Irma Juárez y Fabián Carvallo discuten en este texto sobre la necesidad de que los medios de comunicación aborden el tema del agua y su cuidado; un tema imprescindible en nuestro día a día.
El influjo del agua en los medios de comunicación
Irma Juárez y Fabián Carvallo discuten en este texto sobre la necesidad de que los medios de comunicación aborden el tema del agua y su cuidado; un tema imprescindible en nuestro día a día.
Texto de Irma Juárez González & Fabián Carvallo Vargas 02/06/23
El agua es uno de los elementos naturales más presente en nuestra vida cotidiana, pero, al mismo tiempo, uno de los que tiene menos importancia en la consciencia colectiva. A diario utilizamos varios litros de este líquido para el aseo personal y doméstico. Y bebemos en promedio dos o tres litros para el desarrollo correcto de nuestros procesos vitales.
La Tierra y los seres humanos estamos compuestos en su mayoría de agua, líquido que corre, vibra, alimenta y genera energía para el desarrollo de los procesos bioquímicos de la vida. Probablemente, debido a su amplia presencia y disponibilidad al momento de cubrir nuestras necesidades básicas, pasamos de largo sus cualidades y su valor.
Sin embargo, el agua como recurso prioritario está experimentando un impacto mayúsculo a causa del cambio climático, lo cual involucra a todas las especies de este planeta, entre ellas a nosotros los seres humanos.
Cambio climático y crisis hídrica
A consecuencia de la variabilidad climática y los fenómenos extremos, las predicciones para América Latina y el Caribe sobre la disponibilidad del agua señalan que la mayor afectación ocurrirá en las regiones social y económicamente más vulnerables donde el acceso al agua representa un gran esfuerzo, en absoluto comparable con el privilegio urbano de solo abrir una llave y acceder a este recurso.
El estrés de los sistemas hídricos es el resultado de la desigualdad económica, la urbanización a un ritmo acelerado y la demanda creciente de una mejor gestión del suministro, distribución y reciclaje del agua. Las consecuencias del cambio climático, como los fenómenos hidrometeorológicos que causan las sequías extremas o las lluvias intensas, se suman a esta crisis hídrica.
Es vital una nueva cultura de “adaptación y de “mitigación” encaminada a moderar la vulnerabilidad y los impactos negativos, y es vital aprovechar los aspectos beneficiosos, así como aplicar políticas y acciones para reducir la emisiones contaminantes ante los efectos del cambio climático. A través de la comunicación y la educación de las comunidades, es posible generar cambios profundos y fundamentales que nos ayuden a enfrentar estos desafíos.
Es urgente y necesario acercar a la población al conocimiento de los recursos hídricos a través de una buena comunicación, así como divulgar la investigación científica de una manera tan clara, amplia, objetiva y oportuna como sea posible. La información es un derecho de la sociedad para la toma de decisiones y participación en el cuidado de los recursos naturales.
Miguel Doria, hidrólogo regional del Programa Hidrológico Intergubernamental de la UNESCO, enfatiza que una comunicación adecuada es una fuerza real y es la diferencia para poder alcanzar las metas hacia una seguridad hídrica para las personas y los ecosistemas.
Comunicar y divulgar
Para Helena Rivas, periodista ambiental, abordar el tema del agua en los medios de comunicación ayuda a visibilizar la diversidad de problemas relacionados con este rubro, ya que, según la teoría de la agenda (setting), justamente son los medios los que pueden determinar qué es interesante para la audiencia, bajo el entendido de que lo que se nombra existe en el consciente colectivo.
Comunicar y compartir el conocimiento es solo el primer paso para un cambio de comportamiento. En la medida en que la población tenga presente los problemas del agua y además reconozca que es parte de ellos, su interés podría crecer y su actitud modificarse. El periodista ambiental, señala Rivas, debe promover cambios de actitud y de conductas, aceptables o no socialmente. Contaminar los cuerpos de agua y sobreexplotar los mantos acuíferos deben ser actos cada vez más reprobables, en la misma medida que la sociedad debe, paulatinamente, valorar más este recurso. El gran reto es cómo lograrlo. Los medios de comunicación tienen la responsabilidad de modificar la opinión pública en favor de la resolución de los problemas del agua.
Por desgracia, los discursos tienen poca repercusión para un cambio de hábitos en aquellos que no han experimentado la falta de agua. ¿Cómo lograr que la población sea empática con los problemas y decida, motu proprio, modificar sus actitudes? En consecuencia, los medios de comunicación masiva pueden y deben apostar por:
- Aumentar la atención y la sensibilización del público acerca del tema.
- Proporcionar información precisa, sustentada y relevante sobre el agua y su gestión.
- Impulsar la educación y la cultura del agua.
- Visibilizar los temas para la toma de decisiones en conflictos sobre el agua.
- Recordar que hay nexos entre la deforestación, la sequía y el cambio climático con el fin de motivar a la población a tomar acciones.
