso signifique que fue gradual. Tampoco me daba cuenta de lo que significaba ser fotógrafa, no me daba cuenta de que yo podía irme a Nueva York y trabajar fotografiando cualquier cosa. Creo que obviamente lo aprendí muy rápido. 

PA: Volvamos a 1984: ¿cuándo fuiste consciente de que vivías en Nueva York? Y no me refiero al momento en que llegaste, sino que siempre hay un instante en que te das cuenta de que formas parte de la ciudad de alguna manera, y para eso pueden pasar minutos, meses o incluso años.

TG: Esa pregunta es muy interesante. Sí, había pasado algún tiempo en la ciudad. Pasé un verano, creo que en 1980; luego, en 1983, pasé unos meses. Probablemente no fue hasta que tuve mi primer departamento en Nueva York que sentí que era mi lugar y definitivamente era como el departamento típico: tenía unos 40 metros cuadrados y estaba en Clinton Street. El lavabo de la cocina era el lavabo del baño y tenía una pequeña cama en un tapanco; debajo de ella estaba el baño y una regadera pequeña. Finalmente, me mudé al tercer piso y ahí ya tuve una tina de verdad que estaba en la cocina, eso era muy, muy del Lower East Side. Creo que fue entonces cuando realmente sentí que estaba sola en Nueva York.

Tria Giovan

PA: ¿Recuerdas algunas de tus decisiones al fotografiar el Lower East Side durante esos 6 años en la década de los 80? ¿Qué cámaras utilizabas, preferías una hora determinada del día, elegías una ruta concreta o caminabas al azar?

TG: Las cámaras fueron progresando porque entonces no había tantas como ahora. Una de las primeras cámaras que tuve fue una Leica de los 50 que era de mi padre, que tuve desde siempre. Tenías que cortar la punta de la película para cargarla y eso era un poco complicado. Fue una de las primeras cámaras que utilicé. Luego seguí progresando: conseguí una Mamiya 645, que era como una 6×6, pero luego ponías una cosa dentro y la hacías 6×4.5, o podías hacer una panorámica. Luego acabé comprando una Fujica 6×9, que aún conservo. Me encanta esa cámara. Fotografié todo el proyecto de Cuba con ella. Puedes ver la calidad, es preciosa. Es un negativo de un tamaño precioso. Y luego la calidad de la cámara, me encanta. Tiene esta especie de, no sé, suavidad, y a la vez un contraste nítido, es una cámara ágil.

María Prieto

PA: ¿Qué ha cambiado de tu proceso fotográfico desde que vivías en Clinton Street?

TG: Los cambios en el oficio son obvios; aunque sigo sacando fotos igual, sigo usando película, obviamente ahora escaneas los negativos y los imprimes a partir de ahí. Solía imprimir mis fotos a color en el cuarto oscuro todo el tiempo, pero ya no lo hago. De vez en cuando hago hojas de contacto, pero las existencias de papel son cada vez menores y me di cuenta del poco control que tienes cuando estás en el cuarto oscuro imprimiendo. Simplemente no hay mucho que puedas hacer en relación a lo que puedes hacer ahora. Incluso hacer esos escaneos y ser capaz de entrar realmente y ver lo que hay ahí en los negativos, es algo que no puedes hacer cuando estás mirando tus negativos con una lupa. 

Aparte de eso, la belleza de ser una persona joven y embarcarse en proyectos como el de Cuba o Loisaida, que no era siquiera un proyecto como tal, hacía que me sintiera completamente obligada: podía sentir que todo iba a cambiar en esos lugares. Ahora sé lo que implica hacer un gran proyecto y embarcarse en uno realmente a largo plazo, sobre todo si es fuera del país y, sí, puede ser desalentador. Así que creo que hoy tomaría mis decisiones con mucho más cuidado. La cuestión es que, cuando eres joven, deberías hacer las cosas antes de darte cuenta de lo desalentadoras que pueden llegar a ser. Hay algo en la juventud, en ser ingenuo, que realmente puede jugar a tu favor.

PA: ¿Cómo te encontraron estas imágenes después de casi 40 años? ¿Qué tan crucial fue la pandemia para concebir Loisaida?

