En este reportaje, Astrid Rivera destaca la vulnerabilidad de los arrecifes del Caribe mexicano ante el cambio climático.
El cambio climático amenaza a los arrecifes del Caribe mexicano
En este reportaje, Astrid Rivera destaca la vulnerabilidad de los arrecifes del Caribe mexicano ante el cambio climático.
Texto de Astrid Rivera 09/04/24
Las playas con arenas blancas, el agua azul turquesa, los peces multicolores nadando alrededor de los corales con sus tonos rojizos crean un paisaje que por años ha maravillado a los seres humanos. Los arrecifes de coral son un ecosistema en el que habita una infinidad de especies, de su bienestar depende el equilibrio de otros ecosistemas costeros, y también actividades como el turismo o la pesca.
En la mitología grecolatina se creía que los corales fueron creados por la sangre de Medusa. En Metamorfosis, Ovidio cuenta que cuando Perseo mató a Medusa para liberar a Andrómeda, colocó su cabeza sobre unas algas para evitar su contacto directo con la arena. Por lo que la sangre de esta criatura convirtió en piedra la superficie donde cayó, así el coral adquirió su color rojizo, así como su cualidad de ser blando en el agua y endurecerse cuando entra en contacto con el agua.
Los arrecifes son un conjunto de varias colonias de diferentes especies de coral, que conforman ecosistemas en los que habitan diversas especies de algas, invertebrados y peces. Los arrecifes están vinculados con otros ecosistemas, ya que “cambian la dirección y velocidad de las corrientes marinas y ayudan en el establecimiento de otros ecosistemas costeros como manglares y pastos marinos”, explica la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio).
Los arrecifes de coral están presentes en más de 100 países. Son parte esencial del ecosistema marino ya que albergan al 32% de las especies marinas y se estima que el 40% de los peces están relacionados de alguna manera con ellos. Además, son pilares de varias actividades económicas como el turismo o la pesca, indica el Programa para el Medio Ambiente de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
En México, los arrecifes se distribuyen en tres principales zonas: la costa del Pacífico, el Golfo de México y el Mar Caribe. Esta región forma parte de la segunda barrera arrecifal más grande del mundo: el Sistema Arrecifal Mesoamericano es el hogar de 500 especies de peces, poblaciones de manatíes y tortugas marinas, así como valiosas zonas de manglares, lagunas costeras, pastos marinos y corales, de los cuales 66 especies son de corales pedregosos.
Desde hace más de cinco décadas, los arrecifes son los ecosistemas más amenazados a nivel mundial. En el Caribe mexicano los arrecifes se enfrentan a factores como el crecimiento de la industria hotelera, la contaminación por aguas residuales, la sobrepesca, así como al aumento de la temperatura del océano propiciado por el cambio climático. Estos elementos sitúan a los arrecifes en una situación de vulnerabilidad que exige tomar acciones urgentes para su protección, señalaron especialistas consultados por Este País.
Altas temperaturas amenazan a los arrecifes
En 2023, las elevadas temperaturas registradas afectaron la vida marina, ya que la presencia del fenómeno de El Niño —que aumenta la temperatura de los océanos— junto con el calentamiento global, generaron el incremento de hasta 4 °C la temperatura de los mares en el Caribe mexicano, lo cual tiene graves efectos en los arrecifes
El calentamiento del océano está afectando la salud de los corales que conforman los arrecifes, lo cual, combinado con factores relacionados con la actividad humana han derivado en el aumento de su mortalidad. El informe Estado de los arrecifes de coral del mundo: 2020 estima que desde 2009 se ha perdido el 14% de los corales a nivel mundial.
El informe, realizado por la Red Mundial de Vigilancia de los Arrecifes de Coral (GCRMN), advierte que los arrecifes de coral “están sometidos a un estrés incesante por el calentamiento causado por el cambio climático y otras presiones locales, como la sobrepesca, el desarrollo costero insostenible y la disminución de la calidad del agua”.
El Dr. Lorenzo Álvarez Filip, investigador de la Unidad Académica de Sistemas Arrecifales del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, explicó que las altas temperaturas registradas en 2023 –considerado por varios organismos internacionales como el más cálido— afectó a los arrecifes en el Mar Caribe puesto que se registraron temperaturas de hasta 4 °C por encima del promedio que son 30 °C; situación que duró varios meses.
El investigador profundiza: “El estrés térmico por calor duró varios meses, entonces el agua estuvo muy caliente por muchos meses. La combinación de estos dos factores es letal para los organismos. Desde el punto de vista humano, si a una persona le da fiebre llega a los 40 °C, cuando la temperatura normal es de 37 °C y si se prolonga por varios días es mortal. Tristemente es el escenario de los arrecifes”.
Además, detalló que el aumento de la temperatura en el mar Caribe se debió a los efectos del cambio climático y a la presencia del fenómeno de “El Niño”, el cual es un evento que ocurre alrededor de cada 8 años, provocando el aumento de la temperatura en el océano Pacífico.
