Me alegra que lo que escribo pueda ser leído: Entrevista con Mónica Ojeda

Este País conversó con la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda sobre su novela Mandíbula.

Texto de 04/08/22

Este País conversó con la escritora ecuatoriana Mónica Ojeda sobre su novela Mandíbula.

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Mónica Ojeda es una de las escritoras latinoamericanas más reconocidas actualmente. Nació en Guayaquil, Ecuador, en 1988. Con su primera novela, La desfiguración Silva, obtuvo el Premio Alba Narrativa 2014 y con su primer libro de poesía, El ciclo de las piedras, el Premio Nacional de Poesía Desembarco 2015. Forma parte de la prestigiosa lista de Bogotá 39-2017, que recoge a los 39 escritores latinoamericanos menores de 40 años con más talento y proyección. Conversamos con ella a propósito de su novela Mandíbula, cuya octava edición acaba de llegar a México.

Este País (EP): Desde tus primeras publicaciones, fuiste reconocida como una voz diferente e importante: tu primera novela ganó el Premio ALBA Narrativa (2014), fuiste incluida en la lista Bogotá39-2017, entre muchos otros reconocimientos. Hoy eres considerada una de las escritoras más interesantes en Latinoamérica, ¿qué significa esto para ti?, ¿ha influido de alguna forma en tu proceso de escritura?

Mónica Ojeda (MO): Cuando escribo confío en lo que hago y a la vez tengo muchas dudas, no siento que los reconocimientos hayan aplacado esas dudas o fortalecido mi confianza. En cualquier caso, me alegra que lo que escribo pueda ser leído, así que si algo significa entrar en listas o ganar premios es eso: llegar a más lectores. 

EP: Publicaste Mandíbula en 2018, que fue una de las diez finalistas del Premio Bienal de Novela Mario Vargas Llosa, y este año se publicó la octava edición, por lo que no sólo has tenido una favorable recepción de la crítica, sino también de los lectores, ¿a qué atribuyes esta notable aceptación?

MO: A que la novela ha tenido la buena suerte de encontrar sus lectores. Creo que es una novela que aborda el miedo desde un lugar muy personal, muy íntimo, y a la vez colectivo. No es el miedo a través de los fantasmas, los monstruos o los asesinos: es el miedo que siente una madre por su hija o una hija por su madre. El miedo que siente una profesora por sus alumnas o una adolescente por su propia sexualidad. Es el miedo de crecer, es el miedo de desear y el miedo de devorar lo que amas. Mandíbula va sobre esos terrores reales.

“Creo que es una novela que aborda el miedo desde un lugar muy personal, muy íntimo, y a la vez colectivo. No es el miedo a través de los fantasmas, los monstruos o los asesinos: es el miedo que siente una madre por su hija o una hija por su madre”.

EP: Mandíbula suele clasificarse como un thriller psicológico y de terror que explora lo femenino, la violencia, la sexualidad, las relaciones familiares, pero no sigue una cronología lineal y también  experimentas con distintas formas del lenguaje, ¿cuáles fueron tus influencias y por qué decidiste romper con las formas convencionales del género?

MO: Quise hacer literatura, pero usando rasgos y elementos de géneros que durante mucho tiempo no han sido considerados literarios. Por ejemplo, el thriller. Por ejemplo, el terror. Quise respetar mi forma de escribir, muy arraigada al ejercicio poético, pero preguntándome cómo un poema puede ser una novela y una novela puede ser un poema. Cómo un poema puede trabajar el miedo y producir el miedo. Quise diseñar una estructura diferente a lo que se espera en estos géneros. Quise, también, no serle fiel a nada de esto. Por eso, yo no diría que es un thriller ni una novela de terror, diría que tiene cosas de ambos géneros y que, al final, hace lo que quiere con ellos.

EP: Además de publicar novelas, también has publicado cuentos y poesía, ¿cambia tu forma de trabajar la escritura dependiendo del género?, ¿a qué responde la decisión de escribir uno u otro género?

MO: Como dice María Negroni, a la escritura no le importan los géneros. Uno se sienta a escribir y el texto va tomando una forma u otra, a veces mejor delimitada, a veces más híbrida. Lo importante es que, aunque yo no soy tan experimental como Negroni o Anne Carson, sí siento que escribo novela, cuento y poesía con un mismo objetivo: la revelación poética, algo que solo puede ocurrir en el lenguaje, pero no cualquier lenguaje, sino uno sensible, uno musical. Da igual lo que esté yo escribiendo, siempre estoy buscando esto. Ahora, es cierto que cada género te permite llegar a ese espacio del que hablo de forma distinta. Cada género lo que te aporta es una estructura de pensamiento. Esa es la diferencia.

“Estar fuera de Ecuador me permite escribir sobre Ecuador, y no de la forma tradicional, sino a través de lo que más me interesa: los símbolos, lo telúrico y lo mítico”.

EP: Actualmente resides en España, ¿estar lejos de tu país ha cambiado tu perspectiva para escribir?

Estar fuera de Ecuador me permite escribir sobre Ecuador, y no de la forma tradicional, sino a través de lo que más me interesa: los símbolos, lo telúrico y lo mítico. Porque estoy lejos puedo pensar en el miedo y en la herida que es ese país para mí. Ecuador es mi herida en la lengua, y de allí salen todas mis palabras. Hay un canto andino que se llama el “jahuay”, y que es un canto y un llanto a la vez. Yo siento que puedo cantar porque estoy lejos, pero que canto llorando.  

Cuando escribo confío en lo que hago y a la vez tengo muchas dudas, no siento que los reconocimientos hayan aplacado esas dudas o fortalecido mi confianza. En cualquier caso, me alegra que lo que escribo pueda ser leído, así que si algo significa entrar en listas o ganar premios es eso: llegar a más lectores. EP

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