Islas de calor, pobreza energética y confort térmico: los nuevos desafíos de las ciudades mexicanas

Itzel Gómez Gurrola analiza la emergencia climática que se ha presentado en diversas zonas del país a causa de las altas temperaturas, además de discutir sobre las deficiencias en materia energética y sobre algunas posibles medidas para enfrentar estos retos.

Texto de 18/07/24

calor

Itzel Gómez Gurrola analiza la emergencia climática que se ha presentado en diversas zonas del país a causa de las altas temperaturas, además de discutir sobre las deficiencias en materia energética y sobre algunas posibles medidas para enfrentar estos retos.

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Este artículo fue escrito con el apoyo de Climate Tracker América Latina

Diego Sánchez nunca imaginó usar oxígeno para poder soportar el calor en su propia casa. Esto se debió a que en la tercera y última ola de calor, en mayo de este 2024, se sintieron temperaturas máximas históricas y atípicas en la Ciudad de México (CDMX). Sánchez tiene 41 años y vive muy cerca del Aeropuerto Internacional de la capital del país, detrás de un hotel y entre fábricas, una de ellas de unicel (un tipo de plástico espumado), en la alcaldía Venustiano Carranza. Aunque mayo suele ser el mes más caluroso para México, este año se rompieron récords de temperaturas máximas históricas: el pasado 24 de mayo fue 2.4 °C más caluroso que el 24 de mayo de 1996; las y los citadinos se expusieron a los 34.3 °C.

“[…] en la tercera y última ola de calor, en mayo de este 2024, se sintieron temperaturas máximas históricas y atípicas en la Ciudad de México.”

“No podía dormir por el calor”, relata Sánchez, quien experimentaba dificultades para respirar ante dichas temperaturas. Su hermana le sugirió volver a rentar un tanque de oxígeno. El año pasado, en las olas de calor de mayo del 2023, por primera vez acudieron a esta medida para que Sánchez estuviera mejor ante el calor sofocante de la ciudad. Su hermana pagó mil 800 pesos (100 dólares) al mes por el tanque de oxígeno; Sánchez lo usaba diario entre 15 y 30 minutos.

Otro récord de temperatura máxima se rompió un día después del histórico. Se registraron 34.7 ºC. En la ciudad se percibía esa sofocación, irritación y malestar social por no tener un bienestar térmico. En esa semana, cifras oficiales notificaron 390 casos de golpes de calor y deshidratación, de los cuales 13 resultaron en fallecimientos.

Hay más personas en el mundo que mueren de calor que por inundaciones, huracanes y frío, así lo reportó el Servicio Climático Nacional de los Estados Unidos. Las elevadas temperaturas provocan golpes de calor, los cuales básicamente constituyen la forma más grave de lesión en el cuerpo por calor. Una persona puede experimentar confusión, sudoración excesiva, piel caliente, vómitos, taquicardia, mareos, deshidratación e incluso la muerte. Para el buen funcionamiento del cuerpo es necesario contar con una temperatura ambiente entre 17 y 22 ºC; a este rango se le conoce como “confort térmico”. Como se puede notar, el clima también incide en nuestro bienestar físico y mental.

Calor atípico

Las proyecciones a futuro no pintan nada bien: el calor incrementará. De acuerdo con la Organización Meteorológica Nacional, abril de 2024 fue el abril más cálido desde que se tienen registros (1850). Y en lo que va de este año, hay 80 % de probabilidad de que se coloque en el primer lugar.

Otro problema: México se calienta más. Mientras que el promedio global de la temperatura ha aumentado alrededor de 1.4 ºC con respecto al período preindustrial, en el caso de México ha sido de 1.7 ºC, de acuerdo con los cálculos de investigadoras e investigadores en el Reporte Mexicano de Cambio Climático.

Una de las ideas modernas más seductoras fue pensar las ciudades como espacios de bienestar, éxito social y prosperidad económica. Sin embargo, la rápida urbanización, la falta de planeación, la poca vegetación y los famélicos cuerpos de agua han creado una serie de problemas complejos. Entre ellos, las “islas de calor”, es decir, áreas urbanas con un gran número de construcciones que son más calientes y tienen un microclima donde la temperatura es más elevada que en las áreas rurales.

Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), ha dedicado varios años a medir la intensidad de las islas de calor en las ciudades a través de cuatro formas distintas, lo cual es una actividad nada trivial dada la escasez de datos en el país.

