Toshkua: última llamada para acabar con la desaparición forzada y la destrucción de la naturaleza

¿Por qué es pertinente ver y hablar de un documental como Toshkua ?

Texto de 07/09/23

still de la película Toshkua

¿Por qué es pertinente ver y hablar de un documental como Toshkua ?

Tiempo de lectura: 3 minutos

Honduras es un país desconocido para México. Honduras es un eslabón poco conocido en la cadena de sostenimiento del narcotráfico, de la contrainsurgencia, de la migración forzada. Honduras permanecerá desconocido para quien no quiera verlo y apreciarlo, pero es un lugar tremendamente conocido y valorado por el capitalismo que se vive en América Latina. Es una nación conocida por Estados Unidos, uno de los principales socios comerciales (no olvidemos China) sostenedores de la explotación en esta región del mundo.

Ludovic Bonleux se acerca con una sensibilidad profunda a dos de los procesos más vigentes en Honduras y en la región centroamericana: la desaparición de personas que migran y el llamado profundo de la tierra para que frene el acto de acabar con todo. Toshkua –que significa desaparecer en lengua pech– es un documental que abre nuestra mirada a los dos lados de la misma moneda, por un lado plantea el proceso migratorio y sus terribles consecuencias en las sociedades y, por otro, el grito que da el espíritu de Honduras, aquella advertencia que nadie quiere escuchar.

“Los pueblos de Honduras se van perdiendo de tanto desastre natural”, asegura Francisco Hernández, quien representa la cosmovisión que yace en los pueblos originarios que habitan en aquel territorio. Su presencia en el documental nos muestra una cara distinta, fuera de los estereotipos del país centroamericano. En caminos insondables, llenos de una naturaleza voluptuosa, la mirada de Bonleux nos va conduciendo por un relato que se entrelaza con la dura realidad de las desapariciones: de la desaparición de personas como consecuencia de un éxodo forzado, de una ola migratoria que parece interminable.

Y es ahí donde viene la historia de Mary Martínez, madre de Marco Antonio Amador Martínez, a la sazón del rodaje, con 9 años de estar desaparecido. La última pista que se tuvo de él se localiza en una de las ciudades fronterizas del norte de México, es decir, en uno de los tantos infiernos para todo aquel que considera que vive peor y que está dispuesto a soportar el sufrimiento de la ruta migrante.

II

¿Por qué es pertinente ver y hablar de un documental como Toshkua? En un nivel muy básico porque el hijo de Mary desaparece en México y no hay ningún indicio, hasta ahora, que pueda acercarla a su paradero, o bien, que pueda frenar de una vez por todas la desaparición forzada de personas en nuestro país y en la región centroamericana. Uso el término de desaparición forzada porque, aunque se diga que estas desapariciones fueron cometidas por particulares (este eufemismo legaloide), es la omisión de las autoridades un componente esencial de la impunidad y para que no avancen las investigaciones. Ya sea por omisión o por comisión, es el Estado mexicano responsable de las desapariciones que ocurren dentro del territorio delimitado y nombrado México. Son los grupos paramilitares –para seguir el fino análisis de la periodista Dawn Paley– los autores materiales, pero sin la participación de estas dos secciones de la misma corporación criminal no sería posible la reproducción del infierno que viven decenas de miles de familias buscadoras.

¿Y quién es responsable de la migración forzada en Honduras? Nuevamente podemos dar la explicación estereotipada que se ha construido en los últimos años: la violencia de las pandillas. Si bien es cierto que esta violencia existe, no es la única razón para que las personas, en lo individual o en lo familiar, se vean forzadas a dejar su lugar de origen, cruzar el infierno mexicano y tratar de llegar a Estados Unidos.

Existen también las décadas de explotación laboral en las regiones en donde la United Fruit Company creó el imperio del plátano o las miles de maquilas que explotan día a día a mujeres y hombres trabajadores; existe el despojo territorial ocasionado por la especulación inmobiliaria y turística ligado al agronegocio en la costa atlántica, específicamente en el territorio garífuna.

Y todo esto es responsabilidad de la clase política y empresarial hondureña, que con sus compromisos económicos –legales e ilegales– comenzó a usar a grupos armados para concretar sus fines. Grupos armados paramilitares que según el terreno cobran una identidad particular: a veces son pandillas, a veces son cárteles, otras veces simplemente mercenarios. Pero de toda esta violencia, el principal responsable, nuevamente, es el Estado.

¿Quién puede dar información y ayudar a encontrar a Marco Antonio y a las miles de personas desaparecidas? ¿Quién puede calmar el grito de ayuda y rabia que profiere la naturaleza a través de los pueblos originarios? Enfocar la mirada en trabajos documentales de esta naturaleza nos puede ayudar a sensibilizar a muchas personas; a llevar estas reflexiones allá donde se proyecte Toshkua y en donde se abran los micrófonos para que se pueda comentar, problematizar y compartir.

No queda mucho tiempo para actuar. La desaparición de personas aumenta y la destrucción de la naturaleza se agudiza, pero aún es posible pensar en frenar, impedir la impunidad y buscar un sentido de justicia para evitar que, nuevamente, la vida se ponga en riesgo y sea dominada por el capital. Todavía es posible cambiar los planes del diablo y construir los nuestros. EP

DOPSA, S.A. DE C.V