No tengo idea de por qué te estoy madreando

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Texto de 27/10/21

Boca de lobo es el blog de Aníbal Santiago y forma parte de los Blogs EP.

Tiempo de lectura: 3 minutos

Corría hace muchos años en México un “chiste” terrible: un marido llegaba a casa después del trabajo, su esposa lo recibía amorosa y él, sin ninguna explicación, la molía a golpes apenas entrar. Herida, tratando de volver en sí tras el ataque, ella le preguntaba: “¿Y hoy por qué me pegaste?”. “No tengo idea —respondía él—, pero seguro algo malo hiciste. Ya después averiguo”.

Bromas así tenían permiso de circular.

Ayer, gracias a un presidente que habla y habla compulsivamente todos los días, y también todos los días abre frentes de guerra y a veces identifica enemigos y otros los inventa, muchos supimos que nuestro sistema de justicia actúa, por la reforma judicial que él impulsó, con la esencia de ese viejo chiste macabro.

¿Qué vaso preferimos ver? ¿El medio vacío porque sus conferencias mañaneras ponen sistemáticamente a pelear al país al atacar a los médicos, a la UNAM, al Chicharito, a los conservadores, a los empresarios, a los Oxxos, a los medios de comunicación, al INAI, a las feministas, a la clase media, a los habitantes de la colonia del Valle, a lo que sea? ¿O vemos el vaso medio lleno porque sus dichos, torpes, burdos, generalizadores —nos gusten o no— finalmente ponen a México a pensar y a debatir temas esenciales? Optemos hoy por lo segundo, porque a miles nos hizo leer, conocer una realidad pavorosa. Ayer gracias a Andrés Manuel debatimos hasta sobre Derecho.

El lunes la Suprema Corte declaró inconstitucional los artículos de la Ley de Seguridad Nacional y del Código Nacional de Procedimientos Penales que ampliaban los delitos por los que jueces y fiscales podían encarcelar preventivamente antes de un juicio. Furioso, el presidente sacó su fusil y disparó a mansalva porque desde su punto de vista encubre a grandes delincuentes de cuello blanco: en México está “la justicia al servicio del dinero, de los poderosos…” y “Va en la línea de seguir protegiendo la corrupción y de seguir apoyando a las minorías”, acusó.

Si acatáramos con la cabeza gacha sus palabras —que dividen al país malo del bueno— lo hubiéramos secundado: “ah, jueces malos, corruptos, neoliberales y conservadores, impiden que suceda lo bueno”. Por fortuna, a lo largo del día la polémica se encendió, los matices afloraron, el ministro Arturo Zaldívar salió a explicar al país la decisión de la Suprema Corte y, con un sentido de oportunidad pasmoso y sorprendente, un portal web nos abrió los ojos. 

Primero, Zaldívar, Ministro Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, hasta hace días —según nuestro presidente— un adalid de honestidad, pero ahora que no lo apoya parte de la maquinaria corrupta, aclaró: “En la mayoría de las democracias las personas se encuentran en libertad [durante la investigación] salvo que haya ya una sentencia en la cual se acredita su culpabilidad. En México, desde hace mucho tiempo, hemos abusado de la prisión preventiva. Muchas veces se detiene para investigar, y esto ha afectado sobre todo a miles de personas pobres que no tienen la posibilidad de tener un abogado o una abogada de calidad. Por eso la prisión preventiva oficiosa, aquella que se dicta en automático sin valorar las circunstancias del caso, es contraria a la Convención Americana de Derechos Humanos. Esto no implica que, sin prisión preventiva oficiosa, delincuentes peligrosos o que han defraudado de manera muy importante al país estén en libertad. Lo único que significa es que la juez o el juez tendrán que dictar una resolución que fundamente por qué una persona debe estar detenida mientras se resuelve sobre su responsabilidad”.

Estaba todo dicho, o casi porque al ministro le faltó sostener con cifras aquello de que las víctimas de la prisión preventiva oficiosa son “miles de personas pobres”. ¿Era cierto? Y entonces a nuestra clase de Derecho Penal con el profe Zaldívar se sumaron los datos escalofriantes de Animal Político. Desde que el presidente actual modificó artículos de la Ley de Seguridad Nacional y del Código Nacional de Procedimientos Penales, es posible encarcelar preventivamente por una veintena de infracciones a la norma. “De las 108 mil 655 personas encarceladas el año pasado, al 85% no se les había probado que hubieran cometido algún delito. Solo se les aplicó la prisión preventiva: vas a la cárcel mientras termina la investigación y ocurre el juicio”, explicó el sitio web y presentó casos como el de Gabriela, presa 6 meses acusada de robar 100 pesos, o el de Viridiana, en cárcel 4 años y medio por tráfico de personas y luego declarada inocente. ¿Quién les devuelve ese tiempo de vida?

¡Cada día! en México son arrojadas a las celdas carcelarias 300 personas bajo el soporte legal de prisión preventiva oficiosa; ya autorizada la reforma obradorista las prisiones preventivas de 2019 y 2020 crecieron más de 25 % en comparación con las de dos años antes. Por supuesto, eso ha sobrepoblado a cerca de la mitad de las prisiones del país, atestadas de inocentes.

Nuestra justicia dice a los pobres: “No tengo idea si eres culpable. Pero en lo que investigamos, vas al bote”. Es decir, les dice lo mismo que aquel “chiste” del esposo y la esposa: “No tengo idea de por qué te estoy madreando, pero seguro algo malo hiciste. Ya después averiguo”. EP

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