Registro | Reunión: sobre Darrel Ellis, Miguel Ferrando y su nueva exposición en la galería Candice Madey

En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.

Texto de 20/09/24

En la columna Registro, Pablo Íñigo Argüelles escribe sobre el mundo que observa, pero sobre todo de fotografía y todo lo que implica.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Conocí el trabajo de Darrel Ellis hace un par de años gracias a Allen Frame. Fue al interior de un oscuro salón del International Center of Photography, iluminado apenas por los destellos de un proyector. Para su seminario del programa de Creative Practices, Frame nos mostró ese día una serie de diapositivas con decenas de sus pinturas, al tiempo que nos contaba sobre él: que había nacido en el Bronx en los cincuenta; que su padre (un fotógrafo amateur que quería ser policía) había sido asesinado por dos agentes encubiertos; que en 1992, a a la edad de 33 años, había muerto a causa del sida.

María Prieto

Aunque Darrel Ellis se consideraba principalmente pintor, utilizó la fotografía como el cimiento de su obra: con una ampliadora proyectaba los antiguos negativos tomados por su padre sobre superficies irregulares de yeso, y luego fotografiaba esa proyección con una cámara de 35 mm. De ese proceso (que Ellis perfeccionó en su residencia artística en PS1 a principios de los ochenta) no solo resultaron impresiones en plata gelatina, sino reinterpretaciones en acuarela, acrílico y grafito.

Unas semanas después de aquella presentación, María y yo matábamos una tarde de domingo hojeando revistas en Iconic Magazines de Mulberry Street, cuando encontré una foto que me resultó familiar dentro del número 29 de Apartamento. Era un retrato a color de Darrel Ellis, quien estaba parado en una cocina muy iluminada, con un suéter de lana gris y lo que parece un cigarro entre las manos. La recordaba bien por ser la primera diapositiva que presentó Frame aquel día en el ICP; lo que nunca dijo fue que él mismo la había tomado en la cocina de su departamento de Perry Street, en el West Village, en 1981.

Allen Frame

Esa imagen acompañaba un texto/diálogo de Fabio Cherstic en el que Frame recuerda la primera vez que vio a Ellis en un bar del East Village, el inicio de su relación (la cual se volvió finalmente una amistad entrañable que duraría hasta su muerte) y relata, con modestia, la historia de su generación: artistas de todas disciplinas concentrados en Lower Manhattan y asolados despiadadamente por una epidemia.

Allen nos compartió ese día un pedazo de historia neoyorquina, y nos puso sobre la mesa de aquel salón un fragmento de su propia historia neoyorquina.

Menos de un año después de la publicación de ese artículo, en 2023, se inauguraría Darrel Ellis: Regeneration, en el Museo del Bronx, hasta entonces la muestra más completa de Ellis en un museo neoyorquino. Casi al mismo tiempo, la galería Candice Madey, en el Lower East Side, abría la muestra Luxe, Calme, Volupté, que destacaba las obras más importantes de los contemporáneos de Ellis, incluyendo obras de Peter Hujar, David Wojnarowicz y Miguel Ferrando, quienes, como Ellis, murieron también a causa del sida.

Fue precisamente por esas fechas que empecé a escribir un artículo sobre la muestra de Ellis en el Bronx (que acabaría publicándose en Confabulario). Revisé decenas de textos, realicé entrevistas y me identifiqué (para mi sorpresa) como nunca antes con la obra de un pintor, conmovido, quizás, por su desenlace y las amistades que afianzó en su tiempo.

Dentro de mi fascinación (que sin la generosidad de Frame nunca hubiera comprendido) una de los fragmentos que más recuerdo de la historia personal de Ellis es que, cuando era estudiante, pasaba tardes enteras en el Metropolitan Museum of Art al lado de su mejor amigo, Miguel Ferrando, a quien conoció en el High School of Fashion Industries, haciendo copias de pinturas, entrenando sus trazos para mejorar en las clases de pintura que también compartía con él.

Esa anécdota, contada en la monografía que acompañó la exhibición del Bronx Museum, me ayudó a entender a Ellis, no como parte de una historia inalcanzable, suspendida en una vitrina de cristal, sino como alguien a quien yo pude haber conocido: yo también había tenido que ir al Met a contemplar los Rembrandts cuando estudiaba cine para comprender la luz; años después, María y yo habíamos tenido que ir al Met a ver las fotos de Bernd y Hilla Becher para explicar mejor en clase, cómo es que los dos buscábamos hacer un proyecto fotográfico juntos a largo plazo. 

La semana pasada, la galería Candice Madey volvió a reunir a Ellis y a Ferrando en una misma sala de exposiciones, cuarenta años después de que afianzaran su amistad del Met, siendo estudiantes: la muestra Darrel Ellis and Miguel Ferrando, que estará visible hasta finales de octubre en el 1 de Rivington Street, hermana los trabajos de los dos amigos y artistas, explorando sus influencias en común, sus contextos, pero sobre todo la inusual trascendencia de la amistad en el arte.

Foto: Kunning Huang

Explorando la vasta visión autobiográfica que marcó el corpus de su práctica, la galerista Candice Made devuelve al Lower East Side la obra de dos de sus personajes más prolijos y pone la mirada nuevamente en dos artistas cuyo legado, a tres décadas de sus muertes, influye e interesa a nuevas generaciones. EP

Este País se fundó en 1991 con el propósito de analizar la realidad política, económica, social y cultural de México, desde un punto de vista plural e independiente. Entonces el país se abría a la democracia y a la libertad en los medios.

Con el inicio de la pandemia, Este País se volvió un medio 100% digital: todos nuestros contenidos se volvieron libres y abiertos.

Actualmente, México enfrenta retos urgentes que necesitan abordarse en un marco de libertades y respeto. Por ello, te pedimos apoyar nuestro trabajo para seguir abriendo espacios que fomenten el análisis y la crítica. Tu aportación nos permitirá seguir compartiendo contenido independiente y de calidad.

DOPSA, S.A. DE C.V