El potencial de las energías renovables en México

Julieta García y Bruno Zamudio conversaron con el doctor Adrián Fernández Bremauntz, quien nos brinda su visión sobre las energías renovables y el prometedor futuro de éstas.

Texto de 17/05/21

Julieta García y Bruno Zamudio conversaron con el doctor Adrián Fernández Bremauntz, quien nos brinda su visión sobre las energías renovables y el prometedor futuro de éstas.

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Las energías renovables no son perfectas. No obstante, se pueden mejorar mucho con respecto al modelo actual de dos grandes maneras, que están relacionadas con cómo afectan al planeta y a las personas. La primera es la construcción y producción de componentes para energías renovables: turbinas eólicas, torres, aspas, paneles solares; todo eso tiene que ser reciclable, no puede desperdiciarse nada y no debemos continuar extrayendo enormes volúmenes de materiales de la naturaleza. En un futuro cercano, todos los materiales deben reutilizarse para construir las nuevas generaciones de parques eólicos y solares más eficientes que las primeras que se instalaron hace años. 

Mientras no se alcance un reciclaje total de materiales, la fabricación de torres, palas, turbinas eólicas y paneles fotovoltaicos continuará teniendo una importante huella ecológica. A pesar de esta realidad, el impacto ambiental de las energías renovables es mucho menor que el causado por la extracción de petróleo y carbón y por el uso de los combustibles fósiles, tanto para generar electricidad como para la movilidad de vehículos con motores de combustión interna. Afortunadamente, el mundo ha decidido dejar atrás este tipo de motores. Un número creciente de países ha establecido la prohibición de la venta de este tipo de vehículos para el año 2040 y algunos incluso antes. Los vehículos eléctricos del futuro tendrán que obtener su electricidad de fuentes libres de emisiones de bióxido de carbono. Se anticipa que las energías renovables multiplicarán su participación en todo el mundo hasta llegar a ser las fuentes de energía dominantes antes de mediados de siglo. 

…en varios de los primeros proyectos de energía eólica desarrollados en la zona de La Ventosa, Oaxaca, hubo serios problemas por no haber considerado las mejores prácticas internacionales de consulta, transparencia y derechos humanos…

La segunda manera de mejorar el uso de las energías renovables es que se garantice el respeto a los derechos humanos de las personas y comunidades en donde se asientan los parques eólicos y solares. En este sentido, se debe empezar por realizar evaluaciones de impacto social y consultas transparentes en las que se informe a las comunidades sobre los términos propuestos por los desarrolladores de proyectos. Se deben ofrecer beneficios económicos justos y equitativos, tanto en las rentas por los terrenos como en otras inversiones en infraestructura diversa para mejorar la calidad de vida de los pobladores locales. Estos son temas en los que se debe seguir trabajando, ya que, por ejemplo, en varios de los primeros proyectos de energía eólica desarrollados en la zona de La Ventosa, Oaxaca, hubo serios problemas por no haber considerado las mejores prácticas internacionales de consulta, transparencia y derechos humanos, así como por no haber ofrecido beneficios adecuados a los participantes. La conflictividad social asociada con los proyectos de energías renovables varía mucho según el estado; así que resulta necesario establecer lineamientos y estándares detallados para adecuarse a cada contexto.

A pesar de sus imperfecciones, las energías renovables van a desempeñar un papel fundamental en los siguientes 30 años para acercarnos hacia el objetivo de reducción de emisiones que plantea la ciencia: alcanzar la neutralidad de carbono o las emisiones netas de cero bióxido de carbono antes de mediados de este siglo. Recordemos que hace apenas 10 años, las energías renovables eran mucho más caras que algunas de las energías fósiles, aunque cabe destacar que nunca se logró incorporar y monetizar adecuadamente los enormes costos que tiene la quema de combustibles fósiles por sus impactos ambientales, en la salud y en el clima. Es decir, nunca se han internalizado los costos sociales de quemar carbón, gasolinas, diésel y gas, entre otros. A las comparaciones históricas de “¿Qué es más barato: un parque con turbinas eólicas o una planta de gas?” le faltó siempre considerar los costos por las enfermedades y la mortalidad prematura causada por la contaminación producida por la quema de combustibles fósiles.  

“…las energías renovables van a desempeñar un papel fundamental en los siguientes 30 años para acercarnos hacia el objetivo de reducción de emisiones que plantea la ciencia: alcanzar la neutralidad de carbono o las emisiones netas de cero bióxido de carbono antes de mediados de este siglo.”

