Dos continentes olvidados: Europa y Asia: Las relaciones con Japón

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2023.

Texto de 08/02/23

El grupo México en el Mundo presenta una serie de textos que abordan los desafíos para la política exterior de México en 2023.

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Las relaciones de México con Japón iniciaron en 1888, hace 140 años. Fue el primer país de Asia-Pacífico con el que México estableció relaciones diplomáticas. En esa época, Japón pasaba por un momento de intensa modernización económica que, posteriormente, la pondría a la par de las potencias occidentales. Pero años antes, igual que otros países asiáticos, había sido forzada a aceptar tratados desiguales con esas potencias, que limitaban severamente su soberanía en materia de comercio exterior, y otorgaban inmunidad a los extranjeros que cometiesen delitos dentro de su propio territorio.

Para liberarse de esos tratados desiguales, Japón necesitaba ser reconocido como igual por otro Estado. Los japoneses se acercaron a México, otro país que también había batallado durante el siglo XIX para que las potencias occidentales le dieran un trato digno y respetuoso. Nuestro representante en Washington, Matías Romero, negoció con su contraparte japonesa un tratado de amistad, comercio y navegación en términos de igualdad y estricta reciprocidad. Con ese antecedente, Japón renegoció todos sus tratados desiguales, fortaleció su soberanía y aceleró su industrialización. Esta historia es recordada con gratitud por parte de los altos funcionarios, dirigentes políticos y empresariales japoneses. Selló una relación de amistad real, de mutuo beneficio entre los dos países, que solo se interrumpió durante la Segunda Guerra Mundial.

Actualmente, Japón se mantiene como la tercera economía más grande del mundo y la segunda de Asia, solo después de Estados Unidos y de China. Es una potencia científica, industrial, tecnológica y comercial. También es una potencia militar, con la tercera flota más grande en el Pacífico, aunque, como resultado de la Segunda Guerra Mundial, mantiene una alianza militar y estratégica con Estados Unidos, país que conserva bases militares en el territorio japonés.

México y Japón son aliados comerciales desde 2004, cuando concretaron un Acuerdo de Asociación Económica (AAE) que liberalizó la inversión y el comercio. El AAE consolidó a Japón como uno de los principales socios comerciales de México (el quinto en 2022, después de Estados Unidos, China, Canadá y la Unión Europea), y el principal país inversionista de la región asiática. Las inversiones japonesas en México en los sectores automotriz, de autopartes y aeroespacial, entre otros, son vitales para la economía mexicana. México es el principal socio comercial y destino de inversión de Japón en Latinoamérica. 

Pero la relación dista de haber alcanzado todo su potencial. Necesita actualizarse para que ambos países aprovechen las nuevas oportunidades que se están generando por los cambios en la geopolítica mundial. Japón mira con creciente desconfianza a China y está reafirmando su alianza estratégica con Estados Unidos. Es su aliado más importante en Asia. Está decidido a consolidar una alianza estratégica que, además de la superpotencia, incluya a países como Australia y la India. Pero también necesita reafirmar su presencia en países del continente americano para evitar verse desplazado por completo por China y, en menor medida, por otros países asiáticos, como Corea del Sur y Singapur. México vuelve a surgir en su radar como un socio altamente atractivo.

El reacomodo internacional entre China y Estados Unidos abre enormes oportunidades para que las empresas japonesas redirijan gran parte de sus inversiones en China, pero destinadas al mercado norteamericano, hacia la región de América del Norte. Las oportunidades que el llamado nearshoring representa para México solo se materializarán si nuestro país relanza sus relaciones bilaterales con Japón y otros países asiáticos.

En ese sentido, preocupa que desde que Shinzo Abe visitó México en 2014, hace casi 9 años, ningún primer ministro japonés ha regresado al país. El presidente Andrés Manuel López Obrador tampoco ha visitado al país del sol naciente. Dada la ausencia del Presidente mexicano de las cumbres del G-20 y de las Naciones Unidas, en el último lustro no ha habido un diálogo político al más alto nivel. La relación con Japón podría convertirse en otra víctima del inmovilismo del gobierno mexicano de los últimos años.

México y Japón deberían abrir un espacio en 2023 para estudiar la forma de relanzar sus relaciones bilaterales en todos los campos. Deben actualizar los términos de su alianza económica y potenciar sus contactos políticos, académicos y culturales, para buscar impactos en el corto, mediano y largo plazo. De otra forma, ambos países perderán oportunidades importantes. EP

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