A poco tiempo de que termine el periodo legislativo, la regulación del cannabis en México sigue pendiente. Mariana Sevilla reflexiona al respecto.
Cadena de oración por la marihuana
A poco tiempo de que termine el periodo legislativo, la regulación del cannabis en México sigue pendiente. Mariana Sevilla reflexiona al respecto.
Texto de Mariana Sevilla 20/04/23
Cuando el presidente estaba en campaña, muchos escuchamos “abrazos no balazos” y pensamos: “¡Por fin! Es alguien que entiende”. Quisimos acompañar el proceso y algunos nos organizamos; es el caso de Regulación por la Paz, una coalición de organizaciones de sociedad civil, personas usuarias de sustancias, defensores de derechos humanos, especialistas, organizaciones de reducción de daños y pacientes cannábicos.
Cuando se publicó el Plan Nacional de Desarrollo donde se proponía el “fin de la guerra contra las drogas.” Algunos lo interpretamos como la posibilidad de un cambio legislativo y nos abocamos a que este proceso tuviera una perspectiva de derechos y abonara a resarcir los daños de la prohibición.
Cuando se menciona en la Estrategia Nacional de Seguridad Pública que “la estrategia prohibicionista es ya insostenible, no sólo por la violencia que ha generado sino por sus malos resultados en materia de salud pública: en la mayoría de los países en los que ha sido aplicada, esa estrategia no se ha traducido en una reducción del consumo”, nadie imaginó que la propuesta era una campaña antidrogas que únicamente promueve la abstinencia.
Cuando se nombró al Dr. Gady Zabicky Sirot como Comisionado Nacional contra las Adicciones —con una extensa experiencia en la materia: lleva décadas promoviendo la regulación y una perspectiva de reducción de riesgos y daños— celebramos que esa comisión estuviera en manos de un experto progresista.
Cuando la ministra, senadora y secretaria de gobernación Olga Sánchez Cordero impulsó una iniciativa de cannabis y el subsecuente proceso, miles nos citamos en los numerosos parlamentos abiertos, foros y cafés temáticos.
Cuando la iniciativa de cannabis se aprobó en ambas cámaras, festejamos los avances logrados. “Prohibido prohibir”, “Hay que confiar en las personas”: declaraba el Presidente.
Cuando se congeló la iniciativa de cannabis en el Senado, nos consolamos a sabiendas de que los amparos, que habían alcanzado jurisprudencia y habían sido atraídos por el Ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, nos reconocían como sujetos de derechos.
Cuando se hizo la Declaratoria General de Inconstitucionalidad de la prohibición de la marihuana, más de 10 mil personas usuarias nos acercamos al Estado pidiendo una autorización para ejercer nuestros derechos y poder autocultivar nuestras plantas.
No sé qué pueda escribir que logre convencer a los legisladores para que avancen en la regulación de la cannabis cuando el presidente, en la conferencia mañanera y de manera infundada, sugiere que la marihuana es la puerta de entrada al fentanilo.
Qué se dice cuando luego agrega que está en contra de la regulación de la naloxona que revierte el efecto del fentanilo, salva vidas. En Estados Unidos esperaron a que hubiera más de 500 mil muertos para aprobar su venta sin receta hace un par de semanas.
Cómo le explico al presidente que tiene razón al decir que el gobierno estadounidense es hipócrita, pero no porque la NBA (National Basketball Association) ya no pida antidoping de marihuana (que no ayuda al rendimiento deportivo) sino porque ha utilizado a la guerra contra las drogas para intervenir en otros países y para encarcelar de manera desproporcionada a negros y a latinos en el suyo.
Sí, son hipócritas los legisladores republicanos y demócratas. No le hacen caso a la población que afirman representar, que en su mayoría está a favor de la regulación y que durante las últimas tres décadas ha avanzado con iniciativas ciudadanas en más de la mitad de su territorio para legalizar la marihuana.
Cómo le explico que la marihuana es más bien puerta de entrada al autocultivo y a la defensa de los derechos. Y que no hay política más racista y clasista que la prohibición.
Intuyo que personas de su confianza se lo han intentado explicar. Me imagino al presidente Gustavo Petro Urrego de Colombia o al expresidente José Mujica de Uruguay explicando la importancia de avanzar en esta materia. También a Alejando Encinas, que incluso publicó un libro al respecto.
A mi corazoncito chairo en completa negación le parece más probable pensar que quien ejerce presión es el gobierno estadounidense, que también presionó al general Lázaro Cárdenas cuando intentó regular el acceso a las drogas en 1940.
Qué puedo articular en estas líneas que cambie la forma de pensar del presidente o que anime a los legisladores cuando las rutas legislativa y judicial, la protesta social, los plantones y la opinión pública favorable no han sido suficientes.
Concluyo que se necesita un milagro. Saquen los cirios, el copal, alcemos las manos en las cuatro direcciones, dirijamos la intención de nuestros corazones a cambiar los suyos.
Actualmente hay una iniciativa de cannabis en el Senado promovida por Olga Sánchez Cordero y por Ricardo Monreal. Se discute su impulso para reiniciar el proceso legislativo. Está también la minuta congelada que podría aprobarse de una vez y otra propuesta: que la naloxona se pueda adquirir en las farmacias del país sin prescripción médica, la cual podría prevenir que haya una pandemia de sobredosis aquí también.
Como necesitamos un milagro, propongo esta cadena de oración. Si después de encomendarse a su santo predilecto tienen oportunidad, este es el momento para hacer oír nuestras voces. El periodo legislativo termina a final de mes y durante el próximo muchos legisladores pedirán licencia para sus candidaturas. EP
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