Aprender a emprender

Cuarto capítulo de Microempresas: su negocio es sobrevivir. Investigación hecha con el fundamental apoyo de PeriodismoCIDE y a la Fundación Omidyar Network.

Texto de 18/06/17

Cuarto capítulo de Microempresas: su negocio es sobrevivir. Investigación hecha con el fundamental apoyo de PeriodismoCIDE y a la Fundación Omidyar Network.

Tiempo de lectura: 9 minutos

¿Un emprendedor nace o se hace? Las opiniones de los expertos varían sobre la exacta proporción en la que los factores personales o los factores sociales influyen en el éxito emprendedor. Leticia Gasca, cofundadora del Instituto del Fracaso (una organización cuya misión es estudiar y revalorar la derrota empresarial), después de conocer cientos de casos, considera que el fracaso en los negocios depende “en un 80%” de la persona y de sus malas decisiones empresariales. Lo que hace falta, explica, es “forjar una cultura emprendedora”. Según el doctor Fernando Moya, de la egade Business School, a emprender se aprende con disciplina y práctica, porque “es un mito que se nace genio”, la creatividad se desarrolla con metodología, y “hasta un Messi sumó a su talento la constancia y la repetición de las técnicas”.

Una vez habiendo decidido emprender, Carmen y José Luis comenzaron en el año 2011 un aprendizaje para dominar los conceptos básicos del emprendimiento. Originalmente, iniciaron promoviendo sus helados en fiestas familiares y enfrentaron desde entonces lo que significa salir a vender una idea propia a la sociedad. Palparon el escepticismo, la duda de los amigos. Aquellos que conocieron a Carmen como una empleada exitosa, “después de haber hecho y deshecho”, le preguntaban incrédulos, “¿y de verdad te va bien?, ¿sí comes de eso?, ¿sí te deja o lo estas tomando como hobby?”. Dispuestos a construir su negocio de manera seria, y conscientes además de que “hay que aprender a emprender”, buscaron una incubadora donde los asesoraran, aunque “desconocíamos la función real, no había información”. Este interés en capacitarse diferencia a la pareja de la mayoría de los propietarios de micronegocios en México que, como revela la Enamin 2012, no consideran importante la formación (ver Gráfica 1).

Además, muy pocos conocen, o se han interesado, en participar en programas de apoyo al emprendimiento y sólo poco más del 1% del total ha recibido algún préstamo de instituciones públicas (ver Gráfica 2).

De entre las pocas opciones que tenían para capacitarse, Carmen y José Luis “echaron un volado” y decidieron tomar la incubación en el Tecnológico de Estudios Superiores de Coacalco (TESCo), en el Estado de México. Carmen afirma que “las incubadoras no te enseñan a emprender. Sólo te hacen un plan de negocios que a veces ni siquiera te lo explican, no sabes cómo acomodaron las piezas, te lo entregan y preséntalo a las instituciones para los apoyos”. En este lugar se capacitó también, un tiempo después, Rafael Gutiérrez, de Panquerito, becado por el Instituto Mexiquense del Emprendedor (ime). Para él, esta capacitación le dio algunos conocimientos, pero en general, tampoco le ayudó de mucho.

Paralelamente al desarrollo de su proyecto en el TESCo, y con escasa planeación, Dagda abrió su primera sucursal en Coacalco con los recursos de las liquidaciones de la pareja. Carmen cuenta que “sin estudio de mercado nos aventamos al ruedo. Independientemente de la experiencia que tenía en empresas, no es lo mismo. No aterrizas datos, pones precios en lo que ves en los demás, no te consideras un sueldo, todo es lo mismo, el negocio es la casa, la casa es el negocio. Y eres todólogo, te pones el sombrero de contador, de repartidor, de todo”.

