Conversamos con Morris Berman sobre su libro más reciente «¿Ya llegamos», publicado por Sexto Piso.
Morris Berman es un poeta, novelista, ensayista, crítico social e historiador cultural. A lo largo de su carrera ha escrito catorce libros y más de 150 artículos. Ha dado clases en universidades de Europa, Estados Unidos y México. En 1990, obtuvo el Governor’s Writers Award en Washington State; además, en 2013, recibió el Neil Postman Award for Career Achievement in Public Intellectual Activity. En español, ha publicado con la editorial Sexto Piso la trilogía El crepúsculo de la cultura americana (2002), Edad oscura americana (2007) y Las raíces del fracaso americano (2012). Es un reconocido crítico cultural humanista académico, especialista en historia cultural e intelectual occidental.
Gina Velázquez (GV): Acabas de publicar ¿Ya llegamos? (Sexto Piso, 2022), que reúne tus ensayos de la última década. Más allá de la delimitación cronológica, ¿cómo se relaciona este libro con tus demás ensayos?, ¿cómo dialoga con tus otros libros?
Morris Berman (MB): No estoy seguro, porque esta es una secuela. El primer libro se llama Cuestión de valores (2011); son ensayos o ideas de 2000 a 2010. ¿Ya llegamos? abarca de 2010 hasta hoy. En mi opinión, no hay una evolución, más bien una expansión; es decir, nuevos temas, nuevas áreas. Por ejemplo, en este libro tengo un ensayo autobiográfico; es una nueva área para mí. Entonces sólo continúo la observación de varios factores.
GV: El título de tu libro es una pregunta ¿Ya llegamos? —Are we there yet?—, ¿quién es “nosotros”/”we”?, ¿quiénes representan ese “nosotros”?
MB: La respuesta depende. Si ese “nosotros” son excepcionales, ¿cuál es el futuro? Mi último libro, que todavía no se ha traducido, es sobre el círculo de Bloomsbury, un grupo de británicos del siglo XX, de 1900 hasta 1950. Virginia Wolf, T. S. Elliot, E. M. Forster, W. H. Auden eran miembros del círculo; Virginia Wolf era la líder. En mi opinión, el círculo de Bloomsbury y personas como ellas no cambiaron la estructura social y económica de Gran Bretaña, no acabaron con el capitalismo, pero el modo de vida cambió a causa de estas personas. Su intención era crear un modo de vida diferente (por ello mi interés para escribir ese libro). Entonces, la respuesta depende de quién es “we”, quién es “nosotros”. Mi idea es, como los postvictorianos, inspirar a otras personas. Forster escribió un ensayo, En lo que creo, donde afirma: “personas así nunca van, la mayoría, en la sociedad. No es posible. Pero las personas así somos las especias de la sociedad; la mayoría es carne y papas”.
GV: Entonces, el “nosotros” es el que le da sabor…
MB: Sí. Él tuvo razón porque este círculo de Bloomsbury, de veras, cambió la sensibilidad de Inglaterra. Entonces, es posible para Sexto Piso, para Este País, cambiar algo; es posible cambiar el tono, la dirección. Es importante tener una visión diferente. Si “nosotros” es papas y carne, entonces no hay un gran futuro, no hay un futuro interesante. Por este grupo, por ejemplo en Japón, hay uno llamado Generación Satori. Es la misma idea; el problema es que este grupo de jóvenes es el uno por ciento de la población total. Forster tuvo razón: siempre será una pequeña cantidad; pero es posible que esta pequeña cantidad infecte a la sociedad en general. Es mi esperanza. No tengo ambiciones políticas, no voy a cambiar la estructura económica en Estados Unidos… Pero la idea es sólo introducir otras posibilidades, es sólo eso.
GV: La primera parte de tu libro aborda el declive norteamericano; escribes sobre la deuda, Hillary Clinton, Trump y las elecciones, la cultura individualista, entre muchos otros síntomas de este desmoronamiento. ¿Cuáles son los síntomas que actualmente te preocupan más?
MB: Yo escribí una trilogía sobre el final del imperio americano. El primero se llama El crepúsculo de la cultura americana (2002); es una comparación del imperio americano y el imperio romano. ¿Cuáles eran los factores del declive romano? Yo identifiqué cuatro: gran división entre los pobres y los ricos; hay una gran deuda nacional, pues en EUA el adeudo nacional es igual al PIB —¿qué quiere decir?: que no es posible escapar para siempre—; un gran capital de estupidez; y la pérdida del espíritu: hay una gran depresión no económica, sino psicológica, emocional.
