Don Guillermo Osuna Sáenz, el ranchero que criaba becerros para darle de comer a sus osos

En este artículo, el fotógrafo Patricio Robles Gil relata las valiosas acciones que el conservacionista don Guillermo Osuna Sáenz llevó a cabo en el noroeste de Coahuila y cómo contribuyeron a la conservación del oso negro mexicano.

Texto de 04/05/21

En este artículo, el fotógrafo Patricio Robles Gil relata las valiosas acciones que el conservacionista don Guillermo Osuna Sáenz llevó a cabo en el noroeste de Coahuila y cómo contribuyeron a la conservación del oso negro mexicano.

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Extraordinaria es la palabra correcta para describir la recuperación de los pastizales naturales en el noroeste de Coahuila en poco menos de 50 años. Observe con detenimiento las dos fotografías con que se introduce este artículo: la primera retrata una pileta de agua frente a la casa del rancho Las Pilas en las Serranías del Burro en 1953, rodeada de un hato de ganado; la segunda presenta la misma pila desde el mismo ángulo en 2007, 54 años más tarde. El paisaje es irreconocible: el zacate es tan denso que ha ahogado las nopaleras; los escurrimientos por lluvias que antes rellenaban la pileta ahora son retenidos por la densa vegetación y permite la recarga de los mantos acuíferos, importante servicio ambiental que un ecosistema saludable proporciona sin costo, y en regiones con escasa precipitación permite que río abajo el agua fluya continuamente todo el año.

Me tocó vivir ese cambio —como no lo he visto en ninguna otra región de México— y éste lo orquestó don Guillermo Osuna, que llegó a administrar en 1958 estas tierras de su familia. De mis primeras visitas a Las Pilas, en 1960, recuerdo que para ver un venado cola blanca había que lamparearlo por las noches, ahora se pueden contar fácilmente 60 en una tarde; para ver un oso negro era todo un acontecimiento, siempre en lo alto de las sierras, y que al vernos emprendía la huida, hoy en el verano a la casa de Las Pilas llegan al atardecer entre cinco y siete osos y a veces algunas osas con crías. Gracias a que don Guillermo me inculcó el cariño por esas praderas y montañas, me volví primero naturalista y con los años conservacionista. Estas serranías son consideradas una región prioritaria de la conservación a nivel mundial; es un hotspot de la biodiversidad, una región que junto con otras 35 atesoran el 70% de la diversidad del planeta con un alto nivel de endemismos y que se encuentran amenazadas en extremo por el desarrollo humano.

En nuestras primeras visitas a Las Pilas, el suelo estaba casi desnudo por el intenso pastoreo del ganado vacuno, y el poco zacate que había se refugiaba dentro de las nopaleras. En aquel entonces, un buen ranchero era aquel que tenía mucho ganado, pero esta es precisamente la razón por la cual se perdió la capa vegetal, por su fuerte impacto en los pastizales. Don Guillermo primero buscó que su ganado fuera más eficiente dadas las condiciones del terreno y solamente retenía las vacas que siempre producían un becerro al destete y no aquellas que lo perdían por las causas que fueran. Al correr de los años y gracias a la recuperación natural del ecosistema, se dio cuenta de que él ya no era ganadero, sino un agricultor de los pastos nativos que se daban en su rancho. En ese momento fue cuando comenzó a instrumentar el modelo “holístico”, que básicamente consistía en cercar muchos pequeños pastizales en la extensión de tierra apta para el pastoreo, mover las vacas entre ellos de una forma intensiva y alternada, dejando descansar al zacate por periodos más largos. De esta manera, el pastizal se recupera asombrosamente: cambia de verse la tierra totalmente desnuda a encontrarse una alfombra de zacate cubriendo prácticamente todas las praderas.

Los osos negros en el estado de Coahuila tienen una historia de éxito internacional. Esta especie era perseguida por los rancheros, porque en las primaveras después de salir de la hibernación y no encontrar alimento natural depredaban a los becerros recién nacidos. Recuerdo la narración de don Guillermo sobre un oso en particular que le mató 30 becerros en una de las pastas y aun ante esta pérdida se negaba a sacrificarlo.

Don Guillermo Osuna Sáenz con seis osos negros al fondo. Rancho Las Pilas, Coahuila. © Patricio Robles Gil.

