Naturaleza posible: ¿Pueden los bosques ser sinónimo de riqueza y bienestar?

Es posible aprovechar nuestros bosques sin destruirlos. Lo más importante es trabajar de la mano de la gente que vive en ellos y de ellos: apoyarla mediante recursos, educación, capacitación; escucharla y aprender.

Texto de 23/03/16

Es posible aprovechar nuestros bosques sin destruirlos. Lo más importante es trabajar de la mano de la gente que vive en ellos y de ellos: apoyarla mediante recursos, educación, capacitación; escucharla y aprender.

Tiempo de lectura: 8 minutos
Daniel Servitje

En México, estamos a tiempo de cambiar el destino de nuestros bosques y de quienes los habitan. Les quiero compartir una historia que me apasiona y que me ha permitido conocer a fondo una de las problemáticas más antiguas de nuestro país, que en 1998 concebía como ambiental y hoy entiendo también como social, económica, política y cultural. Quizás el nombre más adecuado para ella sea “degradación ambiental y pobreza”. Esta historia tiene que ver con Reforestamos México, A. C., una asociación civil independiente, apolítica y neutral cuya misión es asegurar la existencia de los bosques y selvas que nuestro país necesita para su bienestar y crecimiento.

A pesar de haber crecido en una de las ciudades más grandes del planeta, el contacto con la naturaleza siempre ha sido muy importante en mi vida. La naturaleza representa un mundo en el que, desde mi infancia, he podido hacer deporte, pensar y divertirme, y que me ha permitido tener un vínculo directo con la tierra y sus elementos, así como entender que el ser humano es quien pertenece a ella, y no a la inversa.

Mi interés por el cuidado del medio ambiente se remonta a mi juventud, cuando inicié, junto con algunos amigos, como una aventura empresarial, un negocio de energía solar. En aquel entonces el tema estaba muy “verde” y no tuvo éxito.

Desde hace varios años, movido por un interés personal, he tenido la oportunidad de impulsar en Grupo Bimbo la reducción del consumo de diferentes recursos naturales. Con ese objetivo hemos implantado y reproducido centenas de iniciativas al interior de nuestras plantas y centros de distribución que han tenido, por su efecto acumulativo, un resultado importante. Contamos con programas de reducción de huella hídrica y de carbono, y de reciclado de agua, así como con un parque de energía eólica y vehículos eléctricos.

Asimismo, desde hace más de una década hemos avivado el desarrollo de Reforestamos México. Si bien se constituyó legalmente en 2002, sus antecedentes se remontan a 1998, año en el que nuestro país sufrió diversos incendios debido a las sequías, una verdadera tragedia ambiental. El Gobierno pidió apoyo a la iniciativa privada para recuperar las zonas forestales devastadas y, sin dudarlo, Grupo Bimbo se sumó a este esfuerzo. A través de una campaña interna logramos plantar un millón de árboles en ocho áreas naturales afectadas, desde Baja California hasta el sureste. La respuesta fue tan buena que algunos colaboradores trabajaron para crear un programa de reforestación permanente, y nuestra empresa decidió apoyarlos.

Era evidente que el cambio climático sería uno de los mayores retos del futuro, por lo que queríamos empezar a construir alianzas y llevar a cabo acciones puntuales que permitieran mitigar los efectos de este fenómeno. Así, del deseo de muchas personas por mejorar las condiciones ambientales de nuestro país nació Reforestamos México.

He tenido la oportunidad de ver muy de cerca el proceso de maduración de esta asociación. Como parte de su Consejo Directivo, he aprendido y he afinado mi visión del problema forestal que nos aqueja, un asunto muy complejo e imposible de resolver únicamente reforestando.

Los años de reforestación fueron quizá la “edad de la inocencia” de Reforestamos México. Gracias a estas experiencias y a la asesoría de nuestros consejeros, aterrizamos en el sector dispuestos a trabajar duro y con una actitud muy positiva. Esto nos abrió varias puertas y nos permitió generar alianzas y aprender de los expertos. Participamos en proyectos de conservación y colaboramos con organizaciones nacionales e internacionales que llevaban 30 años luchando por preservar la riqueza natural de México, uno de los cinco países con mayor biodiversidad del mundo.

