El pasado 4 de junio, Coahuila y Estado de México fueron un laboratorio de experimentación electoral que permitió probar innovaciones rumbo al 2024.
La última prueba
El pasado 4 de junio, Coahuila y Estado de México fueron un laboratorio de experimentación electoral que permitió probar innovaciones rumbo al 2024.
Texto de Yuri G. Beltrán Miranda 19/06/23
Uno de los objetivos centrales de la reforma 2014 fue el de generar un piso mínimo de calidad en los procesos electorales en México. A partir de ese momento habría requisitos técnicos exigibles a documentos, materiales y procedimientos, mismos que garantizarían que el sufragio se emitiera en condiciones óptimas en cualquier parte del país.
En 2023 se cumplieron nueve años de estar implementando esas disposiciones, de manera que todas las entidades llevan –cuando menos– tres elecciones en las que estos nuevos estándares fueron aplicados. Los comicios celebrados en 2023 confirman que el objetivo se cumplió: las elecciones subnacionales en México son de alta calidad.
En efecto, el pasado 4 de junio Coahuila y Estado de México fueron a las urnas. Estos casos son atípicos en el ciclo electoral mexicano, en el sentido de que llevan a cabo sus comicios en el año previo a la elección presidencial. Ese rasgo singular hace que estas entidades sean laboratorios idóneos para probar innovaciones que pudieran ponerse en práctica en el proceso electoral.
En primer término, habría que mencionar que los comicios de ambas entidades pudieron llevarse en paz. A pesar del clima de inseguridad que puede verse en algunas regiones del país, la ciudadanía pudo participar con libertad.
En segundo lugar, es necesario destacar que –a pesar de que mucho estuvo en juego en ambos estados– los resultados fueron aceptados por las candidaturas ganadoras y perdedoras, así como por la opinión pública en general. El Estado de México es la entidad más poblada del país, cuyo listado nominal equivale al de once estados sumados. Coahuila tiene un padrón menor, pero además de su gubernatura estaba en juego su Congreso local.
La tercera perspectiva debería centrarse en las posibilidades de innovación. Como se explicó en una entrega anterior, Coahuila y Estado de México fueron el escenario ideal para probar herramientas que ampliaron la comunidad política para incluir a personas en prisión preventiva o personas con alguna discapacidad que les impidiera asistir a las casillas.
Pero el 4 de junio hubo otras innovaciones con potencial para ser implementadas en la elección federal del 2024. En el Estado de México se utilizaron 164 urnas electrónicas. Algunas máquinas fueron proporcionadas por la autoridad electoral jalisciense y ya habían sido probadas en esa misma entidad. Otras urnas fueron desarrollos del INE que se pilotearon por primera vez.
Los datos al momento sugieren que las urnas electrónicas pudieron usarse sin mayores problemas, tanto en secciones urbanas, como en secciones rurales. Al no estar conectadas a internet, las posibilidades de hackeo remoto de las mismas fueron mínimas. Ambos modelos imprimen una copia física del voto, misma que se deposita en una urna, lo que permite hacer después una verificación física de la coincidencia entre los votos electrónicamente computados y los físicamente hallados en el repositorio.
En el Estado de México fue sorprendente tanto la velocidad con la que las personas pudieron emitir su sufragio electrónico, lo que permitió que la participación en urnas electrónicas fuera superior a la que se registró en casillas tradicionales.
Las urnas electrónicas deben ser sometidas a pruebas y simulacros, a efecto de garantizar que cumplen con el principio fundamental de una persona: un voto. En una de las pruebas finales realizadas a las urnas que implementaría Coahuila, se detectó un error de configuración que podría afectar al voto de las y los representantes de partido. En razón de ello, las urnas previstas fueron sustituidas por boletas electorales, sin provocar afectación alguna a la ciudadanía.
Un cuarto aspecto a considerar en las elecciones de este año tiene que ver con la eficacia de los instrumentos para estimar preliminarmente los resultados. Los conteos rápidos fueron asumidos por el INE y guardan una coincidencia notable con los resultados oficiales que resultaron después de los cómputos.
A su vez, los institutos electorales locales desarrollaron programas de resultados electorales preliminares. El del Estado de México, por ejemplo, arrancó una hora antes de lo previsto y, a pesar de ello, logró captar actas desde sus primeros momentos. El hecho de que la mayor parte de las actas fueron capturadas desde las casillas, sin tener que llevar la copia a centros de transmisión permitió conseguir el PREP más rápido en la historia de la entidad.
Pero quizás el resultado más importante del año previo al del proceso electoral federal sea la demostración de que es posible tener una postelección armónica. No obstante el grado de polarización que en muchos temas se puede verificar en el país, los actores políticos asumieron con responsabilidad los resultados proporcionados por la autoridad electoral y reconocieron a ganadores y vencedores.
De cara al 2024, el dato es esperanzador. La competencia política puede ser dura y contrastante. Sin menoscabo de ello, los actores políticos pueden tener la altura de miras suficiente para reconocer resultados y encauzar cualquier inconformidad a través del derecho y no de la movilización política o mediática.
Hay buenas cuentas. EP
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