Agujeros blancos

Decir groserías lo hace a usted más fuerte. Al menos ésta fue la conclusión a la que llegaron científicos de la Universidad de Keele tras realizar una serie de experimentos con los que compararon el rendimiento de dos grupos de personas mientras realizaban los mismos ejercicios físicos. Un grupo repitió una palabra altisonante al momento […]

Texto de 18/06/17

Decir groserías lo hace a usted más fuerte. Al menos ésta fue la conclusión a la que llegaron científicos de la Universidad de Keele tras realizar una serie de experimentos con los que compararon el rendimiento de dos grupos de personas mientras realizaban los mismos ejercicios físicos. Un grupo repitió una palabra altisonante al momento […]

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Decir groserías lo hace a usted más fuerte. Al menos ésta fue la conclusión a la que llegaron científicos de la Universidad de Keele tras realizar una serie de experimentos con los que compararon el rendimiento de dos grupos de personas mientras realizaban los mismos ejercicios físicos. Un grupo repitió una palabra altisonante al momento de ejercitarse; el otro, una palabra neutra.1

Los resultados, que fueron presentados en la última reunión de la Sociedad Británica de Psicología, son contundentes: el rendimiento físico de quienes profirieron malas palabras fue significativamente más alto. Los encargados del experimento pidieron a los voluntarios elegir la palabrota a repetir pensando qué exclamarían si se golpearan la cabeza.

Para quienes su repertorio léxico diario incluye este tipo de lenguaje, los resultados no sorprenden, ya que puede parecer una reacción natural al agotamiento físico producto de rutinas de ejercicio intenso. Pero ¿por qué sucede esto? La ciencia todavía no llega a una conclusión; sin embargo, los mismos científicos habían demostrado años atrás que decir groserías también aumenta la tolerancia al dolor.2

Una posible explicación es que hacerlo estimula el sistema nervioso simpático, que es el responsable de incrementar el ritmo cardíaco cuando nos encontramos en situaciones de peligro.

Así que, la próxima vez que decida escalar una montaña, correr un maratón o empujar un vehículo averiado fuera del camino, no reprima su deseo de maldecir las circunstancias que lo llevaron a ese punto, pues será bueno para su salud y su fortaleza.

Una actividad humana milenaria que ha sido muy poco explorada y documentada, y a la que la sociedad moderna considera tabú, es la ingesta de mocos. Afortunadamente, la ciencia se ha atrevido a romper con las normas y ha estudiado dicho fenómeno de manera directa y explícita, obteniendo resultados sorprendentes.

De acuerdo con Scott Napper, científico de la Universidad de Saskatchewan, comer esa secreción viscosa que fluye por la nariz puede resultar beneficioso para la salud y el sistema inmunológico. El profesor de bioquímica asegura que la función principal de los mocos es atrapar gérmenes para evitar que lleguen a los pulmones. Al ingerirlos, la exposición a los gérmenes puede hacer que nuestro cuerpo cree inmunidad a ellos. Napper también conjetura que posiblemente los niños tienden a realizar esta peculiar actividad debido a un mecanismo natural de protección.

Asimismo, los mocos nasales protegen a los dientes de la bacteria que produce caries. En un artículo que apareció en la revista Applied and Environmental Microbiology,3 se menciona que científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (mit) y de la Universidad de Cambridge están buscando crear un moco sintético que se pueda añadir a las pastas dentales o a los chicles para ofrecer una mejor salud dental.

Estos investigadores van más allá incluso de su propio optimismo en lo que se refiere a su trabajo, ya que creen que su moco sintético podría proteger de infecciones respiratorias y úlceras estomacales. De modo que esta secreción podría convertirse en un tratamiento más efectivo y menos agresivo que los antibióticos comunes.

Para tocar un tema más atractivo al paladar, el sabor del vino tinto puede mejorar —o empeorar— dependiendo de la música que se esté escuchando al momento de beberlo.

En un estudio científico4 que involucró a doscientos cincuenta participantes voluntarios, investigadores de la Universidad Heriot-Watt midieron los niveles de gusto y satisfacción con ciertos vinos bajo distintas  atmósferas musicales. En algunos casos, la percepción del sabor del vino mejoró hasta en un 60%, dependiendo del tipo de música.

Los líderes de dicha investigación esperan que los productores de vino etiqueten sus botellas con recomendaciones musicales. Los cabernet sauvignon, por ejemplo, saben mejor si se acompañan con música pesada y poderosa, como el rock clásico de Jimi Hendrix, los Rolling Stones o los Beatles. Las producciones de cepas de syrah mejoran su sabor con música clásica como el Canon de Pachelbel o las óperas de Puccini, y los merlot con música melódica suave.

Los beneficios de este estudio son vastos: desde mejorar el valor de los vinos baratos hasta diseñar la cita romántica perfecta, pues un buen vino nunca sabrá igual. ¡Salud!  ~

* Ilustraciones de María José Ramírez

NOTAS

1.<https://www.theguardian.com/science/2017/may/05/strong-language-swearing-makes-you-stronger-psychologists-confirm?utm_source=esp&utm_medium=Email&utm_campaign=Lab+notes+2016&utm_term=224678&subid=22342952&CMP=ema-3242

2.<http://journals.lww.com/neuroreport/Abstract/2009/08050/Swearing_as_a_response_to_pain.4.aspx>

3. <https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/25344244>

4. <http://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1111/j.2044-8295.2011.02072.x/abstract>

DOPSA, S.A. DE C.V