Podríamos hablar sobre las cuatro, pero quiero decir algo sobre la estupidez. Un primer ejemplo es que en EUA tenemos una vicepresidente que es deficiente; en YouTube hay sátiras de sus discursos. Cuando ella tiene una entrevista o un discurso público y hay preguntas después, no tiene respuestas de nada, porque tiene un gran vacío; su respuesta es reír. ¡Eso es increíble! Tiene esos discursos que son absurdos, donde sólo expresa tautologías; dice: “hay una línea de tiempo que es una línea de tiempo”. Tener una vicepresidenta de ese nivel es increíble.
Otro ejemplo: hace poco vi un video de un muchacho que tenía un mapa del mundo. Al azar preguntó a unos jóvenes si podían ubicar EUA en este mapa; ninguno pudo. También preguntó cuándo fue la guerra de Independencia, de qué país nos separamos; algunos respondían: China, Argentina… Son sólo ejemplos, estadísticamente. Entonces cuando alguien me dice que el futuro son nuestros jóvenes, mi respuesta es que entonces no tenemos un futuro.
Las causas de las masacres, de las crisis de drogas, alcohol, suicidios, y toda esta lista de catástrofes, son por el fracaso del sueño americano. El sueño americano fue, desde el principio, un error: la idea es la expansión sinfín económica y tecnológicamente. En un mundo finito, no es posible una expansión infinita. Entonces, en mi opinión, desde el principio de EUA, no hay un centro espiritual. La idea es acumular dinero y propiedades: coches, casas… pero este no es un camino espiritual.
GV: Hablando de masacres, luego de un tiroteo en una escuela, hace unos meses, Joe Biden afirmó en un discurso que durante las últimas dos décadas han muerto más niños por armas que policías y militares trabajando. ¿Para ti esto es un síntoma de esta carencia espiritual, es una señal del fin, de que ya no puede ser peor…?
MB: Son lo mismo: símbolo de declive, fin del mundo; la situación es la misma, pero ¿cuál es el problema? El problema es que después de las masacres hay dos opciones: no cambia en lo absoluto o hay un cambio cosmético. Y ahora en EUA con la legislación tenemos un pequeño cambio; es casi simbólico: es cosmético. No es un cambio serio. Y hay varios factores, uno es que hay un romance entre la población americana y las armas. Es verdad: ellos aman las pistolas. También la National Rifle Association tiene una gran influencia política en EUA, y un político puede perder su posición contra la oposición. Entonces, se dice que “camina sobre cáscaras de huevos”; todos están así, let’s not walk on eggshells: allá es muy fácil convertirse en impopular con su oposición en la legislación.
Dudo sobre la posibilidad de un cambio serio. Y me imagino que puede haber una masacre de cien personas por día durante seis meses y pueden seguir las cosas igual. Hace como diez años hubo una masacre en Las Vegas, mataron a 58 personas; y el 99% de la población no puede estar segura de quién fue el tirador. O, por ejemplo, Dylann Roof que masacró a nueve personas afroamericanas en una iglesia; me imagino que el 99 % de la población no puede recordar el nombre de este muchacho. No les es importante.
Incluso por el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021, tenemos una corte pública para analizar los hechos, pero yo estoy seguro de que Trump no va a ir a la cárcel. Es sólo un teatro, porque este proceso no va a tener un impacto sobre la mayoría de la población. ¿Qué es lo importante para las elecciones en noviembre? La inflación, los precios de la comida, los precios de la gasolina, etcétera. Para la mayoría, la destrucción de la democracia no es importante. ¡Es increíble!
GV: En una entrevista incluida en ¿Ya llegamos?, afirmas que los estadounidenses no son muy brillantes, que el tipo de conversaciones que sostienes con personas en otros lados del mundo siempre va a ser distinto o mejor. En este sentido, después de residir varios años en México, ¿de qué forma ha influido el país en ti?