Para entender el crecimiento exponencial de la energía eólica debe considerarse la rápida evolución tecnológica para incrementar eficiencias y la disminución acelerada de los costos de generación.  Durante los últimos 20 años, se han fabricado sistemas eólicos cada vez más grandes y eficientes, lo que ha repercutido en una rápida reducción de los costos por cada unidad de electricidad producida. Pensemos en los primeros parques eólicos: empezaron en La Ventosa porque solamente ahí se tenían las condiciones adecuadas, de viento constante y fuerte, para garantizar que la cantidad de energía generada iba a ser suficiente para hacer rentable el proyecto y justificar la inversión. Hace 20 o 25 años sólo ahí era rentable, porque eran muy costosos. Actualmente, con torres y palas de más de 120 metros de largo y turbinas de alta eficiencia, se pueden instalar y operar parques eólicos que resulten competitivos y rentables en muchos estados del país, aun cuando la frecuencia y la velocidad del viento no sean tan altos como en La Ventosa de Oaxaca.

Además, a partir del 2016 se ha tenido más cuidado en los aspectos sociales, ambientales y en la transparencia de las consultas, aunque todavía quedan algunos pendientes por revisar, como elevar los montos de las rentas, incluir diferentes modalidades de apoyos adicionales a las comunidades que decidan albergar proyectos como infraestructura de comunicaciones, escuelas y, por supuesto, garantizar acceso a la electricidad. Hoy varios miles de personas mes tras mes reciben una cantidad de dinero por rentar sus tierras para los proyectos de energía eólica, con la ventaja de que en más del 90% de la tierra donde hay torres eólicas se pueden seguir llevando a cabo actividades agropecuarias que generan ingresos adicionales.

Ahora bien, para definir qué sitios son viables para instalar plantas de generación de energía renovable hay aspectos generales que considerar. Por un lado, para la energía eólica, es necesario ver en qué estados hay buen recurso de viento; hoy en día, yo considero que en, al menos, dos tercios de los estados cuentan con áreas idóneas para la instalación de parques. De hecho, ya hay alrededor de 70 parques eólicos operando en 15 diferentes estados del país, lo que constituye una capacidad instalada de más de 7 mil MW. Otro aspecto importante es la urgencia de expandir y fortalecer la red eléctrica en el país, pues existen varias líneas de transmisión que están saturadas. Esto impide optimizar el uso de energías renovables y además coloca al sistema eléctrico en una situación de mayor vulnerabilidad.

“Actualmente, existen más de 70 plantas solares en operación con una capacidad instalada de más de 5 mil MW.”

Por otro lado, la zona norte del país es ideal para colocar paneles solares, en  grandes extensiones semidesérticas o desérticas. A pesar de que con las altas temperaturas se tiene menor eficiencia de conversión de la radiación hacia electricidad, hay mucho espacio donde no se afectarían otras actividades como las agropecuarias. Actualmente, existen más de 70 plantas solares en operación con una capacidad instalada de más de 5 mil MW. Asimismo, hay muchas superficies que se prestarían perfectamente para la instalación de paneles solares en las zonas periféricas de las grandes ciudades, sobre todo en los techos y azoteas de miles de comercios, fábricas y bodegas por todo el país. 

En la última década, un número creciente de estados ha establecido comisiones o clústeres de energía, donde gobiernos estatales y sector privado colaboran para fomentar el establecimiento de proyectos de energías renovables. En los últimos dos años, desde el gobierno federal se ha insistido que las energías renovables no son confiables, que necesitan mucho respaldo, que son caras y que requieren subsidiarse. Todo esto es falso. A partir de las subastas de energía limpia iniciadas en 2016 se demostró, tal como ocurre en otras partes del mundo, que la energía eólica y solar es más barata que la electricidad producida con energías fósiles. De acuerdo con datos oficiales, a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) le cuesta de 3 a 4 veces más producir electricidad con sus plantas fósiles de carbón y combustóleo que el costo de las plantas renovables. Estas grandes diferencias de precio se mantienen incluso si se elevaran de forma considerable los costos de transmisión de la electricidad.

Por ello, hay que expandir las energías renovables como ocurre en otras partes del mundo. Basta un ejemplo, la India —un país más pobre que México— ha establecido la meta de alcanzar para 2030 una capacidad instalada de energía renovable de 450 MW, lo que significa más de 5 veces el total de la capacidad instalada actual del Sistema Eléctrico Nacional de México (estimando todas las fuentes de energía). La India considera a las energías renovables como una pieza clave para el cumplimiento de sus metas dentro del Acuerdo de París. Este caso demuestra que es posible técnica y logísticamente seguir incrementando el uso de las renovables. Para esto se requiere desarrollar capacidades de pronóstico, modelación y optimización por parte de la CFE y del Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), pero sobre todo se requiere voluntad política para buscar las opciones energéticas que más le convengan al país desde el punto de vista de racionalidad económica, social, ambiental y climática.

