La periodista Mayra Vargas expone la historia de la comunidad de El Mentidero, Jalisco, sobre el grave uso de plaguicidas y cómo comenzó a afectar la salud de jóvenes.
El Mentidero: de la crisis de plaguicidas a la esperanza agroecológica
La periodista Mayra Vargas expone la historia de la comunidad de El Mentidero, Jalisco, sobre el grave uso de plaguicidas y cómo comenzó a afectar la salud de jóvenes.
Texto de Mayra Vargas 25/05/23
“Empezó con los dolores de cabeza terribles, a mí se me partía el alma de verlo, y dije: ‘un dolor de cabeza no te puede ocasionar una parálisis. Mi hijo se empezó a paralizar de la mitad de cuerpo, perdió el conocimiento, no sabía ni cómo se llamaba”. Rosa se derrumbó al recordar los efectos de los plaguicidas en su hijo, que lo llevaron a una grave intoxicación en 2018. Recuerda que los médicos del hospital en el municipio de Autlán de Navarro, Jalisco, al que lo llevó, no sabían lo que tenía.
Esta es la historia de la comunidad de El Mentidero, en el municipio mencionado. La actividad económica principal de la población es la agricultura tradicional con el uso de plaguicidas cerca de escuelas, como en este caso. En este texto se conocerán las afectaciones a la salud en niñas, niños y adolescentes, así como la lucha de esta comunidad, desde 2018 hasta la actualidad, para ver prosperar alternativas de producción libres de químicos, como la agroecología.
Lo que más destaca en este municipio jaliciense es la producción de hortalizas como jitomate y variedades de chile, así como maíz y caña de azúcar; estas plantaciones rodean todo el valle y municipio vecino, El Grullo. En medio de estos dos municipios está la comunidad El Mentidero, que tiene una población de 1 399 habitantes, de acuerdo con datos del Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) en 2021. La comunidad está rodeada por todos lados de parcelas agrícolas.
En esta zona el uso de los plaguicidas es común: investigadores de la Universidad de Guadalajara (UdeG) y del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS Occidente) determinaron en un estudio que los productores del valle de Autlán utilizan al menos 20 sustancias activas en sus cultivos, principalmente cuatro tipos de herbicidas: glifosato, 2,4-D, molinato y picloram.
Las evidencias recientes de intoxicaciones agudas se documentaron en 2018, cuando Felipe Lozano y Aarón Peregrina —investigadores de la UdeG— y Humberto González —investigador del CIESAS Occidente— decidieron tomar muestras de niños y niñas de la comunidad, como parte del proyecto “Causas de insuficiencia renal en niños de preescolar y primaria de la comunidad de El Mentidero”. El objetivo fue conocer si existían padecimientos de insuficiencia renal en un contexto diferente al de Agua Caliente, en el municipio de Poncitlán, donde también se aplicó este estudio.
En los primeros meses de 2018, el muestreo se hizo en 178 niños y niñas de kínder y primaria de El Mentidero, de un rango de edad de tres a doce años. En este primer muestreo se encontraron al menos diez distintos tipos de plaguicidas: glifosato, 2,4-D, molinato picloram, metomilo, emamectina, paration, lambda cihalotrina, malation e imazalil. El 100% presentó en orina cuatro tipos de insecticida y uno de herbicida, mientras que el 97% registró glifosato y molinato en su organismo. Llos demás plaguicidas se presentaron en un menor porcentaje.
En un segundo muestreo a 93 niños y niñas de kínder y primaria de la comunidad, realizado en diciembre de 2018, se identificó la presencia de siete tipos de plaguicidas; el 100% de los niños y niñas presentó seis de las siete sustancias activas y un 70%, el herbicida 2,4-D.
Es importante señalar que, en este segundo muestreo, el 100% de los niños y niñas presentó tres tipos de plaguicidas altamente tóxicos: metomilo, emamectina y paration.
Las intoxicaciones, las reuniones y Monsanto
En 2019, a la toma de muestras de los niños y niñas de la comunidad se sumaron los 53 adolescentes de la telesecundaria Venustiano Carranza de El Mentidero. Esto debido a que las madres de estos jóvenes pidieron a los investigadores universitarios involucrar a sus hijos, pues manifestaban síntomas de intoxicación, como irritación de la piel, ojos y garganta, náuseas, vómitos y diarrea.