MB: ¡Oh, yo fui mexicano desde los 8 años! Estoy en México desde hace casi 16 años. Mi primera visita fue en 1979 e inmediatamente sentí una conexión, porque toda mi vida, desde que tenía 8 años, no me sentía cómodo en Estados Unidos. No fue un conocimiento intelectual: fue un conocimiento visceral; yo entendí que ese no era mi país. Mis valores eran diferentes. Entonces, en 2005, decidí mudarme a México. No tengo una imagen romántica del país; entiendo los problemas, que son severos en mi opinión: hay narcotraficantes, corrupción, desigualdad, pobreza, demasiada Coca Cola, etcétera. Regreso a los Estados Unidos una vez cada dos o tres años; sólo durante una semana voy a visitar a mis amigos. Tengo 78 años, hace tres años, aquí en México, tuve una fiesta para mi cumpleaños número 75 con 12 amigos. Esto sería imposible para mí en EUA: ¡no tengo 12 amigos en Estados Unidos! Es la diferencia y vale la pena, en mi opinión. No puedo cambiar la política en Estados Unidos, ni el capitalismo; pero es posible cambiar el tono de la sociedad. Tener relaciones que sean reales.
GV: Algunos ensayos de ¿Ya llegamos? describen situaciones de EUA, pero que suceden de cierta forma en México, como la violencia o los problemas económicos, ¿cuál crees que es la perspectiva para el país?
MB: En México es posible la vida cotidiana, es graciosa. Sólo un ejemplo, entre muchos: yo vivo en un primer piso, una vez regresaba del supermercado con una bolsa de abarrotes y la bolsa se rompió. Todo, naranjas, todo quedó en el suelo. Nivel uno, piso uno. Una niña de 5 años abrió la puerta y vio qué pasó. Sin una palabra, ella descendió las escaleras y me ayudó a colocar las cosas en mi bolsa. Regresó a su departamento, sin palabras. Este evento, te juro, no es posible en Estados Unidos porque el valor es todo para sí mismo. Tú no tienes a alguien que te ayude, tú no tienes responsabilidad con otros. La mayoría de los norteamericanos no conoce el nombre de sus vecinos. ¡Esta no es una sociedad! Margaret Thatcher una vez dijo: “no existe una entidad como la sociedad”. Sí, es verdad para los países anglosajones, pero no es así para el resto del mundo. El resto del mundo ve este comportamiento como tóxico, es la destrucción de la humanidad. Entonces, probablemente estaba planeando mi escape de los Estados Unidos desde los 8 años.
México seguro no es una utopía; pero hay relaciones normales. Y lo que pasa en los Estados Unidos es normal sólo para estas personas. Se dice en un psiquiátrico que lo que es loco es normal; no existe la locura en este sitio. Y esta es mi opinión de EUA; todas las relaciones allá son instrumentales, son manipuladoras. “Qué puedes hacer por mí”, es la idea. Hay un libro famoso, I and Thou, de un filósofo alemán judío, Martín Buber. Él hace la distinción entre las relaciones que son manipulables, instrumentables, y otro tipo de relación donde hay una conexión espiritual, como la del círculo de Bloomsbury. No se trata de lo que voy a obtener, sino que hay una conexión. La idea es que tú puedes ser vulnerable con el otro; puedes tener una conexión de amistad real. Pero, como Forster dice, es raro. Ese es el problema. Casi todas las relaciones en EUA son instrumentales: la idea es expandir mi cuenta de banco. Si tu meta es oportunista, todas las personas son objetos; no son reales como personas. En 2005, yo decidí no tolerar este modo de vida ni un día más.
GV: Desde tu perspectiva, ¿qué piensas que podría pasar en un mundo postimperios?, ¿será algo posible o deseable?
MB: El problema con la hegemonía es que siempre hay competencia, entonces en cuanto declinen los Estados Unidos, la estrella de China subirá. Y en el futuro China declinará y llegará otro más. Entonces esto se relaciona con tu pregunta sobre quién es “we”. Esto es normal, entre comillas, en la historia. James Joyce una vez dijo: “La historia es una pesadilla y estoy tratando de despertar”. Es verdad. Es el ritmo de la civilización. Yo escribí un libro antropológico sobre la raza humana, Wandering God (El dios errante). Trata sobre los cazadores recolectores; antes de la civilización, hubo igualdad entre mujeres y hombres. No había pobres ni ricos; entonces, la pesadilla empezó con la civilización. Mi libro es una discusión sobre cómo surgió la religión, la igualdad social, etcétera. Entonces pienso que el único camino para escapar es cambiar de tono y cultivar un modo de vida diferente. Seguir el camino que es honesto, es suficiente. EP
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