Hace aproximadamente treinta años tuve la oportunidad de participar en las tareas de acopio de información hemerográfica que capitaneaba la maestra Aurora Ocampo en la inclemente Torre de Humanidades II, en Ciudad Universitaria. Quienes prestábamos servicio social recibíamos el entrenamiento necesario que con afabilidad nos daba un grupo de diligentes y laboriosas académicas, entre las […]
OCIOS Y LETRAS: Cinco décadas del Diccionario de escritores mexicanos (1967)
Hace aproximadamente treinta años tuve la oportunidad de participar en las tareas de acopio de información hemerográfica que capitaneaba la maestra Aurora Ocampo en la inclemente Torre de Humanidades II, en Ciudad Universitaria. Quienes prestábamos servicio social recibíamos el entrenamiento necesario que con afabilidad nos daba un grupo de diligentes y laboriosas académicas, entre las […]
Texto de Miguel Ángel Castro 22/11/17
Hace aproximadamente treinta años tuve la oportunidad de participar en las tareas de acopio de información hemerográfica que capitaneaba la maestra Aurora Ocampo en la inclemente Torre de Humanidades II, en Ciudad Universitaria. Quienes prestábamos servicio social recibíamos el entrenamiento necesario que con afabilidad nos daba un grupo de diligentes y laboriosas académicas, entre las que recuerdo a Patricia Ortiz, Laura Navarrete, Pilar Mandujano y Aurora Sánchez. Debo a esos trabajos mucho de mi interés por la que en aquel entonces era historia reciente de los escritores del siglo XX y, sobre todo, el gusto por la lectura que obliga a registrarla. Fue una experiencia que tengo presente como el primer momento de una inmersión en el binomio de la prensa y la literatura, del cual no he podido o no he querido librarme. No podía ser de otra manera para un estudiante de Letras Hispánicas, pues se trataba de un trabajo muy importante, de colaborar en la nueva edición del Diccionario de escritores mexicanos, siglo XX, que impulsaba el Centro de Estudios Literarios del Instituto de Investigaciones Filológicas de la unam. Aprendimos mucho de la revisión de los suplementos y de las secciones culturales de los periódicos que nos eran asignados para elaborar detallados registros que enriquecían el archivo de las bio-bibliografías de los escritores reconocidos como tales.
Los logros alcanzados por ese ambicioso proyecto han sido reconocidos en diversos momentos, pero en esta ocasión prefiero comentar la obra que los precedió, ya que, a cincuenta años de haber sido publicado, hoy se puede considerar como la más valiosa bio-bibliografía de las letras del siglo xix mexicano. Me refiero al Diccionario de escritores mexicanos: Panorama de la literatura mexicana, cuya edición estuvo a cargo de la maestra María del Carmen Millán.
La historia del Diccionario de escritores mexicanos del 67 comienza en 1958, cuando la unam y la Escuela Nacional de Antropología e Historia acuerdan crear una obra de dimensiones enciclopédicas acerca de la historia cultural de México. El proyecto no prosperó como se tenía planeado por diversas contingencias; sin embargo, el Centro de Estudios Literarios, explica la maestra Millán, “tenía adelantada buena parte de la tarea que se le había encomendado, se estimó conveniente aprovechar la inversión de tiempo y dinero y publicar los materiales disponibles dentro de una obra que, por su preferencia concreta a una materia específica, podría ser de utilidad a los estudiosos”. Cabe recordar que el Centro de Estudios Literarios, fundado en 1956, contaba solamente con cinco miembros: además de la maestra Millán y Aurora Ocampo, estaban Julio Jiménez Rueda, Ana Elena Díaz Alejo y Ernesto Prado.
Entre los antecedentes o esfuerzos directos producidos en el siglo XX de formar una obra semejante que pretendiera dar cuenta de las vidas y las obras de los escritores mexicanos, así como de la crítica que hubieran recibido, la maestra Millán reconoce la Antología del centenario preparada por Luis G. Urbina, Pedro Henríquez Ureña y Nicolás Rangel; los Poetas nuevos de México, de Genaro Estrada; la Historia de la literatura mexicana, de Carlos González Peña, y la Literatura mexicana: siglo XX, de José Luis Martínez. Pero, sin duda, el trabajo del cual procede el Diccionario es el de Juan José de Eguiara y Eguren, tal como lo ha admitido la tradición de la Bibliografía mexicana, por lo que siempre me ha parecido conveniente que Aurora Ocampo así lo considere:
Desde la primera edición del Diccionario de escritores mexicanos, en un solo tomo, la de 1967 culminó aquel propósito común de hacer menos ardua la tarea de la investigación literaria que empezara, hace ya más de dos siglos, Eguiara y Eguren. Efectivamente, y ahora más que nunca, nuestro Diccionario de escritores mexicanos. Siglo XX, en nueve volúmenes, se inserta en esa gran tradición filológica que se remonta al siglo xviii con la Biblioteca mexicana, del mencionado Eguiara y Eguren, de la cual el autor sólo vio publicado el primer tomo (A-C), en 1755.