TG: No hubiera tenido tiempo de no ser por la pandemia, pero también había hecho un proyecto similar con las fotos de Cuba, sobre todo porque eran negativos en color y me preocupaba que se deterioraran. Así que una vez que terminé con eso, que por cierto fue una tarea enorme (creo que tenía como 25 mil fotos de Cuba), empecé a pensar en estas fotos, porque también había hecho un montón de otros trabajos en el Lower East Side, interiores que había fotografiado con un 4X5. Fotografié sinagogas, edificios públicos, escuelas abandonadas y cosas por el estilo. Así que eso fue lo primero que pensé. Me decía: “oh, probablemente debería escanear esos negativos”, sabiendo que tenían valor histórico en algún nivel. Una vez que empecé a escarbar, empecé a mirar los otros negativos que al final formaron Loisaida, fue como “¡oh!, ¡guau!”. Porque realmente nunca produje ninguno de ellos, en ese momento estaba ocupada, estaba trabajando y fue un momento en el que de repente empecé a hacer comisiones, así que ni siquiera los miré, realmente no tenía tiempo.

Tria Giovan

PA: Así que habría sido diferente si los hubieras encontrado 5 años después o incluso dentro de 50. Es como si el momento hubiera sido preciso, ¿no?

TG: Sí. Creo que hay algo en tener todo ese tiempo para luego volver atrás y editar cosas porque lo hace mucho más fácil. Y cuando tienes un componente histórico que es importante, también lo hace más fácil. Me cuesta mucho editar mi trabajo actual. Pienso: “¡oh, Dios! ¿Puedo hacer esto dentro de 20 años?” Será mucho más fácil. ¿Sabes?  Me pregunto “¿esto es algo? No sé”. Eso sería más fácil, guardarlos y hacerlo más tarde. 

PA: Hablemos del color: ¿crees que un color o un tono tienen el mismo poder que la comida o un olor determinado para llevarnos a un lugar concreto de nuestra memoria?

TG: No creo que con tanta fuerza como el olfato o el gusto, pero me siento atraída por ciertos colores subconscientemente, creo que debido a mis asociaciones de la infancia. Mi paleta y mi gravitación hacia ciertos colores es un reflejo de dónde crecí. Me sentí atraída por ciertos colores porque crecí en un lugar muy especial. Creo que el color me ha formado como artista, no hay duda de eso. No puedo decir que un color desencadena recuerdos específicos, pero creo que el color tiene un potencial muy poderoso en muchas maneras como artista, obviamente. 

PA: ¿En las fotos de Loisaida hay algún tono que te haya transportado inmediatamente a esos días en el Lower East Side?

TG: La verdad es que me sorprendió lo mucho que esas fotos tienen que ver con el color. Cuando volví a editarlas, lo que más me atrajo fue el color y el hecho de que hubiera calcetines amarillos, pantalones amarillos, una raya rosa, un cartel rosa. No puedo creer que viera todos esos colores. En cierto modo la paleta es muy tropical para ser Nueva York, hay colores muy familiares a Cuba, al Caribe y no es sólo porque sea un reflejo de que ese barrio en particular sea predominantemente dominicano o puertorriqueño, porque había otras zonas donde había más migrantes asiáticos y el color también estaba en esos lugares. 

PA: ¿Cómo describirías entonces el proceso de reeditar estas fotos? ¿Hubo alguna foto especialmente difícil de imprimir? ¿Alguna que te sacara de quicio?

TG: Me encanta esa parte del proceso y me encanta el ajuste exacto del color. Imprimo desde que tenía 18 años de edad, y no es por enorgullecerme ni nada, pero amo buscar el matiz y la exactitud en el color. Dicho esto, lo que es agradable sobre la nueva forma de trabajar es mirar la pantalla y llevar los colores a un lugar determinado. También trabajo con Gerard (Francisosa) en My Own Color Lab. Él ha trabajado conmigo en los 3 últimos libros que he publicado. Una vez que tenemos los negativos escaneados, nos sentamos juntos y básicamente revisamos cada uno y lo afinamos. Es increíble. Luego hacemos las copias, es muy divertido, me encanta. Sentarse con Gerard y ajustar cada uno “que es un poco demasiado verde en ese lado, y tal vez podría ser un poco demasiado denso, incrementar un 2% aquí”. Es tan ridículo. ¿Sabes lo que quiero decir? Es un lujo y es simplemente divertido.

Tria Giovan

PA: ¿Crees que el color es una buena analogía de esa ópera constante que fue Loisaida para ti durante los 80?

TG: Creo que el color tiene cualidades que, en cierto modo, se pueden asociar a cosas como la música. Uno piensa en rojos saltarines o en grises y azules, y verdes suaves y sutiles. Podría considerarse un sonido muy tranquilo, y de todas las cosas sonoras, la ópera es bastante visual en cierto nivel. Así que creo que se pueden equiparar.