Este incremento de temperatura de las aguas marinas provoca demasiado estrés en los corales y genera un fenómeno conocido como “blanqueamiento”. Durante este fenómeno las microalgas zooxantelas habitantes en los corales se alejan, lo cual produce que estos organismos se queden sin nutrientes, pierdan sus colores y sean más vulnerables a la luz.
Las microalgas zooxantelas, al igual que las plantas, hacen fotosíntesis, con lo que producen nutrientes que transfieren a los corales. Esta relación tan positiva para ambos organismos –agregó el Dr. Álvarez Filip— es muy sensible a cualquier cambio en el ambiente, sobre todo, al aumento de temperatura del agua. Cuando la relación entre corales y este tipo de microalgas se rompe, estas dejan de habitarlo.
“Cuando estas microalgas (las zooxantelas) ya no están, la energía que aportaban al coral desaparece y el coral se queda sin alimento. Las microalgas también dan a los corales color, ya que tienen un tejido transparente, pero cuando están llenos de microalgas se ven los colores rojo, verde, azul que conocemos. Cuando se salen las microalgas lo que queda es el tejido transparente del coral y en ese momento decimos que está blanqueado porque lo que estamos viendo a través del tejido del coral”. Una vez que las zooxantelas se van del coral, este se queda sin alimento y, al ser transparente, es más vulnerable a la luz; esto lo estresa demasiado y ocasiona su eventual muerte.
El investigador de la UNAM explica que el blanqueamiento de los corales no es el único efecto relacionado con el cambio climático que amenaza a los arrecifes. La acidificación de los océanos aumenta la acidez del agua, con lo que los corales pierden su capacidad de construir y se vuelven más frágiles: es como si les diera osteoporosis, por lo que se deshacen con facilidad.
Otro impacto nocivo para los arrecifes derivado del cambio climático es el aumento del nivel del mar, puesto que genera que los arrecifes se alejen de la luz del sol y las microalgas que habitan en los corales no realicen la fotosíntesis.
Los efectos del cambio climático en los océanos, sumado a las amenazas derivadas de la actividad humana como la contaminación por aguas residuales, están poniendo en riesgo el débil equilibrio del ecosistema marino generando una “historia de terror” para los arrecifes, como indica el Dr. Álvarez Filip.
Contaminación por aguas residuales
Para que se mantenga el equilibrio en el ecosistema marino, los arrecifes coralinos requieren de condiciones oligotróficas, es decir, con pocos nutrientes en el agua. La Dra. Nancy Cabanillas Terán, investigadora del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), explicó que el desarrollo costero contribuye a la eutrofización, que se refiere al exceso de nutrientes orgánicos e inorgánicos procedentes de actividades humanas, que llegan a los arrecifes a través de las descargas de aguas residuales o por vía subterránea.
Esta alteración en el ambiente genera una serie de consecuencias para los arrecifes y las especies que los habitan (erizos o ciertos tipos de algas) pueden reproducirse más de la cuenta alterando el arrecife, lo cual tiene efectos en la salud de estas estructuras.
El Dr. Juan Pablo Carricart-Ganivet, investigador del Instituto de Ciencias del Mar y Limnología de la UNAM, detalló que a lo largo de los años se ha medido la contaminación por aguas negras en la zona donde se ubican los arrecifes, la cual ha ido aumentando al mismo ritmo en el que se ha desarrollado en turismo en Puerto Morelos.
“A lo largo de los años hemos medido un indicador que se llama Delta nitrógeno 15 que es indicador de contaminación por aguas negras. Ha crecido al mismo ritmo que el número de cuartos de hoteles en Puerto Morelos. Esto hace que los corales y los arrecifes sean menos resilientes”.
Alejandro López Tamayo, director de la asociación Centinelas del Agua, explicó que en la Península de Yucatán hay una zona kárstica formada con roca de carbonato de calcio que alberga cuevas, cavernas, grutas, cenotes donde se almacena el agua subterránea. Esta zona está conectada con el área costera y el sistema arrecifal de la península, debido a esta interconexión todo lo que pasa en la parte superficial afecta la calidad del agua subterránea y de la zona marina.
“En Quintana Roo muchas casas no están conectadas a la red de drenaje, sino más bien ponen su tubería para descargar al subsuelo. Las aguas negras se descargan en el subsuelo y llega al agua subterránea, al acuífero y este descarga en la zona marina”, indicó.
López Tamayo detalló que han recibido reportes de descargas de aguas negras de hoteles, casas, pollerías, talleres de hojalatería y pintura, que van directo a esta zona kárstica y, por consiguiente, al agua subterránea y luego al mar, lo cual afecta la salud de los arrecifes.
Consideró que es necesario invertir en mayor infraestructura de saneamiento y tratamiento de aguas residuales, así como fortalecer la vigilancia de este tipo de descargas. Aunque en 2022 se publicó la Norma Oficial Mexicana NOM-001-SEMARNAT-2021 que establece los límites de contaminantes en las descargas de aguas residuales, falta que se vigile el cumplimiento de esta normativa.
