Lo que es Jalisco en voz de Ana Elena Mallet. Pequeños hallazgos de lo evidente, pero que muchas personas ignoran, quizá por la costumbre. Mucho de la historia del diseño en México se encuentra en Jalisco, pero quizá se ha dejado de contar y revelar lo suficiente para que permanezca vivo y presente en nuestra memoria.
Más cosas de las que imaginamos suceden en Jalisco
Lo que es Jalisco en voz de Ana Elena Mallet. Pequeños hallazgos de lo evidente, pero que muchas personas ignoran, quizá por la costumbre. Mucho de la historia del diseño en México se encuentra en Jalisco, pero quizá se ha dejado de contar y revelar lo suficiente para que permanezca vivo y presente en nuestra memoria.
Texto de Ana Elena Mallet 12/03/21
Los años anteriores al COVID mi vida se debatía entre hoteles y aeropuertos; pasaba semanas viajando, cerrando proyectos donde hubiera, correteando el bolillo y buscando pretextos para embarcarme en nuevas cosas. Debo confesar que me gustó y me acostumbré a vivir a la deriva; me aficioné a los room services y a estar poco en casa. Desde marzo del año pasado no había pisado un aeropuerto, hasta hace unos días que me entró la prisa por ir a Guadalajara.
El pretexto era la exposición Moda y Transformación, una revisión del trabajo de 25 años de las diseñadoras de moda Julia y Renata Franco, curada por Tanya Meléndez y que se presentó en el Museo de Arte de Zapopan (MAZ).
He trabajado con las hermanas Franco desde hace 21 años, además soy clienta asidua y fanática de sus diseños, pero sobre todo las considero amigas. Recorrer la exposición con ellas nos dio oportunidad de revisar ideas, conceptos y sobre todo recordar muchas cosas. En 2000 fueron parte de la exposición Boutique que curé en el Museo Carrillo Gil y, en 2015 hicimos juntas la muestra celebratoria de sus 15 años en la galería Larva en el centro de Guadalajara.
La muestra bien planteada y súper bien resuelta museográficamente por la arquitecta y diseñadora Karla Vázquez, es un recorrido nostálgico, pero también teórico u práctico por una carrera sólida y llena de creatividad y cuestionamientos. Mi visita me permitió ver más de cerca el trabajo de Viviana Kuri como directora del museo, que como todos los que trabajan en la administración pública, dejan el alma en la cancha.
Luego del recorrido, generosamente, Viviana nos invitó a comer a su casa con su esposo el arquitecto Juan Palomar. Palomar es de una familia de abolengo, pero sobre todo es testigo de la maravillosa historia de la escuela tapatía de arquitectura, a través de su padre y de él mismo. Conoció a Luis Barragán y los arquitectos de su círculo: Ignacio Díaz Morales, Pedro Castellanos y Rafael Urzúa. Además de testigo vivo, Palomar es férreo defensor de esa Guadalajara moderna que a muchos se les olvida, existió.
Al almuerzo se unió Inés Somellera, artista escénica tapatía que ha pasado sus años recientes en Indonesia trabajando de cerca con la compañía del destacado coreógrafo y director norteamericano Bob Wilson. El padre de Inés, Fernando, tuvo entre 1965 y 1990, un taller de mobiliario de nombre Classique, en el que reproducían muebles de estilo inglés con excelente calidad. Inés esta recopilando material y memorias con la intención de hacer un libro sobre la empresa paterna.
