Este análisis profundiza sobre las implicaciones que podría tener la conclusión del trasvase de la presa de El Zapotillo, particularmente para los pueblos indígenas.
Pueblos indígenas e información científica: dos grandes ausentes en el diálogo sobre el trasvase de agua a León, Guanajuato
Este análisis profundiza sobre las implicaciones que podría tener la conclusión del trasvase de la presa de El Zapotillo, particularmente para los pueblos indígenas.
Texto de Eduardo Santana-Castellón 12/10/19
A Miguel León-Portilla, a los 527 años del encuentro de dos mundos.
Si se cancela el trasvase de agua de la aún inconclusa presa de El Zapotillo en Jalisco a la ciudad de León en Guanajuato, puede peligrar el lago de Chapala, el más grande de México, el tercero en tamaño en América Latina y Sitio Ramsar de valor internacional para la conservación de la naturaleza. Esto explicó recientemente Francisco Mayorga, ex secretario federal de economía y agricultura con amplia experiencia y conocimiento,[1] quien considera que, sin el trasvase, Guanajuato podría tratar de retener el agua que actualmente llega al lago por el río Lerma, según los acuerdos federales vigentes. La contribución de agua del Lerma al lago de Chapala, que ya se ha reducido en 80% de sus volúmenes originales, disminuiría aún más.
Contradictoriamente, según especialistas de la Universidad de Guadalajara, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente y el Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua, también pudiera peligrar el lago de Chapala si se concreta ese trasvase y no se le otorgara a la ciudad de Guadalajara el agua que pudiera necesitar de esa misma presa, pues la ciudad se vería obligada a extraer más agua de la que toma actualmente del lago. En ambos casos, tanto León como Guadalajara contribuirían a desecar el lago, cuya profundidad promedio es de unos escasos 5 m y durante sequías ha llegado a tan solo 1.25 m.
Otros especialistas manifiestan que no peligraría el lago de Chapala, ni habría que concluir la presa de El Zapotillo —que inundaría a los pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo—, si las ciudades e industrias de León y de Guadalajara, así como los productores agropecuarios de Los Altos de Jalisco y de Guanajuato purificaran y reciclaran sus aguas residuales, además de utilizar de forma eficiente el agua de lluvia, el escurrimiento urbano y los flujos superficiales y subterráneos de sus cuencas. Entonces, ¿a quién creerle?
Sin información científica no hay que creerle a ninguno. Pero debemos poner mucha atención a todos porque sus preocupaciones son válidas y el peligro de desecación del lago es real y tiene antecedentes. A principios del siglo XX se desecaron unas 60 mil hectáreas para uso agrícola y se perdió la función reguladora de la zona llamada ciénaga de Chapala, lo que ocasionó que desde entonces fluctuaran de forma extrema sus niveles del agua. A mediados de la década de 1950 hubo intentos de desecar 18 mil hectáreas adicionales para generar electricidad y ampliar terrenos agrícolas. Ese desastre socioambiental y económico se pudo prevenir gracias a la oposición de la sociedad civil jalisciense que creó el Comité pro Defensa del Lago de Chapala, con la destacada participación de José Guadalupe Zuno de la Universidad de Guadalajara, el arzobispo de Guadalajara José Garibi y Rivera, el científico y sacerdote Severo Díaz Galindo y el empresario periodístico Jesús Álvarez del Castillo.
La gran mayoría de los especialistas del agua, así como la Oficina de Proyectos de las Organización de las Naciones Unidas (UNOPS), coinciden en que los gobiernos estatales y federal no han generado la información científico-técnica necesaria para manejar racionalmente de forma integral las cuencas de las cuales dependen Guadalajara, León, Los Altos de Jalisco y el lago de Chapala.[2] Siguen sin cumplirse las recomendaciones que en 2005 hicieran las especialistas en cuencas Helena Cotler y Susana Gutiérrez, del Instituto Nacional de Ecología, sobre la necesidad de generar para la gestión de la cuenca Lerma-Chapala“…información para evaluar la repercusión socioambiental de las presas y el costo-beneficio, tanto social, económico como ambiental de su construcción”.[3] Además, recalcan que los medios de comunicación repiten desinformación confusa, con datos que diversos actores manipulan a modo según sus intereses. Eso sí hay que creerlo.