“De mis compañeros uno sí sufrió vómito por los pesticidas, porque rociaban entre las 11 am y contaminaban la comida, y yo llegué a sentir dolor de estómago y a veces irritación en los ojos. Hubo unos compañeros que hasta tenían miedo de ir a la escuela por esas cosas, un amigo se asusta cuando van a rociar y unos compañeros faltaban mucho”, comentó Poncho, alumno de la telesecundaria.
En junio de ese año se tuvieron los resultados que arrojaron la presencia de cuatro plaguicidas: glifosato, 2,4-D, molinato y picloram. Los investigadores determinaron en el documento de los resultados que “los pesticidas pudieron haber llegado al cuerpo de estos jóvenes por el aire que respiran, por el agua que beben, por tocarlos, cargarlos o aplicarlos y por el consumo de alimentos contaminados”.
El glifosato aparece en el mercado con nombres comerciales como Faena, Coloso, Sombra y Noble. De acuerdo con la OMS, el nivel de toxicidad de este pesticida está clasificado como ligeramente tóxico; sin embargo, algunos de sus efectos inmediatos y de corto plazo en la salud humana son la irritación de la piel, ojos y garganta, cólicos abdominales, ansiedad, dificultad respiratoria, náuseas, vómitos, diarrea o debilidad.
Por otro lado, los efectos por contacto continuo o frecuente con el glifosato son la probabilidad de contraer cáncer en forma de linfomas o leucemia. Además, es un posible alterador del equilibrio hormonal y puede desencadenar Parkinson.
En marzo de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) evaluó la carcinogenicidad de los insecticidas organofosforados diazinón, malatión y glifosato; los ha reclasificado como “probablemente cancerígenos para los seres humanos” (Grupo 2A).
Una vez que salieron a la luz los resultados de los niños, niñas y adolescentes hubo varias reuniones entre el gobierno municipal de Autlán y diversas instituciones estatales e incluso federales. En una de esas reuniones, Humberto González, investigador del CIESAS Occidente, manifestó la necesidad de dejar de lado el uso de los plaguicidas. “Tenemos que lograr una infancia sin plaguicidas, es decir, que no estén orinando diferentes sustancias que pasaron y circularon por su cuerpo e hicieron un daño que va a repercutir en su desarrollo”, dijo.
De acuerdo con un muestreo realizado por el investigador Luis Manuel Martínez Rivera, estos químicos no solamente se encontraron en la orina de los adolescentes y niños, sino también en el agua potable de la que se abastece la comunidad de El Mentidero. Se encontraron niveles de nitratos rebasan el límite de la NOM-127-SSA1-1994, que es de 10 mg/l (miligramos por litro), además de la presencia de plaguicidas como malatión y glifosato.
“Casi siete muestras de las diez traen concentraciones altas de nitratos, una llegó hasta quince, entonces tan solo nitratos representan un riesgo de toxicidad y el efecto más fuerte es en niños. También mandamos con el doctor Aarón Peregrina el análisis para plaguicidas y en El Mentidero encontramos malatión y el glifosato, el malatión estuvo presente en tres muestras y el glifosato en siete muestras y con concentraciones más o menos altas y esto representa un riesgo de salud”, explicó el investigador.
A pesar de ello, las diversas instituciones, entre ellas el gobierno municipal de Autlán, lejos de buscar una alternativa menos tóxica de producción en el campo, en noviembre de 2019 se vincularon con la Asociación Civil Protección de Cultivos, Ciencia y Tecnología (PROCCYT A.C) que “busca la consolidación de la industria de agroquímicos en México”, de acuerdo con la descripción en su sitio web y cuyo representante buscó desmentir que el glifosato estuviera afectando la salud de los niños y adolescentes.
Uno de los capacitadores de PROCCYT A.C se reunió con agricultores de la región para explicarles el uso menos riesgoso de los plaguicidas, y aprovechó para desacreditar la investigación científica de la UdeG y el CIESAS Occidente.
