Los animales vertebrados han encontrado más de una manera de reproducirse. Este artículo nos habla de esas poco conocidas estrategias para preservar sus poblaciones.
Sexualidad en vertebrados: hermafroditismo, cambio de sexo y madres vírgenes
Los animales vertebrados han encontrado más de una manera de reproducirse. Este artículo nos habla de esas poco conocidas estrategias para preservar sus poblaciones.
Texto de Luis Antonio Ruiz Saucedo 17/03/20
Los animales vertebrados —grupo al que pertenecemos los humanos— engloban a los peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos. En conjunto, se estima que existen alrededor de 55 mil especies reconocidas en el mundo. Con tal cantidad, no es de asombrar la gran diversidad de formas de vida, incluyendo mecanismos de reproducción. Así, hay desde aquellos que son hermafroditas (esto es, que poseen órganos genitales masculinos y femeninos), hasta los que cambian de sexo, pasando por los que simplemente no necesitan una pareja para tener hijos.
Hermafroditismo y cambio de sexo
Empecemos con el hermafroditismo. Tal vez se nos vengan a la mente los caracoles, las lombrices u otros invertebrados, pero pocas veces nos concentramos en nuestro grupo, del que, para nuestra sorpresa, tenemos un enorme collage que se puede clasificar en dos grandes ramas:
Sincrónicos
Son aquellos que, de forma simultánea, tienen órganos femeninos y masculinos funcionales (lo que comúnmente llamamos hermafroditas). Este tipo de hermafroditismo se encuentra en 27 familias de peces. Algunos pueden autofecundarse a sí mismos, como el almirante de manglar (Kryptolebias marmoratus) —que vive en los manglares de América—, pero también están aquellos que forzosamente necesitan encontrar un compañero para la fecundación mutua, como el pez seranus (Serranus tortugarum). Estos peces adquieren una pareja de por vida y van tomando turnos para definir quién fertiliza a quién, incluso en un mismo día. Ambas especies se pueden encontrar en nuestro país.
Secuenciales
A diferencia de los sincrónicos, las poblaciones tendrán machos y hembras sin que ninguno sea ambas al mismo tiempo. Sin embargo, estos individuos tendrán el potencial para cambiar de sexo durante su ciclo de vida. Este tipo de hermafroditismo es más común en los peces, encontrándose en 34 familias y posiblemente en algunos anfibios. Se distinguen tres tipos: 1) Aquellos donde los machos se transforman en hembras, como el pez payaso (Amphiprion frenatus) y el róbalo blanco (Centropomus undecimalis) —peces de importancia económica por su uso en la acuariofilia y pescadería—; 2) viceversa, las hembras se transformarán en machos, como los peces loro (Sparisoma viride) y la rana roja de áfrica (Hyperolius viridiflavus), que es el único anfibio en el que se ha confirmado el cambio de sexo; y 3) cuando es bidireccional, es decir, a lo largo de su vida los individuos estarán cambiando de sexo constantemente. Esto ocurre en el pez cabeza roja (Paragobiodon echinocephalus), especie australiana donde todas nacen hembras , pueden cambiar a machos y finalmente regresar a ser hembras si así lo requiere el individuo para seguir reproduciéndose.
Este cambio de sexo suele darse por la presión al disminuir o desaparecer los machos o hembras de una población, por lo que algunos individuos, generalmente los más grandes y viejos, pasarán por una transformación de sus genitales y (muchas veces) de su apariencia física.
Partenogénesis
A diferencia del cambio de sexo y hermafroditismo, este proceso va más allá de los peces. En la partenogénesis, las hembras podrán tener descendencia sin que exista la intervención de un macho, por lo que podríamos encontrar a las madres vírgenes de la naturaleza. Este proceso puede ser obligado o facultativo.
Obligado
En la vida silvestre se ha confirmado este proceso en diversos lagartos de la familia Teiidae, que se encuentran distribuidos en América. En México, poseemos varias huicas del género Aspidocelis, donde varias especies tienen como regla general la partenogénesis; es decir, las madres sólo tendrán hijas, toda la población estará constituida por hembras y los machos no existen (se extinguieron). Ellas sólo necesitan el estímulo de una de sus compañeras para procrear. Su origen puede ocurrir por la hibridación de especies o por el surgimiento de una mutación, provocando que incluso existan especies donde su origen fue por una única hembra que dejó de reproducirse con los machos (como la huica neomexicana, A. neomexicana y la huica gris, A. tesselatus).
Facultativo
Es la partenogénesis más común en los vertebrados y se ha observado especialmente en cautiverio, donde la ausencia de machos ha provocado que las hembras tengan descendencia sin reproducirse; pero en el futuro, si se encuentran con un macho no tendrán problema en formar juntos una nueva descendencia.
Este proceso se ha registrado en peces cartilaginosos —como el tiburón cornudo (Sphyrna tiburo) y cebra (Stegostoma fasciatum)—; en peces de agua dulce, como el género Poeciliopsis (que habitan en México y Centroamérica); algunos anfibios del género Ambystoma (parientes de los ajolotes) como la salamandra del noreste (A. jeffersonianum) y de manchas azules (A. laterale). Así como en algunas aves —por ejemplo, las guajolotes (Meleagris gallopavo) y las gallinas (Gallus domesticus)— y reptiles, incluyendo a los varanos como el dragón de Komodo (Varanus komodoensis) y algunos ofidios, como las serpientes de cascabel (Crotalus horridusy C. durissus). La mayoría de estas aves y reptiles producirán hijos varones con los cuales se podrán reproducir más adelante.
La partenogénesis facultativa no se ha encontrado de forma silvestre, pero se cree que es un mecanismo para recuperar las poblaciones en caso de que los machos estén ausentes, lo que podría evitar la extinción de ciertas poblaciones. En cuanto a los mamíferos, se han hecho estudios y se ha comprobado, en ratones de laboratorio, que al suprimir ciertos genes pueden tener crías por partenogénesis.
Los vertebrados poseen diversos mecanismos alternativos para reproducirse. Además de impresionante, este conocimiento puede ser usado para preservar la biodiversidad, en especial para salvar aquellas especies en riesgo de extinción e implementar programas de conservación, como ya ha ocurrido con Charlie (una dragona de Komodo). Recordemos que los vertebrados somos menos del 5% de las especies de animales existentes en la tierra. Siendo tan pocos, queda por imaginar la gran diversidad de estrategias de reproducción de los demás grupos, mismas que les ha permitido sobrevivir y permanecer en el mundo hasta el día de hoy.
Que los animales mencionados nos ayuden a admirar, celebrar y proteger la diversidad que existe. EP
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