Astrid Rivera abunda en las consecuencias del cambio climático en el campo mexicano y esboza cuáles podrían ser las posibles soluciones para un futuro no tan lejano.
Cambio climático acecha al campo
Astrid Rivera abunda en las consecuencias del cambio climático en el campo mexicano y esboza cuáles podrían ser las posibles soluciones para un futuro no tan lejano.
Texto de Astrid Rivera 18/01/23
La agricultura le permitió al hombre volverse sedentario, construir civilizaciones que marcaron el desarrollo de la humanidad. Su importancia fue tal que diversas culturas adoraban a deidades agricultoras; los pueblos mesoamericanos no fueron la excepción, el cultivo del maíz estaba cargado de simbolismos con los que explicaban la esencia del ser humano.
Para los mexicas, el maíz era el centro de su organización. Su calendario estaba regido por el ciclo agrícola de este cultivo que eran cuatro fases, en cada una se realizaba una festividad en honor al dios que representaba cada una de ellas. Los mexicas veían en el maíz una metáfora de la vida, la muerte y el renacer.
La observación de los astros y el cambio de las estaciones fue la base para establecer los tiempos del ciclo agrícola, así determinaban cuál era el mejor momento para sembrar. Hoy, las estaciones cada vez se desdibujan más y es difícil descifrar los tiempos de la tierra.
Los cielos ya no marcan ciclos exactos, el clima se ha vuelto más impredecible. Los productores agrícolas tratan de entender su comportamiento. Cada año es más difícil para ellos sacar adelante la cosecha, los fenómenos meteorológicos son más intensos y la incertidumbre es mayor, cada ciclo agrícola se encuentra a la expectativa de sequías, tormentas o heladas.
“El cambio climático nos ha afectado mucho, no sabemos si tendremos lluvias o cuántas milpas se lograrán”, cuenta Alejandro Angulo, productor de maíz en Sinaloa. Desde que el sol se asoma, comienza a trabajar en su “pedacito de cielo”, como les llama Alejandro a sus tierras de cultivo; la labor es ardua, mover el terreno, revisar el crecimiento de las milpas, fertilizar; en promedio, el ciclo de producción del maíz es de seis meses.
Las tierras de Alejandro son de temporal, dependen del comportamiento de las lluvias y de la capacidad del suelo para captar el agua. El productor comenta que una tormenta puede echar abajo todo el trabajo, inundando las milpas; sin embargo, ese no es el único riesgo, las sequías disminuyen la cantidad de maíz cosechado ya que el agua es fundamental para su crecimiento. Las heladas son otro peligro ya que afectan al crecimiento de la planta, y el maíz es muy sensible a las bajas temperaturas.
“Cada año es más complicado sacar adelante la cosecha, se suman muchos factores que nos afectan”. Alejandro explica que el cambio climático es uno más de los elementos que afectan no sólo al maíz, sino a la producción agrícola, el aumento de los precios para los insumos del campo, la inflación, así como las consecuencias de la pandemia de Covid-19 hacen cada vez más adverso el panorama para el campo mexicano.
Detalla que el aumento de precio en los insumos genera un “círculo vicioso”: sube el precio final de los productos, los consumidores no compran, y se queda rezagada la producción.
Afectaciones del cambio climático en el campo
En México el promedio anual de la superficie utilizada para la agricultura es de 18.7 millones de hectáreas, de las cuales un 75% corresponde a tierras de temporal, es decir que dependen de la lluvia para producir, según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua). Las alteraciones del clima afectan la producción agrícola de estos territorios.
El cambio climático causa alteraciones en los patrones de los fenómenos meteorológicos como los frentes fríos, huracanes, heladas, lluvias, sequía o exceso de humedad. Estos cambios afectan el rendimiento de cultivos; generan pérdida de ganado, destrucción de siembras, así como una mayor propagación de las plagas, explica la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural .
En el documento “Compromisos de mitigación y adaptación ante el cambio climático para el periodo 2020-2030”, el Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) alerta que en los últimos años en México se ha registrado un aumento de la temperatura con más días cálidos extremos; lo que ha generado el incremento de huracanes más intensos y sequías más prolongadas.
David Monachón, investigador de la Coordinación Universitaria para la Sustentabilidad (COUS) de la UNAM, detalla que las alteraciones en los fenómenos meteorológicos ponen en riesgo la producción de los cultivos pues generan pérdidas en las cosechas, ya sea por la ausencia de lluvias o por su intensidad; lo cual también causa escasez en los cultivos, un aumento de precio, y un mayor uso de insumos para el campo, por lo que se genera un “círculo vicioso”.