La falta de información y la desconfianza son dos de los tres principales obstáculos para llevar a buen puerto las mesas de diálogo que el mes pasado instruyó el Presidente López Obrador se crearan para analizar la problemática del agua en torno a la presa El Zapotillo (El tercero es el indisoluble binomio corrupción/impunidad.) Lamentablemente, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) y las comisiones estatales del agua correspondientes a ambos estados se han ganado a pulso la desconfianza ciudadana, debido a que suelen esconder información o presentarla de forma incompleta, situación que se agrava cuando en varias administraciones los políticos se desdicen de sus promesas de campaña. El trasvase de Jalisco a Guanajuato y la conservación del lago de Chapala representan un microcosmos de la problemática nacional del agua y ofrece una excelente oportunidad como laboratorio de innovación social, para experimentar las formas en que se deben gestionar y resolver los conflictos del agua en México. Esto incluye el empoderamiento de la sociedad, analizando la problemática con bases científicas y quitándole fuerza a la llamada “mafia del agua”, que se alimenta del financiamiento de los grandes proyectos de infraestructura.[4] Esta situación fue descrita hace más de una década para la cuenca por la distinguida antropóloga Brigitte Boehm: “Cuando se trata de establecer causas y proponer remedios; hay evidencias de manipulación de la información tanto técnica como social… Parecen obvios los intereses y las motivaciones que subyacen a la manipulación de cifras por parte de diversos actores”.[5]
Derechos coca y wixáritari a un lago de Chapala saludable
Antes de 1500 dependían del lago de Chapala y las zonas aledañas en la cuenca del río Lerma al menos siete culturas: nahua, purépecha, guamare, tecuexe, hñähñu (otomí), coca y wixárika (huichol). De estas, quedan actualmente dos en Jalisco, cuyas raíces histórico-culturales les confieren derechos jurídicos para exigir al Estado mexicano que asegure la salud del lago de Chapala y de las cuencas de las que depende.
El pueblo coca de Mezcala de Asunción, en el municipio de Poncitlán, obtuvo a través de una resolución presidencial en 1971 su reconocimiento legal como “Comunidad indígena”.[6] Se le tituló una superficie de 3,602 hectáreas en la ribera del lago de Chapala, con carácter de “inalienables, imprescriptibles e inembargables”. El título virreinal que le otorgó la corona española en 1530 establece su dominio hasta la mitad del lago, incluyendo la isla de Mezcala. El lago de Chapala ha sido el eje de su cultura ribereña y defienden su identidad indígena con base en su continuidad histórica, su propiedad del territorio y los ciclos festivos y rituales. En la isla de Mezcala los coca establecieron heroicamente un foco insurgente durante la guerra de Independencia que resistió los ataques de los realistas de 1812 a 1816, hasta que lograron negociar términos favorables para que se levantara el sitio militar.
Actualmente, en Mezcala habitan unas cinco mil personas que se sostienen de la pesca, la agricultura, las artesanías, los jornales y el turismo. Junto con los pobladores vecinos de San Pedro Itzicán viven con altos niveles de pobreza y marginación social. Por tener incompleta su carpeta básica de información, la federación no los ha reconocido aún como pueblo indígena, aunque si como comunidad. Sin embargo, la Comisión Estatal de Derechos Humanos de Jalisco ya se ha pronunciado por la necesidad de que se ajusten las leyes pertinentes para que se reconozcan sus derechos como cultura indígena; una situación análoga a la modificación que se hizo de la Ley de Federal de las Entidades Paraestatales, para permitir que no se discriminara al escritor Paco Ignacio Taibo II para asumir la dirección del Fondo de Cultura Económica.