En un estudio reciente, Estrada hizo uso de más de veinte años de datos satelitales e identificó los focos rojos: el oriente de la ciudad de México y parte del Estado de México presentaban mayor calentamiento del aire y del suelo. La alcaldía Venustiano Carranza, precisamente donde vive Sánchez, y el municipio de Nezahualcóyotl en el Estado de México llegaron a tener 3 °C más de calor que el resto del territorio.

EstadoMunicipioValor ICU (°C)
CDMXVenustiano Carranza3.24
EDOMEXNezahualcóyotl 3.15
CDMXIztacalco2.74
CDMXCuauhtémoc 2.61
CDMXGustavo A. Madero2.42
CDMXIztapalapa 2.35
EDOMEXEcatepec de Morelos 2.19
CDMXAzcapotzalco 2.14
CDMXBenito Juárez 1.94
Figura 1. Datos tomados de estudios conducidos por la UNAM y el Conahcyt
¿Cuál es la razón de ese sobrecalentamiento?

La falta de cuerpos de agua, la deforestación, la pavimentación y la sequía son los elementos más importantes para que se generen las islas de calor. Si hay precipitaciones en un lugar rural, el agua se infiltra en el subsuelo por acción de los árboles y la vegetación. Sin embargo, en las ciudades, al estar “forradas” de asfalto, se provocan inundaciones y solo los pocos espacios verdes absorben ese líquido. El proceso de evaporación es más lento y, en consecuencia, el microclima de ese espacio se torna como un invernadero.

Figura 2. Isla urbana de la Zona Metropolitana del Valle de México. Francisco Estrada Porrúa, ICAyCC UNAM.

Así se ve el efecto de la isla de calor de casi 20 años (desde el 2003 al 2020). El primer mapa (izquierda) es el trabajo de Estrada, el cual compara con el mapa del Atlas de Riesgos de la CDMX. Como se puede observar, coinciden en que el oriente de la ciudad y parte del Estado de México tienen más riesgos de sobrecalentamiento del aire y el suelo.

Estrada también analizó los escenarios a futuro tomando en cuenta dos elementos: cómo cambia el clima a nivel global por el cambio climático y cómo cambia el microclima a nivel local. Encontró que tres grados centígrados del calentamiento de la CDMX se deben al cambio de uso de suelo y solo uno corresponde al cambio del clima global.

Un elemento interesante que encontró el investigador es que, en los últimos años, la CDMX ya no ha registrado un incremento de temperatura adicional. La hipótesis es que básicamente ya se urbanizó todo lo que se podía urbanizar. No obstante, Estrada encontró otro problema adicional: en los lugares donde se están creando nuevas urbanizaciones, es decir, en la periferia de la capital, las islas de calor se presentarán e incrementarán. “Esto es trágico porque se está urbanizando donde tenías vegetación natural, donde tenías biodiversidad”, afirma Estrada Porrúa.

Si tenemos en consideración la tendencia a la urbanización en la medida en que se ha presentado en los últimos años, los escenarios futuros son alarmantes. Haciendo uso de cuatro millones de horas de cómputo, Estrada y sus colegas pudieron proyectar estos cuatro escenarios:

Figura 3. Escenarios de los usos y coberturas del suelo históricos y a futuro.

Si el gobierno de la CDMX no cambia su forma de urbanización, la capital se acercará al escenario pesimista, donde predomina el color negro; es decir, la mayor parte del territorio será urbano y se intensificarían aún más las islas de calor.

Estrada también ha encontrado que la edad de las personas juega un papel importante en términos de riesgos de salud. Los adultos mayores (personas por arriba de los 60 años de edad) son quienes viven en alcaldías más pobres económicamente y en donde el ambiente será más caluroso.

Viviendas y energía sin adaptación

Sánchez comenzó a beber desde su adolescencia y tiempo después consumió “piedra” y cocaína. Su entorno y contexto social facilitaron estas adicciones hasta que su cuerpo puso un límite. Hoy tiene cirrosis, alcoholismo de cuarto grado, una hernia umbilical, anemia y sobrepeso.

La alcaldía Venustiano Carranza, donde Sánchez creció, es un lugar con un alto grado de desigualdad social y carencia económica. Y existe una problemática más: la pobreza energética. En la última ola de calor, Sánchez necesitó oxígeno y abrir las ventanas de su casa. Sin un ventilador, y ni qué decir de aire acondicionado, difícilmente lograría tener bienestar térmico.

