La polarización es un fenómeno que ha ido aumentando en los últimos años. En este artículo, Yuri G. Beltrán indaga en la relación que guarda la polarización con el campo electoral y analiza cuatro casos en América.
Polarización y elecciones
La polarización es un fenómeno que ha ido aumentando en los últimos años. En este artículo, Yuri G. Beltrán indaga en la relación que guarda la polarización con el campo electoral y analiza cuatro casos en América.
Texto de Yuri G. Beltrán Miranda 21/12/22
La tercera oleada democratizadora en América Latina no logró incrementar los grados de satisfacción ciudadana. Por el contrario, un número creciente de ciudadanos se siente insatisfecho con los productos tangibles e intangibles del régimen. No es casual que los niveles de apoyo a la democracia vayan a la baja.
En ese contexto, vale la pena cuestionarse el papel de la polarización como fenómeno que se multiplica en la región y fuera de ella. Cada vez con mayor frecuencia es posible identificar líderes políticos que se valen de discursos altamente polarizantes para conseguir adeptos hacia sus políticas.
Las líneas siguientes discuten los efectos de la polarización en un aspecto específico: las posibilidades de modificar las reglas electorales.
Polarización
A nadie debe espantar la idea de que en política haya polos. Pensamos en forma desigual las cuestiones públicas porque ocupamos distintos lugares en la sociedad y perseguimos intereses diversos. Además, en términos de política pública no hay recetas “buenas y malas”. Los individuos pensamos de manera diferente la gravedad de los problemas y las soluciones para enfrentarlos.
De hecho, Dahl (1999) recogía a esa capacidad de expresar preferencias diversas como una condición necesaria para las democracias imperfectas de nuestro tiempo, las poliarquías. Los regímenes democráticos tienen ese atributo distintivo, las divergencias se pueden expresar sin discriminación. Todas contribuyen al debate público.
Pero la ciencia política ha identificado un fenómeno específico que debe distinguirse de la heterogeneidad democrática arriba señalada. La “polarización” divide a la sociedad en dos grupos distintos. En las comunidades polarizadas no hay espacio para las posiciones intermedias. Las opciones se vuelven mutuamente excluyentes, de manera que, si se prefiere la política pública X, automáticamente se está renunciando a la política pública Y. En estos contextos, tampoco hay margen para idear políticas intermedias Z, toda vez que artificialmente se han generado dos y sólo dos polos.
Para las y los lectores de este artículo resultará evidente que el mundo se ha vuelto más polarizado en los últimos años. Cada vez con mayor frecuencia es posible ver sociedades verdaderamente divididas.
El proyecto Varieties of Democracy (V-Dem) sistematiza variables democráticas a nivel mundial y las integra en índices compuestos. Una de esas variables es la percepción de polarización política, entendida como la percepción mayoritaria sobre el grado de polarización (4= muy polarizado, 0 = nada polarizado). Como se podrá ver a continuación, los datos confirman la suposición. Desde hace tres décadas el mundo ha ido incrementando sus niveles de polarización política, aunque desde el 2018 este fenómeno crece a mayor velocidad en el continente que en el resto del planeta.
Ahora bien, el hecho de que las sociedades tengan puntos de vista divergentes en torno a temas no significa necesariamente que estén polarizadas. De ahí la importancia del concepto de “brecha política” que la literatura política ha adoptado del campo de la economía para explicar “el proceso de agudización de los antagonismos y de fractura de los ciudadanos de un país en dos grandes partidos (en los sistemas bipartidistas) o en dos grandes frentes […] en virtud del cual los votantes de un determinado partido, o bloque, no solo rechazan votar al partido o a los partidos opuestos sino que, además, perciben a sus líderes, y a sus votantes, con animadversión y desconfianza y tienen impresiones falsas sobre las creencias y opiniones de los votantes de estos partidos a los que consideran adversarios” (Crespo et al. 2021). Lo relevante del concepto no está en la contraposición de opciones políticas, sino en la falsedad de las suposiciones de los unos sobre los otros. Hay elementos que natural o deliberadamente confunden a las personas y los llevan a tomar decisiones malinformadas.