El otro pueblo es el wixárika (cuyos integrantes son los wixáritari), cuya población supera los 45 mil habitantes principalmente en Jalisco, Nayarit y Durango.[7] A diferencia de los coca, no cuentan con derechos de tenencia de la tierra en la ribera del lago de Chapala, pero debido a sus usos y costumbres tienen derechos para la protección de sus lugares sagrados en el lago. El pueblo wixárika antecede como entidad cultural a la República Mexicana y se distingue globalmente por resistirse durante siglos a ser asimilados por la cultura occidental, manteniendo sus prácticas religiosas y su idioma.[8] Tienen costumbres milenarias como el uso tradicional del cactus híkuri o peyote (Lophophora williamsií), que data de hace más de cinco mil años; es más antigua que el cristianismo, el islam y el judaísmo.
Aunque muy diferentes, para valorar la cosmovisión wixárika es ilustrativo identificar sus similitudes con las creencias de la religión católica que profesan y defienden la mayoría de los ciudadanos mexicanos.[9] La cosmovisión wixárika representa una modalidad ontológica diferente a la cristiana, ya que para ellos el tiempo, el espacio, el agua, el viento, el fuego, las piedras, las plantas, los animales, los sueños subconscientes, los pensamientos conscientes, las deidades y los humanos (muertos y vivos), son una sola realidad integrada, en constante comunicación entre sus componentes. Esto los diferencia de las religiones cristianas que plantean una brecha tajante entre la materia y el espíritu.
Los católicos y wixáritari son semejantes: veneran deidades a quienes les atribuyen poderes sobrenaturales para hacer milagros como sanar enfermedades incurables, profetizar, caminar sobre el agua, transformarse en animales y causar desbalances ambientales como diluvios, sequías y plagas. Los católicos veneran sitios sagrados naturales como el cerro del Tepeyac, por la aparición de la Virgen de Guadalupe; la cueva de Manresa en España, donde vivió San Ignacio de Loyola; y los manantiales de las grutas de Massabielle y el monte Pellegrino, en Francia e Italia, asociados a las apariciones de la virgen de Lourdes y de Santa Rosalía, respectivamente. Los sitios sagrados de peregrinaje de fieles católicos también incluyen espacios que resguardan los restos óseos de algunos de los más de 990 santos reconocidos formalmente por la iglesia, o reliquias como clavos, fragmentos de madera o plantas, pinturas, libros y vestimentas antiguas.
Al igual que los católicos, el pueblo wixárika venera lugares sagrados en cerros, grutas y manantiales, a donde peregrinan para hacer rituales, dejar ofrendas y buscar agua sagrada para mantener los balances de la naturaleza.[10] Dichos lugares se entienden como huellas físicas de los antepasados más distantes y divinizados (kaka+yarixi), pasajes al inframundo como las cuevas, los ríos y acuíferos. Más de medio millar de sitios sagrados católicos están repartidos por todo el mundo y son protegidos por instancias privadas, gubernamentales y religiosas. Los sitios sagrados wixárika están limitados al occidente y centro-norte de México. Apenas se empezaron a proteger en años recientes ya que, como en otros lugares del mundo, los europeos triunfantes protegieron sus propios sitios sagrados, pero destruyeron los de las culturas vencidas. La ética social humana ya ha evolucionado: así como ahora está prohibida la esclavitud, practicada anteriormente por todas las religiones y culturas, hoy no es aceptable la destrucción de sitios sagrados de diferentes religiones. (El pasado viernes 25 de octubre 2019, fue un día histórico para la defensa internacional de los sitios sagrados indígenas. El pueblo Anangu de Australia logró que se prohibiera que turistas subieran su emblemática montaña sagrada Uluru y profanar el lugar, que también es Patrimonio de la Humanidad. La visita al monolito rocoso era peligroso ya que muchos visitantes habían perdido la vida, y ahora lo pueden admirar, pero con respeto y seguridad.)