“El cambio climático está causando la pérdida del rendimiento de los cultivos por los efectos de eventos climáticos extremos: huracanes, lluvias muy intensas, o la falta de disponibilidad de agua con las sequías, así como por la presencia de plagas. La disminución de las cosechas hace que los productores usen más insumos como fertilizantes o plaguicidas químicos, lo cual causa la generación de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático, es un círculo vicioso”.
En México la agricultura aporta el 19% de las emisiones totales de gases de efecto invernadero, de acuerdo con el Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero. El INECC señala que México es uno de los países más vulnerables ante el cambio climático, por sus características geográficas, condiciones socioeconómicas y su capacidad para enfrentar sus impactos.
Rafael Calderón Contreras, investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), comenta que los pequeños productores son los más afectados con los efectos del cambio climático, ya que no cuentan con los recursos para asegurar su cosecha como los grandes agroindustriales, por lo que pierden todo ante las intensas lluvias o las sequías.
Seguridad alimentaria en riesgo por cambio climático
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) alerta que el cambio climático pondrá en riesgo la seguridad alimentaria en el mundo, en especial de las comunidades rurales marginadas, ya que los fenómenos meteorológicos más intensos y cada vez más frecuentes afectarán la disponibilidad de alimentos no sólo para su consumo, sino también para el comercio como un medio para la subsistencia de estas poblaciones.
En los últimos años la inseguridad alimentaria —es decir, personas que no tienen acceso a alimentos nutritivos— ha aumentado debido a las alteraciones de fenómenos meteorológicos, situación que se agudizó durante la pandemia de Covid-19 que causó el alza de los precios de alimentos a máximos históricos. El número de personas en esta condición aumentó en 82 países, de 135 millones en 2019 a 345 millones en junio de 2022, según datos del Banco Mundial.
Las alteraciones en los eventos meteorológicos, causados por el cambio climático, han provocado cambios en los rendimientos de los cultivos, así como modificaciones en la distribución de las especies, abundancia, reproducción, floración y crianza.
Francisco Estrada Porrúa, investigador del Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático de la UNAM, advierte que México podría perder mucha capacidad productiva en el campo, estima que en las dos décadas siguientes puede perderse entre el 5% y el 20% de los rendimientos de los cultivos y para finales de siglo las caídas en rendimiento pueden llegar hasta 80%.
Las plagas aumentarán su presencia
La presencia de plagas también es un efecto del cambio climático. En el informe “Revisión científica del impacto del cambio climático en las plagas de las plantas”, la FAO explica que el aumento de las temperaturas ha favorecido la presencia de plagas y su riesgo de ingresar en nuevas zonas.
En el caso de México, el documento menciona que la presencia de las plagas como la mosca de la fruta y la roya del café se ha incrementado en los últimos años, ya que las alteraciones en el clima le han permitido a la mosca de la fruta sobrevivir y reproducirse en hábitats que antes eran inadecuados para este insecto, como son aquellos con climas más fríos.
Jaime Rendón, investigador de la Universidad de Campeche, detalla que el cambio climático está modificando las condiciones ambientales causando el desplazamiento de las plagas a otros sitios donde no se podían desarrollar, esto hace que los productores utilicen más plaguicidas para terminar con ellas, lo que deriva en mayor contaminación y el daño a otros insectos que pueden ser benignos, como las abejas.
Detalla que 75% de los cultivos alimenticios, incluidos el maíz, frijol y soya, dependen de polinizadores como las abejas, el uso exacerbado de los plaguicidas dañan a estos insectos, por lo que destacó la importancia de implementar soluciones naturales para el control de plagas y capacitar a los productores sobre los efectos el abuso de los agroquímicos.
Adaptarse, la solución
Rafael Calderón Contreras comenta que se requiere cambiar la forma de consumo y producción de los alimentos, ya que el modelo agroindustrial está teniendo serios efectos en el ambiente lo que afectará su disponibilidad en el futuro.
“Para entender los efectos del cambio climático se requiere voltear a ver a los sistemas alimentarios porque nos darán la llave para enfrentar ese problema, pero también para adaptarnos mejor a las nuevas condiciones climáticas”.
David Monachón, investigador de la UNAM, considera que hay opciones para adaptarse a las condiciones que impone el cambio climático; una de ellas es la implementación de prácticas agroecológicas de tal manera que se produzcan alimentos sanos, de calidad y que durante su producción se proteja al medio ambiente. Destacó que la capacitación de los productores sobre los efectos de este fenómeno es fundamental para cambiar el modelo agrícola actual por uno más sustentable.
Al igual que en las civilizaciones antiguas, la agricultura continúa siendo parte importante del desarrollo de la humanidad, pero el cambio climático la amenaza. Para combatir sus efectos se requiere el trabajo en equipo entre gobierno, empresas, productores y consumidores para mejorar las prácticas agrícolas y garantizar la seguridad alimentaria de todo el planeta. EP
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