Los beneficios económicos y ambientales se percibirán inmediatamente cuando todos los parques eólicos y solares construidos entren a la matriz energética, que esa energía se despache (por ser más barata y limpia) y la usemos. Si se utilizan al máximo las renovables y se sustituyen las energías fósiles tradicionales, poco a poco se gana ambientalmente. Cada vez que opera una planta de energía solar y eólica, y se permite que lo generado entre a la red de distribución de energía eléctrica, significa consumir menos toneladas de carbón y menos barriles de combustóleo. Y también implica menos contaminación del aire. Por ejemplo, la mitad de las partículas finas y del bióxido de azufre que contaminan el aire de la zona metropolitana de Ciudad de México, proviene de la planta termoeléctrica de CFE y de la refinería de PEMEX en Tula, Hidalgo. En la termoeléctrica podría usarse gas natural y bajaría de forma importante la contaminación. Se reducirían con ello los casos de morbilidad y de mortalidad prematura que se presentan por respirar aire contaminado. 

Además de la energía solar y eólica, hay otras opciones energéticas que tienen diferente grado de desarrollo tecnológico y de costos asociados, y se están explorando. Un ejemplo es la energía mareomotriz, aunque todavía tiene una escala de utilización limitada en el mundo. 

Otro ejemplo es la energía geotérmica que aprovecha el calor del subsuelo y que tiene un muy interesante potencial en México. Este tipo de energía, aunque es renovable, se comporta como energía de base por ser constante (al igual que ocurre con la energía hidroeléctrica). No obstante, los recursos que hay que invertir para la explotación geotérmica son significativos y, en el pasado, se ha dado prioridad a la inversión en plantas de gas. 

Los costos de la generación eólica y solar han descendido notablemente en los últimos 20 años. En la década que inicia veremos el desplome de los costos del almacenamiento de energía a gran escala; la modalidad más común son las baterías, pero hay otras tecnologías que también se utilizarán. Además, crecerá el almacenamiento hidráulico acoplado con energías renovables para el bombeo de agua en momentos de alta generación solar o eólica. El agua almacenada se utiliza para generar electricidad de base y/o complementaria a la producida por las otras fuentes renovables.

Asimismo, viene algo trascendental: el hidrógeno verde; este es una fuente potencialmente enorme de energía, que no es contaminante, pero que requiere a su vez energía para producirse por procesos de electroquímicos.  Varios países —Australia, Chile, Dinamarca, entre otros— han declarado que comenzarán a apostarle al hidrógeno verde; quieren ser productores y exportadores, y para fabricarlo usarán energía renovable. Otra alternativa que debe escalar en su uso es el biogás, obtenido a partir de basura orgánica; además de esta manera se evitaría la generación y las fugas de metano a la atmósfera de forma descontrolada.

“…es necesario atender el tema de la basura: ya no deben existir rellenos sanitarios ni tiraderos a cielo abierto; se tiene que llegar muy pronto a una economía circular, donde no haya residuos, es decir, que todo se reutilice y recicle.”

Hoy en día para que mundialmente alcancemos un nivel de cero emisiones de gases de efecto invernadero (la llamada “neutralidad de carbono”)  para mediados  del siglo, hay que tomar en cuenta varios criterios que ya han sido aceptados ampliamente por la comunidad mundial. Primero, que todos los componentes usados para producir energía renovable sean reciclables. También es necesario atender el tema de la basura: ya no deben existir rellenos sanitarios ni tiraderos a cielo abierto; se tiene que llegar muy pronto a una economía circular, donde no haya residuos, es decir, que todo se reutilice y recicle, y lo poco que quede al final, sobre todo lo que tenga un valor calorífico considerable, se utilice en equipos de termo-valorización para producir energía en un circuito cerrado sin emisión de contaminantes.  

En México, es urgente retomar el impulso a las energías renovables: la descarbonización del planeta es un imperativo si hemos de controlar el calentamiento global en niveles manejables. No podemos quedarnos con viejos esquemas aferrados al uso de combustibles fósiles, sólo por ser las tecnologías que manejan las empresas del estado. Si no comenzamos hoy, podemos perder muchos años rezagándonos con respecto al resto del mundo y esto tendrá un costo altísimo, social, económico y ambiental. EP

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