La pobreza energética se refiere a la condición que viven los hogares de no poder satisfacer sus necesidades energéticas. Sánchez estaba vulnerable también energéticamente. “La energía nos da educación, seguridad, iluminación, comunicación y bienestar”, afirma la doctora Karla Cedano, especialista en energía, sociedad y sustentabilidad. “Cuando entendamos realmente cuán importante es la energía, nos vamos a preocupar más”, puntualiza.

Cedano fue de las primeras científicas en medir la pobreza energética en varias ciudades de México incorporando el factor del confort térmico. Este ejercicio no es trivial porque la infraestructura de cada ciudad complejiza la medición. Por ello se adoptó una metodología en función de la región, pues había ciertas limitaciones al obtener los datos. Por ejemplo, se suelen realizar encuestas donde se pregunta a las personas si cuentan con ventilador, pero no hay preguntas sobre si dicho ventilador funciona o sobre el contexto social en el que viven.

“La gran parte del país vive en vulnerabilidad energética porque estamos a expensas de un sistema eléctrico y energético que no tiene suficiente espacio para contener las perturbaciones”, sostiene Cedano. Así lo vivieron varias demarcaciones el pasado mes de mayo en plena ola de calor: el sistema eléctrico colapsó porque aumentó la demanda de electricidad, pues las personas necesitaban más energía para tener un confort térmico ante las altas temperaturas.

¿Qué significa que las y los mexicanos cuenten con energía de calidad?

Cedano propone al menos dos respuestas. La primera: que haya estabilidad en el flujo eléctrico. “Actualmente tenemos intermitencia en el flujo del servicio eléctrico, hay interrupciones de corriente y picos de cuánta energía entra y cuánta sale. Esos picos dañan los equipos electrónicos”; y podemos añadir que también afectan el bienestar de las personas.

Sánchez describe que eso ocurre en su colonia. De hecho, menciona que uno de los transformadores llega a presentar algunos ruidos y que eso lo notan más en temporada de lluvias. En momentos sin electricidad es posible experimentar esa vulnerabilidad energética: la imposibilidad de hacer las actividades esenciales o cotidianas.

La Comisión Federal de Electricidad (CFE) es la empresa pública que provee de energía eléctrica al territorio mexicano y, precisamente, su objetivo es: “priorizar la seguridad y la soberanía energética nacional”. Climate Tracker ha solicitado, en varias ocasiones, una entrevista con la CFE, pero a la fecha de entrega de este texto no ha tenido respuesta.

La segunda: que la energía provenga de fuentes limpias. En México esto no es así, pues 80 % de la generación de la electricidad es a través de hidrocarburos (termoeléctricas); y lo que la CFE llama “energía limpia” es aquella que proviene de las hidroeléctricas. Sin embargo, México tiene problemas de sequía: tres cuartas partes del territorio presentan algún nivel severo de falta de agua. Los primeros dos huracanes han ayudado a mejorar esta situación: Alberto y Beryl.

Figura 4. Intensidad de sequía en México al 30 de junio de 2024. Imagen: Servicio Meteorológico Nacional.

En contraste, en mayo, cuando las temperaturas máximas rompieron récord, el país se veía así:  

Figura 5: Intensidad de sequía en México al 15 de mayo de 2024. Fuente: Monitor de sequía. Servicio Meteorológico Nacional.

Por todos los antecedentes, Cedano enfatiza la importancia de cambiar el sistema eléctrico y dar prioridad a fuentes no fósiles, que emiten menos gases contaminantes y contribuyen a mitigar el cambio climático. “La limpieza de los electrones, vamos a decir así, que los electrones que se generan para el sistema eléctrico sean sustentables, que aparte no estén ensuciando y contaminando, lastimando la salud, al ambiente y a los sistemas sociales y humanos”, afirma la experta.

El análisis de Cedano es similar al de Estrada Porrúa. Ambos encontraron que las zonas periurbanas, las localidades a la orilla de las ciudades, con mayor pobreza económica y desigualdad social, son más vulnerables a tener poco acceso a la energía y a los efectos del calor.

¿Ciudades y hogares seguros ante islas de calor?

La forma en la que se siguen planeando y construyendo las ciudades no ha mejorado. “Lo que estamos viendo es que se está haciendo al menos igual de mal, tienes tendencias de calentamiento de medio grado por década, lo que es una barbaridad”, afirma Estrada Porrúa.