La edición de 1967 del Diccionario consta de un solo volumen de 422 páginas, con un total de 505 autores, ofrece al lector interesado datos biográficos y bibliográficos, así como referencias críticas, obtenidos sobre todo de estudios, periódicos y revistas de difícil acceso, de diccionarios biográficos estatales, cronológicos y de otros países del continente. Es necesario aclarar que, dada la naturaleza de un proyecto de tal magnitud, la maestra Millán, con la ayuda de los editores Aurora Ocampo y Ernesto Prado Velázquez, adoptó como criterio de selección a los autores que escribieron principalmente poesía, teatro, ensayo, novela y cuento, sin descartar a notables escritores de filosofía, periodismo, crónica histórica, biografía, ensayo y crítica literaria, y sin desdeñar a extranjeros que produjeron sus textos en México —que pertenecen a las letras mexicanas—, o que tenían suficientes años de residencia en el país.
El Diccionario del 67 abarca desde la época prehispánica hasta mediados del siglo XX, es decir, fue contemporáneo a su publicación. Se trata de un factor que contribuía ya desde entonces a su vigencia porque parecía el primer compendio de esta clase que obtenía información de primera mano, ya que algunos de los autores confirmaron los datos requeridos para hacer sus respectivas biografías. Para esta edición, los escritores y académicos que se encargaron de redactar algunos artículos biográficos fueron José Rojas Garcidueñas, José María González de Mendoza, Huberto Batis, Inés Arredondo y Francisco Monterde. Al respecto, creo que debe aclararse que ese procedimiento ya había sido ensayado con anterioridad por este último en la sección denominada “Escritores mexicanos contemporáneos” de Biblos. Boletín semanal de información bibliográfica publicado por la Biblioteca Nacional entre 1919 y 1926. Monterde logró publicar 179 biografías de las jóvenes promesas y los talentos reconocidos de los años veinte y formó el que podría considerarse como primer diccionario biográfico de la literatura mexicana de principios del siglo XX publicado por entregas.
El Diccionario abre sus páginas con el ensayo de la maestra Millán, “Panorama de la literatura mexicana”; en cada uno de sus apartados se contextualiza el horizonte literario, es decir, las corrientes en boga, los principales historiadores de cada época de los cuales se puede obtener información valiosa para el conocimiento de las letras mexicanas, sus representantes y sus características. Los capítulos son: “Literaturas prehispánicas”, donde, en primer lugar, se menciona a los artistas y personajes anteriores a la Conquista que registran de una forma u otra la existencia de la poesía religiosa y una notable tradición oral; “El siglo xvi” y sus cronistas, poetas y prosistas; “El siglo xvii” asociado al estilo barroco; “El siglo xviii” en el que destacan los jesuitas y aparece una actividad científica novedosa; “El siglo xix” que recibe la apertura de la Ilustración, anuncia y proclama la Independencia, se apasiona por los dramas románticos y el periodismo, y promueve el costumbrismo que culmina en largas historias realistas; “El modernismo” y su influencia en la prensa literaria y en el arte decadente; y por último, “La época contemporánea”, a partir de la novela de la Revolución, la poesía, el cuento corto, el ensayo y el teatro en el siglo XX.
El proyecto del nuevo diccionario ya no consideró la posibilidad de incluir a escritores anteriores a la primera década del siglo XX, pues toma como punto de partida a la generación del Ateneo de la Juventud, de tal suerte que el Diccionario de 1967 funciona, en buena medida, como “Diccionario de las letras del siglo xix”, y, como es evidente para los estudiosos de esa centuria, debe actualizarse. Para ello contamos con múltiples trabajos como el Fichero bio-bibliográfico de la literatura mexicana del siglo xix (1995), de Ángel Muñoz Fernández, que presenta 493 “fichas” en dos tomos en un total de 880 páginas, y el Diccionario de seudónimos, anagramas, iniciales y otros alias usados por escritores mexicanos y extranjeros que han publicado en México (2000), monumental obra de María del Carmen Ruiz Castañeda y Sergio Márquez Acevedo.
En conjunto, es momento de proporcionar a los interesados en las letras decimonónicas la información más exacta y amplia que se pueda, como corresponde a la Bibliografía mexicana entendida como disciplina moderna y eminentemente humanista. Sería, en todo caso, un homenaje a la maestra Millán, que tanto hizo por la literatura mexicana. EP