“La poesía indaga qué clase de bicho hay dentro de uno mismo”: Dolores Castro

Este mes celebramos el cumpleaños de la maestra Dolores Castro. La poeta cumplió 97 años de edad el pasado 12 de abril y Mariana Jano escribió un esbozo acerca de su vida.

Texto de 17/04/20

Este mes celebramos el cumpleaños de la maestra Dolores Castro. La poeta cumplió 97 años de edad el pasado 12 de abril y Mariana Jano escribió un esbozo acerca de su vida.

Tiempo de lectura: 4 minutos

“Algo le duele al aire,

del aroma al hedor.

Algo le duele

cuando arrastra, alborota

del herido la carne,

la sangre derramada,

el polvo vuelto al polvo

de los huesos.

Cómo sopla y aúlla,

como que canta

pero algo le duele.

Algo le duele al aire

entre las altas frondas

de los árboles altos.

Cuando doliente aún

entra por las rendijas

de mi ventana,

de cuanto él se duele

algo me duele 2a mí,

algo me duele.”

Este poema es de Dolores Castro (Aguascalientes, Aguascalientes, 12 de abril de 1923), quien con ojos mundanos se entregó de por vida a  la poesía. Más de un centenar de poemas confirman su compromiso vital y más de veinte libros dan fe de su papel en la literatura mexicana: El corazón transfigurado, Dos nocturnos, La tierra está sonando, Cantares de vela, Íntimos huéspedes, y otros libros más cuyos fragmentos se pueden encontrar en Viento quebrado, poesía reunida (FCE, 2010). 

La poeta supo rescatarel murmullo de una época: México resolvía sus propios problemas mientras Europa vivía una devastación espiritual a causa de la Primera Guerra Mundial. Dolores Castro atestiguó la institucionalización  del régimen político mexicano. Le tocó nacer durante el triunfo del Plan de Agua Prieta, que llevó al poder a Álvaro Obregón. En la cultura posrevolucionaria, José Vasconcelos, trabaja como rector de la Universidad Nacional de México (él fue quien propuso el lema “Por mi raza hablará el espíritu”) y se le designa como Secretario de Instrucción Pública. Así nace la primera reforma educativa y un intercambio cultural iberoamericano, que fue afectado por la Guerra Cristera.

Esa es la guerra que le tocó vivir a Dolores Castro cuando era una niña. Pronto fue trasladada a Zacatecas. Su padre tenía una gran biblioteca, pero él era abogado como su bisabuelo por lo que los libros de literatura no abundaban. Dolores jugaba sola a ser  maestra y sus alumnas eran las macetas. de la casa de su abuela materna, Isabel Vázquez del Mercado, con quien vivió gran parte de su infancia. Su abuelo hacía lo propio para consentirla y la llevaba en largos paseos a montar a caballo.  

En tercero de secundaria conoció a Rosario Castellanos, a quien quiso como una hermana. Años más tarde estudió la carrera de Derecho en la UNAM y después acudió en la Facultad de Filosofía y Letras. Ahí se hizo amiga de Jaime Sabines, Luis Villoro, Sergio Galindo, Emilio Carballido, Luisa Josefina Hernández, entre otros artistas e intelectuales. También un posgrado en Estilística e Historia del arte que la llevó a conocer Madrid, donde estudió por un año. También viajó por Austria, Francia, Italia y Suiza, lo cual significó toda una etapa de  descubrimientos para su carrera como poeta.

Ella, junto a Rosario Castellanos, Griselda Álvarez y Enriqueta Ochoa, está considerada como una de las más talentosas poetas de esa generación. Dolores prefirió retirarse de las cúpulas de poder masculino de la época. Y poner un punto y aparte.

Sin embargo, formó parte del grupo “Ocho poetas mexicanos” integrado por amigos que tenían en común una pasión por la poesía: Javier Peñaloza, quien fue su esposo, Rosario Castellanos, con quien viajó en Europa, Efrén Hernández, Roberto Cabral del Hoyo, Alejandro Avilés, Octavio Novaro y Honorato Ignacio.

La poeta me describe su casa como “un nido bullicioso y feliz”. Se refiere a la que habita en Lomas de Sotelo desde hace más de 60 años, misma que compartió con su esposo y siete hijos, “muy esperados y muy queridos”, me dice, quienes hicieron un hogar ese   “alegre y encantador”. A pesar de algunas dificultades económicas, con épocas en las que tuvo jornadas de hasta catorce horas de trabajo ininterrumpido cuando enviudó condujo el programa, “Poetas de México” con Alejandro Avilés, en el canal 11, fue docente de literatura en la UNAM, Universidad Iberomericana), Sociedad General de Escritores Mexicanos (SOGEM), Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y Escuela de Periodismo “Carlos Septién García”, entre otras instituciones. 

Su obra ha sido reconocida con el Premio Nacional de Poesía Mazatlán y el Premio Nacional de Poesía Sor Juana Inés de la Cruz. En 2014, se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes en Lingüística y Literatura y, en 2016m se le entregó la Medalla José Emilio Pacheco  por su trayectoria. 

Dolores Castro me acoge con sus versos, los cuales suelen ser intuitivos y dotados de espontaneidad: “Largo y frío es el sueño de la piedra. / Nada guardó del esplendor del fuego/ su gris naturaleza. / ¡Cómo me espanta lo que se apaga y queda!/ Al rojo vivo, quieta, / bajo la noche de mis sentidos/ prisionera, / solo pido calor. / ¡Cómo me espanta lo que se apaga y queda!”

“En mi poesía hay preguntas que a veces son fundamentales, o a veces surgen en el curso  de la vida, sobre la muerte, el amor, y otras sobre lo que uno no acaba de entender.” Para ella, la poesía es también una forma de aprendizaje acerca de lo que nos rodea porque “sobre todo indaga qué clase de bicho hay dentro de uno mismo”.

¿Por qué no tocó la popularidad de varios de sus contemporáneos? Ella continuaba escribiendo pero sin poder publicar como sus colegas, por lo que hay un hueco de diecisiete años entre Cantares de vela (1960)  y Soles (1977). “La expresión, me dice, es un momento muy íntimo, pero también de comunicación, de otra forma, como decía López Velarde queda esa costumbre heroicamente insana de hablar solo”. 

¿Es el dolor la  pureza? Acaso ese es un camino hacia ella y la escritora Dolores Castro, entre lo vivido y lo probado, nos dice por qué y a sus 96 años se entrega fiel a sus poemas con memoria y lucidez a pesar de algunos achaques de la edad. “¿Algo le duele al aire?”, le pregunto. Ella responde: “No, nada. ¿Por qué?…” EP


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