El pueblo wixárika reconoce cuatro sitios sagrados principales en Durango, San Luis Potosí, Nayarit y Jalisco, orientados hacia puntos geográficos desde un quinto lugar que funge como eje cosmológico llamado Te’akáta, en Tuapurie (Santa Catarina Cuexcomatitlán). Estos cinco lugares forman una cruz romboide (ts+kuri) que representa su emblema cosmogónico. Los cuatro lugares sagrados principales están asociados al agua y peculiarmente coinciden con el lago más grande de México, el pico más alto de la Sierra Madre Occidental, el humedal costero más grande del Pacífico mexicano y el desierto más biodiverso de América del Norte. Para el pueblo wixárika el agua es el elemento sagrado más importante. La Madre Agua, Tatei Matiniere, viene de la lluvia, y el mar, los ríos y los manantiales sagrados son las moradas de las Madres Dueñas de la Lluvia. Son parte de la fuerza de la naturaleza y la energía que cuida a todas las personas de México y del mundo, y llevan el agua al cielo en forma de nubes de donde retorna para bañar la tierra.
Ellos pugnan por proteger estos lugares porque los mara’akáte (chamanes) de ahí obtienen “aguas benditas” que utilizan en fiestas y ceremonias, incluyendo la de otorgar nombres y almas a los bebés a los cinco días de nacidos. Los mara’akáte realizan la intermediación o comunicación entre diferentes clases de seres (personas vivas, animales, antepasados deificados), capacidad tal vez análoga a la de los santos católicos que interceden ante dios. Tras emerger del mar en el sitio sagrado de Haramaratsie (San Blas, Nayarit), los antepasados deificados de los wixáritari realizaron una peregrinaron que los llevó a establecer moradas en diferentes sitios, incluyendo a Xapawiyémeta (isla de los Alacranes) en el lago de Chapala, que consideran un reducto de un mar antiguo formado por un gran diluvio. En 2010, durante las consultas federales sobre lugares sagrados con el pueblo wixárika, para Xapawiyémeta se acordó promover un decreto federal, mediante diferentes instancias, para garantizar su respeto y protección, promover su reconocimiento ante la UNESCO como patrimonio cultural, buscar asesoría jurídica para proponer la declaratoria de lugar sagrado y proporcionar mayor información a las autoridades, a turistas y a concesionarios sobre el significado y la importancia de este lugar sagrado, entre muchas otras acciones. Queda clara la importancia de los sitios sagrados para los wixáritari y las graves consecuencias que tendría su destrucción para su reproducción social y cultura.
Los gobiernos estatales y federal no han consultado a los coca y wixáritari, ya sea directamente o a través la Unión Wixarika de Centros Ceremoniales, sobre los planes de trasvasar agua a la ciudad de León. La consulta es necesaria porque diversos especialistas alertaron que el trasvase puede atentar en contra de la salud del lago de Chapala y por ende degradar el territorio coca y al menos uno de los cinco sitios sagrados wixárika más importantes de su cultura. Esta omisión ejemplifica los resultados del reciente estudio del Instituto Belisario Domínguez que documenta las persistentes “violaciones a los derechos fundamentales de los pueblos [indígenas, y la] falta de vigilancia por parte del Estado mexicano para hacer cumplir la ley”, y establece la necesidad de asegurar “…la participación de los pueblos en la elaboración de planes y programas de desarrollo regional, así como la consulta previa, libre e informada que tome su punto de vista sobre cualquier proyecto que pueda alterar el medio ambiente de su territorio y/o las instituciones políticas, sociales y culturales que les proveen de una identidad propia”.[11]
La omisión también es violatoria del artículo 1º de la Constitución Mexicana, que establece que todas las personas gozarán de los derechos humanos reconocidos en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano forma parte, y del artículo 2º, que establece el derecho de los pueblos indígenas a la libre determinación, autonomía y a ser consultados. La Constitución obliga a los gobiernos estatales de Jalisco y Guanajuato y al federal, a respetar lo establecido en el Convenio 169 sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes de la Organización Internacional del Trabajo, en la Declaración de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y en la Convención Americana sobre Derechos Humanos, según aplican a los pueblos coca y wixárika en el lago de Chapala.