Tres son los elementos de estas brechas políticas:
- En su expresión más suave, la brecha política se manifiesta en un antagonismo partidista, según el cual habrá electores que jamás votarían por un partido, pues perciben a sus propuestas, dirigentes y militancia como antagónicos. Estudios en la materia revelan que –en ocasiones– la percepción sobre la diferencia que separa las propuestas del partido adversario de las propias es más grande que la diferencia real.
- Si, por un lado, el antagonismo partidista se refiere exclusivamente a la disposición de dar o no el voto al partido adversario, por otro lado, la brecha de percepción se refiere a suposiciones equivocadas sobre las personas, su naturaleza y sus intenciones. La distancia real en los posicionamientos de los distintos electorados no es tan relevante como la distancia en cómo éstos se perciben mutuamente (Crespo et al. 2021). Llama la atención que la manera de entender a “los otros”, sus preferencias y sus motivaciones pueda estar tan distorsionada. El discurso político estigmatizador y las redes sociales han jugado aquí un papel relevante en la desconfiguración de la realidad.
- En el tercer nivel nos encontramos propiamente en una brecha de polarización, que necesariamente implica la división de la ciudadanía en dos conjuntos o dos polos, entendidos en un doble sentido. Por un lado, la división que resulta de generar ideologías contrapuestas e indisolubles. Por el otro lado –y éste es el realmente preocupante– la polarización afectiva que genera rechazo y animadversión no sólo a las políticas propuestas por el grupo contrario, sino a las personas en sí mismas. Se desconfía de ellas, lo que impide cualquier punto de acuerdo.
Polarización afectiva
Mariano Torcal (Torcal y Cornellas 2022) es, quizás, el estudioso de lengua hispana que más ha trabajado en temas de polarización afectiva. La describe a partir de identidades que pueden existir en una sociedad y que se rigen por la lógica de la pertenencia y la exaltación del conflicto que generan. Debe diferenciarse de otras divisiones, en el sentido de que no necesariamente proviene de un distanciamiento ideológico importante, sino de la segmentación de la sociedad en grupos religiosos, raciales, o bien deliberadamente segmentados a través del discurso político.
Es importante aquí cómo se configuran los grupos. Para que la polarización afectiva ocurra es necesario que se generen lazos emocionales con la comunidad de pertenencia y ésta se distinga de otras alternativas. Se requiere que una y otra estén en competencia en la realidad o en el imaginario social.
A diferencia de otras posibilidades, la polarización afectiva debe preocupar porque puede producir resultados subóptimos, o bien vulnerar valores de la democracia liberal.
Se prenden focos de alarma cuando los sistemas electorales o de partidos no han generado cauces suficientes para expresar la polaridad afectiva, en cuyo caso ésta se puede trasladar hacia la movilización o la violencia.
También hay problemas cuando un grupo niega legitimidad a los rivales, o bien cuando el antagonismo por el grupo rival se pone por encima de elementos necesarios del liberalismo, como el diálogo y el respeto por los demás (Freidenberg 2022).
Polarización y reforma electoral
No es novedoso que los partidos o gobiernos busquen cambiar las reglas del juego electoral. Si se considera que los primeros son “maximizadores de votos”, su preocupación está en conseguir aquellos arreglos normativos que les generen mayorías congresionales más numerosas y por el mayor número de tiempo.
La política comparada ha distinguido algunos elementos que pudieran anticipar cambios en las reglas electorales:
- Cuando la ganancia esperada de la regla modificada es muy superior al rendimiento de las reglas presentes.
- Cuando las oposiciones ganan fuerza suficiente para poner en riesgo la estabilidad democrática y se tienen que proponer nuevos arreglos que den mayor pluralidad al sistema.
- Cuando los partidos en el poder ven riesgos en sus ganancias futuras y pretenden cerrar las puertas a las oposiciones.
- Cuando se conoce algún nuevo esquema electoral adoptado en el exterior y que pudiera incrementar las ganancias electorales dentro del sistema político.
- Cuando surgen apoyos ciudadanos hacia reformas que en el pasado hubieran resultado indeseables.
