Poema de Karen Villeda
I. Sobre el tiempo en el que vivieron los Destino
Supimos que las pestañas de aquel niño eran hebras plomizas. Había venido al mundo siendo un viejo. También sus labios fueron anhelando un nombre que pronunciar para poder contar su historia a los que nos sentamos alrededor del fuego.
Mi querido Coyote le decía su madre Winona[i].
«Un Coyote antes»
«Y un Coyote antes cargó el cuerpo del Sol»
«Lo llevó a su casa y se vistió él mismo como el Sol»
II. Sobre la Gente del Gusano y sus dominios
Mi querido Coyote le decía (una y otra vez) su madre Winona, quien usaba siempre el mismo vestido de piel de ciervo mulo. Tu padre agotó cada una de las flechas pintadas que le heredó tu abuelo por intentar cazar lo que es sagrado. Un ciervo de estos es también una mula. Es un animal dos veces animal. Dicen que tu padre no tuvo más remedio que matarlo de un cabezazo. Casi se le carnea la frente, pero tuvimos alimento durante tres días y tres noches. Mi querido Coyote, toma un manojo de arándanos. Mastícalos en silencio. Si se escucha un crujido, la Gente del Gusano vendrá por ti para llevarte a vivir entre las hojas dentadas de los mirtilos.
[i] Su nombre antes de ser cristianizada era Nutria Reflejada en Las Corrientes.
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Estos poemas son parte del libro Kús (Premio Nacional de Poesía Clemencia Isaura 2017).