PA: ¿Qué aprendiste de Loisaida sobre tu pasado y, eventualmente, sobre tu futuro?

TG: Estoy tan contenta de haber salido y tomado esas fotos. No sé si estaba lo suficientemente motivada para hacerlo y seguí haciéndolo. Creo que veo una verdadera apertura, veo a mi yo en joven y una voluntad de observar sin ningún juicio real o discernimiento en algún nivel. “Voy a tomar algunas fotos”, y creo que hay algo genial en eso; es una pena que no pueda hacer más de eso. El otro día pensaba “deberías tener tu cámara contigo todo el tiempo en el coche cada vez que vas a cualquier lugar por aquí”. Porque en 20 años, todo va a ser diferente. Y como, ¿quién sabe? Todos van a estar como “¡oh, tienes esas fotos de los Hamptons cuando era algo!”. Creo que si llevas tu cámara contigo y tienes la intención de hacer fotos y empiezas a prestar atención de verdad, habrá fotos que hacer, si te interesa prestar atención y mirar a tu alrededor.

PA: ¿Puedes concebir tu proyecto de Cuba en los 90 sin tu tiempo en el Lower East Side?

TG: Fue un buen comienzo. Una vez que llegué a Cuba y empecé a trabajar allí, me sentí mucho más segura y mucho más dispuesta a sumergirme y entrar en las casas de la gente, o hablar con extraños y pedirles permiso para tomar una foto. Puede ser incómodo, pero si empiezas a dudar, pierdes el momento. Así que creo que también es un ejercicio. Una vez que empiezas a llevar la cámara colgada del cuello te dedicas a fotografiarlo todo. No piensas en ello ni dudas. Una vez que empiezas a hacerlo, se convierte en algo automático y cuando lo pierdes, cuando dejas de hacerlo… es como un músculo. Así que creo que estaba construyendo esa habilidad trabajando en el Lower East Side. Y cuando empecé a trabajar en Cuba, había algo que no me resultaba amenazador. Nunca me sentí en una situación difícil. En Nueva York, no tanto. Creo que había que tener un poco más de cuidado. Desde luego, no hacía el mismo tipo de retrato que entonces hacía en Cuba, hay un poco más de distancia en el trabajo del Lower East Side. El Lower East Side siempre me pareció seguro, pero sabía que había ciertas manzanas a las que no había que ir. No iba demasiado al este, una manzana al este de la calle Attorney era lo más al este que iba. En Nueva York se opera con intuiciones. Es una cosa muy neoyorquina.

Tria Giovan

PA: ¿Había algo en el Lower East Side que te recordara a la isla de St. Thomas, donde creciste?

TG: Creo que el caos, un poco. St. Thomas no era como un pequeño santuario tranquilo en la orilla de una playa. Vivíamos en la ciudad, y era ruidoso, toda la noche. El gallo cantaba, los perros ladraban. Dicen que los gallos sólo cantan por la mañana: no es verdad. Y luego los coches con los silenciadores subiendo por la calle. Siempre estaba muy animado y activo y ruidoso. Creo que había algo en el sonido que me resultaba familiar, la gente gritando ahí abajo en español, peleando. Había algo en la gente del barrio, todo el mundo era muy amable y no es que tuviéramos conversaciones gigantescas ni que interactuáramos mucho ni nada de eso, pero siempre sentía que la gente me cuidaba de alguna manera, como los dueños de la bodega de la esquina y esas cosas. 

Era un barrio familiar, la mayor parte de Clinton Street y Stanton, y lo que ha sido realmente genial sobre el libro y la publicación en Instagram es que ha habido más de una persona o como dos o tres personas que han dicho “¡oh, ese soy yo! Ese soy yo en esa foto”. Esta niña… la fotografié cuando jugaba en un lote vacío con sus hermanos y sus primos. Y ella era tan linda, tenía el pelo rizado, sus pequeñas orejas perforadas, tenía probablemente como tres o cuatro años. Hice este retrato, lo subí a Instagram y un mes después escribió: “¡Esa soy yo! Y este es mi hermano. Y ese es mi primo”. Hice una impresión para ella. Debería escribirle de nuevo. Todos tenían negocios en Clinton Street, era realmente como un barrio familiar y tenían negocios. No sólo trabajaban en la bodega, eran dueños de la bodega.

