Agustín B. Ávila Casanueva entrevista a tres personas expertas sobre la transición energética que demanda el planeta, detallan cuáles pueden ser las vías de solución ante las problemáticas que cada una de las alternativas de energías renovables representan. Si los proyectos no se hacen las preguntas necesarias respecto a a los territorios y comunidades, la repercusión del uso de energías renovables puede ser limitado e, incluso, perjudicial.
El futuro de las energías: renovables, locales, autónomas y diversas
Agustín B. Ávila Casanueva entrevista a tres personas expertas sobre la transición energética que demanda el planeta, detallan cuáles pueden ser las vías de solución ante las problemáticas que cada una de las alternativas de energías renovables representan. Si los proyectos no se hacen las preguntas necesarias respecto a a los territorios y comunidades, la repercusión del uso de energías renovables puede ser limitado e, incluso, perjudicial.
Texto de Agustín B. Ávila Casanueva 17/05/21
“Un alto día como éste
una mano certera señaló
la verdadera ruta de la Patria:
con orgullo que dio
una impresión de fuego sobrehumano,
el michoacano ilustre incorporó
el oro negro al seno mexicano.
En su crisol de muerte, sepultada,
prisionera marea,
la mineral riqueza recobrada
se enciende como tea
iluminando el colosal paisaje.”
Efraín Huerta. Canto al petróleo mexicano. Marzo de 1942
En este canto a la expropiación petrolera, parece escapársele a Huerta que entre estrofa y estrofa indica que al dejar entrar el petróleo al seno mexicano, se dejó entrar a un crisol de muerte. Si de algo sirve, no fue sólo México. La mayor parte de la generación de energía en el mundo adoptó en su seno a los combustibles fósiles, cuyo abuso ha contribuido al proceso de calentamiento global y cambio climático. Esto está resultando en un crisol de muerte para la biodiversidad del planeta.
No toda la energía que utilizamos proviene de combustibles fósiles. Distintas naciones, a distintos ritmos, han optado por generar energía de manera más sustentable con grandes campos de colecta de energía solar. Otras grandes granjas de energía toman la forma de parques eólicos en las costas y otros corredores de viento en tierra firme, generando temor entre aves, murciélagos y quijotes por igual.
Las naciones europeas, así como nuestro vecino del norte, han sido pioneros en la implementación de este tipo de generación de energía, y ya podemos observar algunas consecuencias de esta estrategia. Se estima que para el 2023, solamente en Europa, se deberán de sustituir alrededor de 14,000 aspas de las turbinas de viento pues habrán agotado su vida útil. Estas aspas, compuestas principalmente de fibra de vidrio, son difíciles de reciclar. No solamente por los materiales con los que están construidos, sino por su tamaño que puede exceder los 160 m de longitud y por lo tanto su transporte es difícil y costoso. La solución más barata y común, es simplemente tirarlas en el basurero más cercano. Por esta razón, Europa ha empezado a implementar un programa de investigación para obtener, en el 2040, turbinas eólicas que no generen desperdicios.
Los páneles fotovoltáicos narran una historia parecida. En las siguientes tres décadas, se calcula que estos páneles generarán 80 millones de toneladas de basura. Los páneles fotovoltáicos también son un reto para las economías circulares, ya que los metales pesados y tierras raras que los componen son difíciles de reciclar, y además implican un proceso de obtención mediante una minería altamente contaminante.
Estos problemas de desperdicios y dificultad para su reciclaje, no son los únicos. Tanto la energía eólica, así como la solar y la hidroeléctrica –generada mediante el paso de agua en presas con hidrogeneradores–, están enfocadas en generar energía eléctrica. Esta se destina principalmente a las ciudades y a la industria.
“La energía eléctrica no llega a todas las comunidades del país” dice para Este País el Dr. Emilio Arenas, investigador postdoctoral del Instituto de Investigación en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM en el campus Morelia, “pero tampoco es la que más necesitan”. En un análisis realizado por el Dr. Arenas y su grupo de trabajo, se concluye que un poco más de la mitad (53%) de los requerimientos energéticos dentro de estas comunidades marginadas, es un requerimiento térmico, no eléctrico.
Las principales funciones de esta energía son calentar agua y cocer los alimentos. Estas funciones pueden llevarse a cabo con estufas de leña eficientes o con la quema de gas. “Pero puede ser un gas generado dentro de la misma vivienda”, explica el Dr. Arenas, “puede obtenerse mediante un biodigestor, utilizando los desechos orgánicos generados dentro del propio hogar”. Estos biodigestores pueden implementarse dentro de cada casa, o como una fuente común dentro de las comunidades, según las maneras de organizarse y las decisiones de cada comunidad.
Es decir, se puede pensar el problema –y su solución– desde las escalas locales. Regresemos al poema de Huerta, la celebración que plasma en su canto no es tanto por la existencia del petróleo en territorio mexicano, sino porque México es capaz de explotarlo y obtener las ganancias. Ya no son las empresas extranjeras las que se llevan las ganancias. Huerta celebra un cambio de modelo económico. Bueno, es momento de repensar el modelo.