La consulta sobre la construcción de la presa y el trasvase de agua también se requiere para cumplir con la Ley del Patrimonio Cultural del Estado de Jalisco, pues Xapawiyémeta está inscrito en el Inventario Estatal de Patrimonio Cultural y ha sido decretado por el Ejecutivo estatal como Patrimonio Cultural del Pueblo Wixárika y de Jalisco. Y en especial para cumplir con la pionera Ley de Obra Pública del Estado de Jalisco y sus Municipios, que establece en su Título Décimo sobre Infraestructura en Territorio Indígena: “La consulta a comunidades indígenas abarcará no solamente el uso de los recursos naturales, sino cualquier medida que pueda afectar directamente… el derecho a la propiedad, la cultura, la religión, la salud y el bienestar físico”. Además, se requiere que la consulta se lleve a cabo desde la etapa de planeación, antes de que se inicien las obras públicas, y que el gobierno provea toda la información necesaria y considere los métodos tradicionales de la comunidad indígena para la toma de decisiones. El proceso tiene como fin explícito la búsqueda de las alternativas menos dañinas y la definición de medidas de mitigación.
A favor de la consulta existe el precedente jurídico en un juicio de amparo (596/2008), donde el Juzgado Primero de Distrito en Materia Administrativa y del Trabajo sentenció al Gobierno del Estado de Jalisco a pagar y reparar los daños causados a la comunidad wixárika de Santa Catarina Cuexcomatitlán por la construcción ilegal de un camino en su territorio. Sin embargo, la sentencia incluyó la restauración del sitio sagrado destruido llamado Paso del Oso, en el ejido vecino de Tenzompa. Existen otros antecedentes de procesos jurídicos relativos al agua iniciados por pueblos originarios, como el caso de los yaquis en contra del acueducto Independencia, el de los naáyeri (cora) y wixaritari en contra de la presa Las Cruces en el río San Pedro Mezquital, y el de los wixáritari en contra de la contaminación de agua por minas en Wirikuta, San Luis Potosí.[12]
Para la consulta hay que analizar y presentar información sobre la salud ecosistémica del lago de Chapala en cuatro variables principales: volumen, contaminantes, sedimentación y biodiversidad.[13] El volumen de agua que sostiene el vaso del lago depende del balance hidrogeológico que incluye los aportes de la lluvia y de la cuenca del río Lerma, con la pérdida de agua por la evaporación, el flujo subterráneo y la extracción del agua para abastecer a la ciudad de Guadalajara y a los poblados y campos agrícolas de la ribera del lago. En la cuenca del Lerma es importante conocer los flujos de los ríos Laja, Turbio, Angulo, La Pasión y Duero, así como el manejo de las más de 30 presas ubicadas en la cuenca. Enferman al lago los contaminantes producidos por las actividades urbano-industriales y agropecuarias de los afluentes del río Lerma en los estados de México, Querétaro, Guanajuato y Michoacán, así como los generados en la cuenca del río Zula y en los poblados de la propia ribera del lago. Este rubro incluye la materia orgánica y los fertilizantes que ocasionan la reducción del oxígeno disuelto en el agua. En 2018, el Tribunal Latinoamericano del Agua reconoció la contaminación del lago como una emergencia nacional que debe ser atendida por el Estado para garantizar a la población el derecho humano al agua, a la alimentación y a un medio ambiente sano.[14]
Dada la demostrada incapacidad de León para controlar su contaminación industrial, el trasvase de agua aumentará los contaminantes industriales que llegarán al lago de Chapala por el río Turbio. El pueblo coca de Mezcala ya sufre por la contaminación y se han documentado más de 600 casos de enfermedades renales asociadas a la mala calidad del agua. Los flujos de sedimentos por erosión causada por la deforestación en las cuencas que abastecen al lago determinan su velocidad de azolve y la reducción de profundidad, transparencia y visibilidad del agua. Se estima que, de no disminuir las tasas actuales, en un milenio el lago se azolvaría totalmente y desaparecería.[15] La reducción de la biodiversidad de las poblaciones de fauna acuática y terrestre es ocasionada por la sobreexplotación pesquera, la contaminación del agua, la introducción de especies exóticas de plantas y peces y el deterioro de hábitat. Estos son los retos a resolver.
