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La infancia es un momento de la vida, fundamental en el desarrollo de la persona, del cual depende su aprendizaje, salud y comportamiento futuro. Es la etapa donde se forman las competencias socioemocionales y comunicativas. Las más recientes investigaciones en el campo de la neurociencia revelan datos sobre el desarrollo del cerebro en esta etapa de la vida. El Centro para el Niño en Desarrollo de la Universidad de Harvard ha comprobado que en los primeros años de vida se forman conexiones neuronales a una velocidad que nunca se volverá a repetir: cada segundo se forma un millón de nuevas conexiones.

Suficientes estudios confirman que las experiencias vividas en la primera infancia, así como una buena nutrición, impactan en la calidad de su vida posterior. El juego y la atención que le brinden sus cuidadores sentarán las bases del futuro niño. Por eso, como sociedad hay que enfocarse en esta etapa significativa de crecimiento y generar estrategias para que todas las personas involucradas en la crianza del niño lo encaminen hacia un buen desarrollo. La plasticidad del cerebro es asombrosa, y si bien no se deja de aprender en toda la vida, es la primera infancia la base para todo aprendizaje posterior.

La pandemia ha venido a trastocar esta frágil etapa. Los cierres de los centros escolares han afectado a millones de estudiantes en el mundo. La brecha de desigualdad se ha abierto aún más, pues no todos han tenido las mismas herramientas y oportunidades para seguir su aprendizaje. Hay quienes han continuado de forma virtual sus estudios y quienes han tenido que interrumpirlos completamente. Las implicaciones de esto ya se deja ver en el aspecto emocional.

Madres, padres, cuidadores y maestros han tenido y siguen teniendo un reto enorme: cómo ofrecer una educación continua y de calidad si se aprende de forma aislada, cómo reducir el impacto negativo de esta modalidad. Sociedad y gobiernos deben poner en el centro de sus planes la educación infantil para que esta llegue a todos de forma gratuita y accesible.

En Colombia, el 96 % de los municipios no pueden implementar clases virtuales por falta de acceso a internet y el 70 % de los estudiantes son de bajos recursos. En Brasil, la pandemia ha incrementado el desempleo en un 13.5 %. Esta crisis ha impactado en los procesos de aprendizaje. En Chile, la totalidad de los colegios de la red pública metropolitana se encuentran cerrados; el 80 % de su población escolar proviene de núcleos familiares catalogados en los tres quintiles más pobres del país.

Las niñas y los niños de los sectores más desfavorecidos son quienes se han visto mayormente afectados ante la pandemia y el cierre de escuelas. Preocupados por la situación escolar que viven estos niños, FEMSA y United Way diseñaron una iniciativa que genera y promueve  interacciones de calidad y de forma activa entre niñas, niños y adultos: #PotencialParaTransformar

Eduardo Queiroz, vicepresidente Regional United Way Latinoamérica y El Caribe, explica que la iniciativa ha permitido apoyar, acompañar y ayudar a comunidades educativas de 67 instituciones en Colombia, Brasil y Chile. Ha generado contenidos y acompañamiento para más de 33 000 familias en los tres países. En Colombia crearon el programa Ruta de Aprendizaje Socioemocional; en Chile, Comunidades Educativas: Dispositivos para el manejo emocional en situaciones de crisis y prevención sanitaria; y en Brasil, Crescer Aprendendo.

Este proyecto, que se lleva a cabo en Chile, Colombia y Brasil, acompaña a madres, padres, educadores y cuidadores en la formación de los pequeños, para que estos desarrollen competencias socioemocionales y comunicativas; además, les ayuda a que mejoren sus habilidades en el uso de herramientas tecnológicas. Sabedores de que el bienestar y el desarrollo óptimo en la infancia es la base de una mejor sociedad, la iniciativa #PotencialParaTransformar busca desarrollar las habilidades socioemocionales de los pequeños.EP

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