La importancia de este esfuerzo conservacionista es que con los años la densidad de osos negros en las Serranías del Burro aumentó y los subadultos migraron y comenzaron a buscar nuevos territorios, repoblando de esta manera otras sierras, como fue el caso de las Montañas Chisos en el vecino estado de Texas en Estados Unidos, donde el oso negro se extinguió en los años cuarenta. Esas montañas son el corazón del famoso parque nacional Big Bend, que a principios de los años noventa comenzó a recibir osos de México que cruzaban el Río Bravo y se adentraban en territorio americano. De acuerdo con el director del Big Bend, el retorno de oso negro a estas montañas ha sido el evento más importante en este parque desde su creación.   

Imágenes tomadas por Patricio Robles Gil y protegidas por derechos de autor. Edición de Jaime Rojo.

Don Guillermo siempre mostró un profundo interés por el mundo natural y por su conservación, y conocía por su nombre local prácticamente toda la vegetación de la región. En un momento de su vida, buscó proteger de la explotación de la madera una bellísima sierra que se levanta al oeste de sus tierras, en el borde oriental del desierto chihuahuense, cuyas cumbres están cubiertas por bosques de grandes pinos y oyameles: la Sierra del Carmen es hoy una de las bellezas naturales más preciadas del sistema de áreas naturales protegidas de México. Don Guillermo buscó socios para comprarla y protegerla. En esos años, nos pidió a mis hermanos y a mí que la recorriéramos y evaluáramos su estado de conservación. Durante una semana la recorrimos de sur a norte y de oeste a este. Recuerdo que una noche acampando en uno de sus picos frente a una fogata soñamos con la idea de que esta sierra recuperara al borrego cimarrón en sus escarpadas cumbres desérticas y abajo en sus llanuras a los berrendos; ambas especies se habían extinguido en la primera mitad del siglo pasado en el estado de Coahuila. Durante los días que la recorrimos quedamos maravillados por su estado salvaje, aunque aún se continuaba sacando madera de allí.

Picachos de la Sierra del Carmen, Coahuila © Patricio Robles Gil

Don Guillermo no logró conseguir los recursos para adquirirla y perdió su postura de compra y el dinero que había puesto como garantía.  En esos años yo había adquirido el compromiso de ayudar a proteger el patrimonio natural de México y había fundado dos organizaciones de conservación, que en buena parte se crearon por lo que él me había inculcado. En un principio, una de las estrategias pioneras en México que lanzamos fue comprometer a grandes corporaciones en trabajos de protección de especies y ecosistemas. Gracias a mi buen amigo Raúl Pérez Madero, conocí al CEO de Cemex don Lorenzo Zambrano, quien me expresó su intención de involucrar a esta cementera en iniciativas de protección medioambiental y así mostrar su compromiso con el mundo natural. Así, don Guillermo, Raúl y yo nos reunimos con don Lorenzo, ya con un proyecto de iniciativa para adquirir los predios que debían asegurarse en la Sierra del Carmen para garantizar su conectividad con el parque nacional Big Bend. De esta manera, sumando las áreas de protección en ambos lados de la frontera y aquellos ranchos que protegían la fauna, se crearía un megacorredor de conservación de poco más de 1.6 millones de hectáreas.

Mapa corredor El Carmen-Big Bend. Cortesía de Unidos para la Conservación A.C.

El Área de Protección de Flora y Fauna Maderas del Carmen es hoy una reserva federal mexicana. Desafortunadamente, México es dueño solamente del 20% de las tierras declaradas como áreas naturales protegidas, ya que el 80% está en manos de ejidatarios, comuneros y propietarios pequeños y grandes. Esta realidad hace mucho más difícil y compleja la conservación de este patrimonio natural en México. Es por ello que la adquisición por parte de Cemex de cerca de 60 mil hectáreas en la Sierra de El Carmen para su protección a perpetuidad es relevante y de gran interés como modelo a replicar, no sólo porque permite el control de su conservación y restauración o rewilding —que se tradujo recientemente como renaturalizar—, sino también promueve la investigación y vigilancia y le permite solventar los recursos económicos y humanos requeridos para llevar a cabo esas actividades, básicas en cualquier área natural protegida. Cabe mencionar que en El Carmen estos montos son superiores a los de cualquier otra área protegida de México, acción que define el compromiso de esta cementera con el mundo natural. Se trata de un modelo cuestionado pero muy efectivo, más aún en estos tiempos cuando se desafía a la ciencia y se reducen los recursos para la conservación de las áreas naturales protegidas, y al momento en que nos encontramos en la antesala de la sexta extinción masiva.

