El juez y defensor de los derechos civiles comparte con Ibrain Hernández su trayectoria, reflexiones sobre el poder judicial en EUA y aprendizajes clave de su libro Vision: A Memoir of Blindness and Justice.
David Tatel: la visión de justicia de un juez
El juez y defensor de los derechos civiles comparte con Ibrain Hernández su trayectoria, reflexiones sobre el poder judicial en EUA y aprendizajes clave de su libro Vision: A Memoir of Blindness and Justice.
Texto de Ibrain Hernández Rangel 27/11/24
Por años, David Tatel hizo todo lo posible por ocultar que es una persona ciega. Litigó casos relacionados con la defensa de derecho civiles, a través de organizaciones civiles y despachos privados; llegó a ser juez de uno de los tribunales más importantes de Estados Unidos y no fue hasta su retiro que decidió escribir un libro para compartir su experiencia y denunciar el estado actual del poder judicial de su país. En esta entrevista, el juez Tatel comparte algunas reflexiones sobre su autobiografía y su perspectiva sobre el papel de un juez en una democracia constitucional.
En su libro, Vision: A Memoir of Blindness and Justice, nos habla sobre la influencia que tuvo su padre en usted y su decisión de convertirse en científico. ¿Cómo fue que terminó estudiando Derecho?
En 1959, empecé mis estudios en la Universidad de Michigan y planeaba ser científico como mi padre. Sin embargo, estábamos viviendo un momento sin precedentes en Estados Unidos. Mis años universitarios se empalmaron con los inicios del movimiento por los derechos civiles en el sur y los periódicos estaban llenos de noticias sobre Los Viajeros de la Libertad, las personas afroamericanas sentadas en los mostradores de los restaurantes, las manifestaciones y las golpizas a los trabajadores por los derechos civiles.
La Universidad de Michigan era una institución muy interesante. Había marchas en Ann Arbor y yo estaba fascinado con lo que estaba ocurriendo, especialmente con el papel del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y sus abogados. Después de aproximadamente un año, decidí que, aunque me gustaba mucho la ciencia, realmente quería ser un ciudadano comprometido y aprender sobre el Derecho, así que cambié mi dirección en ese sentido.
¿Cómo describiría el movimiento por los derechos civiles?
En los años 60, los derechos civiles por los que se estaban luchando eran los derechos de los ciudadanos afroamericanos. En esa época, en Estados Unidos, las escuelas estaban segregadas por raza. En gran parte del sur, las personas afroamericanas no podían hospedarse en hoteles ni entrar en restaurantes reservados para personas blancas. Era la continuación de lo que, en ese entonces y durante siglos, llamábamos Jim Crow. Estas eran leyes que requerían discriminación racial o segregación racial en toda la sociedad.
El movimiento por los derechos civiles fue un esfuerzo para proteger los derechos civiles de las personas afroamericanas. Cuando hablo sobre derechos civiles, me refiero a los derechos protegidos por la Constitución, específicamente los establecidos en las Enmiendas 13, 14 y 15, que se agregaron a la Constitución después de la Guerra Civil para proteger los derechos de los esclavos liberados.
La Enmienda 14 establece dos disposiciones importantes: la Cláusula de Igualdad de Protección, que exige que las leyes del gobierno federal y de los estados traten a los ciudadanos de manera igualitaria, y la cláusula del Debido Proceso, que exige que la vida, la libertad o la propiedad no se nieguen sin el debido proceso legal. La Enmienda 15, que quizás sea la más importante, prohibió la discriminación por raza en el derecho al voto.
Eso era lo que se buscaba en los años 60: hacer valer los derechos constitucionales y civiles de las personas negras en Estados Unidos. Desde entonces, estos derechos se han ampliado. Ahora, nuestro movimiento por los derechos civiles protege, primero, los derechos constitucionales y legales de las mujeres, y también los derechos de las personas con discapacidades. De esta manera, nuestro movimiento por los derechos civiles se ha expandido dramáticamente para incluir a muchas otras personas y grupos.
¿Quiénes eran sus modelos a seguir cuando estudiaba Derecho?
En mi libro Vision…, hablo sobre las personas que desempeñan un papel muy importante en mi vida. Pero en ese momento, mis modelos a seguir eran los abogados del Departamento de Justicia, el Fiscal General Robert Kennedy y los abogados principales que dirigían la división de derechos civiles. Estos abogados viajaban al sur, argumentaban casos en los tribunales federales y buscaban proteger los derechos constitucionales, a los trabajadores y manifestantes por los derechos civiles. Eso es lo que yo quería ser y por eso fui a la facultad de Derecho: quería ser un abogado de derechos civiles como ellos.
¿Cómo se convirtió en juez?
Después de graduarme, empecé a trabajar en la firma Hogan Lovells. Estuve allí durante 20 años antes de irme, así que tuve una práctica legal muy satisfactoria en Washington porque representaba a juntas escolares y universidades de todo el país. Después, Bill Clinton fue elegido presidente y me interesaba tal vez un trabajo en derechos civiles en el gobierno, pero no sucedió y yo estaba feliz de seguir trabajando en el sector privado.
