La conservación en un archivo sonoro, de Mariela Salazar

Al separar de un documento sonoro todo aquello que no es audible, se crea una magia especial, un sortilegio.

Texto de 27/01/20

Al separar de un documento sonoro todo aquello que no es audible, se crea una magia especial, un sortilegio.

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El título es uno de los muy pocos que, en México, se han dedicado a este tema. Es decir, el tema de los documentos sonoros, de los cuales se escribe poco. Todavía viven en un mundo desconocido. O más bien, viven en un mundo desde hace mucho desconocido. Tienen bastante que decir, de hecho hablan cada vez que pueden, aunque falta que se les escuche con más detenimiento. Son lo que queda de una época y son lo que más se asemeja a la vida misma. Naturalmente, comparten ese privilegio con el cine. Pero debemos pensar que por mucho tiempo el cine no hablaba, y que cuando comenzó a hacerlo a muchos artistas no les fue muy bien en el terreno de la voz. Igualmente, a aquellos que sólo eran voz (ya sea en los discos o en el radio), les fue mal cuando la gente pudo verlos en realidad. Cuántos deseos eróticos terminaron cuando voz y movimiento se unieron. Así que está bien, igualmente, respetar su campo propio. Al separar de un documento sonoro todo aquello que no es audible, se crea una magia especial, un sortilegio. Es como si todo ese mundo estuviera aquí, apenas detrás de una cortina, pero la cual no podemos levantar. Los documentos sonoros, para decirnos lo que tienen que decir, necesitan de una herramienta: un aparato que extraiga el sonido. Pero realmente, lo que importa decir, ya que ése es el supuesto del libro, es: que cada uno de esos documentos está en continua y silenciosa degradación física. Al igual que nosotros, estos soportes que documentan nuestra voz, se desgastan y se enferman. Sus padecimientos son muchos, y cada tipo de soporte tiene su amplia gama de males (los cilindros, los rollos de pianola, los discos de 78 revoluciones por minuto, los CD, las cintas digitales); y hasta los etéreos “objetos digitales”, necesitan de tratamientos terrenales. En este libro se encuentra todo lo que un documento sonoro quisiera saber sobre su vida, sobre todo cuando llega a cierta edad en que se necesitan de tratamientos más elaborados. Aunque todo en este mundo es elaborado: los antiguos gustaban de grabar sus voces, pagaban en algún negocio por tener un disco con su voz, iban a la radio e ignoraban que sus palabras quedaban registradas allá atrás, del otro lado de la cabina. Todo eso lo hacían alegre e inconscientemente. Por eso, investigar si existen algunas voces requiere que exista, asimismo, un conservador de documentos sonoros. Gracias a ese trabajo existirá mucho de lo que estuvo a punto de perderse. También quisieran saber estos documentos en dónde pasarán sus existencias una vez que dejen el comercio de los seres humanos. También tienen aquí una respuesta. Vivirán en bóvedas especiales, con temperatura y humedad reguladas. Ahí pasarán mucho tiempo. Los que pasamos nuestra vida en relación con estos atractivos personajes debemos de conocer este libro a profundidad. Este procedimiento de “conservación” es el que permite que se pueda extraer digitalmente toda la información posible de ellos. Es decir, se les pone en estado óptimo para que salga la mejor fotografía digital. En el futuro, cuando toda la información sea extraída de ellos, ya no será necesario ir a tocarlos, por lo que las bóvedas de documentos sonoros bajarán su temperatura y apagarán sus luces, pues ya sus días de compañía humana habrán terminado. EP

Mariela Salazar. La conservación en un archivo sonoro. México, Fonoteca Nacional, 2018.

DOPSA, S.A. DE C.V