Daniel Servitje

Pronto aprendimos una lección que ha marcado el proceso evolutivo de nuestra asociación: para proteger la naturaleza hay que trabajar en conjunto con las personas que habitan en ella. En México, casi el 80% de la tierra está en manos de comunidades y ejidos; contamos con 65 millones de hectáreas de bosques en las que viven 11.4 millones de personas, 55% de ellas en pobreza extrema. Nueve de cada diez habitantes de zonas rurales que no saben leer ni escribir viven en los bosques.

En muchos casos, las tierras que no se aprovechan no son protegidas y por lo tanto son más susceptibles de degradarse por plagas, falta de mantenimiento, incendios y, sobre todo, tala ilegal. En países más desarrollados el panorama es inversamente proporcional, es decir, quien es dueño de dichas tierras está lejos de pertenecer a grupos marginados.

Otra de las lecciones que aprendimos es que si una comunidad no se ve beneficiada por su tierra, es muy poco probable que la proteja. Empezamos entonces a reforzar el desarrollo comunitario y a crear proyectos integrales enfocados en el fortalecimiento de la autoestima y el perfeccionamiento de habilidades empresariales. Sin embargo, a los pocos años nos dimos cuenta de que si las comunidades no veían una mejora drástica en su calidad de vida, los programas morían y la frustración en la gente crecía.

A lo largo de 13 años hemos trabajado con 112 comunidades. La experiencia nos ha enseñado que, por un lado, no todas las personas tienen la intención de ser empresarias y, por otro, en México la cultura de emprender es sumamente baja. Esta cultura empresarial es difícil de promover en comunidades donde la necesidad primaria es subsistir y la gente no tiene la posibilidad de crear o transformar su realidad.

En 2008 comenzamos a identificar comunidades que ya estaban organizadas y que no habían encontrado la manera de volver rentables sus empresas. Algunas estaban certificadas por organismos internacionales en el manejo responsable de sus bosques, pero no podían ingresar exitosamente sus productos al mercado nacional o internacional. A manera de ejemplo, puedo hablar de una comunidad en Durango que elaboraba palés de madera (tarima o plataforma sobre la que se coloca mercancía pesada para su futuro transporte por medio de grúas). Lo que nos cautivó y llevó a colaborar con ella fue la premisa de que las comunidades que aprovechan sus recursos forestales de manera sustentable están protegiendo los bosques y fomentando su crecimiento para que también sus hijos puedan vivir de esa tierra. Esto es una realidad en algunos países como Finlandia, que ha logrado incrementar notablemente su masa forestal (¡produce 10 veces más madera que nuestro país!).

En Reforestamos México nos hemos enfocado en construir puentes de colaboración entre los distintos sectores de la sociedad: comunidades rurales, empresas urbanas, Gobierno, sociedad civil, jóvenes y academia, entre otros. Hemos buscado ser un conciliador, creando espacios de diálogo para lograr mejores políticas a favor de los bosques y de las personas que los habitan. Uno de nuestros programas, Mejores Alianzas, Mejores Bosques, reúne a miles de voluntarios de distintas empresas para realizar labores de reforestación una vez al año en comunidades que desean ampliar su cobertura forestal y necesitan muchas manos para lograrlo. Hemos reproducido este proyecto durante cinco años con el fin de que los ejidatarios o comuneros y los colaboradores de las empresas platiquen y trabajen conjuntamente con una misma meta.

Daniel Servitje

Esta labor nos permitió comprender la importancia de apoyar a las comunidades para que trabajen de manera más competitiva y así puedan ingresar al mercado nacional. Así, creamos programas de acompañamiento que ayudan a los emprendedores forestales a colocar sus productos. Sin embargo, esto no ha sido suficiente, y hemos motivado a las empresas a que inviertan de manera responsable en el sector forestal para fortalecer las cadenas de valor.

