Monserrat López revisa algunos casos emblemáticos de violencia de género en México donde el papel de los medios ha sido crucial y qué hace falta para lograr un periodismo con perspectiva de género.
Medios y violencia de género: comunicar sin revictimizar
Monserrat López revisa algunos casos emblemáticos de violencia de género en México donde el papel de los medios ha sido crucial y qué hace falta para lograr un periodismo con perspectiva de género.
Texto de Monserrat López 09/10/23
Hace unos meses se viralizó el feminicidio de Milagros Montserrat, una mujer que fue apuñalada y asesinada mientras caminaba hacia su trabajo en León, Guanajuato. Si bien, el caso en sí mismo es un reflejo de la violencia sistémica de género que las mujeres enfrentamos todos los días en México, también permite visibilizar cómo la cobertura mediática, especialmente en los casos de violencia de género, puede llegar a reproducir sesgos y estereotipos y, en el peor de los casos, ser revictimizante para las afectadas y sus familias.
Lamentablemente, el caso de Milagros Montserrat no es un hecho aislado. En el país, 10 mujeres son asesinadas cada día, mientras que 7 de cada 10 mujeres ha vivido algún tipo de violencia a lo largo de su vida, principalmente en los ámbitos comunitarios y de pareja. Estos datos demuestran que la violencia de género está tan arraigada y presente en nuestra sociedad, que es difícil visibilizarla y darle la importancia que se merece. Es aquí cuando los medios cobran un papel relevante en la comunicación de estos casos, siempre y cuando busquen mantener el delicado equilibrio entre sensibilizar a la población sin caer en contenidos que estigmatizan y revictimizan a las mujeres.
Medios de comunicación y violencia de género
El papel de los medios en los casos de violencia de género es crucial. Incluso existe una sensación generalizada de que su participación desempeña un papel relevante en el esclarecimiento de los delitos que suceden en el país. De acuerdo con la encuesta sobre Percepciones de Impunidad publicada por Impunidad Cero, el 78% de las personas entrevistadas en 2022 estuvo de acuerdo en alguna medida con que la cobertura mediática influye en el esclarecimiento de los delitos en el país.1 Aunque es difícil probar esta causalidad, existen algunos casos emblemáticos que demuestran cómo la presión política derivada de la viralización de casos de violencia de género ha llevado a que las instituciones de justicia le den seguimiento público a estos hechos.
Por un lado, tenemos el caso de Debanhi Escobar, una joven de 18 años que en abril de 2022 desapareció y fue encontrada sin vida en el hotel Nueva Castilla en Escobedo, Nuevo León. Este caso se viralizó rápidamente en redes sociales gracias a la circulación de una fotografía de Debanhi, en la que se encontraba sola de pie en la carretera la madrugada en que desapareció; esto provocó la indignación y movilización de las personas y las autoridades en su búsqueda. Si bien, y sin mucha sorpresa, el caso sigue sin resolverse, derivado de la mediatización de este feminicidio y de las múltiples irregularidades en la investigación, dos fiscales fueron removidos de sus cargos e incluso, meses más tarde, el entonces fiscal de Nuevo León, Gustavo Adolfo Guerrero, presentó su renuncia.
Otro caso emblemático es el feminicidio de Ariadna Fernanda, quién desapareció después de salir con unos amigos en la Ciudad de México y un par de días después fue encontrada asesinada en una carretera del estado de Morelos. El caso atrajo la atención mediática debido a las irregularidades en la investigación por parte de la Fiscalía de Morelos que, a pesar de los aparentes signos de violencia que presentaba su cuerpo, determinó que la causa de muerte fue broncoaspiración por intoxicación etílica. Sin embargo, al atraer el caso, la Fiscalía de la Ciudad de México determinó que la causa de muerte en realidad fue un feminicidio e incluso inició un proceso penal contra el exfiscal de Morelos, Uriel Carmona, quien a la fecha se encuentra vinculado a proceso por el presunto encubrimiento del feminicidio de Ariadna.
Los casos de Debanhi y Ariadna demuestran cómo la viralización de la información, en algunas ocasiones, puede ayudar a que los casos de violencia extrema hacia las mujeres y las investigaciones iniciadas no queden en el olvido y también a crear memoria colectiva y exigir justicia y garantías de no repetición a las autoridades. Sin embargo, si estos casos no son comunicados con sensibilización a los estigmas y estereotipos de género, pueden reproducirlos, teniendo como consecuencia daños para las víctimas y sus familias. En el peor de los casos, una cobertura mediática irresponsable puede llegar a entorpecer las investigaciones, acentuando más aún la impunidad que tanto adolece nuestro país.
