“Paratextos” es la columna de Claudia Cabrera Espinosa. En esta entrega escribe sobre Juan José Millás, autor valenciano de una obra subversiva.
Lo inquietante era esto. Una aproximación a la obra de Juan José Millás
“Paratextos” es la columna de Claudia Cabrera Espinosa. En esta entrega escribe sobre Juan José Millás, autor valenciano de una obra subversiva.
Texto de Claudia Cabrera Espinosa 11/12/20
La publicación de la primera obra literaria de Millás (Valencia, 1946), Cerbero son las sombras, se remonta a 1975 y le mereció el premio Sésamo de Novela. Esta magnífica pieza inaugural nace en medio del furor del experimentalismo, y el propio autor mostró su consternación al comprobar que tenía argumento, pues, como él apunta, esto “se trataba de un rasgo de carácter muy mal visto en los relatos de la época y su diagnóstico implicaba un modo de condena social para el autor”. En estos años, los escritores no podían darse el lujo de crear relatos lineales o costumbristas si aspiraban a ser alguien en la vida, agrega. Sirvan de ejemplo Rayuela o 62 Modelo para armar, de Julio Cortázar, como paradigmas de la complejidad estructural que se buscaba en aquel entonces.
En el ámbito peninsular, Señas de identidad, de Juan Goytisolo; En un lugar solitario, de Enrique Vila-Matas; La saga/fuga de J.B., de Gonzalo Torrente Ballester, o Si te dicen que caí, de Juan Marsé, son muestras del anhelo por encontrar nuevos estilos y recursos discursivos. Ruptura del orden cronológico, alternancia de las voces narrativas, carencia de párrafos y ausencia casi completa de signos de puntuación, grandes cantidades de personajes que mejor valía ir anotando en una libreta —junto a su respectiva descripción física y psicológica— e historias enmarcadas dentro de otras como infinitas matrioshkas son algunas de las estrategias empleadas en aquel entonces. Al lector que se acercaba con grandes expectativas y el ceño fruncido a estos libros a la luz baja de un café, con un cigarrillo en la mano y la otra masajeándose la cabeza, no le quedaba más que despotricar contra su creador o, tras un intenso proceso de concentración, quitarse el sombrero, aplaudir y afirmar que acababa de leer una obra maestra de la literatura sin parangón. Y ambas opciones son igualmente válidas.
En el caso de Juan José Millás, esta inmersión en lo experimental duró poco y tuvo buenos resultados, aunque seguiría salpicando su narrativa posterior. Cerbero son las sombras es una obra entrañable que describe la vida de una familia recién llegada a Madrid —ciudad en donde reside el escritor— y sus intentos por sobrevivir en el opresivo clima político de la dictadura. Resume, además, en palabras del autor, toda la información de lo que escribiría más tarde, como si se tratara de un programa involuntario. El anuncio de la muerte del experimentalismo le llegó a Millás, como cuenta en uno de sus prólogos, por medio de la televisión, cuando uno de sus principales impulsores admitió en un programa estar escribiendo una novela muy lineal, con un tratamiento casi costumbrista: “Dios mío, me dije, qué horas eligen las vanguardias para morir. Menos mal que la televisión me había salvado la vida varias veces y la veía todo el rato; de no ser así, me habría perdido ese suceso histórico, como le ocurrió a la mayoría de mis contemporáneos”. Menos mal.
En la década siguiente, Papel mojado (1983) cuenta con menos artificios la historia de un periodista que juega al detective para encontrar la verdad sobre el probable asesinato de uno de sus mejores amigos. Otra de sus novelas célebres, La soledad era esto (1990), combina diversos planos narrativos —en tercera persona, el diario de la protagonista y el informe de un investigador privado— para ofrecer la historia intimista y enternecedora de una mujer que ha perdido a su madre y descubre la infidelidad de su marido. En ella nos asomamos a la profundidad psicológica femenina que Millás abordará en muchas otras de sus narraciones.
La novela El orden alfabético (1998) recurre a la metaficción para mostrar una preocupación por el lenguaje, la escritura y la posible incomunicación, la cual se manifiesta mediante la fuga de las letras de los textos impresos. Asistimos al desdoblamiento de Julio, el personaje principal, cuyo padre era un aficionado a las enciclopedias y quien desde pequeño descubre una serie de puertas en su cabeza que le permiten entrar a una diversidad de lugares insólitos y fantásticos, en donde los libros se agitan como pájaros pequeños. Más adelante, el niño es testigo de cómo los periódicos baten sus páginas como alas y las revistas asemejan halcones. En esta obra, los hechos fantásticos, con una gran carga visual, desconciertan y encantan al lector, quien asiste fascinado al espectáculo mientras reflexiona sobre la metáfora que entraña.