La falta de planeación urbana ha exacerbado la situación de quienes viven en las periurbes: donde antes había cerros o espacios verdes ahora hay casas. “Cada vez crece más y está generando una problemática no sólo económica y de vivienda, sino energética. Está jalando un recurso energético de una manera altamente irregular y desordenada. El Estado debería adelantarse a eso”, sugiere Cedano.

La CDMX cuenta con la Estrategia Local de acción Climática 2021-2050, la cual establece en su segundo eje: “fomentar hogares solares, eficientes, flexibles, inteligentes y equitativos energéticamente”. Sin embargo, en la realidad, los hogares ya construidos y los que están por hacerse no son eficientes energéticamente porque no están hechos de acuerdo al bioclima de la entidad.

México tiene 10 bioclimas, según la Comisión Nacional de Vivienda (CONAVI) y la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEEI), que van desde el cálido-seco hasta el templado-seco. En la Ciudad de México se tienen climas desde el templado hasta el semifrío, por lo que en un día se puede experimentar más de un tipo de clima.

Quien ha estudiado temas de transferencia de calor y eficiencia energética en edificios y hogares es la doctora Guadalupe Huelsz, del Instituto de Energías Renovables de la UNAM. Ella analiza las propiedades físicas de las habitaciones para que sean más confortables térmicamente. Menciona que existen tres propiedades fundamentales para una edificación: conductividad o resistencia térmica, densidad y calor específico, de las cuales solo una de ellas está presente en las normas oficiales.

“Nosotros hemos impulsado a que se revise esta norma porque no estamos utilizando un método correcto para evaluar la transferencia del calor”, sostiene Huelzs, quien también hace referencia a las soluciones regionales. “Los climas son diferentes y hay que diseñar de acuerdo al clima”, asevera. Huelzs también enfatiza la relevancia de construir con base en una arquitectura bioclimática, porque “en México se construye tristemente mal, en mi opinión, porque todavía no ha permeado mucho en las escuelas de arquitectura”, afirma.

Ante la crisis climática, hay soluciones

Tanto Huelsz como Estrada Porrúa han identificado una solución rápida y económica para que más mexicanos y mexicanas puedan hacer frente a las siguientes olas de calor.

En algunos hogares mexicanos se utiliza el chapopote, de color negro, en los techos porque es más barato que cualquier otro impermeabilizante; “a veces el rojo terracota se usa porque se dice que es bonito, porque este se asemeja a las tejas y a veces ni se ve”, enuncia Huelsz.

En esa línea, Estrada Porrúa hizo un experimento para saber qué pasaba si se cambiaban los techos de color blanco de la Ciudad de México. “Hicimos el experimento donde cambiamos el efecto albedo de la ciudad, cuánto refleja la energía que viene del sol (y encontramos) que puedes bajar 2 ºC la isla de calor”.

Esta posible solución podría también ahorrar dinero por los impactos del cambio climático. Estrada Porrúa hizo ese cálculo. “En un estudio que hicimos en 2018, analizando 1.700 ciudades, calculamos que en promedio por cada dólar que tú inviertas en eso, te ahorras 15 dólares en impactos”, concluye.

Por su parte, Huelzs recomienda a las personas que viven en ciudades y no pueden modificar sus hogares varias opciones para estar más cómodas térmicamente. Lo primero es identificar por dónde sale el sol y su trayectoria. Luego, es importante bloquear la radiación solar: se pueden cerrar las cortinas y abrir las ventanas para ventilar. Finalmente, propiciar la iluminación natural evita el consumo adicional de electricidad.

“En un contexto de climas extremos, será crucial redefinir, adaptar y construir las ciudades de una forma diferente…”

Al finalizar la ola de calor de este año, Sánchez pudo por fin salir de su casa: “Me decían ‘el desaparecido’ porque ya no salía”. Lo que no puede desaparecer son las oportunidades que tiene México para hacer frente a las altas temperaturas. Además de las medidas ya mencionadas, la restauración e incremento de las áreas verdes así como los cuerpos de agua en las ciudades son claves para la adaptación ante los efectos del cambio climático, pues actúan como reguladores del microclima y refrescan la temperatura.

En un contexto de climas extremos, será crucial redefinir, adaptar y construir las ciudades de una forma diferente a la que se ha hecho hasta ahora. Todo ello para garantizar el bienestar mental, físico y térmico de la población. EP

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