Conclusiones
Está plena y públicamente documentado que la infraestructura hidráulica que se contempla construir en la cuenca del río Verde puede impactar negativamente el territorio y los sitios sagrados en el lago de Chapala de los pueblos wixárika y coca. También puede tener efectos negativos en la actividad turística en la ribera, que en 2017 dejó una derrama económica de 206 millones de pesos, 65% de los cuales provinieron del turismo extranjero. A la fecha, los pueblos wixárika y coca no han sido consultados ni convocados a las discusiones sostenidas por el gobierno federal con los habitantes de los poblados que se pretenden inundar con la Presa de El Zapotillo, ni sobre los acuerdos que firmaron los gobernadores de Jalisco y Guanajuato para repartir el agua del río Verde entre los dos estados.
En este contexto, se debe exigir al presidente de la República, a
la Semarnat, a la Conagua, a la Secretaría de Gobierno y al Instituto Nacional
de los Pueblos Indígenas, así como a los gobernadores de los dos estados, que
sistematicen la información existente para identificar las lagunas de
conocimiento e iniciar un programa de investigación para proponer una política
del agua que no ponga en peligro al lago de Chapala y cubra las necesidades de
los dos estados. Se requiere un análisis científicamente riguroso, rápido, confiable
y con autoridad moral, para proponer una gestión del agua que logre el mayor
bienestar, para el mayor número de personas y por el mayor periodo de tiempo. También
se requiere que el gobierno federal no excluya de su presupuesto el financiar
el programa para sanear las aguas del sistema Santiago-Chapala. No es ético,
moral, ni lógico, que los representantes gubernamentales exijan a los
pobladores cuyos hogares se inundarían por la presa, a la sociedad civil o a
las universidades públicas y privadas que desarrollen proyectos sobre gestión
del agua, cuando son precisamente los gobiernos estatales y federal los
responsables, con mandato legal y con presupuesto, de diseñar e implementar
dichos proyectos con la participación de esos sectores. El nuevo espacio de
diálogo establecido por el presidente de la República debe ser el que implemente
una legítima consulta previa, con información científica, culturalmente
adecuada, de buena fe y libre de presiones, como lo exige la ley.
Todas las imágenes son cortesía del Archivo Histórico de Chapala, Jalisco.
[1] Del Castillo, A., 2019, “Si cancelan acuerdos, peligra lago de Chapala”, Diario NTR, 16 de septiembre de 2019, en https://www.ntrguadalajara.com/post.php?id_nota=134335
[2] Comité Académico de la Comisión Especial para la Gestión Integral del Agua, LXI Legislatura, Congreso del Estado de Jalisco, 2018, “Los problemas de la gestión integral del agua y la Presa El Zapotillo”, en http://almeida.org.mx/documentos/LibroDelAgua.pdf
[3] Cotler, E. y S. Gutiérrez., 2005, Inventario y evaluación de presas en la cuenca Lerma-Chapala, INE, en https://agua.org.mx/wp-content/uploads/2010/10/638inventario_y_evaluacion_de_presas_cuenca_lermachapala.pdf.