La conversación durante la tarde se centró en la riqueza de Jalisco y todos los libros y exposiciones que faltan por hacer para generar un registro de la enorme producción material de la zona. Les confesé que me parecía fundamental tratar de hacer más cosas para que ese patrimonio moderno, más allá de Luis Barragán, llegara al imaginario de los jóvenes y les relaté cómo, apenas antes de la pandemia, en mis periplos dando clases de historia del diseño en México en el Tec de Monterrey, había tenido que preparar una clase sobre diseño en Jalisco que abarcó desde el siglo XVI, con aquella imagen de la Infanta Margarita en las Meninas de Velázquez, sosteniendo un jarrito de barro de Tonalá, material preciadísimo en el Viejo mundo de aquellos tiempos. La clase continuaba con el desarrollo de Tonalá y Tlaquepaque como centros de diseño en el siglo XIX; el trabajo de Pantaleón Panduro y el desarrollo de la cerámica en Tonalá con sus distintas tipologías: el barro betus, el barro bandera, el petatillo y el barro canelo. Luego la transformación de la industria con la llegada de la cerámica de alta temperatura en 1960`s impulsada por Jorge Wilmot; las valiosas aportaciones de Ken Edwards y el nacimiento de Tlaquepaque como centro turístico, artístico y de moda. Las propuestas de indumentaria neo mexicana de los años setenta de Josefa que cautivaron a Elizabeth Taylor mientras estaba en Puerto Vallarta acompañando a Richard Burton en la filmación de la noche de la Iguana, la apertura de esa tienda financiada por Josefa y Ana Villa que se llamó El Águila descalza y que impulsó el trabajo de diseñadores mexicanos de moda y joyería que buscaban reinterpretar la tradición como Donna Browne y Gonzalo Bauer. Los alcances de esa moda nacida en Jalisco que llegó hasta la exclusivísima boutique de Fred Leighton en Greenwich Village de Nueva York. Los diseños de vestidos asociados a la tradición mexicana de Irene Pulos, que inundaron hasta los armarios de reinas y princesas europeas. Luego los espectaculares diseños de Cerámica Suro que abrió sus puertas desde finales de los cincuenta y que sigue produciendo materiales excepcionales. El trabajo en mobiliario y objeto de Alejandro Rangel Hidalgo que, si bien era oriundo de Comala, Colima Guadalajara fue en buena medida uno de sus lugares de influencia. El trabajo del Taller Mexicano de Gobelinos que surgió en 1968 y que aún hoy continúa realizando obras de talla mundial; el trabajo de la mítica escuela tapatía de arquitectura a la que ya me referí anteriormente, la obra de Mathias Goeritz en su paso por Jalisco y de Fernando González Gortazar con su espectacular escultura pública que embellece las calles de Guadalajara.
No dejé de mencionar las nutridas y diversas 3 o 4 generaciones de diseñadores industriales y de moda, que siguen produciendo piezas increíbles entre los que se encuentran los hermanos Mauricio y Sebastián Lara, Laura Noriega, Agustín Elizalde, Julia y Renata, Alfredo Martínez y proyectos como MuMO, Pop Dots, Mexa, Lo esencial, Peca, Saracho y Tocomadera entre muchos otros.
Terminé mi cantaleta diciéndoles que como ellos tenían todas estas maravillas tan cerca, se olvidaban de riqueza y la vibrante escena e historia del diseño en la región. Para mí simplemente todo sucedía en Jalisco y nos hacía mucha falta comunicarlo. La cara de todos al terminar mi rollazo fue lo mejor. Percibí que en verdad no habían caído en cuenta de la importancia de la cultura material en su lugar de origen y su lugar en la historia del diseño en el país.
Al día siguiente tuve medio día para recorrer las calles de la colonia Lafayette, pasar por el Albergue Transitorio, proyecto de Julia y Renata donde dos veces al año reúnen los mejores productos de diseño en el país, y visitar las librerías Artlecta , especializada en arquitectura y diseño y, Elegante Vagancia, la librería de Carlos Ranc donde se pueden conseguir ediciones especiales y piezas de colección.
Me subí al avión pensando en cómo mi proyecto en el Tec, ese de buscar férreamente organizar cursos y clases de historia del diseño en México para que diseñadores jóvenes conozcan su pasado, aquilaten su presente y puedan planear su futuro, conscientes de su contexto, era ya una realidad sobre ruedas, y mis investigaciones de décadas podían incluso revelar historias a especialistas destacados, de las que no estaban conscientes y las que son urgentes rescatar, preservar y comunicar.
Ese viaje hizo más férrea mi convicción de que, en diseño, todo —o mucho— ha sucedido y sucede aún en Jalisco, y es imperativo contarlo y hacerlo evidente. EP