Tria Giovan

PA: Hay muchos lugares del libro que aún permanecen. Algunos son lo mismo y otros tienen otro uso. Por ejemplo, los Public Baths of the City of New York son ahora una iglesia.

TG: ¿Ah, sí? 

PA: Cohen Insurance es ahora un bar. 

TG: Sí, ya lo he visto. 

PA: La tienda puertorriqueña frente a tu edificio es ahora un edificio de lujo. 

TG: Sí, ya lo he visto. 

PA: La esquina de la foto de portada es ahora un Holiday Inn.

TG:  ¡Ya sé! ¿No es asqueroso? Cuando salió el libro, Damiani me pidió que hiciera un takeover de su cuenta de Instagram. Así que pensaba “está bien, sólo voy a ir allí y voy a tomar una foto de la esquina de la portada del libro”. Pero después me di cuenta de que no podía. ¡Era tan feo! Simplemente no podía hacerlo. Así que terminé caminando hasta el que era mi edificio y me paré a hacer un video y hablé de ello y esas cosas. 

PA: Hemos perdido muchos lugares, pero ¿hemos ganado algo? 

TG: No estoy segura de lo que hemos ganado como ciudad. No creo que Nueva York tenga el mismo tipo de excentricidad y accesibilidad que solía tener. Y creo que ese tipo de barrios era lo que hacía a la ciudad interesante. La gentrificación, obvio, la homogeneización… creo que son probablemente los culpables. Dicho esto, el Lower East Side sigue teniendo una identidad única en la ciudad. Ya no es que pase mucho tiempo allí, pero cuando voy al laboratorio y paseo por allí, o cuando salió el libro, por ejemplo, deambulaba por allí, y la energía es diferente. Tanta gente, tantas culturas y tanta actividad y vida. De alguna manera, el Lower East Side se siente como incrustado en las aceras. Probablemente también la proporción del Lower East Side es todavía algo intacto. Sé que hay grandes edificios, pero no es como ha pasado en el Village.

PA: ¿Qué te atrajo a estos lugares que aparecen en las fotos de Loisaida?, ¿qué tiene la decadencia que funciona tan bien con la luz y el color?

TG: No sé por qué me atrae tanto, pero supongo que no tengo la exclusiva: la gente se siente atraída por la decadencia en algún nivel. No sé por qué, pero creo que tiene que ver con la historia. La decadencia implica un lugar que ha existido durante mucho tiempo, una cara desgastada es interesante. Hay una historia detrás. La paleta de Cuba en particular es tan hermosa en esos colores suaves. Creo que la gente espera que sean colores brillantes cuando la visita, y no es así. Hubo un momento en Cuba en el que, de repente, alguien donó un montón de pintura al país y entonces los edificios del Malecón se pintaron de los colores más extraños. Pero aparte de eso, todo lo demás estaba desgastado por el sol.

Tria Giovan

PA: La nostalgia, por definición, también es dolor, el dolor de volver. Entonces, ¿por qué volver? ¿Los lugares del pasado son diferentes cada vez que los visitamos, o son documentos inalterables?

TG: Es curioso que digas eso de la nostalgia, porque acabo de leer algo sobre eso, y decía que la nostalgia tiene que ver con el dolor de algo. No asocio la nostalgia con el dolor de nada. La nostalgia es algo complicado, pero no asocio el dolor con eso. Quiero decir, es nostálgico, y no sé si toda nostalgia está asociada al dolor, puede que se asocie a la pérdida, porque el tiempo se ha ido. Pero creo que para mí se trataba menos de nostalgia que de redescubrimiento, y entonces, lo sacas de tu contexto personal y te das cuenta de que las fotos tienen un valor que no tiene nada que ver conmigo. 

Creo que lo mismo ocurre con Cuba, porque las fotos ya son lo suficientemente antiguas y las cosas han cambiado lo suficiente como para que, intrínsecamente, las imágenes tengan un valor. Sean fantásticas o no, y me gusta pensar que todas mis fotos son fantásticas, tienen un valor histórico en un momento determinado, en el sentido de que han captado un lugar específico en un momento específico. Es simplemente interesante, porque son sólo momentos. El trabajo de calle es realmente sólo momentos. Y no recuerdas cada uno, a menos que lo veas más tarde en una foto. Así que no hay necesariamente una conexión emocional con cada imagen específica.

PA: En el libro mencionas que la belleza del Lower East Side fue tu instrumento principal de navegación. ¿Hoy qué es lo que te guía?

