El más aterrador de los mundos posible: las distopías de Margaret Atwood

Citlalmina Guadarrama escribe sobre las distopías de Margaret Atwood, poeta, novelista, crítica literaria y activista política canadiense.

Texto de 28/10/22

Citlalmina Guadarrama escribe sobre las distopías de Margaret Atwood, poeta, novelista, crítica literaria y activista política canadiense.

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Las distopías se alimentan de las infinitas posibilidades que ofrece la idea, últimamente más arraigada, del futuro incierto. Margaret Atwood nos regala escenarios que alojan tanto a la cruda deshumanización, como a la esperanza que aunque ínfima, sigue conservando su poder. Experimentamos al leerlas el muy humano miedo intrínseco a la extinción y a la vez un oscuro deseo de autodestrucción. A continuación, nos sumergiremos en los escalofriantes futuros imaginados por una de las voces más interesantes de su generación.

El camino de la opresión

El cuento de la criada (Salamandra, 2017) es sin duda la obra más famosa de la escritora canadiense (y más aún por la aclamada serie homónima, adaptación de la misma) y aquella que bien podría abanderar este inventario. Escrita en 1985 y claramente influenciada por el Berlín de la Guerra Fría que la autora habitó, así como por las distopías clásicas con las que creció como las de Orwell y Huxley,  esta novela nos presenta una sociedad en la que las mujeres son reducidas al papel de esclavas sexuales. Una ficción donde la decisión de una mujer sobre su cuerpo está prohibida dentro de un mundo en el que dicha decisión sigue siendo un crimen, es muestra del discurso transgresor y feminista que Atwood poseía desde mediados de los ochenta.

Margaret escribió la novela ganadora del Man Booker Prize 2019, Los Testamentos (Salamandra, 2020) más de tres décadas después de la publicación de la obra de la que sería continuación. En una trama que arranca 15 años después de los sucesos relatados en El cuento de la criada, los testimonios de tres narradoras de la República de Gilead, cuyo régimen ahora se derrumba, develan por fin el desenlace fortuito de Defred que dejó en su conclusión la primera parte. El origen de Gilead, crecer allí y cómo se ve desde afuera son las perspectivas por las que avanza el relato. Son las voces de Tía Lydia —conocida en la novela anterior— Agnes —una niña criada bajo el régimen— y Daisy —una joven de la Canadá libre— las encargadas de responder las dudas que surgieron en cada lector acerca de la república. 

Apocalipsis transgénico

El cuento de la criada está lejos de ser la cúspide de la escritura distópica de Margaret Atwood. Lo afirmó ella misma en 2003 cuando publicaba Oryx y Crake (Salamandra, 2021), primera parte de la trilogía en la que la autora trasciende el universo de su primera saga para explorar temas como la manipulación genética dentro de un mundo donde los peores extremos del capitalismo resultan en un escenario postapocalíptico en el que los seres humanos se han exterminado a sí mismos y Hombre de las Nieves, único sobreviviente, carga con una parte de culpa atravesada por recuerdos de su vida antes de la extinción. Recuerdos que permiten al lector asomarse tanto a su desgastada memoria, como al recuento de los hechos que llevaron a la sociedad a su colapso.

Por su parte, la segunda entrega de la trilogía transcurre simultáneamente a la vida en los complejos habitados por la clase alta, en esos peligrosos lugares extramuros que en la anterior solo vimos en segundo plano, las plebillas. En El año del diluvio (Salamandra, 2021) los saltos en el tiempo se dan a través de la historia de Toby recluida en un balneario de lujo y Ren, una bailarina dentro del club donde alguna vez se ganó el sustento. Atwood se centra en esta ocasión en la vida llevada por los Jardineros de Dios, culto religioso regido por el ambientalismo y cuyo líder profetiza el fin de la humanidad nombrada por ellos el Diluvio Seco. La autora no solo habla de la subsistencia del “resto del mundo”, sino que nos muestra la crudeza de la que es capaz ese mundo.

En MaddAddam (Salamandra, 2022), asistimos a la alianza y rivalidad de grupos simbólicamente clave para todo este universo: los escasos Jardineros de Dios supervivientes, los bioterroristas maddaddámidas, los paintbalistas exconvictos y los crakers, criaturas humanoides creadas para reemplazar a la humanidad frente a su inminente extinción. 

A lo largo de toda la saga conocemos la existencia de animales transgénicos, mezclados para captar las características más favorables según las grandes corporaciones. Pero ante el exterminio, mofaches, cordeleones, cerdones se encuentran libres y tan apegados al instinto de supervivencia como los seres humanos.

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Margaret Atwood se inserta de una forma más eficiente en la ficción especulativa que en la ciencia ficción como tal, pues la verosimilitud de su hipotética narrativa es tan grande que nos encontramos ante atmósferas que no solo se sienten posibles, sino aterradoramente probables. Hablo de una extraordinaria capacidad de observación y análisis de la realidad contemporánea que se traduce en una premonitoria advertencia de esos límites —donde lo que nos hace humanos se ve comprometido— a los que la sociedad se acerca peligrosamente. EP

DOPSA, S.A. DE C.V