En este último grupo se inscriben aquellas reformas que pudieran requerir de agentes polarizadores que generen el apoyo necesario a una propuesta específica de modificación normativa. En ocasiones esos agentes han sido representantes populares electos democráticamente que segmentaron a las sociedades en grupos para poder hacer transitar paquetes de reformas.
Bolivia 2016
Después de ser electo en 2005 y reelecto en 2009, el Presidente Evo Morales planteó un referéndum en 2016, el cual planteaba reformar la Constitución de su país para posibilitar una nueva reelección hasta 2025.
Dos planteamientos hizo el Presidente para buscar el referéndum. Por un lado, impedir que “la derecha” se apropiara del país, toda vez que estaba recibiendo financiamiento desde el extranjero. En segundo término, mantener el proyecto transformador de su gestión.
En la gestión del referéndum el discurso de su partido, el MAS, fue altamente polarizador. Se definió un “nosotros” en donde cabría “el pueblo” y los afines a la reelección. A “los otros” se les definió como depositarios de intereses extranjeros, con el objetivo de “volver a instaurar el neoliberalismo”.
El Presidente Morales también ponía en duda a los encuestadores, quienes “nos califican bajo” en algunas regiones “para después poder aducir fraude cuando ganemos”.
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Estados Unidos
El Presidente Trump es el ejemplo más característico de un polarizador. Los mexicanos recordamos bien haber estado en su caracterización de “los otros” cuando acusaba a los inmigrantes latinos en Estados Unidos de ocupar trabajos que –a su decir– correspondían a los estadounidenses. De hecho, también acusó a inmigrantes mexicanos de ingresar a Estados Unidos para cometer delitos. Su propuesta de construir un muro en la frontera sur de EUA era la expresión gráfica de su necesidad de dividir simbólicamente “los buenos” (los blancos estadounidenses) de “los malos” (los demás).
En el repertorio de enemigos se encontraban también los medios de comunicación, los militantes del Partido Demócrata, los cuadros del partido Republicano que eran críticos y un largo etcétera.
Antes y después de la elección de 2020 en la que fue derrotado, el Presidente Trump creó un clima de duda sobre los resultados electorales, especialmente en lo que se refiere al voto anticipado. En un entorno político altamente polarizado (afectivamente polarizado), es de comprender que algunos de sus seguidores hayan creído que “los otros” preparaban un fraude mayúsculo.
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Brasil
Se suele reconocer que el éxito de Jair Bolsonaro en las elecciones presidenciales de 2018 se basaron en su capacidad de polarizar a la sociedad. Primero, caracterízó al Partido del Trabajo como corrupto. Una vez establecido, una corriente fuertemente antagónica a los dirigentes del PT generó otros temas divisorios, incluido el papel de las mujeres para generar un “los otros” liberal y corrupto, y un “el pueblo” antiliberal, conservador y moralmente superior.
Ese contexto de polarización afectiva fue el escenario en que, de cara a las elecciones de 2022, se cuestionaron las urnas electrónicas que habrían de implementarse. Cabe señalar que Brasil ha usado estas tecnologías de votación desde hace 25 años.
El partido de Bolsonaro redactó un informe que sembraba dudas sobre la integridad de las urnas electorales, acusando a las autoridades de estar confabulados con “los otros” para permitir el triunfo del PT. Además, difundió el rumor de que el Tribunal Superior Electoral prohibiría el acceso de electores vestidos de amarillo (el color de su partido) a los centros de votación.
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México
Los proyectos de reforma constitucional (plan A) y legal (plan B) del Presidente López Obrador están enmarcadas en un profundo proceso de polarización afectiva. Esta irreconciliable segmentación de grupos, aunado a la fragilidad de los procesos de discusión ciudadana sobre la reforma, ha hecho muy difícil que políticos, ciudadanos y medios puedan tener una idea objetiva sobre los planteamientos de la misma.
Toda vez que los planteamientos de la reforma electoral suponen modificaciones en ámbitos muy técnicos y complejos, hubiera sido deseable un proceso de deliberación ad hoc. No lo hubo porque la polarización consumió toda posibilidad de escucha.
