Héctor Cárdenas Rodríguez, embajador en retiro, hace un balance del conflicto suscitado entre Israel y la organización terrorista Hamás, además de reflexionar sobre la posibilidad de un alto al fuego definitivo entre estas fuerzas en pugna.
Esperanza de paz en Medio Oriente
Héctor Cárdenas Rodríguez, embajador en retiro, hace un balance del conflicto suscitado entre Israel y la organización terrorista Hamás, además de reflexionar sobre la posibilidad de un alto al fuego definitivo entre estas fuerzas en pugna.
Texto de Héctor Cárdenas Rodríguez 27/11/23
El presidente Biden no exageró al considerar el atentado terrorista del brazo armado de Hamás como un punto de inflexión no solo a nivel regional, sino global, asociándolo, toda proporción guardada, al ataque terrorista del 11 de septiembre. En efecto, la incursión en territorio israelí de un grupo de terroristas que causaron la muerte de más 1400 ciudadanos israelíes, además de secuestrar alrededor de 200 personas de diversas nacionalidades, fue un acto de provocación inimaginable por parte de Hamás, a sabiendas de que la respuesta del Estado judío sería implacable. El atentado es y ha sido condenable, pero el haber utilizado a la población de la Franja de Gaza como escudo humano es un acto obsceno, criminal e imperdonable.
Hemos visto en las últimas semanas el recrudecimiento de las partes en su cruenta confrontación y las repercusiones que ha suscitado a nivel regional y mundial. Por una parte, se ha condenado el terrorismo del ala armada de Hamás, por la otra, los ataques indiscriminados contra la población civil de la Franja de Gaza por el ejército israelí han despertado la preocupación de la opinión mundial por el alto número de víctimas, el desplazamiento de más de un millón de personas y la destrucción de la infraestructura del enclave.
Es un hecho que tanto Hamás como el gobierno de Netanyahu sostienen posiciones irreconciliables: Israel se propone aniquilar a Hamás, mientras que esta organización intenta emprender todas las acciones necesarias para revivir el interés de la comunidad internacional en el conflicto palestino-israelí, desestabilizar al gobierno de Tel Aviv y desarticular cualquier intención, por parte de los países musulmanes, de reconocer al Estado de Israel.
La intervención militar del Estado judío podría, de prolongarse, acabar con Hamás, cuyo ataque terrorista ha logrado, intencionalmente, colocar de nuevo en la palestra el interés por la causa palestina. Por lo que toca a la anulación del proyecto saudita para lograr el reconocimiento de Israel por parte de los Estados musulmanes, su aplicación es solo cuestión de tiempo.
Por otra parte, la intensidad de la guerra y el escabroso problema de la liberación de los rehenes tomados por Hamás se han convertido en uno de los asuntos de mayor preocupación no solo para Israel, sino para todos los países cuyos nacionales se encuentran entre los secuestrados. Esta situación ha restado simpatía al movimiento terrorista, aun entre los países árabes, al tiempo que ha endurecido la posición israelí por las condiciones impuestas por Hamás para negociar la liberación de los rehenes, a saber: un alto al fuego y la liberación de los palestinos prisioneros en Israel.
Acaba de iniciar el intercambio de prisioneros palestinos por rehenes israelíes, así como una tregua de cuatro días, gracias a los buenos oficios interpuestos por Qatar y Egipto con la dirigencia de Hamás.
Un balance de lo ocurrido en las últimas siete semanas de la lucha entre el Estado de Israel y Hamás contempla los daños que el enfrentamiento ha causado a ambas partes: Israel ha perdido su credibilidad por los ataques indiscriminados contra la población civil y los daños que ha causado a la infraestructura de la Franja de Gaza, sin haber logrado, hasta la fecha destruir al grupo terrorista. Por su parte, Hamás ha sacrificado a su pueblo con más de diez mil muertos y miles de refugiados. Sin embargo, no puede soslayarse la importancia de las negociaciones que se llevan a cabo para lograr un alto al fuego, mismas que abren la puerta a la diplomacia para lograr el fin de las hostilidades y el eventual establecimiento de un Estado palestino.
La historia nos enseña que, después de una gran catástrofe, se puede lograr la paz y el cambio del orden internacional. Es así como, al finalizar la Guerra de los Treinta Años, gracias a los tratados de Westfalia, Europa fue pacificada, lo que dio lugar a la creación del concepto de Estado Nación que prevalece hasta ahora. Por su parte, el fin de la Primera Guerra Mundial propició la desaparición de tres imperios y la creación de la Liga de las Naciones. De igual manera, tras el triunfo de las potencias aliadas en la Segunda Guerra Mundial, se produjo la unificación europea y el sistema de las Naciones Unidas. Desde una perspectiva optimista, subsiste la esperanza de que el fin de la guerra entre Israel y Hamás podría dar lugar a la convocatoria de una conferencia de la ONU para el establecimiento del Estado palestino, hecho que devolvería la paz a la región del Medio Oriente y conllevaría el reconocimiento del mundo musulmán del Estado de Israel. EP
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