Sierra Maderas del Carmen, Coahuila. Vista desde el desierto chihuahuense. © Patricio Robles Gil.

Junto con don Guillermo y otros destacados conservacionistas creamos un consejo para asesorar a Cemex en decisiones importantes para la restauración, rewilding de la naturaleza de El Carmen. Años atrás don Guillermo y su cuñado Marcial Llano ayudaron a reintroducir en Coahuila los berrendos, que en el estado se extinguieron en los años cuarenta; desafortunadamente, esa población no sobrevivió por la depredación del puma. Años más tarde, en las organizaciones que dirijo, logramos traer dos manadas de este antílope a unos valles al sur de las Serranías del Burro y de la Sierra del Carmen. Por su lado, a partir del año 2000 Cemex ya contaba con un encierro de más de 5 mil hectáreas para preparar la reintroducción del borrego cimarrón, así que juntos nos embarcamos en traer varias manadas de esta especie de Sonora a El Carmen. La reintroducción y recuperación de este emblemático animal en el desierto coahuilense fue un momento histórico para Coahuila y para México. En años más recientes, El Carmen recibió manadas de berrendos, de ciervos americanos, de venados bura y de bisontes; así se incrementaron las poblaciones de estos ungulados y se hizo de El Carmen una reserva única en el país por el número de diferentes especies de megafauna. Esta reserva ahora cuenta con oso negro, puma, venado cola blanca, borrego cimarrón, venado bura, ciervo americano o wapití, berrendo y bisonte. A esta reserva solamente le faltan tres especies de depredadores que en el pasado se encontraban en esta sierra: el lobo, el oso gris y el jaguar.

Berrendos en Valle Colombia Coahuila (Antilocapra americana mexicana) © Patricio Robles Gil

Actualmente, esta región —comprendida por las Serranías del Burro, la Sierra del Carmen, Área de Protección de Flora y Fauna, la reserva privada de Cemex, el parque nacional Big Bend, junto con otras áreas y reservas federales y estatales en ambos lados de la frontera— es conocida como un gran corredor transfronterizo de alto valor por su biodiversidad y especies endémicas. Es raro encontrar una región de esta magnitud tan bien conservada en estas latitudes, en parte debido a la escasa presencia humana.

La diversidad de actores que unieron sus esfuerzos en la historia natural de la región brinda una gran oportunidad para asegurar su carácter salvaje a perpetuidad. Les tomó años a los gobiernos de México y Estados Unidos lograr los acuerdos y contar con los elementos para asegurar el futuro de estas tierras. Este sueño se visualizó hace ya varias décadas, cuando el presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt le presentó a su contraparte, el presidente mexicano Manuel Ávila Camacho, la posibilidad de crear una de las primeras áreas binacionales de protección natural a nivel mundial, lo cual no se logró en aquel momento. Hoy, gracias al esfuerzo de gente con visión y compromiso, El Carmen, El Burro y Chisos son un modelo funcional de protección medioambiental para orgullo de ambos países. El gran reto que tienen hoy ambos gobiernos es continuar apoyando con recursos económicos la administración de las mismas y permitir el libre flujo de las especies en sus territorios; por su parte, Cemex debe garantizar en sus estatutos el futuro de esta región salvaje ante la posibilidad de un cambio administrativo, así como el acceso con fines educativos y de investigación a sus predios. Por último, los rancheros deberán evitar la subdivisión de sus tierras entre sus descendientes, ya que esto fragmentaría la administración y la posibilidad de que los nuevos dueños podrían no tener interés y compromiso con la vida silvestre de la región.

Hoy los osos mexicanos cruzan el Río Bravo hacia el parque nacional Big Bend como wetbacks y son very welcome, sin ninguna limitación. Don Guillermo Osuna Sáenz, un gran conservacionista e importante protagonista de esta exitosa historia, amante de la vida silvestre del noroeste de Coahuila y que llegó a ser conocido como el ganadero que criaba becerros para darle de comer a sus osos, murió el 8 de agosto de 2020. Descanse en paz. EP  

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