Las aventuras de Pinu 2
21/08/20
No sabemos cuántos años tiene y carece de los dientes inferiores. Le gusta el jitomate, las uñas recién cortadas (que desde luego no le permitimos comer) y el sonido de las marimbas. A nosotros, en cambio, nos gusta su eterna mirada de desconcierto; a través de observarla comprendimos que el no entender es también una categoría del pensamiento. Cuando llegó se llamaba Odi, pero yo le puse Pinu, el acrónimo de Pinche Nubecita; en casa convenimos en que ese apelativo está lleno de cariño en vez de desprecio y que le ajusta como anillo al dedo, como se dice. Durante las noches bebe agua con una avidez sorprendente y cada día está más gordo; su ternura manifiesta contrasta con la ferocidad de su hambre. Creemos que, a lo largo de los años, aprendió a hacer de la paciencia una herramienta para enfrentar la vida, o, como nos gusta decir en casa, que tiene el superpoder de la resignación.