Boca de lobo: El presidente dio un patadón al tablero

Aníbal Santiago escribe sobre el presidente y la nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

Texto de 24/04/23

Aníbal Santiago escribe sobre el presidente y la nueva presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

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Creamos que el presidente que hasta hace ocho meses había emitido en sus mañaneras 67 mil mentiras, el viernes sí declaró una verdad: la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), Norma Piña, tentó con la siguiente pregunta a la titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez: “¿Cómo te quejas, si tú vas a manejar la Guardia Nacional?”. 

Creamos por esta vez al presidente —gurú de la mentira según el cotejo dato por dato de las mañaneras que hace el Centro de Análisis Spin— y pensemos, aunque hasta hoy no haya prueba alguna, que durante un desayuno la ministra le mostró los deliciosos chilaquiles del poder a la secretaria de Estado para que les diera un mordisco, ambicionara ser más influyente y rechazara la exigencia presidencial de militarizar a la Guardia Nacional, de militarizar todavía más a México.

Creamos esta vez al presidente, por favor: la ministra hizo politiquería vil, canalla, porque responde al lado oscuro. Pues bien, nuestro primer mandatario, tan tramposo pero certero ajedrecista, no respondió con reina, alfil y caballo para dar jaque mate con un Gambito Budapest -o un simple jaque- a la ministra Piña. No, dio una patada al tablero y abandonó furioso la partida porque la movida en su contra fue magistral. “Ni les contesten el teléfono, ¡ni les contesten ni el teléfono!”, repitió gritando en rueda de prensa con los ojos inyectados de odio y agitando su dedo índice como un maestro autoritario que resuelve las sublevaciones a reglazos. Se me quedan sentaditos, niños desgraciados.

¿A quiénes les pidió ni contestar el teléfono? A la secretaria Rodríguez y a su secretario de Gobernación, “El mayordomo”, como lo apodan a Adán Augusto López no porque lo parezca (es alto, fornido y silencioso) sino porque es el sirviente principal de la casa presidencial, un sujeto incapaz de pensar, hablar, actuar, con una partícula de autonomía.

Pero ese no es el asunto. El asunto es que Andrés Manuel, master de la rentabilidad política moviendo piezas, planeando estrategias y siempre anticipando al rival, esta vez pateó el tablero.

Como nunca, se enojó e hizo volar las piezas blancas y negras por los aires, y aunque un peón golpeó la cara de su adversaria, Norma Piña, no la lastimó.  El maestro de la estrategia está rabioso porque no controla a la SCJN, y eso le provoca perder su control emocional. 

Hay un problema grave: la rival en ese duelo de ajedrez destruido con su patadón no es Loret de Mola, Claudio X González, Lilly Téllez o el actor Joaquín Cosío “El Cochiloco”. La rival es la ministra presidente de la Suprema Corte, a la que ya le declaró la guerra. 

Sin una sola prueba más que su única arma, la lengua, a la jueza Piña la ha calificado de protectora de delincuentes, encubridora de corruptos, solapadora de políticos siniestros. Siempre con gritos, manotazos, ceños fruncidos. La ministra que desde el inicio de su mandato se negó a ponerse de pie para recibir entre aplausos al mandatario, mantiene su perfil bajo y una sonrisita apacible. Siempre está tranquila. La espada que esgrime son sus argumentos y una mano alzada que vota. Ya le ganó al presidente dos partidas: una, la suspensión del Plan B contra el Instituto Nacional Electoral; y dos, la negativa de que la Secretaría de la Defensa Nacional gobierne a la Guardia Nacional.

Con el 2-0 en contra, el presidente perdió las formas, la clase y los estribos ante el personaje menos indicado, la persona más poderosa de México después de él. Debería tener cuidado: no le va a procurar demasiadas ganancias la patada al tablero frente a semejante rival. EP

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