A propósito del Murcikiosco

La moronga es el blog de La Murci y forma parte de los Blogs EP

Texto de 10/01/20

La moronga es el blog de La Murci y forma parte de los Blogs EP

Tiempo de lectura: 3 minutos

Cuando yo era chiquita y mi papá el Conde Drácula* me daba mi domingo, aleteaba hasta la esquina del castillo donde se ponía un kiosco de periódicos. Esto ocurría en México, donde abundan los castillos y donde mi papi, el Conde Drácula, vivió una temporada. El caso es que yo llegaba, le enseñaba al señor del kiosco cuánto me había dado mi papá, y ya me decía si me alcanzaba o no para las publicaciones que había escogido. La verdad es que la oferta no era muy amplia: me compraba mis cómics de Archie, mi Club Nintendo y a veces una Zig Zag, que fue una revista que duró poco tiempo pero que era muy entretenida. A mi papá le llevaba su copia del Proceso y del Excélsior y de allí tomaba la sección de historietas que me entregaba con la misma gravedad como la de quien entrega una rata tomándola, asqueado, por la cola. Pero me encantaba la sección, debo confesar: aún se publicaban aburridos cuadritos de El príncipe valiente, pero también salían de Mandrake el Mago, de Mafalda, de Garfield y de Educando a papá, que era muy divertido. Yo nunca pude educar a papá pero lo cierto es que de esa manera comencé una especie de educación propia. Porque de los cómics y los nintendos pronto me gradué a las secciones de cultura de los periódicos. Y vámonos, de allí pal real; ya hasta me tienen acá, vendiendo libros y publicando inteligentísimas columnas de opinión.

En fin, la cosa es que ha pasado el tiempo y me acuerdo de estas indiscreciones porque, por un lado, parece que ya ni existen las secciones de cultura de los periódicos (y si las hay, la noticia siempre es la misma: no hay presupuesto); todavía existen algunas revistas, algunos periódicos y hasta puestos de periódicos, pero uno se pregunta cómo y para qué. 

¿Cómo? Por necedad pura, sospecho. ¿Para qué? Para vender publicaciones interesantes. Al menos es lo que me digo yo, que este nuevo año abrí las alas, emprendí el vuelo, me uní a los optimistas, ¡y puse un kiosco! Creo que también me da algo de nostalgia, la cuestión de los kioscos. De allí mis memorias de infancia. Y es que los kioscos ya no son lo que eran. O no todos. La verdad no sé. Hay veces que uno se encuentra cosas muy buenas, como vimos cuando fue el furor por las ediciones Gredos baratas. Creo que hasta me compré, no hace mucho, un Oblómov en la edición de la DGP, que también se distribuyó en kioscos. Pero luego uno sospecha que los kioscos sólo venden revistas que ni fu ni fa, aguas Bonafont, cigarros sueltos y hasta esculturas de dinosaurios o Batmans fortachones. Que tienen su encanto, debo decir. 

¡A mí también me dan ganas de vender cigarros sueltos y esculturas de Depredadores! Pero he tenido el cuidado de tener algunas revistas dignas, algunos buenos libros y saldos de editoriales fregonas. Al menos es la tirada, casi que lo acabo de abrir. Ni luz eléctrica tengo. Pero estén atentos a mis redes sociales amiguitos, que allí informo cuándo abro y cuándo no el mentado kiosquito. ¿Dónde está? En la Condesa, en honor a mi papá y a mi tía, la Condesa Sangrienta. En la esquina de Michoacán y Mazatlán. ¿Quién atiende? Alguno de mis zombis, ahí les aviso. Mientras, feliz año nuevo. EP

*Les encargo que no vean la serie que hizo Netflix y la BBC, está bien mala.

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