Sin embargo, en 1993, el presidente Clinton nombró a Ruth Bather Ginsburg, quien estaba en la Corte de Apelaciones de los Estados Unidos para el circuito de D.C., para la Corte Suprema, lo que creó una vacante. Y por varias razones que explico en el libro, tuve la fortuna de ser seleccionado por el presidente Clinton. En realidad, no estaba buscando un puesto como juez, pero me sentí extremadamente feliz y honrado por el nombramiento.
La Corte de Apelaciones para el circuito de D.C es considerada el segundo tribunal más importante de Estados Unidos ¿Por qué es esto?
En realidad, es uno de los 12 tribunales de circuito regionales, pero como está en Washington y revisa el trabajo del gobierno federal, se le llama “el segundo tribunal más alto de la nación”. Ese es un término no oficial.
Este tribunal resuelve muchos casos relacionados con el gobierno federal que, básicamente, es un tribunal nacional, como la Corte Suprema. Sus casos provienen de todo el país, y el Circuito de D.C. analiza el trabajo de todas las grandes agencias gubernamentales, como la Agencia de Protección Ambiental, la Administración de Alimentos y Medicamentos y la Comisión Federal de Comunicaciones. Por eso, es un tribunal nacional y también ve todos los grandes casos políticos. Así que la gente lo llama el segundo tribunal más importante o más poderoso, pero eso es informal. En realidad, es solo uno de los 13 tribunales de circuito regionales.
¿Por qué decidió escribir un libro sobre su vida? Me pareció interesante descubrir que por muchos años quiso ocultar que usted es una persona ciega.
Cuando era joven y mi vista comenzó a deteriorarse, lo oculté tanto como pude. Incluso, cuando empecé a estudiar Derecho y a ejercer la abogacía, intenté esconderlo lo más posible porque temía que mis oportunidades de empleo se vieran limitadas.
Además, cuando trabajaba en la administración de Jimmy Carter y practicando Derecho, ya no podía ocultarlo porque usaba un bastón, pero no me gustaba hablar mucho al respecto. Durante mis 30 años en el Circuito de D.C., nuevamente, no le di mucha importancia; aún me sentía incómodo hablando de ello. Antes de retirarme, algunos amigos y familiares me animaron a escribir un libro, porque pensaban que mi historia podría ser inspiradora. Aunque no tenía planes de escribir un libro, cuanto más lo pensaba, más me parecía que sería una buena idea.
Así fue como escribí el libro. Realmente lo hice por dos razones: primero, para compartir una historia inspiradora a las personas que estuvieran pasando por lo que yo pasé. Y segundo, para compartir mis puntos de vista sobre la Corte Suprema y los desafíos que enfrenta, basándome en mi experiencia en el tribunal.
El estado actual de la Corte Suprema desempeñó un papel fundamental en su decisión de retirarse, ¿por qué?
Como te había contado, al servir en el Circuito de D.C., tenemos algunos casos al año que llegan a la Corte Suprema, y a lo largo de los años hemos tenido bastantes casos revisados por este tribunal. A veces, la Corte estuvo de acuerdo conmigo, y otras veces no. La mayoría de las veces no me molestaba que la Corte Suprema revocara mis sentencias, porque estaban aplicando las mismas reglas de juicio; simplemente veían el caso de manera diferente, lo cual es su trabajo. Ellos son la Corte Suprema, yo no.
Si interpretaban un estatuto de manera diferente a como yo lo hice o entendían sus precedentes de forma distinta, estaba bien, siempre y cuando su opinión fuera razonable y racional. Pero en los últimos 10 años, más o menos, la Corte Suprema ha abandonado los principios de integridad judicial que son tan importantes para nuestro sistema judicial. Ahora, en mi opinión, las decisiones de la Corte, como las relacionadas con los derechos de voto y el medio ambiente, no son el resultado de un juicio legítimo, sino de decisiones profundamente orientadas por políticas, y eso me incomodaba.
Como juez de un Tribunal de Circuito, estaba obligado a seguir las decisiones de la Corte Suprema, lo cual hice de manera cuidadosa y honesta. Pero eso se ha vuelto más difícil porque tengo muy poco respeto por el razonamiento de la Corte Suprema. Además, seguir esas decisiones afecta negativamente la capacidad de nuestro gobierno para proteger la salud y la seguridad de la ciudadanía estadounidense y para salvaguardar los derechos de voto.
En mi opinión, las sentencias no son suficientemente judiciales y por sus implicaciones, decidí que era momento de retirarme.
Desde su perspectiva, ¿cómo puede un juez ejercer su profesión de manera imparcial e independiente?
La Constitución de los Estados Unidos establece tres ramas separadas de gobierno: la rama ejecutiva, que es el presidente; la rama legislativa, que es el Congreso; y la rama judicial, que son los tribunales. La idea detrás de esto es que existe una tensión entre las tres ramas y eso es lo que protege los derechos individuales: el gobierno no puede actuar por su cuenta. Básicamente, el sistema requiere que las tres ramas trabajen juntas; esto se llama la separación de poderes y los pesos y contrapesos.