El problema de la obtención y el uso de la energía en México es un problema complejo, y como tal, no tiene una única solución. No hay una solución que sea efectiva para todo el país o que se pueda repetir para cada comunidad. Los megaproyectos energéticos aunque sean eólicos, solares o hidroeléctricos, sirven para satisfacer las necesidades de las grandes ciudades y de las industrias. Hacen poco por una democratización de la energía.
Durante el primer webinario de Transición energética, justa y sustentable, organizado por Conacyt, el Dr. Omar Masera –uno de los dos coordinadores del Programa Nacional Estratégico de Energía y Cambio Climático–, declaró que “el 50% de la población nacional se encuentra en una situación de pobreza energética”. Es decir, el ingreso dentro de la mitad de los hogares del país no es suficiente para cubrir los costos del consumo energético requerido.
“¿Cómo hablar de sustentabilidad cuando la mitad del país está en pobreza energética?” se pregunta el Dr. Arenas. Sin embargo, no apunta a que la sustentabilidad no deba de ser tomada en cuenta dentro de las soluciones posibles, sino que el tipo de energías no es lo único a lo que hay que voltear a ver.
“Es importante preguntarnos sobre la transición energética” continúa el Dr. Masera en el webinario, “¿Transición energética para quién? ¿quién la llevará a cabo?”, y propone reflexionar sobre una transición que “priorice la equidad de género, la diversidad cultural y biológica, la construcción desde lo local”.
Lo que propone el grupo de trabajo de Emilio Arenas, junto con el Dr. Masera, es una solución integral. Que tenga en mente estos puntos de vista, un cambio de modelo que además no se enfoque en una sola energía. “Tenemos que trabajar con los recursos renovables de cada comunidad, y desde sus necesidades” describe el Dr. Arenas. Un generador eólico de pequeña escala puede ser muy útil dentro de alguna comunidad para generar electricidad, así como los biodigestores para obtener gas combustible. Estas propuestas e implementaciones deben de surgir desde el diálogo con las comunidades, “deben de apropiarse de la tecnología”, concluye Emilio.
Este es un punto importante. En la experiencia de Sandra Rátiva, socia trabajadora de la Cooperativa Onergía, y doctorante de sociología por la BUAP, las comunidades no suelen pedir o preguntar por energías renovables. “Son los problemas con la CFE, la falta de servicios, o la falta de mantenimiento en las redes de distribución, las que las llevan a considerar otras opciones, y son cooperativas como las nuestras las que se los ofrecen” dice para Este País. Sandra ha trabajado con varias comunidades de la sierra norte de Puebla, junto con la Unión de Cooperativas Tosepan Titataniske, y el Instituto Mexicano de Desarrollo Comunitario.
Sandra también hace notar que no sólo es necesario conocer las necesidades de la comunidad, así como sus recursos naturales renovables disponibles, sino que se debe de tener en cuenta también los procesos de educación y trabajo. Dar capacitaciones para instalar, planear y dar mantenimiento a los generadores de energía que se necesiten. Es entonces cuando se logra tener suficiente control, cuando se alcanza la autonomía energética renovable como respuesta a la pobreza energética.
“Cuando se logran implementar bien” dice Sandra, “estos proyectos se unen al plan de vida de las comunidades, se les piensa a futuro, y desde la gente más joven. Ayuda a generar empleos y educación”. Esto último refiriéndose a las capacitaciones en sistemas eléctricos y en ecotecnias que suelen impartir.
Si esta autonomía energética se logra implementar en más lugares del país, también nos hará conscientes del consumo de energía que necesitamos a nivel de comunidad, barrio, colonia, o ciudad. Si bien debemos cambiar el modelo de producción energética y utilizar las fuentes renovables locales, también debemos repensar nuestros consumos. El límite vendrá por parte de los recursos locales, los cuales no deberíamos de poder agotar.
Si mantenemos este modelo basado en las diversidades locales biológicas y culturales –como lo propuso el Dr. Masera–, terminaremos después de algunos años con lo que el filósofo de la tecnología Yuk Hui describe como tecnodiversidades: “la tecnodiversidad es fundamentalmente una cuestión de localidad. Lo local no tiene por qué ser sinónimo de etnocentrismo o nacionalismo. Por el contrario, es lo que nos obliga a repensar el proceso de modernización y globalización y nos permite reflexionar sobre la posibilidad de resituar tecnologías modernas […] para que múltiples localidades puedan estar en condiciones de inventar su propio pensamiento y futuro tecnológicos”.
Si México contiene tanta diversidad biológica, de recursos y cultural, lo único que deberíamos de esperar, es también, una enorme diversidad tecnológica –un crisol tecnológico, biológico y cultural– como respuesta a nuestras necesidades. EP
Referencias
Heath, G.A., Silverman, T.J., Kempe, M. et al. Research and development priorities for silicon photovoltaic module recycling to support a circular economy. Nat Energy 5, 502–510 (2020). https://doi.org/10.1038/s41560-020-0645-2
Primer Webinario Transición Energética Justa y Sustentable. Conacyt. 27 de abril 2021. https://www.youtube.com/watch?v=62G0UIyQWBU
Yuk Hui, “Máquina y ecología” en Fragmentar el futuro, Caja Negra, Buenos Aires, 2020
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