Para el 2012, último año del gobierno de Felipe Calderón, las incubadoras públicas y privadas proliferaron, entre otras cosas, por la facilidad de “bajar” recursos del gobierno federal. El Fondo PyME, de la Secretaría de Economía, concentraba en aquel momento los recursos de apoyo a los emprendedores. Según el ingeniero Jorge Torres, director de la incubadora del TESCo, que lleva ocho años trabajando con emprendedores de la región norte del Estado de México, era obligatorio que todas las solicitudes de recursos, no sólo para proyectos individuales sino para incubadoras también, se procesaran por medio de Fundación E, una institución privada. Según dice, la fundación “se llevaba su mochada panista” del 10% por cada apoyo otorgado. La incubadora del TESCo, por ejemplo, recibió recursos durante cinco años, del 2007 al 2012, por un millón de pesos anualmente, de los que tuvo que entregar, en cada ocasión, ese 10% a Fundación E. Contactado por correo electrónico para una entrevista sobre el trabajo de esta fundación, Samuel González Guzmán, presidente ejecutivo de la misma, pidió un cuestionario para conocer el contenido de la entrevista. Se le envió. Posteriormente ya no respondió los correos electrónicos y tampoco respondió el cuestionario.

Una vez concluida su incubación en el TESCo, Carmen y José Luis recibieron como insumo final un plan de negocio con el que solicitaron un crédito bancario para Dagda, en el que el Fondo PyMEera garante. Un crédito por 350 mil pesos fue otorgado por hsbc. Paradójicamente, ahí comenzaron los mayores problemas para Dagda.

Aunque estaban ilusionados, no sabían cómo continuar. Carmen recuerda que “nos entregaron el recurso y decías, ¿y ahora por dónde sigo?”. En una Expo PyME, primer evento de este tipo al que acudían, conocieron al contador Juan Macedonio, de mla Global, una consultoría. Era un momento en que el negocio era aún inmaduro y los emprendedores carecían de la información necesaria para evaluar sensatamente cualquier propuesta. mla Global les aseguró que el negocio estaba listo para franquiciarse y les presentó un proyecto para abrir dos sucursales más, Cuautitlán y Ecatepec. Además, el proyecto incluía remodelar la sucursal de Coacalco. Carmen recuerda las palabras del consultor: “tu proyecto está listo, tienes que poner otras dos sucursales, como yo te lo diga, donde yo te lo diga”. Dagda decidió seguir las recomendaciones. Como afirma el ingeniero Torres del TESCo, los emprendedores “escucharon el canto de las sirenas” y estuvieron de acuerdo en realizar la inversión.

Ilustración de María José Ramírez

Para hacer frente a ello, y dado que ya habían hecho gastos en la sucursal de Coacalco, obtuvieron un préstamo personal por 150 mil pesos, y se endeudaron a través de sus tarjetas de crédito Platino y Clásica de Banamex por 150 mil pesos más. Del total de recursos destinados al proyecto, mla Global retuvo 150 mil pesos en honorarios de consultoría, diseño y publicidad; además de los costos de la remodelación y decoración efectuadas en las sucursales, que las realizó otro micronegocio, emprendimiento de arquitectura, que mla Global involucró, y el cual, luego se enteraron Carmen y José Luis, dio también una comisión a mla Global por obtener el trabajo.

En realidad, ubicadas sin un estudio de mercado serio, poco tiempo pasó para que las sucursales entraran en crisis. Los emprendedores buscaron a Juan Macedonio, quien comenzó a escurrirse, hasta que “nos percatamos de que estaba promoviendo otras franquicias con nuestros datos fiscales”. Cuando la presión de Carmen y José Luis aumentó, el consultor desapareció. Hasta la actualidad. Poco tiempo después de instaladas, en aquella navidad de diciembre de 2013, las sucursales Cuautitlán y Coacalco quebraron, sólo quedó Ecatepec abierta. Pensativa aún por aquella experiencia, Carmen recuerda amargamente que “lo único que hicieron fue desfalcar nuestro dinero hasta el punto de pensar tirar la toalla. Ese deseo de crecer, de ser algo o alguien, de llevar una economía mejor y buscar la supuesta libertad financiera, terminó frustrado…” y concluye que “perdimos dinero, emoción e ilusión. Nos quedamos embarcados con los bancos y medio mundo”.