Con frecuencia las empresas no cuentan con las herramientas necesarias para distinguir si sus compras son o no responsables; el mercado ilegal de madera en nuestro país es enorme (la cifra oficial es 27.6%, pero hay quien estima que es de hasta 70%) y la corrupción nubla demasiado el panorama, por lo que resulta difícil saber si la madera que se compra a un proveedor proviene o no de un bosque manejado responsablemente. No existe una regulación clara al respecto, o bien el marco legal es demasiado complejo. En Reforestamos México, estas condiciones nos llevaron a crear un área encauzada al cabildeo y la construcción de mejores políticas gubernamentales y empresariales. Se trata de Bosques del Futuro, a través de la cual impulsamos que en nuestro país la única forma de operar sea aquella que va de la mano con la legalidad y la transparencia.

Creemos que México puede cambiar. Entre 2015 y 2030 se estima que en el país vivirán de 29 a 32 millones de jóvenes; son ellos quienes nos pueden ayudar a repensar modelos y desenmarañar estructuras arcaicas que no han contribuido a que la nación despegue con fuerza y seguridad. En las actividades diarias de Reforestamos México se ha vuelto imprescindible trabajar con jóvenes que viven tanto en zonas rurales como urbanas y que están conectados todo el tiempo. El uso de la tecnología ha sido de gran ayuda para cerrar brechas, aunque todavía nos falta mucho por hacer.

Entre los programas que impulsamos, uno de los de mayor potencial es Joven Emprendedor Forestal. Participan en él estudiantes de carreras técnicas forestales que quieren iniciar proyectos en sus comunidades. Los ganadores reciben capacitación durante un año por parte de Reforestamos México, para que puedan implementar su proyecto. El programa ha sido tan exitoso que estamos empezando a replicarlo en Latinoamérica. Me ha conmovido profundamente escuchar a estos jóvenes hablar de cambiar el destino y la calidad de vida de sus comunidades, y demostrar que en sus tierras sí se puede generar riqueza y bienestar, evitando verse en la necesidad de emigrar a Estados Unidos.

Daniel Servitje

En Reforestamos México contamos con un programa que me cautiva mucho y que consiste en descubrir y catalogar los árboles majestuosos de México a través de un concurso nacional de fotografía: Centinelas del Tiempo. Sin duda es un gran reto en un país tan diverso en ecosistemas como el nuestro. Las fotografías demuestran que hay lugares mágicos y árboles grandiosos que han sido testigos de nuestra historia.

Como se puede ver, el trabajo de Reforestamos México es complejo. Incluye proyectos de reforestación; programas de desarrollo comunitario; estudios de rentabilidad, competitividad, legalidad y transparencia, así como trabajo con jóvenes. Después de 13 años de ardua labor y aprendizaje hemos definido cuatro ejes claros de acción: jóvenes, desarrollo comunitario, puentes de colaboración y bosques del futuro. En este modelo encontramos una manera integral de trabajar que nos ha permitido implementar algunas soluciones frente al gran reto de demostrar que los bosques sí pueden ser sinónimo de riqueza y bienestar.

El año pasado, la Organización de las Naciones Unidas definió las 17 metas de desarrollo sostenible para el año 2030. Esta iniciativa obliga al Gobierno y a la población mexicana en general a pensar en el problema ambiental como un todo, donde la pobreza y la falta de oportunidades afectan la protección de los recursos naturales. Reforestamos México se ha propuesto abordar estas metas en cada uno de sus proyectos.

Aprovecho este espacio para reconocer el trabajo del equipo de Reforestamos México, jóvenes a quienes admiro mucho por su entrega y compromiso con la búsqueda de soluciones viables a problemas complejos. También agradezco a nuestros consejeros, quienes con su pericia nos han guiado al camino correcto.

Para concluir, quisiera compartir una reflexión que hizo Patricio Robles Gil, prestigioso fotógrafo de la naturaleza mexicano: “Si no cuidamos los bosques, no habrá árboles o animales; estaremos solos”. Si bien los bosques nos dan agua y oxígeno, y sin ellos no podríamos existir, la naturaleza es en sí una razón para vivir en paz y armonía. La humanidad no tiene sentido sin ella: de ahí proviene la vida.  

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DANIEL SERVITJE es presidente y director general de Grupo Bimbo.

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