Las tres ramas se supervisan y limitan mutuamente. El problema potencial con esto es que la Corte Suprema tiene un poder enorme sobre las otras dos ramas, si decide ejercerlo. Puede declarar leyes inconstitucionales y puede impedir que el gobierno actúe. Entonces, ¿qué previene que los tribunales desequilibren esta separación de poderes y los pesos y contrapesos? Los tribunales, a lo largo de generaciones, han decidido restringirse a sí mismos y limitar sus acciones únicamente a asuntos judiciales. Se han mantenido al margen de la política y las decisiones de política pública, que son el ámbito de las otras dos ramas.
Lo anterior se llama moderación judicial. Los tribunales, por su propia cuenta, han restringido el uso de su poder para proteger la separación de poderes. Y esos principios de moderación judicial son los que esta Corte Suprema ha erosionado tan seriamente en los últimos años. Por eso, la moderación judicial es tan importante: mantiene a los jueces enfocados en la ley y en su función de juzgar y los saca de los asuntos de las otras dos ramas del gobierno, es decir, de la formulación de políticas públicas.
¿Podría hablarnos sobre su regla de los cinco minutos?
Una de las características más importantes, quizás la más importante, de un buen juez es la independencia, la imparcialidad, la capacidad de enfocarse en la ley y dejar de lado cualquier juicio o interés personal que el juez pueda tener.
Existen situaciones en las que los jueces no pueden participar en un caso debido a un conflicto de intereses. El ejemplo más obvio es si se trata de una empresa en la que el juez posee acciones; en ese caso, debe recusarse. También hay muchas situaciones en las que los jueces, debido a sus relaciones familiares y personales, deben abstenerse de participar en un caso, porque no serían percibidos como imparciales.
En realidad, cada juez tiene sus propios criterios sobre cuándo debe abstenerse de revisar un caso y cuándo no. Por supuesto, ha habido mucha publicidad en nuestro país acerca de las abstenciones o la falta de ellas en algunos ministros de la Corte Suprema. En mi caso, como expliqué en el libro, apliqué la “regla de los cinco minutos”; es decir, si tengo que pensar más de cinco minutos sobre la necesidad de abstenerme, me abstengo. Tiendo a optar por la abstención, y cuando tengo dudas, le doy el beneficio de la duda a dicha abstención porque si me preocupa mucho y si tengo que pensarlo demasiado, entonces tal vez otras personas pensarán que no soy imparcial, y por lo tanto, debería abstenerme.
¿Qué papel ha desempeñado su familia y su perro Vixen en su experiencia siendo una persona ciega?
Mi esposa y mis hijos son las personas más importantes en mi vida. Mi esposa ha vivido mi ceguera casi tanto tiempo como yo. Mi familia ha desempeñado un papel muy importante en mi vida, ayudándome a manejar la ceguera.
Además, hace cinco años, obtuve un perro guía: se llama Vixen y es un pastor alemán. Ahora tiene 7 años y me guía a todas partes. En el libro, dedico todo un capítulo a Vixen, “El perro que cambió mi vida”, y realmente lo hizo, porque me da una enorme cantidad de independencia que antes no tenía. Ahora puedo ir solo a lugares donde antes habría tenido que llevar a alguien conmigo. Por ejemplo, ahora puedo ir a mis caminatas o a donde quiera viajar por mí mismo porque es un excelente perro guía.
Antes de Vixen, usaba un bastón para la movilidad. Por cierto, cada año viajo a la Ciudad de México para Navidad y he notado que ustedes tienen en las calles un sistema de marcas en el pavimento que ayudan mucho a las personas que usan bastón de movilidad, porque tienen pequeñas marcas que puedes seguir con el bastón. No tenemos eso en Estados Unidos.
¿Qué le aconsejaría a las y los jóvenes que quieren enfocar su profesión a una cuestión social?
Si regresamos a la pregunta que hiciste sobre mis modelos a seguir, no solo admiro a los jueces o abogados del Departamento de Justicia, sino también a los socios de las grandes firmas de abogacía que sirven a sus clientes comerciales, pero que también entienden que las y los abogados tienen una responsabilidad mayor con el sistema judicial.
Es decir, considero que la responsabilidad del gremio jurídico es asegurarse de que toda la ciudadanía tenga acceso a los tribunales y yo cumplí con esa responsabilidad a través del Comité de Abogados por los Derechos Civiles, que era una organización de derechos civiles con la que trabajé y para la que litigar muchos casos. Pero existen muchas organizaciones diferentes a través de las cuales las y los abogados pueden usar sus habilidades para ayudar a garantizar que el sistema legal funcione. Y esa es la clave: asegurarse de que todas y todos tengan acceso a la ley. El Estado de Derecho depende de los tribunales, pero no funcionará si no todos tienen acceso a ellos. Y las y los abogados tienen una gran responsabilidad para asegurarse de que eso suceda. EP
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