Recordemos que la mediatización de los casos de violencia de género no es garantía de que su tratamiento se hará con respecto a la dignidad de las víctimas. Podemos pensar en el caso de Ingrid Escamilla, quién en 2020 fue asesinada por su expareja. En ese momento, las fotografías de la escena del crimen fueron filtradas a la prensa y fueron utilizadas de forma insensible por algunos medios de comunicación, así como viralizadas en redes sociales. Esto inspiró, por un lado, a movimientos feministas a utilizar el hashtag #IngridEscamilla para compartir imágenes, fotografías e ilustraciones para “apagar la narrativa del horror” y reivindicar la memoria de Ingrid. Por otro lado, el caso también ayudó a avanzar en la discusión sobre las consecuencias de la filtración de información por parte de las autoridades. Derivado de esto, en septiembre de este año la Cámara de Senadores aprobó el proyecto de reformas al Código Penal Federal, conocidas como la “Ley Ingrid”, que buscan sancionar la filtración de imágenes, videos, audios, documentos e información relacionadas con una investigación penal en casos de violencia de género.
Regresando al caso de Milagros Montserrat, el video de su asesinato circuló libremente y sin censura por varios días en los medios digitales. Es necesario resaltar que la difusión de este contenido explícito carece de valor informativo: es posible comunicar la gravedad del asesinato y de la violencia extrema sin necesidad de utilizar material explícito y revictimizante. No obstante, ¿cómo garantizar una cobertura mediática que ayude a visibilizar la violencia de género, sin caer en narrativas sensacionalistas y que perpetúen los estereotipos de género?
Hacia un periodismo con perspectiva de género
Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de informar los casos de violencia de género que suceden en el país, garantizando la integridad y la dignidad de las víctimas. Al respecto, distintas organizaciones en la región han desarrollado guías y materiales para ayudar a que la cobertura mediática de feminicidios y otros tipos de violencia de género no sea estigmatizante y no reproduzca sesgos y estereotipos de género.2 Entre las distintas recomendaciones, es necesario destacar tres puntos que pueden ser de gran ayuda para la cobertura mediática de casos de violencia de género por parte de medios de comunicación.
En primer lugar, es necesario evitar difundir información personal de las víctimas. En este sentido, los medios deben buscar resguardar la identidad de las personas afectadas y datos identificatorios como su lugar de residencia, trabajo, nombres de familiares y amigos, redes sociales, entre otra información sensible que pudiera colocarla en una posición de mayor vulnerabilidad. Este punto es particularmente importante cuando hay niñas y adolescentes involucradas.
En segundo lugar, es necesario que los medios eviten a toda costa justificar al agresor, así como los motivos que lo llevaron a cometer el delito, como que la víctima causó ceIos, abandonó el hogar, entre otras situaciones que reproducen los estereotipos de género. Aquí también entra evitar tratar los casos como “delitos pasionales”, pues este tipo de narrativas exculpan al agresor y justifican las agresiones con su estado emocional.
Por último, es crucial evitar difundir imágenes explícitas y detalles excesivos e innecesarios que despierten el morbo de la población. Las coberturas mediáticas sensacionalistas, como la reproducción de imágenes y videos no censurados o sin el consentimiento explícito de las víctimas, no proveen información necesaria ni relevante, minimizan o dejan de lado los efectos negativos que pueden generar en las personas afectadas, apelan a la insensibilidad y deshumanización y denigran la dignidad de las víctimas.
El punto anterior cobra aún más relevancia en la era del “clickbait”, es decir, la práctica a la que recurren diversos medios de comunicación digitales al utilizar encabezados y descripciones sensacionalistas para llamar la atención de los lectores. Esta práctica es tan popular porque permite llevar tráfico a las páginas con contenido publicitario, lo que alimenta el modelo de negocio de diversos medios de comunicación digitales. En este escenario, los medios tienen que ponderar entre recurrir al morbo para vender, o al rigor periodístico y la calidad de los contenidos para sostener sus ganancias. En general, el eje rector en la cobertura mediática de los casos de violencia de género debe ser el cuidar la dignidad de las víctimas y sus familias, tratarlas con respeto y buscar que los contenidos generados no revictimicen aún más a las personas afectadas.
Y nosotras, las personas lectoras y consumidoras de noticias, también tenemos un papel crucial en la mediatización de los casos de violencia de género. Si bien hay situaciones que despiertan nuestra más profunda indignación, debemos evitar consumir y reproducir contenidos estigmatizantes que incitan más a la violencia que a la concientización. Empecemos por reprobar las coberturas revictimizantes y los contenidos explícitos en nuestras redes sociales y exijamos a los medios mayor rigor en comunicar los casos de violencia que tanto nos duelen, sin estigmatizar ni revictimizar. EP
- Impunidad Cero, Percepciones de Impunidad 2023. [↩]
- Entre ellas se encuentran “Un manual urgente para la cobertura de violencia contra las mujeres y feminicidios en México”, desarrollado por ONU Mujeres en la Iniciativa Spotlight, la “Guía para la Cobertura Mediática de Casos de Violencia de Género”, de la Fundación Friedrich Ebert (FES), el Centro de Investigación Para la Acción Femenina (CIPAF) y el Instituto de Género y Familia de la UASD (IGEF) y la “Guía para la cobertura periodística de femicidios y violencia basada en género” desarrollada por ONU Mujeres, Cainfo y la Universidad Católica del Uruguay, con el apoyo de la Embajada de Suiza en Uruguay. [↩]
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