Voces de la migración: Deconstruyendo a Trump

Se ha escrito tanto sobre Trump, que el público está alcanzando el punto de saturación, pero la constante avalancha de acciones y desatinos del actual presidente de Estados Unidos obliga a seguir comentando sobre él. El objeto de este artículo es analizar desde un ángulo diferente su personalidad y, a partir de ese análisis, deducir […]

Texto de 17/03/17

Se ha escrito tanto sobre Trump, que el público está alcanzando el punto de saturación, pero la constante avalancha de acciones y desatinos del actual presidente de Estados Unidos obliga a seguir comentando sobre él. El objeto de este artículo es analizar desde un ángulo diferente su personalidad y, a partir de ese análisis, deducir […]

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Se ha escrito tanto sobre Trump, que el público está alcanzando el punto de saturación, pero la constante avalancha de acciones y desatinos del actual presidente de Estados Unidos obliga a seguir comentando sobre él. El objeto de este artículo es analizar desde un ángulo diferente su personalidad y, a partir de ese análisis, deducir las posibles consecuencias de sus decisiones, particularmente para México, así como las respuestas a las políticas adoptadas.

Las primeras dos semanas de su administración estuvieron marcadas por el caos, la confusión y el desorden causados por una serie de medidas de política mal concebida y mal ejecutada que provocó un enorme malestar internamente y a nivel internacional, destacándose la prohibición de la entrada de inmigrantes de siete países musulmanes, y las increíblemente groseras conversaciones telefónicas con Peña Nieto y con el primer ministro de Australia. La llamada telefónica con el presidente mexicano estuvo precedida por la firma de la orden ejecutiva para la construcción del muro en la frontera y por el tuit de Trump señalando que sería mejor suspender el viaje de Peña Nieto si México no estaba dispuesto a pagar el muro, lo que obligó a la cancelación de la entrevista.

Los estadounidenses y el mundo entero están azorados por la pedestre actuación del presidente de Estados Unidos y se preguntan cómo responder a un mandatario impredecible que rompe con todos los protocolos de gobierno y de la diplomacia. La avalancha de 22 órdenes ejecutivas y de otras medidas encaminadas a la abrogación de la reforma de salud (ACA); el desmantelamiento de las regulaciones financieras de Wall Street (la Ley Dodd-Frank); la inclusión de Stephen K. Bannon, jefe de Estrategia en el Consejo de Seguridad Nacional, y el retiro del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica y del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, entre otras, son una muestra apenas del trastocamiento de la vida institucional y de las políticas en los Estados Unidos, al igual que de su relación con el mundo.

Agréguese a lo anterior la embestida en contra de los medios de comunicación por reportar que la asistencia a su ceremonia de investidura había sido inferior a la de Obama en 2008, lo que condujo a la muy criticada intervención de la consejera de Comunicación, Kellyanne Conway, afirmando que la Oficina de Prensa de la Casa Blanca había refutado este reportaje con “datos alternativos”, así como la percepción general de que Bannon está atrás de las medidas adoptadas por Trump y es el poder detrás del trono.

Para entender a Trump hay que adentrarse en la filosofía de Bannon. Éste es un activista político de posiciones de extrema derecha en materia de inmigración, del islam, de la globalización, del etnonacionalismo, del comercio internacional, de las finanzas y de la decadencia de la política y la posición global de Estados Unidos. Su visión apocalíptica del mundo sostiene que Occidente se encuentra en una guerra existencial en contra del islam radical, y que Estados Unidos probablemente entrará en conflicto armado con China en los próximos cinco o diez años. Bannon se desempeñó anteriormente como director ejecutivo del sitio web de noticias Brietbart News, considerado como la plataforma de la derecha supremacista blanca.

Bannon se describe como la figura de Thomas Cromwell en el reinado de Enrique viii de Inglaterra —poderoso canciller propulsor de la separación de la Iglesia Anglicana de Roma—, sosteniendo que, al igual que Lenin: “Hay que derribar todo y destruir al establishment actual”, así como “crear un nuevo orden político”. Habrá que recordar que Cromwell terminó sus días decapitado en la Torre de Londres. Mal paga el diablo a quien le sirve.

El que Donald Trump haya alcanzado la presidencia tiene a todo el mundo sorprendido, tratando de explicar este fenómeno y procurando dilucidar el curso de acción que tomará su gobierno a través del estudio de su personalidad, de sus actuaciones anteriores, de su conducción en la campaña electoral, lo mismo que de análisis psicológico e influencias ideológicas y personales a lo largo de su existencia.

En un interesante artículo publicado en The Atlantic, el psicólogo Dan McAdams ofrece un profundo análisis de la mente de Trump, expresando que tiene características de personalidad identificadas por el narcisismo elevado, la grandiosidad de su persona y la antipatía, lo que deriva en actuaciones neuróticas, arrogantes, insensibles a otras personas, belicosas y autoritarias, así como en acciones impulsivas y la toma de decisiones de alto riesgo. Resulta, así, un individuo altamente sensible a la crítica, tendente siempre a ser socialmente dominante mediante la exageración de los méritos propios, la jactancia, la manipulación de la verdad y la teatralidad, lo que lo hace una persona no confiable, deshonesta y engañosa.