El problema de la “asimetría de la información” es generalizado entre los emprendedores en México. Sin conocimientos, relaciones o inteligencia de mercado, frecuentemente están confundidos y no saben qué pasos seguir. Por ello, desde la creación del Fondo PyME alrededor del año 2004, surgió un mercado de intermediación para la obtención de fondos gubernamentales a través de consultorías y gestores. La asimetría de la información fue uno de los temas recurrentes en los Foros de Justicia Cotidiana, organizados en todo el país por el cide en 2015. Las conclusiones de los foros reportan que, ante la carencia de información, “el emprendedor termina contratando intermediarios (gestores) que extraen rentas de estos obstáculos y se generan altos costos de transacción”. El maestro Alfonso Oñate, coordinador de los foros, opina que, si bien existe la corrupción y una gran variedad de engaños, existe también un papel social del gestor, quien “también es un emprendedor” con iniciativa “ante la falta de información” en el ecosistema. Una de las recomendaciones de los Foros de Justicia Cotidiana es que, más que eliminarlo, lo que se requiere es regular y profesionalizar al sector intermediario.

Rafael Gutiérrez, de Panquerito, también pasó por las manos de gestores ineficaces o francamente corruptos. Necesitado de recursos, se interesó en las convocatorias anunciadas por el recientemente creado Instituto Nacional del Emprendedor (Inadem). Corría el año 2013 y un nuevo aire de cambio se respiraba en el ambiente, era un buen momento para emprender con un gobierno federal que prometía cambios. El Instituto Mexiquense del Emprendedor, a través del cual se presentarían los proyectos al Inadem, le exigió a Panquerito solicitar los recursos mediante de una consultoría llamada Sigma Empresarial. La misma sugerencia fue hecha a muchos otros emprendedores mexiquenses, una especie de exclusividad para gestionar recursos públicos. Tras varias semanas de trabajo en las que Rafael preparó toda la documentación con mínima participación de la consultoría, le entregó a ésta su proyecto para ingresarlo al Inadem y esperó los resultados. Una vez publicados éstos, encontró que no había sido apoyado. Sólo tiempo después descubrió que el proyecto nunca fue inscrito al Inadem. Desanimado, no ha vuelto a solicitar fondos y describe a Sigma Empresarial como “unos coyotes”. No sabe hasta qué punto su información fue usada para “bajar” recursos a nombre de alguien más, a la manera de mla Global con los datos fiscales de Dagda.

Relacionado con la asimetría de información, se encuentra el problema de la corrupción en el otorgamiento de los apoyos gubernamentales. El doctor Alejandro González, del Inadem, afirma que la opacidad y discrecionalidad en el otorgamiento de recursos, la falta de reglas de operación y la carencia de evaluación de los resultados de los proyectos emprendedores fueron problemas detectados al llegar la actual administración federal en 2013. Por ello, toda una reingeniería de la política pública en el sector se llevó a cabo. Se transformó el Fondo PyME, se modificaron las reglas de operación y se crearon nuevas convocatorias. Hoy los emprendedores pueden inscribir directamente sus proyectos, con asesoría en línea y la instalación de un sistema informático en el cual no hay interacción entre evaluadores y solicitantes. Sin embargo, la intermediación y la corrupción es un problema que aún subsiste, y precisa que: “vivimos con él todos los días”. Según Diego Armenta, de Amexcap, el Inadem vino a fortalecer el emprendimiento “de una manera distinta”, aunque “aún hay mucho que hacer”.

