Anuar Jalife Jacobo ensaya sobre la omnipresencia de las voces sintéticas, como la de TikTok, en la vida cotidiana y el espacio público.
Una voz idiota en todas partes
Anuar Jalife Jacobo ensaya sobre la omnipresencia de las voces sintéticas, como la de TikTok, en la vida cotidiana y el espacio público.
Texto de Anuar Jalife Jacobo 25/03/24
Ciudadano espiritual del siglo XX —aunque por tiempo de estadía pertenezco al XXI—, en mi imaginario las máquinas han de poseer una voz metálica, rígida, torpe, seria, cándida a veces. Ese modelo sonoro se fraguó durante mi niñez —época en que la fantasía fija en nosotros algunas imágenes para siempre— con personajes como la esclavizada Robotina; el autómata de Perdidos en el espacio, a quien recordamos por advertir hasta la náusea “Peligro, Will Robinson, peligro”; KITT, el auto increíble, y por supuesto el icónico Terminator, cuya voz humana se tornaba casi inerte gracias al laconismo que le daba la personificación de Arnold Schwarzenegger. Más tarde, aquella idea fue complementada por figuras provenientes de las antípodas, máquinas que adquirían un aura divina y un habla ad hoc: el terrible HAL 9000 de Kubrick, Mother, la computadora maestra que gobierna el Nostromo en Alien o Samantha, encarnada por la aterciopelada voz de Scarlett Johansson. Simbolizadas en los extremos de la criatura y el numen, esas representaciones del hálito computacional se avienen con la realidad: los robots, las computadoras, las inteligencias artificiales son al mismo tiempo artefactos prosaicos y ensueños celestes.
Por ello, quizá, me llena de exasperación y desconfianza esa voz sintética como de Jordi Rosado o de locutor de Exa o de alguien que uno puede imaginar con la mirada vacía que habla en los videos de TikTok convirtiendo textos en audio (Text-to-Speech se llama la función de la plataforma). Es una voz juvenil, un poco nasal, con un timbre vacuamente alegre y una entonación pretendidamente neutra para hablar español, aunque incapaz de respetar acentos, distinguir ascensos o cadencias o de pronunciar la eñe.
A casi 30 años de que Deep Blue derrotara al entonces campeón mundial de ajedrez, Gary Kaspárov, y en una época en la que, como insiste mi amigo Daniel Ayala, amante del noble juego, cualquier teléfono celular es capaz de procesar más información que la célebre supercomputadora, me resulta difícil creer en la legítima torpeza de la inteligencia artificial que genera esa voz. Más genuino era Loquendo, la voz en off que animó infinidad de videos de Youtube y que tenía un sonsonete casi cómico por tan abiertamente desmañado y mecánico. La voz de TikTok, en cambio, bordeando el Uncanny Valley, llega a ser irritante por su falsa naturalidad, por su impostada bonhomía. Mi tesis es que se trata de un caballo de Troya. Se presenta como idiota, pero es ella quien nos idiotiza.
Sorprende que esté por doquier. Allá donde uno vaya, allá se le escucha. Reducidas a prácticas aristocráticas o esnobistas, reaccionarias o arcaizantes, las viejas artes de leer, observar juiciosamente a la gente o contemplar el propio pensamiento han sido desterradas del espacio público. Su lugar lo ocupa ahora la voz idiota. Podrá objetarse que la calle nunca ha estado libre de estridencias. Cierto, pero también es verdad que el silencio era más probable por cuanto dependía de una persona, la impertinente dueña de un radio o una televisión, y no de cada una de las poseedoras de un teléfono celular. Y aun en los casos en que se daba la bulla, una diferencia radical existía entre aquella y la actual. La telenovela o la revista matutina en la antesala de la dentista o en el restaurante, la cumbia o la balada romántica en el taxi o el camión suburbano eran una experiencia colectiva; tortuosa en muchas ocasiones, pero compartida por un grupo casi siempre diverso que encontraba en aquel mundanal ruido un pequeño punto de encuentro con lo otro, un breve hito para la memoria comunal y un signo de su propia época. Yo, por ejemplo, debo agradecer a esa greguería pública, a esa exogamia sonora, el conocimiento de cosas felices e infaustas a las que no hubiera llegado por mí mismo: Galy Galiano y Los Temerarios, algunos juegos de Messi y Ventaneando, La mano peluda y los noticieros de López Dóriga.
En cambio, solemos ignorar a lo que se refiere la voz del TikTok o sus múltiples variantes. Lo que se escucha en el teléfono celular, video, música o lo que sea, se escucha mal fuera de un reducidísimo espacio; no está hecho para ser compartido; como el humo de un cigarro, aísla a la persona que lo escucha y enrarece el ambiente de quienes están cerca. Si a esto añadimos esa costumbre tan salvaje de dejar que un mismo audio se repita en un bucle indefinido, tenemos una experiencia sonora infernal.
No hace mucho regresaba de una feria del libro con un novelón ruso entre las manos, que actualmente se empolva en algún estante, pero que a horas de ser comprado pensaba leer con fruición mientras esperaba la salida de una autobús en la atestada Central del Norte. Para tal cometido, me apropié de forma abusiva de una mesa y una silla en las que bebía sólo un vaso de café. Una mujer que cargaba mayores viandas pasó junto a mí lanzándome un par de miradas indignadas. Más interesado en mi flamante libro que en comportarme como un caballero, decidí ignorarla. La mujer no tuvo más remedio que acodarse en una mesita alta que estaba cerca y disponerse a comer de pie. Sacó sus alimentos de una bolsa de papel, dio un sorbo a un enorme refresco, colocó su teléfono sobre la mesa, como quien adereza una pantalla de cine, y comenzó a ver un video en que se alcanzaba a escuchar a la voz idiota diciendo, con los primeros segundos de Carmina Burana sonando de fondo: “¿Cómo sabe el espejo lo que está atrás del papel? ¿Cómo hace para reflejarlo?”…. “¿Cómo sabe el espejo lo que está atrás del papel? ¿Cómo hace para reflejarlo?”…. “¿Cómo sabe el espejo lo que está atrás del papel? ¿Cómo hace para reflejarlo?” …. “¿Cómo sabe el espejo lo que está atrás del papel? ¿Cómo hace para reflejarlo?”. No me dejó otro remedio que el de cederle mi lugar.
@criissor Cómo el espejo sabe que hay detrás del papel ##sorto##misterio##parati##viral##fyp ♬ suara asli – DYREN
Ciudadano espiritual del siglo XX, imaginé siempre el apocalipsis tecnológico encabezado por una inteligencia cósmica o un ejército de máquinas crueles, es descorazonador que, al final, resulte más bien la tiranía de una voz idiota. EP
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