“Eran esos tiempos en que los apellidos de los autores latinoamericanos tenían una fuerza extraordinaria. Podíamos descreer de todo, incluso de la literatura en la que nos estábamos metiendo por las puertas laterales, pero no podíamos descreer de esos colosos que defendían nuestros libros con pasión y vehemencia.”
La nueva adaptación de Antonio Skármeta: La película de mi vida
“Eran esos tiempos en que los apellidos de los autores latinoamericanos tenían una fuerza extraordinaria. Podíamos descreer de todo, incluso de la literatura en la que nos estábamos metiendo por las puertas laterales, pero no podíamos descreer de esos colosos que defendían nuestros libros con pasión y vehemencia.”
Texto de Mónica Maristain 15/01/20
Hablar del cine de Antonio Skármeta, el escritor chileno, nacido en Antofagasta en 1940, es sin duda referirse a la película El cartero de Neruda, basada en su libro Ardiente paciencia y que tanto nos marcara en la adolescencia.
Eran esos tiempos en que los apellidos de los autores latinoamericanos tenían una fuerza extraordinaria. Podíamos descreer de todo, incluso de la literatura en la que nos estábamos metiendo por las puertas laterales, pero no podíamos descreer de esos colosos que defendían nuestros libros con pasión y vehemencia.
Hoy, ya de adultos, vemos la vida muy distinta y por supuesto que creemos más en Martin Amis —un escritor inglés— que en un desconocido autor de alguno de nuestros países, probablemente porque como dice Jorge Volpi: “Roberto Bolaño fue el último escritor latinoamericano”.
Decir Latinoamérica como contexto en un mundo global donde las fronteras son cada vez más cerradas, equivale a un sueño roto y hoy vemos país por país, barrio por barrio.
Sin embargo, quedó el legado de todo aquello y una de esas es la película El cartero de Neruda, filmada en Italia, con el título original Il Postino. Fue en 1994 y con ella descubrimos no sólo los grandes poemas de Pablo Neruda (1904-1973), sino la relación que tenía con el cartero que le traía los correos a Isla Negra, en Chile.
La acción se pasó a la Isla de Salina (Italia) y el cartero Mario Ruoppolo estaba interpretado por Massimo Troisi (1953-1994), quien murió poco tiempo antes de que se estrenara la película y se convirtiera en un clásico del cine.
El 4 de junio de 1994, apenas 12 horas después de haber rodado la última escena de su proyecto más ambicioso y comprometido, falleció en la casa de su hermana Annamaria, en Ostia, donde había buscado refugio tras el cansancio de un trabajo exigente que no debería haber enfrentado.
Troisi no solo tuvo que luchar para salir de la pobreza, sino que desde niño debía afrontar descompensaciones cardíacas por un problema en la válvula mitral, una consecuencia que le había dejado la fiebre reumática.
También ha muerto Philippe Noiret (1930-2006), el gran actor francés que hiciera de Pablo Neruda y hoy Maria Grazia Cucinotta (1968), esa mujer que descubríamos en Il Postino, es una señora madura, que mantiene la figura escultural y que siempre será recordada por el papel que le diera el director inglés Michael Radford.
La película ha sido galardonada con más de 25 premios internacionales, incluyendo el Premio David di Donatello al mejor montaje (1994), Premios BAFTA a la mejor película de habla no inglesa, mejor dirección y mejor música (1995), Premio Cóndor de Plata a la mejor película extranjera. Recibió cinco candidaturas al Premio Oscar, pero solamente ganaría una estatuilla en la categoría de mejor banda sonora.
EL CINE ES MI SEGUNDO AMOR
Por supuesto que citamos Il Postino para hablar un poco de Antonio Skármeta, quien ha declarado que “el cine es mi segundo amor”, con varias adaptaciones de sus libros al séptimo arte y otro poco para referirnos al reciente estreno de La película de mi vida, por Netflix, donde el escritor aparece incluso como un actor secundario.
Si viviéramos juntos (1983), Despedida en Berlín (1984) y por supuesto, Ardiente paciencia (antes de que se hiciera Il Postino), que él mismo dirigió, son algunas de las películas basadas en los libros o con guión de Antonio Skarméta, cuya carrera en el séptimo arte comenzó cuando estaba exiliado en Alemania
A la hora de elegir entre literatura y cine, el escritor le respondió al diario U de Chile, “la literatura sin ninguna duda, yo como director de cine quiero mantenerme como un aficionado. La literatura es el campo de mi dominio y ahí puedo expresarme, el cine es mi segundo amor, pero tengo muy claro que mi prioridad es la creación de mundos literarios.
Si no nos van mal los números, La película de mi vida es la décima adaptación de los libros de Antonio Skármeta (no olvidar que están entre ellas El baile de la victoria (2009), de Fernando Trueba y la película No (2012), de Pablo Larraín, con Gael García Bernal en el reparto).
Dirigida por el brasileño Selton Mello (el mismo que dirigió El Mecanismo, destinado a alabar al hoy ministro de justicia Sergio Moro y justificar la detención de Lula Da Silva y de Dilma Rousseff), esta historia es mucho más dulce y poética. Comienza en los ’60, al sur de Brasil, Tony (el joven actor con unos ojos de ensueño, Johnny Massaro, pero muy poco dotado para actuar), la actriz Bruna Linzmeyer (Amor à vida) y el internacional Vincent Cassel, en un filme que no regala sus grandes cualidades actorales.
Decir “tengo a Cassel” es para decir que está ahí, pero el francés —ex esposo de Monica Bellucci— pasa sin pena ni gloria. La historia se basa en el joven que mientras disfruta su despertar sexual, su amor por cine, descubre adonde ha ido su padre amado, que los ha abandonado a él y a su madre.
En el medio una chica que gana los concursos de belleza, la novia primera del actor, un amigo misterioso del padre y las características del amo paterno filial que el director pinta en una fotografía excelente, a cargo de Walter Carvalho.
La película se estira hasta la lágrima y sólo una cosa que no sabemos nos llevará hasta el final: ¿por qué se fue el padre? Hay canciones francesas de la época que nos hacen soportar la espera en una película fallida, sobre todo porque Selton Mello está más apto para seguir los mecanismos del lava jato (la operación de autolavado en su atribulado país) que para adentrarse en personajes tan tremendos como en La película de mi vida.
Puro lugar común en una nostalgia por esa Latinoamérica que ya no está. EP
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