“Desafortunadamente todo el tema de inspección y vigilancia siempre ha sido un reto muy grande. En Quintana Roo, por ejemplo, la Profepa tiene cinco inspectores para todo el estado y la Conagua, dos. No se dan abasto para atender las denuncias de descargas de aguas negras”.
Beneficios de los arrecifes
Los arrecifes aportan importantes beneficios para el ambiente marino: el 40% de las especies de peces están relacionadas con este ecosistema, incluidas aquellas de importancia comercial para el consumo. También son benéficos para el desarrollo de actividades como el turismo o la pesca, explicó el Dr. Juan Pablo Carricart-Ganivet, investigador de la UNAM.
Además de su importancia biológica y para el desarrollo económico, los arrecifes son una gran barrera para el impacto de los huracanes. El Dr. Carricart refirió que, en 2005, se monitoreó la actividad del huracán Wilma con lo que se demostró que dentro del arrecife las olas tenían menos altura que las que se registraron fuera de este; esta reducción del tamaño también se traduce en una menor energía y, en consecuencia, en la reducción del impacto contra la costa.
El especialista detalló que la energía de los 12 metros de altura que alcanzaron las olas durante el huracán Wilma –que duró alrededor de siete días— equivale a 24 bombas atómicas. “Los 12 centímetros equivalen a 24 bombas atómicas igualitas a las tiradas en Hiroshima”.
¿Cómo proteger a los arrecifes?
Para la Dra. Nancy Cabanillas Terán, investigadora del Departamento de Sistemática y Ecología Acuática del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR), no se han hecho grandes esfuerzos por conservar los arrecifes. Consideró que aunque organizaciones civiles y la comunidad científica han emprendido proyectos para la recuperación de estos ecosistemas, se requieren “medidas urgentes” para impulsar un modelo de desarrollo turístico más sustentable que beneficie a los habitantes de las comunidades de las zonas costeras y se protejan los recursos naturales.
Destacó que los arrecifes no solo aportan “playas bonitas”, sino que están conectados con otros ecosistemas como los manglares, dunas costeras, lagunas arrecifales. Por ello, si alguno se altera, se pierde el equilibrio y la salud de cada uno de ellos.
“Es importante que exista esa conectividad de todo el arrecife coralino para que se encuentre en buenas condiciones. Pero en donde están las dunas costeras o los arrecifes han construido hoteles, por lo que la playa se hace más chica, se erosiona y al quitar el mangle se pierde una barrera contra huracanes y un filtro natural del agua que entra al mar proveniente de tierra adentro”.
La investigadora de Ecosur comentó que para fortalecer la conservación de los arrecifes y los ecosistemas marinos también se requiere fomentar la educación ambiental, porque en la medida que la sociedad se apropie del conocimiento y esté consciente de lo que representan los arrecifes, se protegerán de mejor manera.
Además de transitar hacia un modelo de turismo más sustentable, es necesario fortalecer los mecanismos para la preservación y restauración de los ecosistemas marinos. Miguel Rivas, director de Santuarios Marinos de Oceana en México, destacó la importancia de destinar recursos para continuar con los esfuerzos de restauración de los arrecifes.
La creación de más Áreas Naturales Protegidas que resguarden estos ecosistemas es otra de las medidas que deben impulsarse. Rivas detalló que en este proceso las comunidades deben ser consultadas, a fin de encontrar un equilibrio entre la conservación y el desarrollo económico.
El director de Santuarios de Oceana destacó que no basta solo con crear más Áreas Naturales Protegidas, sino también deben contar con su plan de manejo, que son los instrumentos que establecen las estrategias de conservación y uso de estos territorios, así como contar con presupuesto y personal suficiente para las labores de vigilancia.
En el informe Áreas Naturales Protegidas. ¿Garantía de Protección de los hábitats marinos?, elaborado por la organización Oceana en 2020, se analizaron 39 Áreas Naturales Protegidas de México de las cuales 37 cuentan con territorio marino y dos cuentan con territorio costero. A 29 de estas áreas se les consideró como “de papel”, es decir, que aunque están decretadas en la práctica, no cumplen con las expectativas de buen manejo y conservación.
“El hecho de decretar un Área Natural Protegida es la mitad del trabajo. La otra mitad tiene que ser el seguimiento correspondiente y saber si está funcionando o no. Cuando un Área Natural Protegida no tiene programa de manejo no sabemos si está funcionando. No se puede mejorar si no somos capaces de medir por dónde está fallando”.
Los arrecifes no solo aportan el paisaje de playas con arenas blancas y aguas azul turquesa, sino también son un eslabón importante en el ciclo de vida de varias especies y de ecosistemas marinos. Además, son una gran barrera para reducir el impacto de los huracanes, los cuales serán más severos debido al cambio climático. De la protección de los arrecifes depende el frágil equilibrio de la vida marina, que cada día se ve más amenazado por el calentamiento global. EP
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