Trump no parece guiarse por una ideología particular sino que más bien es un oportunista que ajusta sus posiciones según la situación y su conveniencia de una manera flexible y pragmática. Trump se presenta como el maestro de la negociación, y a lo largo de su campaña expresó que él solo es capaz de resolver todos los problemas que aquejan a los Estados Unidos. En su libro The Art of the Deal, manifiesta que para ganar en una negociación “hay que apuntar a lo más alto, establecer de inicio estrategias antagónicas, arrancar en una posición de fuerza, utilizar las influencias personales, políticas y financieras, intimidar y denigrar a la otra parte, contraatacar las posiciones contrarias, y empujar sin descanso hasta alcanzar el éxito”.

No obstante, el ser un buen negociador no garantiza necesariamente obtener buenos resultados. A pesar de sus jactancias y el exagerado autoelogio de sus logros, a lo largo de su carrera se ha declarado cuatro veces en bancarrota, y en la actualidad se encuentra envuelto en más de 2 mil 500 litigios, algunos iniciados por él, y otros en su contra por actos fraudulentos o prácticas de negocios engañosas.

El caótico inicio de su Gobierno es una ventana de lo que está por venir en los próximos tiempos. Habiéndose presentado como un gran organizador, anunció que su gabinete estaría integrado por los mejores y los más brillantes. La confirmación de sus candidatos por el Senado, sin embargo, se ha prolongado por no cumplir algunos de ellos con las calificaciones para el puesto.

Revisemos algunas acciones y declaraciones que ofrecen una visión de entrada de la forma de gobernar de la administración de Trump: su proclamación de “Estados Unidos primero”; la de Bannon señalando a los medios de comunicación como “el partido de oposición”; la denigración en tuits del “supuesto juez” James L. Robart que bloqueó la orden ejecutiva para la entrada de inmigrantes de países musulmanes, y de la Corte de Apelaciones que confirmó la sentencia llamándola “una vergüenza”; así como la afirmación de Trump de que entre 3 y 5 millones de personas votaron de manera ilegal en las elecciones pasadas; la investigación de PolitiFact que expone que el 60% de sus afirmaciones en la campaña son falsas, y que el 15% son mayormente falsas; la velada amenaza vertida en su conversación telefónica con el presidente Peña Nieto sobre la intervención militar de Estados Unidos en el combate de los “bad hombres” en México. Todo esto revela un ataque y una falta de respeto a las personas, a las instituciones y a los países.

Puede deducirse de lo anterior que posiblemente vamos a enfrentar a un régimen autoritario en el que la disidencia de los ciudadanos y de los medios de comunicación será agresivamente combatida; en el que el presidente atacará personalmente a opositores o críticos de sus políticas, así como a las otras ramas de gobierno; en el que se forzará la salida de funcionarios federales que no estén de acuerdo con esta administración y se recortarán fondos federales a programas o entidades como un medio de coerción; en el que proliferará la diseminación de noticias y afirmaciones falsas por el Gobierno; en el que se ocultarán datos e información oficial de programas y actividades relevantes; en el que se restringirá el acceso al voto de sectores de la población que se consideren opuestos al régimen, como resultado de la investigación del voto ilegal; en el que se intensificarán las tareas de vigilancia interna de la población, particularmente de la musulmana; en el que abundarán las acciones unilaterales a nivel internacional, y en el que, eventualmente, existe el peligro de la persecución política de la oposición, tal como la desatada por el senador Joseph McCarthy a través del Comité de Actividades Antiamericanas.

Las tácticas de Trump semejan mucho a las adoptadas por McCarthy en su tiempo: la identificación de un grupo como enemigo, las acusaciones escandalosas, la propagación del miedo y los ataques infundados en contra de personas e instituciones; tácticas probablemente imbuidas por Roy M. Cohn, abogado de Trump, quien fue asistente del senador McCarthy y murió en desgracia, inhabilitado para ejercer la abogacía por fraude y conducta poco profesional y falta de ética.

Sin embargo, un análisis sereno y equilibrado de la situación política en Estados Unidos apunta a que el Gobierno de Trump va a encontrar grandes obstáculos en la implantación de sus políticas. De acuerdo con la última encuesta de Gallup, Trump tiene el índice de aprobación más bajo en la historia presidencial, con un 54% de los ciudadanos reprobando sus acciones en los primeros 15 días de su administración. Un indicador fue la masiva marcha de las mujeres y las manifestaciones en contra de la prohibición de la entrada de personas procedentes de países musulmanes a lo largo de todo el país. Trump no podrá cumplir muchas de sus promesas de campaña, principalmente por la incapacidad de los republicanos para sustituir exitosamente la reforma de salud de Obama; por la mal concebida política comercial basada en la cancelación de los tratados multilaterales y la imposición de tarifas —lo que no rendirá los frutos anunciados en la creación de empleos y mejora de los niveles de vida de la población—, y por el aislamiento internacional resultante de las actuaciones del ahora presidente. EstePaís

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Fernando Sepúlveda Amor es director del Observatorio Ciudadano de la Migración México-Estados Unidos.

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