- Y, finalmente, aderezar toda la ecuación con humor y arte para lograr que los mensajes penetren en la audiencia a través de experiencias emocionales y estéticas agradables.
Más información, menos sensacionalismo
En este escenario de crisis climática, el ejercicio de comunicar es una responsabilidad social de vital importancia. Es necesario que las narrativas sobre la crisis del agua no se reduzcan a desastres como sequías e inundaciones, sino que se vinculen con temas de género, salud y hambre.
Vale la pena preguntarnos si estamos analizando e informando de manera adecuada sobre los problemas hídricos y ambientales. Y la respuesta no debe ser una sola, sino tan variada como las líneas editoriales de los distintos medios de comunicación.
La buena noticia es que se mencionan y se abordan temas medioambientales cada vez más; la mala noticia es que la mayoría de las veces, esto se hace con un dejo sensacionalista, como si se tratara de un escenario postapocalíptico: cambio climático e inundaciones de ciudades, crisis, guerra y migración por falta de agua, “desastres naturales” provocados por huracanes y sequías, y un largo etcétera.
Dejar de lado el sensacionalismo para dar paso a información veraz, sencilla, fácil de asimilar, con un lenguaje técnico sencillo, podría provocar un cambio de percepción en el público que le permita comprender y dimensionar el problema y, con el tiempo, modificar sus hábitos, tal como sugiere Rivas.
Existen diversos medios que, contra viento y marea, presentan de forma profesional la problemática del agua y del medio ambiente, y marcan el camino para los demás.
El periodismo ambiental promueve la conciencia social sobre los temas que aborda y presenta datos duros, situaciones reales, experiencias de la población, opinión de expertos, la dimensión y el alcance de la problemática, todo ello a partir de información corroborada científicamente. Es necesario que los ciudadanos conozcan los impactos reales al medio ambiente y puedan debatirlos con el fin de exigir políticas públicas, mejorar las existentes e ir creando sinergias a favor de los recursos naturales y su relación con el ser humano.
El problema del agua es muy complejo debido a que se cruzan múltiples elementos, desde los intereses político-económicos, hasta la explosión demográfica imparable. Además, la información suele presentarse de manera sesgada dependiendo del momento político; por ejemplo, antes o durante una elección, o en función de los intereses en la bolsa de valores de algunas empresas, como suele suceder con la industria minera y refresquera.
Es imprescindible mostrar que el agua dulce no es ilimitada y que la explosión demográfica es una realidad. Debemos exhortar a toda la sociedad a tomar acciones contundentes y, sobre todo, a trabajar en conjunto para atender este gran desafío.
Lo que no es ético es amonestar a una parte de la población sobre el necesario ahorro del agua y, al mismo tiempo, permitir que empresas, gobiernos o cualquier otro sector de la sociedad usen este recurso de manera indiscriminada. Las excepciones impiden que la sociedad se comprometa y podamos obtener resultados efectivos.
Hacia nuevas narrativas
Las narrativas o recursos que han probado ser más eficaces para explicar el problema de la escasez de agua y el cambio climático tienen que ver con lograr la empatía de la audiencia: que quien escuche o lea sobre ello se “reconozca” en el otro, en la otredad; es el fenómeno del espejo para volver cercana y personal una problemática.
Las historias reales, sencillas de ser contadas ―aunque sean sumamente complejas― funcionan para lograr este propósito, así como tener muy claro cuál es el público meta y motivar la participación.
Tal parece que si las personas no se sienten cercanas un problema, no lo consideran; si no les afecta directamente, lo dejan pasar. Pero es hora de que los medios logren esa conexión con la población. La palabra y la imagen son poderosas y los medios las tienen que utilizar para conseguir el cambio de interés y acción en favor del agua y el medio ambiente.
Lo más importante es adaptar la narrativa o el recurso de acuerdo con las características del público al que se dirija, para que estos puedan ser efectivos y generar el impacto deseado.
Compartimos algunas de las narrativas sugeridas para lograr el impacto deseado en el tema del agua:
1. Narrativas basadas en datos y estadísticas: utilizar gráficas, infografías y tablas que ilustren la disminución de las reservas de agua dulce. Por ejemplo, la simple imagen de una gota puede ejemplificar la disponibilidad del agua dulce o el indicador de la huella hídrica se puede utilizar para entender los impactos de nuestro consumo.
2. Narrativas de impacto emocional: con imágenes o testimonios de personas que sufren la falta de agua potable o de ríos y lagos que se han secado, lo cual puede servir para generar un impacto emocional y transmitir la urgencia del problema.
3. Narrativas de éxito: contar historias innovadoras, experiencias exitosas y sostenibles para inspirar y motivar; por ejemplo, el programa de “Isla Urbana” o prácticas de agricultura y ganadería sostenible que se inspiren en el libro Patrimonio natural de México, cien casos de éxito de la CONABIO.
4. Soluciones concretas: informar, a través de guías que motiven la acción, sobre cómo reducir el consumo de agua en el hogar o cómo participar en proyectos comunitarios para conservar los recursos hídricos. EP
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