Rusia-Europa y la invasión a Ucrania

En este puntual texto, la embajadora Martha Bárcena aborda los puntos clave de la invasión a Ucrania y brinda una perspectiva de la situación actual.

Texto de 02/03/22

En este puntual texto, la embajadora Martha Bárcena aborda los puntos clave de la invasión a Ucrania y brinda una perspectiva de la situación actual.

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La guerra de agresión de Rusia a Ucrania iniciada el pasado 24 de febrero, la primera en territorio europeo en muchos años, ha tenido repercusiones de fuerte impacto en Europa. 

Al terminar la II Guerra Mundial (IIGM), las potencias vencedoras acordaron una división del continente y a los pocos años se establecieron la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949 y el Pacto de Varsovia en 1955. La OTAN justificó su razón de ser en el temor de los países europeos occidentales a los actos del expansionismo soviético y selló una alianza militar defensiva entre Estados Unidos y Europa; es una organización regional de seguridad colectiva que establece que el ataque a uno de sus miembros es un ataque a todos y que, por lo tanto, responderán en el ejercicio de su legítima defensa. El Pacto de Varsovia agrupó a los países del Este encabezados por la Unión Soviética (URSS), como reacción al ingreso de la entonces República Federal de Alemania a la OTAN. 

Ambas organizaciones evolucionaron y se ampliaron a lo largo de los años. Con la disolución de la URSS en 1991, el Pacto de Varsovia desapareció. A partir de estos hechos, en opinión de varios expertos, la OTAN perdió su razón de ser al no existir ya la URSS.

Sin embargo, la OTAN lejos de desaparecer se expandió; primero con la pertenencia de la Alemania unificada y posteriormente incorporando a su membresía a varios países que habían formado parte de la URSS. Estos países consideraron que su incorporación a la Unión Europea y a la OTAN les proporcionaba un escudo protector ante una eventualidad de agresión rusa, puesto que varios de ellos habían formado parte del imperio ruso, antes de que existiera la URSS y mantenían su desconfianza hacia el gobierno ruso. Dos países occidentales, Finlandia y Suecia, se mantuvieron neutrales, sin pertenecer a la OTAN.

Durante el proceso de unificación alemana y de disolución de la URSS, hubo negociaciones y acuerdos al más alto nivel. Diversas fuentes señalan que los negociadores de Estados Unidos habrían acordado con el presidente ruso Gorbachov y su canciller Shevardnadze, la no expansión de la OTAN, a cambio de aprobar la unificación alemana. Otras fuentes niegan estos acuerdos. Lo cierto es que no se firmó documento alguno jurídicamente vinculante que diera sustento a una u otra versión.

“La expansión de la OTAN y la ubicación de misiles de alcance intermedio en territorios de países de Europa del Este fue percibida en Rusia como una “traición” y una amenaza directa a su seguridad”.

La expansión de la OTAN y la ubicación de misiles de alcance intermedio en territorios de países de Europa del Este fue percibida en Rusia como una “traición” y una amenaza directa a su seguridad. De ahí la oposición tajante de Rusia a la incorporación de Georgia y Ucrania a la OTAN y la adopción de estrategias y medidas que culminaron en ambos casos en confrontaciones militares, la anexión unilateral por parte de Rusia de territorios como Crimea, o el establecimiento de “repúblicas autónomas”, cuya característica es contar con un porcentaje mayoritario de población rusa, como es el caso de Donetsk y Luhansk en Ucrania. 

La interpretación histórica de estos hechos por parte del presidente ruso Vladimir Putin, quien en reiteradas ocasiones ha señalado que la mayor tragedia del siglo XX fue la desaparición de la URSS y su objetivo de restaurar la grandeza de Rusia, ante la percibida humillación y desconfianza por parte de Europa y Estados Unidos, está detrás de la narrativa que ahora justifica la agresión a Ucrania. 

Si bien varios de los planteamientos y reclamos rusos deben ser considerados, en particular la instalación de misiles de alcance intermedio en los países vecinos y apenas a cientos de kilómetros de Moscú, NO justifican la agresión a Ucrania. 

En primer lugar, han desencadenado reacciones en Europa que Putin no esperaba. La coordinación de posiciones y sanciones contra Rusia entre Estados Unidos y Europa ha sido efectiva, sobre todo después de la desordenada salida de Afganistán. 

Segundo, ha fortalecido la identidad ucraniana frente a la rusa, lo que contradice el discurso de Putin de que Ucrania no ha sido una nación independiente y de que forma parte intrínseca de Rusia.

Tercero, ha provocado que la población europea se solidarice con Ucrania y que refuerce sus temores sobre la impredecibilidad de Rusia y de su presidente. La desconfianza que ya existía hacia Rusia en pueblos como los bálticos, Polonia, Finlandia y Suecia se ha acentuado.

Las amenazas de Putin a Suecia y Finlandia sobre una eventual decisión soberana de dichos países de incorporarse a la OTAN, ha fortalecido su cooperación en materia militar. Sin embargo, no es probable una solicitud de adhesión en el corto plazo por parte de esos dos países nórdicos a la OTAN.

El cambio más radical se ha advertido en Alemania. El nuevo Canciller o primer ministro alemán, Olaf Scholz, anunció que Alemania invertirá más de 100 mil millones de euros en su ejército y que el presupuesto de defensa alcanzará el 2% de su PIB.

Putin apostó por un debilitamiento de la Alianza Atlántica y parece estar logrando justo lo contrario. 

Por otro lado, aun los países europeos más afines con Rusia, como la Hungría de Orban, como los que tienen las relaciones comerciales más estrechas y cuyos bancos tenían fuertes actividades y créditos en Rusia como Italia y Alemania, se sumaron a la exclusión de ciertas instituciones financieras rusas del sistema SWIFT de transacciones interbancarias. Suiza aceptó imponer las sanciones acordadas por Europa y Estados Unidos a los funcionarios y oligarcas rusos. 

También se verá en los próximos meses y años, una creciente desvinculación de la dependencia europea del gas y los energéticos rusos, lo que probablemente acelerará la transición hacia la “economía verde” en Europa. 

“Hasta ahora, Rusia tiene la ventaja militar en la guerra de agresión a Ucrania, pero ha perdido las batallas ética y mediática”.

Europa no está dispuesta a que Rusia ponga en tela de juicio la arquitectura de seguridad europea construida desde la IIGM y la disolución de la URSS y dicte los términos y márgenes de un nuevo modelo de seguridad. De ahí la insistencia en que cada país es libre y soberano de decidir su modelo de seguridad. Estados Unidos y Europa han encabezado la acción diplomática contra la agresión rusa. En ese sentido, el activismo de Estados Unidos cumple con la promesa de Biden en campaña y al tomar posesión de un regreso de EUA al multilateralismo. 

Hasta ahora, Rusia tiene la ventaja militar en la guerra de agresión a Ucrania, pero ha perdido las batallas ética y mediática. Ha puesto al continente europeo al borde una nueva guerra mundial y acentuado la pérdida de confianza de sus interlocutores. No sólo los ucranianos están sufriendo las consecuencias de sus actos y ataques: también los rusos sentirán los efectos de las sanciones y del recurso a la agresión y el uso de la fuerza por parte de su presidente en un siglo que, de por sí, ya presentaba retos enormes para el mundo como el calentamiento global, la pandemia de COVID-19, la desigualdad y la pobreza.

Nadie gana con esta guerra y el abismo entre Rusia y Europa se ahonda. EP

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