TG: Creo que mi propia historia. Cuando hablaba del Lower East Side, me refería a mi conocimiento de la historia del lugar, que formaba parte de mi herramienta para moverme por el barrio y descubrirlo. Tener algunos conocimientos históricos sobre lo que había sucedido en la zona. Eso me sirvió de guía. Y creo que los proyectos en los que estoy trabajando ahora son tan abiertos que no sé si hay una herramienta de navegación específica. Así que, no sé. A cierta edad uno se pregunta “¿qué he estado haciendo aquí? ¿Cómo se conecta todo esto?”. Y ya sabes, tal vez no lo hace y ya.

PA: El nombre de Loisaida podría recordarnos a una de esas ciudades invisibles inventadas por Italo Calvino. Como Zora, la ciudad que todos olvidan porque nunca cambia; o Maurilia, que se ve mejor a través de una postal de su pasado; o Irene, que es diferente para quien la ve desde fuera. Si tuvieras que describir Loisaida a alguien que no la puede ver, ¿cómo lo harías?

TG: Creo que la describiría por la energía que emana de ella. Y quizás, de nuevo, la historia de alguna manera que está impregnada en las aceras. Creo que hay un sabor, creo que tiene un sabor o una personalidad propia. Sé que eso no es realmente describirlo, pero está bien. Es como una gran olla de sopa con todos estos ingredientes, y cada tantas décadas alguien añade algo más a la receta. Es un gran caldero hirviendo de fabulosidad, excentricidad, diversidad, cosas buenas y cosas malas. No todo el mundo piensa que el Lower East Side es tan color de rosa como yo creo que es, o lo que mi experiencia personal fue. También pasaron muchas cosas allí que no fueron mis experiencias personales. Cierto, sí, y se puede ver en la forma en que otras personas lo han documentado,  pero de eso se trata un barrio. Y creo que, por desgracia, Nueva York ha perdido esa cualidad diversa de tirar todo en la olla. 

Tria Giovan

PA: Como fotógrafos jóvenes a veces nos supera la ansiedad del tiempo: queremos decir demasiado. ¿Crees que la vista desde nuestra propia escalera de incendios es suficiente para explicar nuestro tiempo? 

TG: Creo que es suficiente para explicar el mío. Creo que es algo así como lo que estaba diciendo sobre el Lower East Side, mi opinión sobre él, mi experiencia fue una experiencia bastante positiva y creo que eso se refleja en las fotos ahora. ¿Vi personas que estaban intoxicadas con heroína y durmiendo en la calle? Estaban allí, yo lo vi. ¿Quería fotografiar eso? No especialmente. Eso no es lo que elijo fotografiar. Así que creo que la perspectiva de cualquier persona va a ser sólo una parte de la historia. Si eres un fotógrafo de guerra y vas a cubrir algo específico, entonces estás tratando de obtener todos los ángulos de esa cosa, intentas contar toda la historia con tus imágenes. Este no era ese tipo de tarea, no era un tarea como tal, creo que solo cuenta una pequeña parte de cómo era la vida allí en aquella época.

PA: ¿Qué nos dice la decadencia sobre nosotros mismos?

TG: Mortalidad. Todos vamos a morir. Y si tenemos suerte, envejeceremos y nos arrugaremos antes de morir; pero la decadencia es sólo parte del ciclo y también es haber vivido una vida. Puede decir mucho más obviamente que sólo eso cuando estás hablando de un lugar en particular o estás hablando de un edificio o estás hablando de la infraestructura de un lugar, obviamente las repercusiones a la decadencia pueden tener connotaciones mucho más grandes. Podrías decir, bueno, Cuba está decayendo por X, Y, Z. Así que creo que depende de cómo quieras enfocarlo: geopolítica o socialmente, económicamente o culturalmente; pero si te refieres a la metamorfosis general a través de la decadencia, así es la vida, ¿no? EP

Este País se fundó en 1991 con el propósito de analizar la realidad política, económica, social y cultural de México, desde un punto de vista plural e independiente. Entonces el país se abría a la democracia y a la libertad en los medios.

Con el inicio de la pandemia, Este País se volvió un medio 100% digital: todos nuestros contenidos se volvieron libres y abiertos.

Actualmente, México enfrenta retos urgentes que necesitan abordarse en un marco de libertades y respeto. Por ello, te pedimos apoyar nuestro trabajo para seguir abriendo espacios que fomenten el análisis y la crítica. Tu aportación nos permitirá seguir compartiendo contenido independiente y de calidad.

DOPSA, S.A. DE C.V