Observatorio electoral | Estados Unidos: El proceso de las elecciones

Susana Chacón responde a una serie interrogantes relacionadas con las elecciones de Estados Unidos que se caracterizan por el voto indirecto.

Texto de & 30/10/20

Susana Chacón responde a una serie interrogantes relacionadas con las elecciones de Estados Unidos que se caracterizan por el voto indirecto.

Tiempo de lectura: 8 minutos

Julieta García González (JGG): ¿Qué significa “ganar un debate”?

Susana Charón (SCH): Los debates electorales en Estados Unidos (EUA) nunca han sido definitorios en el resultado de las elecciones presidenciales. Históricamente, han tenido lugar en la recta final del periodo de campañas en un momento en el que casi todos los posibles votantes ya han definido su voto. Al tener lugar en la última parte del proceso, ganar un debate significa cambiar radicalmente las preferencias que, hasta ese momento, se tienen en las proyecciones de las principales casas encuestadoras. En el proceso electoral estadounidense en ninguno de los dos debates presidenciales se cambiaron, en forma contundente, a favor de uno u otro de los candidatos, estas preferencias. En ambos casos se mantuvieron a favor de Joe Biden, el candidato demócrata; en el segundo él obtuvo un mínimo de ventaja adicional pero realmente no se puede decir que alguno de los candidatos haya ganado los debates. En el caso del único debate de los candidatos a la vicepresidencia, tuvo mejor recepción Kamala Harris, también demócrata, que Mike Pence pero tampoco cambió contundentemente las preferencias.

JGG: ¿Qué diferencias ves entre estas elecciones y las anteriores en EUA?, ¿por qué?

SCH: La situación y contexto que tuvieron las elecciones de 2016 son totalmente distintos a los del momento actual. Hace cuatro años la elección la definió un rechazo al sistema establecido desde los años ochenta. Se votó por un candidato que nada tuviera que ver con las decisiones políticas y económicas que hasta entonces se habían dado. Alguien totalmente ajeno al establishment de Washington.

En 2020 ya se tienen los resultados desastrosos de los últimos cuatro años: una sociedad rota en la que los grupos minoritarios, afroamericanos e hispanos principalmente, pero también los blancos radicales, han optado por manifestarse en contra de la violación de sus derechos ante la falta de respuestas para resolver sus problemas. Se tienen también los resultados desastrosos que se obtuvieron por el mal manejo de la pandemia de la COVID 19 en ambos sentidos, en el sanitario y en el económico. Hasta el 28 de octubre, en Estados Unidos se contaba con 8,821,108 casos de contagiados y 227,114 de muertos. El manejo que de la enfermedad ha hecho el presidente Donald Trump es rechazado por la mayoría de la población, no sólo por lo que sigue sufriendo y las afectaciones personales que ha vivido, sino por la misma forma en que el presidente trató su propio contagio. Ningún estadounidense promedio cuenta con 114,000 dólares para su tratamiento ni mucho menos con el grupo de tiempo completo, de al menos catorce médicos altamente especializados, que atendió al presidente. La respuesta de Trump frente su contagio fue una burla ante el número de muertes y contagios que el país sufre. Mucho se ha dicho que esta elección no la van a definir las encuestas. El resultado de la elección será también el resultado del manejo de la COVID-19. Por su parte, en materia de economía el manejo ha sido también caótico. Se vive una recesión mucho peor que la que tuvo lugar en los años treinta y la falta de respuestas acertadas impide soluciones para salir de la crisis. Las diferentes proyecciones asumen que una recuperación de fondo no se dará antes del 2022.

JGG: ¿Crees que el nuevo gobierno pueda hacer algo para disminuir la brecha que parece dividir a los norteamericanos y que está causando tantos conflictos? Me refiero a estar a favor o en contra del presidente y sus políticas.

SCH: Si hay un cambio de gobierno y ganan los demócratas, es muy probable que sí. Una de las razones por las que se escogió a Biden es justamente porque se le considera un candidato de unidad y lo que se requiere es contar con una persona que logre conciliar los intereses y preocupaciones de los diferentes grupos. Esta labor no será fácil, de hecho llevará años pero es urgente que el nuevo presidente empiece a dar los pasos necesarios para comenzar a sanar las heridas de la sociedad.

En el eventual escenario en el que Trump logre su reelección, esto no sucederá. En estos últimos años ha demostrado ser un presidente disruptivo que en lugar de conciliar lo que hace es dividir con un discurso de odio, violencia y discriminación, que no sólo no sanará sino que hará más profunda la ruptura social.

JGG: ¿Qué papel crees que han jugado las redes sociales en estas elecciones?, ¿qué lo diferencia de las anteriores?

