Las redes feministas son fundamentales como sostén, liberadoras y emancipatorias: Entrevista con María del Mar Ramón

Este País conversó con la escritora colombiana María del Mar Ramón sobre la edición mexicana de su libro Comer y coger sin culpa.

Texto de 19/02/24

Este País conversó con la escritora colombiana María del Mar Ramón sobre la edición mexicana de su libro Comer y coger sin culpa.

Tiempo de lectura: 6 minutos

En Coger y comer sin culpa (U-tópicas ediciones, 2024) María del Mar Ramón habla sobre nudes y dick pics, de masturbación y de pornografía, narra la violencia y describe desórdenes alimenticios. Aboga por una educación sexual sana, por la necesidad del consentimiento, por el valor de las redes feministas y por el autocuidado.
Empapado de sinceridad y humor, este libro emplea herramientas feministas para analizar la forma en la que la sociedad moldea, censura y limita el deseo y el placer de las mujeres. María del Mar narra cómo las mujeres están luchando por reivindicar el derecho al placer y por demostrar que el sexo, la imagen corporal y la alimentación son arenas de disputa política.

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Gina Velázquez (GV): ¿Cuál fue tu motivación detrás de este libro?

María del Mar Ramón (MMR): Escribí este libro en 2018 y se publicó en 2020. En ese momento me motivó un deseo de leer cosas que estuvieran en un registro un poco menos solemne y un poco menos teórico. En ese entonces todavía, en América Latina, esas publicaciones no se habían hecho. Quizás estábamos todas haciendo cosas muy parecidas, lo que es muy lindo: tanto Tamara Tenenbaum estaba escribiendo El fin del amor; Aura García-Junco, El día que descubrí que no sé amar. Evidentemente nosotras, en distintos lugares y sin conocernos, estábamos buscando ese registro que hablara de nuestras vivencias y que procurara no moralizarlas. Un texto que tuviera motivaciones feministas desde la teoría feminista, pero desde la misma concepción; esa contradicción que tiene esa teoría en la aplicación material de nuestras vidas. Yo empecé a escribir esos textos muy inspirada por esas contradicciones y por esa problemática de aplicación que tienen nuestras conversaciones teóricas y nuestras vidas prácticas. Y también como muy huérfana de lecturas así en América Latina. Después de ese libro, han salido un montón y se han amplificado muchísimo las voces de autoras latinoamericanas en primera persona de textos feministas. Quería escribir algo que me hubiera gustado leer.

GV: En este libro compartes experiencias muy personales, ¿cómo influyó esta apertura en tu proceso de escritura y en tu propia vida?

MMR: En cuanto a la escritura, el libro ya traza una forma narrativa que es quizás la forma narrativa que me acompaña. Hay un uso del lenguaje, a pesar de que yo intuía que eso no era lo más importante en ese libro. Y después, obviamente, en la ficción me centré muchísimo más en la forma y en las posibilidades del lenguaje como forma de expresión. Yo creo que en las partes narrativas del libro — que yo siento que de hecho son las mejores— se empezó a delinear mi estilo. No solo una especie de prosa, sino un desparpajo del uso del lenguaje, y una escritura desvergonzada, medio vertiginosa, como escenas que se muestran rápido. Y la publicación, para mí, fue muy importante porque obviamente publicar un libro es también dar cuenta de una forma de ver el mundo a nivel público. Parece una redundancia, pero es una cuestión más trascendental de la que una imagina. A mí me parecía mucho menos trascendental hasta que sucedió.

Con respecto a mi vida, el libro cambió absolutamente mi noción sobre mí misma, porque lo que yo narré en este libro, eran cosas que yo guardaba y atesoraba como profundos secretos, que me avergonzaban muchísimo; y siempre me ha resultado un poco paradójico que yo pasé del secretismo absoluto a la publicación de un libro con toda esa información. No sé por qué no tuve un camino intermedio, pero sí sé que el proceso para mí fue revelador y en algún punto fue muy sanador y fue muy reparador.

GV: ¿Cómo conciliaste la vulnerabilidad y la honestidad al abordar estos temas?

