Bajo la premisa de que “el mercado no sustituye al Estado”, el Plan Nacional de Desarrollo anunció que durante este sexenio el gobierno “recuperará su fortaleza como garante de la soberanía, la estabilidad y el Estado de derecho”, luego de que “durante décadas la élite neoliberal se empeñó en reducir al Estado a un aparato administrativo al servicio de las grandes corporaciones”. La primera muestra de esta nueva visión fue la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México en Texcoco, obra en la que ya se habían invertido 71 mil millones de pesos, tal como informó la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, y que fue abandonada para reiniciar el proyecto desde cero, en una nueva ubicación elegida directamente por el presidente: la base de la Fuerza Aérea de Santa Lucía. Con esta medida se inauguró la nueva política de gasto e inversión pública, así como la nueva estrategia de fomento a la inversión privada; pero, advierte Alejandro Castañeda, director del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México, “la economía es una ciencia, y el problema más serio, para mí, es que el presidente López Obrador ha exhibido desprecio por el conocimiento científico y no acepta una visión distinta a la suya”.

El resultado, dice Castañeda, está a la vista: “Esta decisión generó expectativas muy malas en los mercados, y en términos económicos el año 2019 acabó siendo un desastre, con un crecimiento muy bajo, prácticamente de cero por ciento. La gran mayoría de los indicadores económicos al cierre del año están a la baja y eso en buena parte es producto de que no puedes estar amenazan- do a la inversión privada. Si en el proyecto del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México que se construía en Texcoco había corrupción, pues límpiala, pero no por eso se justifica cancelar la obra. Ese fue el principal error de este gobierno en materia de política eco- nómica”. Además de la cancelación del aeropuerto, el presidente está mandando mensajes de poca certeza a los inversionistas, lo mismo renegociando los con- tratos de gasoductos que cambiando las reglas de los certificados de energías limpias, dice el académico. Esas señales han probado una caída en la inversión privada y, a menor crecimiento, menor recaudación. “El gobierno va a recaudar menos en términos fiscales, y eso va a provocar que cada vez le resulte más difícil cuadrar el presupuesto para atender las necesidades del país”.

En concordancia con lo anterior, el economista Miguel Székely, director del Centro de Estudios Educativos y Sociales, advierte que “es importante ver las cifras arrojadas este año por la economía mexicana, las cuales señalan que prácticamente no hay crecimiento, la inversión y el consumo han decrecido y, debido a ello, prácticamente ningún indicador puede presentarse como satisfactorio. Las mismas cifras nos indican que este mal año para México no ha sido producto del entorno internacional, sino que está íntimamente ligado con las políticas emprendidas por el gobierno del presidente López Obrador”. Székely pone un ejemplo, con fines ilustrativos: “Si bien en el entorno internacional hubo un menor crecimiento que en años anteriores, sigue registrándose un crecimiento económico importante y las bolsas de todo el mundo han subido de principio a fin del año. Pero si ese mismo análisis se hace a la Bolsa Mexicana, se ve que hay un desplome desde que ganó el ahora presi- dente López Obrador, y esto es reflejo de que durante 2019 padecimos de una carencia muy importante de certezas por parte del gobierno. Lo que hemos visto es un gobierno que no puede dar la seguridad suficiente como para que los inversionistas se sientan con la confianza para arriesgar su capital aquí. Lo peor de todo esto es que, aun cuan- do esta caída en la economía ya nos pegó, en el futuro nos va a pegar todavía más, porque cuando un país sufre una desaceleración de este tipo el proceso para regresar a un entorno de crecimiento es lento, en caso de darse, precisamente porque una parte fundamental del crecimiento es la inversión. Aunque el presidente lograra disipar la desconfianza que ha generado y la inversión empezara a crecer hoy, eso no se verá reflejado en nuevos empleos ni en una mejor dinámica económica, sino hasta varios meses después, en el mejor de los casos. Si el 1o de enero de 2020 lograra disiparse el efecto negativo que venimos acarreando de 2019, aun así tardaríamos muchos meses en ver algún indicador positivo. Si consideramos que la mala situación económica no está por cambiar, sino más bien por agudizarse, creo que el escenario no es muy favorable”.

El único aspecto que, en términos económicos, puede y debe reconocérsele al presidente López Obrador en su primer año de gestión es que “ciertamente ha mantenido el equilibrio en las finanzas públicas”, destaca Guillermo Máynez, director de la consultoría Grupo IBC. “En la parte de las finanzas públicas no hemos tenido malos resultados, se ha mantenido la estabilidad en cuanto al manejo macroeconómico y eso es muy valioso. Eso quiere decir que las distintas corrientes ideológicas y de opinión existentes en el país, poco a poco, han ido alcanzando un consenso en torno a que la disciplina económica no es un lujo y que no va en contra del desarrollo, como se decía en algunas izquierdas en otras épocas. Esa estabilidad en la tasa de inflación es un activo muy valioso para la economía nacional y creo que hay que mantenerlo, porque esa estabilidad, que viene de administraciones anteriores, nos ha permitido avanzar mucho como país y crear más clase media. No ha sido suficiente, desde luego, y México arrastra un problema severo de pobreza y desigualdad; pero creo que el gobierno actual ha diagnosticado correctamente que la disciplina fiscal debe mantenerse, a pesar de que, por eso mismo, se le califique ahora como neoliberal”. EP

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