“Es que el glifosato es el ingrediente activo que más se usa en el mundo. Se sintetiza y se desintegra. No es posible, la única forma, yo no estoy diciendo que igual y no pasó, la única forma de que pasara eso, es que antes de hacer el estudio, hubiese dado el investigador un vasito a cada chamaco: ‘tómenselo, pasa una hora, todos a orinar y todos muestran’, esa es la única forma”, dijo el capacitador durante su charla con productores de Autlán y municipios vecinos.
Con el tiempo se supo que esta autodenominada asociación civil forma parte de la red CropLife Latin America, organización gremial internacional que representa a la industria de la ciencia de los cultivos, con una red de 25 asociaciones en 18 países. Entre las compañías miembros de CropLife, se encuentra Bayer, que adquirió a Monsanto en junio de 2018.
La esperanza en la agroecología
Pasaron dos años para que la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco emitiera finalmente la recomendación 141 en agosto de 2021, en la que se detalla que fueron seis las autoridades y dependencias estatales que incurrieron en la violación de normas, reglamentos o actuaron de manera negligente, lo que derivó en la vulneración del derecho a un medio ambiente sano y propicio para el desarrollo y bienestar de las niñas, niños y jóvenes de Jalisco.
Lo que en 2018 se veía como algo imposible, en 2022 se convirtió en realidad. Después de las peticiones de las madres de familia, las quejas de los estudiantes de las escuelas, la presión de investigadores universitarios, se impulsó un proyecto de reconfiguración agroecológica en la comunidad de El Mentidero.
Así se llegó al 18 de julio de 2022, un día importante para la comunidad, que ha luchado para gozar del derecho humano a la salud y al medio ambiente sano.
El ejido La Tuna de El Mentidero entregó en comodato al municipio de Autlán dos hectáreas de terreno durante tres años para desarrollar un proyecto. Ese espacio que afectó a los niños, niñas y adolescentes con la aplicación de plaguicidas, ahora se convirtió en un espacio de reconfiguración agroecológica.
Rodolfo González Figueroa, pionero de la agroecología en la región, principalmente en el municipio vecino de El Limón, Jalisco y quien acompaña la ejecución de gran parte del proyecto, está a cargo de la planeación, implementación y desarrollo de los huertos escolares, tanto en el kinder, en la primaria y los que están en la telesecundaria, así como los huertos medicinales de la comunidad.
“Es un proyecto interinstitucional y transdisciplinario, donde participan la Universidad de Guadalajara, el Conacyt y el CIESAS Occidente, así como la comunidad de El Mentidero. Este proyecto intenta revertir el daño ocasionado en las infancias por el uso de plaguicidas”, comentó Rodolfo González Figueroa, quien acompaña de forma operativa este proceso con las infancias.
Por su parte, las madres de familia, que fueron parte esencial de esta lucha, comentaron sentirse escuchadas y felices de este proyecto de reconfiguración agroecológica. “La verdad me siento escuchada, es como una pequeña victoria, al menos se hizo justicia en respetar el área de los niños. Siento que la lucha fue lenta y difícil, pero al final se están dando frutos”, dijo Gisela, otra de las madres de familia sobre este proyecto.
“Los niños van a aprender y a tener otra idea y otro concepto de la agricultura, otras formas de trabajar sin dañarse tanto, entonces una nueva educación y concepto, maneras de trabajar y pues sí que está muy bien eso”, compartió Karla, otra de las madres de familia.
El caso particular de El Mentidero es un paso simbólico para la agroecología en esta región de Jalisco, por lo que se considera una victoria.
“El hecho de que una parcela ya no tenga pesticidas, y sea ahora manejada de forma agroecológica es una victoria, por supuesto. Y más porque se da en una comunidad donde se revelaron los daños que los pesticidas le hacen a los niños”, señaló González Figueroa. Aunque se trata de un proyecto de tres años, tanto Rodolfo como las madres de familia, sus hijos e hijas y la comunidad en general, esperan que la agroecología se vuelva un estilo de vida, no solamente de El Mentidero, sino del municipio de Autlán, del resto de la región, Jalisco y México. EP
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