[4] La corrupción en la gestión del agua es un problema internacional, véase “La corrupción del agua en México. ¿Quién es responsable?” S/F, en https://ethos.org.mx/wp-content/uploads/2019/09/Corrupci%C3%B3n-en-el-sector-agua-quien-es-responsable-de-la-crisis-compressed.pdf.
[5] Boehm, B, 2005, “Agua, tecnología y sociedad en la cuenca Lerma-Chapala. Una historia regional global”, en Nueva Antropología, en http://historico.juridicas.unam.mx/publica/librev/rev/nuant/cont/64/pr/pr6.pdf
[6] Véase la descripción de la situación actual de los coca de Mezcala en Bastos, S., 2011, “La nueva defensa de Mezcala: un proceso de recomunalización a través de la renovación étnica”, Relac. Estud. Hist. Soc. Vol.32 no.125, Zamora, en http://www.scielo.org.mx/pdf/rz/v32n125/v32n125a4.pdf.
[7] Una descripción a fondo de las costumbres y sitios sagrados del pueblo wixárika se puede consultar en Neurath, J., 2003, Huicholes: Pueblos indígenas del México contemporáneo, CDI-PNUD, México, en http://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/11223/huicholes.pdf
[8] Si bien muchos wixáritari se han convertido al catolicismo o a religiones cristianas protestantes y otros practican un sincretismo entre estas religiones, en general han tenido éxito en mantener sus creencias mediante su aislamiento en la escarpada Sierra Madre Occidental y un proceso de formación educativa-cultural liderado por los ancianos.
[9] Agradezco al doctor Paul Liffman su ayuda a comprender el pensamiento wixáritari.
[10] Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, 2010, “Informe final de la Consulta sobre Lugares Sagrados del Pueblo wixárika”, México, en https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/37010/informe_consulta_lugares_sagrados_wixarika_cdi.pdf.
[11] Sáinz, 2019, “La consulta previa a los pueblos indígenas: situación actual y perspectiva”, Instituto Belisario Dominguez, Senado de la República, en http://bibliodigitalibd.senado.gob.mx/handle/123456789/4352?show=full
[12] Gómez, M., 2018, “Derecho indígena al territorio y a la consulta: el caso yaqui en México”, Centro para Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra, en https://journals.openedition.org/eces/2511; Martinez Ruíz, J.L., D. Murillo Licea y L. Paré, 2017, “Conflictos por el agua y alternativas en los territorios indígenas de México”, IMTA, en https://agua.org.mx/wp-content/uploads/2017/12/conflictos-por-el-agua-y-alternativas-en-territorios-indigenas-en-mexico.pdf; Acuña, O., 2019, “El Derecho a la consulta previa del pueblo indígena Wixárika en la construcción de la Presa Hidroeléctrica ‘Las Cruces’ de la comunidad Naáyeri (Cora)”, Presidio de los Reyes, municipio de Ruiz, Nayarit, México, Vol. 9 Núm. 15, en Palimpsesto, en http://www.revistas.usach.cl/ojs/index.php/palimpsesto/article/view/3327
[13] Ver IMTA. 2009. Estrategia general para el rescate ambiental y sustentabilidad de la cuenca Lerma-Chapala. Informe 250 pp.
[14] Veredicto de la XI Audiencia Pública TLA – Casos sobre Controversias Hídricas en México, Guatemala, Colombia y Argentina, Guadalajara, Jalisco, México, 22 a 26 de octubre 2018, en http://tragua.com/wp-content/uploads/2019/03/VeredictoLago-Chapala.finalconfirmas.docx.pdf
[15] Cervantes Hernández, O., 2006, “Tratamiento de agua del Lago de Chapala: evaluación técnica y económica”, tesis de maestría en Ingeniería Ambiental – Agua, UNAM-Morelia.
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