Aquel crédito obtenido por Dagda es el que, casi tres años después, no han podido liquidar. Fue un crédito caro. En un reciente reporte sobre las condiciones de competencia en el otorgamiento de crédito a PyMEs, el Banco de México señala que las condiciones de crédito son desfavorables para las micro y pequeñas empresas, que pagan intereses 3% más elevados que las medianas. Hoy, Carmen piensa que con el conocimiento aprendido en el camino, “con la mitad del dinero habríamos hecho mucho más”.

Sin embargo, los obstáculos para Dagda no concluyeron con el fracaso de la inversión y el consiguiente endeudamiento. Pasada aquella navidad negra, a principio de 2014 decidieron seguir adelante. Fue entonces cuando recibieron una llamada de la Secretaría de Economía para tomar una asesoría con la Fundación ProEmpleo. Originalmente cursar esta capacitación era un requisito como parte del otorgamiento del crédito del año anterior. Una capacitación que “debimos haber tomado antes”, reconoce Carmen. “Es muy buena, de las mejores, lo reconozco, porque aprendí muchísimas cosas que tampoco había entendido, pero también llegamos a un tope de decepción”. Carmen narra cómo al concluir el proceso de mejora de su plan de negocios, recibieron una memoria usb que contenía el proyecto que habían desarrollado para presentar a una convocatoria del Inadem. Sin embargo, en la parte final del texto venía su mismo proyecto de mejora del negocio, pero a nombre de un tal Juan Carlos Córdoba Tapasco, y la solicitud de un presupuesto de seis millones de pesos, en vez de los 250 mil pesos que Carmen y José Luis habían proyectado. Ellos no conocían a esta persona y creen, hasta el día de hoy, que el proyecto fue usado para “bajar” recursos del Inadem a nombre de alguien más.

Los emprendedores reclamaron a los consultores de la fundación ProEmpleo, quienes negaron tener relación alguna con el tema. Según Carmen, ante el reclamo Mauricio Ortiz, coordinador de los talleres, le dijo “somos una institución de reconocimiento y te puedes meter en algún problema”. Ella se sintió “intimidada”. A partir del conflicto, Camen y José Luis afirman que la fundación organizó “una graduación improvisada para decirnos: ya acabaste”. En entrevista, Patricia Larios, directora de Fundación ProEmpleo y el propio Ortiz niegan cualquier vinculación de la fundación con el uso indebido de la información de éste u otros proyectos. La directora argumenta que al inicio de las capacitaciones se firma un contrato de confidencialidad, que no está comprobado ningún uso indebido de la información de Dagda, y que incluso Carmen siguió yendo a otros eventos en el lugar al acabar la capacitación. En sus palabras, la emprendedora puede estar incurriendo en “difamación” a una institución que tiene 20 años apoyando el desarrollo del autoempleo en México.

Carmen, resignada a no reclamar más, pero aún dolida por lo que considera una injusticia, opina que: “no sé si es juego de los de adentro, de los de afuera, de los de arriba o de los de abajo. Pero la peor tajada se la lleva uno. Las consultorías son muy buenas, pero si ése es el costo para que regales tu historia, no se vale. Dices, ¿en quién crees?, ¿para dónde caminas?”. José Luis recuerda que particularmente les duele el posible robo de la propiedad intelectual de la tecnología de la plancha fría para preparar los helados. Sin embargo, no denunciaron más porque sabían que era su palabra contra la de la institución, y no tenían más pruebas que la memoria usb con el formato del proyecto modificado. Él le dijo a su mujer: “ya vamos a dejarlo así, nosotros no tenemos los medios para hacerles frente de ninguna manera, más adelante el camino se puede abrir y ser más inteligentes para ver con quién tratamos y a quién le damos información”. Con su voz suave, José Luis levanta los hombros, y dice sin mucha convicción: “ya caíste, pues demuéstrate que puedes salir adelante, a la vez es motivante”.

Y es así, una vez en el fondo, el emprendedor mexicano, o de cualquier latitud, sólo tiene su automotivación para salir adelante, como veremos en el capítulo final de esta serie. EstePaís

Ilustración de María José Ramírez

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