Es inusual que los preceptos polarizadores estén contenidos en iniciativas de reforma. Normalmente pasan por el discurso político, no por las exposiciones de motivos.
En la especie es posible advertir que la iniciativa misma señala quiénes son “los otros” que supuestamente se benefician del statu quo. Así, por ejemplo, señala que “uno de los legados más nocivos de los gobiernos neoliberales de las últimas décadas en la vida pública del país fue la proliferación de instituciones descentralizadas y autónomas que sirvieron para otorgar cuotas a grupos de interés, de la ‘sociedad civil’, intelectuales orgánicos, cooptados y convertidos en satélites de las cúpulas partidistas”. En cuanto al INE, se señala que “en más de 30 años de existencia, en vez de garantizar elecciones libres, confiables, democráticas, auténticas, ha convertido a una élite académica en garante de abusos en el uso de gasto público y cómplice protectora de conductas electorales fraudulentas e ilegales, lo que ha retrasado el tránsito político de México hacia la democracia. La ambición de estos grupos ha costado al país el pago de las personas funcionarias públicas más caras”. La iniciativa contiene datos evidentemente falsos: “la suma del sueldo anual de las 11 personas Consejeras Electorales es de 34,667 millones 688,000 pesos”.1
No sólo la iniciativa. También el debate público de la reforma se polarizó. El Presidente caracterizó a la marcha de quienes se oponían a la reforma constitucional como un “striptease político público del conservadurismo en México”. Afirmó que “la defensa del INE fue una excusa, una bandera, pero en el fondo los que se manifestaron ayer lo hicieron […] a favor de los privilegios que tenían antes del gobierno que represento. Lo hicieron a favor de la corrupción, el racismo, el clasismo, la discriminación”.
Ojalá antes de la publicación de la reforma, el debate público logre trascender esta polarización para emprender una discusión técnica de los méritos de la reforma y las cuestiones que deban corregirse.
Atenuar la polarización
La polarización afectiva divide a las sociedades en un modo que poco beneficia a la construcción ciudadana, ya que distorsiona la percepción sobre “los otros”, lo que aleja la posibilidad de consensos o de debates centrados en evidencia.
Conviene atenuar el grado de polarización. Los partidos tienen un papel, asumiendo discursos menos radicales y exponiendo también objetivamente sus planteamientos.
Los medios de comunicación y las redes sociales pueden atenuar también el discurso polarizador, exponiendo datos ciertos y verificables.
Los ciudadanos tenemos el rol principal, pues está en nosotros verificar personalmente si las distancias ideológicas o personales frente a quienes piensan distinto son tan grandes que impidan el acuerdo. Conviene desmitificar. EP
* Investigación realizada en el marco del Observatorio de Reformas Políticas en América Latina.
Bibliografía
Abramowitz, Alan y Steven Webster (2016), The rise of negative partisanship and the nationalization of U.S. elections in the 21st century, Electoral Studies, Volume 41, 2016, Pages 12-22.
Dahl, Robert (1999). La poliarquía, participación y oposición, 1997, España, Tecnos.
Crespo, Ismael; Garrido, Antonio; Martínez, M. Antonia y Mora, Alberto (2021), Polarización afectiva, partidismo negativo y brecha perceptiva. Una aproximación teórica. Revista Más Poder Local , 45: 7-20.
Freidenberg, Flavia (2022), Polarización y las democracias liberales, presentada en el X Encuentro de Politólogos y Politólogas en Panamá, Ciudad de Panamá, septiembre de 2022.
Freidenberg, Flavia y Camilo Saavedra (2020), La democracia en América Latina, Revista de Derecho Electoral vol. 30 (julio): 1-42. ISSN: 1659-2069
Torcal Mariano y Josep M. Comellas (2022), Affective Polarisation in Times of Political Instability and Conflict. Spain from a Comparative Perspective, South European Society and Politics, 27:1, 1-26
- Gaceta Parlamentaria. Iniciativa que reforma a, adiciona y deroga diversas disposiciones de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, de la Ley General de Partidos Políticos, y de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, y expide la Ley General de los Medios de Impugnación en Materia Electoral, suscrita por Diputados del Partido Morena. 6 de diciembre de 2022. [↩]
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