Aníbal Santiago discute sobre los peligros que pueden derivarse de las acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador tras ser acusado de tener supuestos vínculos con el crimen organizado.
Boca de lobo: Las ocho cabezas de un monstruo llamado Andrés
Aníbal Santiago discute sobre los peligros que pueden derivarse de las acciones del presidente Andrés Manuel López Obrador tras ser acusado de tener supuestos vínculos con el crimen organizado.
Texto de Aníbal Santiago 27/02/24
El New York Times despertó a un monstruo. Según una nota de Natalie Kitroeff, el Gobierno de Estados Unidos investigó el vínculo entre intermediarios de Andrés Manuel López Obrador y cárteles de la droga —el de Sinaloa y los Zetas. La sospecha era que “aliados” al tabasqueño recibieron millones de dólares procedentes del crimen organizado cuando el presidente ya estaba en funciones. Esos “aliados” incluirían a sus hijos.
El caso, aclara el texto, fue desechado por el Gobierno estadounidense y cerrado por falta de pruebas.
La publicación es de una pobreza notable. Sin nombres propios, fechas, documentos, videos, audios, no demuestra nada. Creerle al NYT es un acto de fe. ¿Es mentira lo publicado? No lo sabemos. ¿Es verdad? No lo sabemos. La única conclusión es que las pruebas son nulas.
Sin embargo, el texto encendió la furia de López Obrador. Él pudo decir: “La investigación del NYT es falsa y no contiene una sola prueba”. Punto final, ni una letra más, y los efectos de un texto paupérrimo habrían sido nulos. Partida ganada.
Pero no, el político prefirió ser la caja de resonancia del NYT, mostrarse monstruoso y crear un escándalo del que quizá no se recupere y que podría restar votos a su candidata presidencial.
He aquí la anatomía del monstruo:
1.- El narcisismo. Muestra preocupación obsesiva, excesiva, hasta histérica, por su imagen. En la rueda de prensa del 23 de febrero dijo 19 veces “calumnia” (o sus derivados) pese a que el texto es tan débil que ni siquiera lo calumnia. AMLO sufre un hambre voraz de trascendencia en la historia; es incapaz de un autocontrol emocional que lo contenga de responder erráticamente —con furia, sin control— al cuestionamiento que sea.
2.- El crimen. El presidente reveló el celular de la reportera; o sea, abrió la posibilidad de que sea amenazada y localizada geográficamente. Volvió a Kitroeff blanco de sus adeptos —millones que lo adoran— y que no soportan críticas a su líder. Y también, es muy probable, la volvió enemiga de los cárteles que no soportan ser investigados en su estructura, ilícitos y nexos con el poder.
3.- La negación de la realidad. Andrés Manuel negó que dar a conocer el celular fuese exponer a la periodista (“no pasa absolutamente nada”) y algo más grave: con esa revelación negó un drama nacional: el asesinato de 43 periodistas en su sexenio. Dijo que el homicidio de periodistas “es una cantaleta para estar cuestionando a nuestro Gobierno”. 43 periodistas asesinados son para Andrés Manuel “una cantaleta”. No una tragedia.
4.- La guerra de vísceras. Esta vez no requería adjetivar a los medios críticos que odia. Bastaba un “todo es falso” y ganaba ante la opinión pública. Nadie podía decir que mentía. Pero no, optó por adjetivar: “facciosos”, voceros de “grupos de intereses creados”, “casta divina” y “privilegiada”, “calumniadores”, “intocables”, “desinformadores”, “manipuladores”, medios con “arrogancia y prepotencia”. No podía parar.
5.- La amenaza. A los medios que lo cuestionan los amenazó: “Bájenle una rayita”.
6.- La venganza. El presidente no es ningún distraído; sabía que revelar el celular de la reportera era ponerla en peligro. Por eso, la periodista Jésica Zermeño le preguntó:
—¿Usted no ve ningún error [en esa difusión]? —No, no, no. —¿Volvería a presentar un teléfono privado de uno de nosotros? —Claro, claro, claro, cuando se trata de un asunto en donde está de por medio la dignidad del presidente de México —reafirmó.
Es decir, venganza: ojo por ojo, diente por diente. Y no en la oficina de un sheriff de Arizona en 1857, sino en el Palacio Nacional de México, corazón del poder político. Llevarse así con quienes piensan distinto detona una espiral de violencia e ilegalidad. Su hijo José Ramón denunció el sábado que recibió amenazas en su celular y que su familia está en riesgo. Y el fin de semana siguieron las filtraciones en redes de los celulares de las candidatas presidenciales. Andrés Manuel debe entender que el ojo por ojo no es una inteligente estrategia.
7.- El abuso del poder. No fue suficiente la violencia de la mañanera. Minutos después de que concluyera, comenzó el uso de medios afines y del Servicio Informativo del Sistema Público de Radiodifusión del Estado Mexicano para redoblar el ataque contra los críticos. Usó frases como: “Natalie Kitroeff publicó un reportaje en el NYT en el que acusó falsamente al presidente López Obrador de tener vínculos con el crimen organizado”. Los medios públicos al servicio no de la sociedad, sino de un individuo.
8.- La violación a la ley. En la Constitución existe una ley llamada Ley Federal de Protección de Datos Personales en Posesión de Particulares. Nadie puede hacer públicos datos privados de las personas, como celulares. Pero él defendió su violación a la ley: “Por encima de esa ley está la autoridad moral, la autoridad política”, dijo. Cree estar por encima de la ley. Cuando asumió como presidente no lo creía, y en el Congreso juró guardar la Constitución y las leyes que de ella emanan. Juró en vano. EP
Con el inicio de la pandemia, Este País se volvió un medio 100% digital: todos nuestros contenidos se volvieron libres y abiertos.
Actualmente, México enfrenta retos urgentes que necesitan abordarse en un marco de libertades y respeto. Por ello, te pedimos apoyar nuestro trabajo para seguir abriendo espacios que fomenten el análisis y la crítica. Tu aportación nos permitirá seguir compartiendo contenido independiente y de calidad.