La producción más reciente del escritor valenciano no deja de ser subversiva, pero desde una óptica distinta. Ya no recurre a complejas estrategias narrativas sino que la desestabilización —siempre presente— radica en la trama en sí misma, en la ruptura de un orden o en la transgresión de un paradigma de realidad, pues los personajes y las situaciones descritas constantemente escapan de lo racional. Un ejemplo de este tipo de relato es Que nadie duerma (2018), novela cuya protagonista es una excéntrica mujer-pájaro que busca en su vehículo a un hombre-pájaro por las calles de la capital española. Con “Nessun dorma” —el aria de la ópera Turandot, de Puccini— como hilo conductor, esta obra combina el desequilibro mental y la ternura con destellos de fantasía.
En cuanto a su narrativa breve, es la que me resulta más cautivadora de Millás, pues conjuga su amplio abanico de situaciones absurdas y su maestría para exponerlas una tras otra de manera breve y contundente. Cuando el lector apenas se está reponiendo del vértigo que le significó el descubrimiento de una fisura en lo real, Millás ya tiene una nueva preparada, igualmente excéntrica, lista para horadar la supuesta solidez de nuestra existencia. Tras la publicación de una diversidad de libros de cuentos, el año pasado Seix Barral los compiló en el volumen Una vocación imposible, que incluye Primavera de luto (1989), Ella imagina (1994), Cuentos a la intemperie (1996), Cuentos de adúlteros desorientados (2003) y Los objetos nos llaman (2008). Escritos por un autor en diferentes momentos de su vida —acaso por diferentes autores—, estos relatos componen un maravilloso conjunto en el que el lector puede identificar una serie de elementos recurrentes, fobias, filias, personajes y situaciones que asombran y deslumbran a cada página. Asistimos a varias narraciones protagonizadas por Vicente Holgado, por ejemplo, a quien creíamos perdido tras su desaparición en “Trastornos de carácter”, en un armario que se convertiría en umbral a lo desconocido. Tanto el protagonista como el armario aparecerán en una diversidad de narraciones más, y el mueble será la pieza central de una de sus novelas más divertidas: Desde la sombra (2016), cuyo protagonista, oculto en la casa de una familia, imagina que parte de su vida ocurre en el set de un reality show.
El conjunto incluye cuentos y microrrelatos tragicómicos y desconcertantes. Presenta una serie de personajes inverosímiles como los hombrecillos que surgen del grifo de una bañera ante la insólita mirada del narrador; suicidas que no pueden morir; mujeres locas, mujeres que roban palabras, mujeres que agonizan en la cocina; un hombre que no sale de casa por temor a no saber volver y se comporta como un recién llegado de otro planeta. En las narraciones se combina el humor con un afán de profundizar en la psique humana mediante hechos y apariciones sobrenaturales que exhiben el envés de una realidad aparentemente anodina. Millás, maestro en rociar con fulgores la cotidianidad, encuentra —o abre— grietas en el plano de lo conocido y subvierte el canon de la legalidad demostrando que aun las situaciones más monótonas o engorrosas pueden apreciarse desde una perspectiva novedosa; unas veces emocionante y otras terrible.
Para profundizar en las vivencias y la psicología del escritor valenciano, recomendamos la lectura de El mundo (2007), en donde se narran las primeras andanzas del futuro escritor en Valencia y su mudanza al barrio Prosperidad, en Madrid. Incluye anécdotas autobiográficas que han sido insertadas en obras previas y describe el nacimiento de su vocación literaria en medio del sistema educativo franquista. En ella resulta difícil determinar en dónde termina el autor y en dónde comienza el narrador ficcional. Y lo mismo ocurre en su novela más reciente, La vida a ratos (2019), un diario de escritor cuyo protagonista es un hombre llamado Juanjo Millás quien, como el autor, colabora en la prensa e imparte clases de escritura creativa. El protagonista, entre antidepresivos y copas de gin tonic, guía al lector en un recorrido que permite sumergirnos en una neurosis no exenta de humor negro e hilarantes situaciones autoparódicas.
Juan José Millás ha obtenido los premios Sésamo, Nadal, Primavera, Nacional de Periodismo Miguel Delibes, Planeta y Nacional de Narrativa, entre otros. Es columnista de El País y su obra se ha traducido a más de veinte idiomas. EP