MMR: Para ser honesto hay que ser vulnerable y hay que dejarse ser vulnerable. Son cosas que nunca van escindidas. Y esos son los textos que conmueven: los que no temen a la vulnerabilidad. Le pasa mucho a los autores hombres cuando narran sus propias emociones, uno se da cuenta cuando están dando la curva para que sus personajes no sean lo suficientemente vulnerables, incluso cuando son obras de absoluta ficción. Yo creo lo contrario: en mi literatura, los personajes que no tienen nada que ver con mi vida son extremadamente vulnerables, porque en la vulnerabilidad hay una forma de verdad que me interesa mucho. Recuerdo cuando hice una primera versión de este libro, mi primer editor, de Planeta, me dijo: “está bien, pero hay algo que no cierra; si tú vas a hablar en primera persona, tienes que poner toda la carne sobre el asador. Hay que ponerlo todo”. Porque si estás como huyendo de la verdad que te demanda el texto, se va a notar artificial. 

Con respecto a las críticas, puede ser un temor que una tenga, pero una vez escuché algo que afirmó Tamara Tenenbaum y me pareció muy interesante: la gente no se acerca a los libros como se acerca a un tuit. Te demanda un esfuerzo, un tiempo. Es mejor intencionado que la manera en la que interactuamos en las interfaces de redes sociales, mucho más inmediata, efímera y agresiva. Hay que aprender a lidiar con que a la gente no le gusta lo que escribiste, pero incluso cuando la gente critica lo que escribiste, para mí hay una forma de respeto hacia algo que no te gustó en haberlo leído. Y yo eso lo valoro mucho más, porque te toma un tiempo leer un libro.

Otro temor que me acechó, sobre todo ahora, varios años después de haberlo publicado, era preguntarme ¿qué tanto voy a estar yo de acuerdo con lo que escribí hace unos años? y ¿qué tanto va a estar el mundo de acuerdo con lo que escribí hace unos años? Me encontré algo gratificante: incluso si yo hoy en día hubiera escrito varias cosas de distintas formas, incluso creo que le habría sacado las partes más ensayísticas y habría dejado mucho más todo lo narrativo. El libro tiene una característica que para mí hace que incluso resista ante mis propios cambios de pensamiento. Es una exposición de una intimidad y la intimidad es bastante indiscutible; eso es difícil de criticar.

GV: En Comer y coger sin culpa, mencionas la importancia de las redes feministas, ¿cómo crees que estas redes pueden impactar positivamente en la vida de todas las mujeres?
MMR: Las redes son fundamentales y son sostén; son liberadoras y son emancipatorias para las mujeres. Las redes de amistad, amigas y no solo de colegas o de personas que pensamos sobre estos temas, son una forma de resistir ante los mandatos de amor romántico, ante el temor a la soledad. Pero creo que no es suficiente: para cambiar el mundo hay que cambiar las instituciones y todo aquello macro que está fuera de lo que nosotras consideramos como nuestras propias redes. Hay que pensar en cómo nos involucramos, cómo dialogamos con los movimientos políticos. Creo que es importante pensar en cómo estas redes se amplifican o cómo dialogan con otras formas de contención y con otras comunidades. Las redes son fundamentales para una cuestión subjetiva y para la construcción comunitaria y para una visión emancipatoria. Pero esas redes tienen que dialogar con el resto del mundo.

GV: En tu libro mencionas que tus letras son más como un abrazo, ¿qué mensaje esperarías transmitir a tus lectoras y lectores a través de esta obra? Y sobre todo después de cuatro años de haberlo publicado por primera vez y ahora en México, inaugurando la editorial de U-tópicas?

MMR: Espero que con este libro las nuevas lectoras y los nuevos lectores se sientan menos solos y solas, o que conozcan una experiencia y se sensibilicen por una experiencia. Este no es un libro que tenga respuestas; no es un manual de instrucciones. Este libro dice que todo con lo que crecimos está mal, pero yo no sé cómo resolverlo y no voy a venir acá a decir en una plaquita de Instagram cuál es la receta para el amor propio, la felicidad para siempre. Es un libro perfecto para sentirse abrazada o abrazado, o para enojarse, pero esencialmente para cuestionarse y para pensar cómo vamos a construir colectivamente espacios donde podamos ser más felices.

Y, por otro lado, inaugurar el sello de U-tópicas ediciones me da mucha felicidad porque soy súper fan de la librería desde hace mucho tiempo, es un espacio bellísimo. Es uno de esos con los que se sueña: tener una librería que es un espacio cultural. A mí me alucina el catálogo que manejan en la librería, y me alucina ser parte e inaugurar su selección y su faceta editorial. EP

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