SCH: Empezando por el manejo que hace de Twitter el presidente Trump, las redes sociales han estado muy presentes en este proceso electoral en dos sentidos opuestos: por una parte favorecen un acceso rápido e inmediato a información y al seguimiento de las discusiones y propuestas. Además, en este caso de pandemia, han facilitado la transmisión de la comunicación en tiempo real entre las diferentes personas. Sin embargo, también tienen un elemento muy negativo ya que son, al mismo tiempo, herramientas de manipulación de quienes menos educación tienen. A estos grupos, que sin duda participan también en redes sociales, se les da información sin sustento y errada para llevarlos a votar en direcciones específicas. Por otra parte, la falta de candados de acceso en las redes mismas, permite que actores e intereses no deseables entren muy fácilmente a influenciar a estos grupos.

JGG: ¿Qué ventajas tiene Trump sobre Biden?, ¿y Biden sobre Trump?

SCH: Trump sobre Biden no tiene básicamente ninguna ventaja. Ha demostrado quién es como presidente y la forma en que favorece sus intereses personales sobre los nacionales y los de los estadounidenses. Como ya se mencionó, es una persona disruptiva que infunde odio y división en la sociedad, lo que en nada beneficia a la situación del país. Durante la campaña tuvo la ventaja de contar con el micrófono a diario y la atención de los medios de comunicación por el simple hecho de hacer campaña desde la Casa Blanca. 

Biden sobre Trump, aunque no tiene el dinamismo de este último, es sin duda una persona que conoce las entrañas de la política y de los poderes económicos del todavía país más poderoso. Su compañera de fórmula, Kamala Harris, es en sí una ventaja por contar con una excelente trayectoria y preparación, por su firmeza, edad y en este caso, sí, su dinamismo. Ambos juntos hacen una muy buena mancuerna que representa a la diversidad de la sociedad estadounidense. Además, a diferencia de Trump, Biden es una persona sensata, conciliadora, preparada y dispuesta a reconstruir al país a pesar de la forma en que si gana, se lo van a entregar.

JGG: ¿Qué significa para México que gane uno u otro candidato?

SCH: En el caso de Trump, en una primera instancia se puede pensar que sería más de lo mismo. El gobierno de México cedería ante las imposiciones de EUA con el fin de no ver afectado el programa de la 4T. No obstante, una segunda administración de Trump no asegura que el trato hacia México se mantenga como el que ha recibido Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En los próximos cuatro años, Trump ya no tiene nada que perder por lo que puede sin más, incrementar las presiones ante el gobierno de México, en especial ya que muchos estadounidenses tanto del gobierno como de la iniciativa privada, están muy enojados con las medidas tomadas por el presidente mexicano. Ante la victoria de Biden, las cosas cambiarían en muchos sentidos. Las propuestas de derechos humanos, cambio climático y energías limpias, migración, comercio, certidumbre jurídica y, seguridad bilateral, por mencionar tan sólo algunos elementos, obligarían a repensar las respuestas mexicanas. Biden tiene un proyecto que no sólo cuestiona al de AMLO sino que lo presionaría para que rencauce el rumbo y cumpla con los compromisos bilaterales en todos los aspectos.

JGG: Si es verdad que países extranjeros pueden hackear o perturbar elecciones como las de EUA, ¿qué podemos esperar los demás?, ¿cómo afecta esta injerencia extranjera?

SCH: En la medida en que no existan regulaciones ni transparencia en el uso de los medios digitales, todos los países estamos efectivamente expuestos.

“Ningún estadounidense promedio cuenta con 114,000 dólares para su tratamiento ni mucho menos con el grupo de tiempo completo, de al menos catorce médicos altamente especializados, que atendió al presidente. La respuesta de Trump ante su contagio, fue una burla ante el número de muertes y contagios que el país sufre.”

JGG: ¿Qué podemos aprender de estas elecciones en EUA?

SCH: Primero que es un sistema electoral totalmente distinto al nuestro. No cuentan con una instancia centralizadora a nivel federal como lo es el Instituto Nacional Electoral (INE). Cada estado de la Unión y cada condado pueden establecer reglas de participación específicas. Por ejemplo, habrá casillas en las que la votación sea electrónica y en otras manual; dependiendo de la minoría que prevalezca en una localidad, las boletas pueden estar en chino, español o coreano, además del inglés. Es un sistema en principio basado en la confianza por lo que no requieren de una identificación como la del INE. No existe una elección directa y lo que cuentan realmente son los votos del Colegio Electoral, 270 de 538 votos para alcanzar la presidencial. No obstante, es ya un sistema anquilosado que no responde a la realidad del 2020. Desde hace al menos cinco administraciones se ha dicho que el sistema debe renovarse dado que ya no responde a la realidad estadounidense actual pero, todo parece indicar que no hay voluntad por hacer una transformación institucional electoral de fondo.

JGG: ¿Existe un riesgo real de que Trump desconozca los resultados?, ¿qué pasará entonces?

SCH: Si Trump pierde, es muy probable que no sólo él sino también varios miembros de su familia y de sus allegados, sean juzgados y vayan a la cárcel por las decisiones tomadas en estos años pero también, por fraudes fiscales y económicos de diferente naturaleza. De ahí que haya efectivamente amenazado con desconocer el resultado si no le favorece. Esto podría conllevar a un escenario de crisis constitucional en el que se darían violentos disturbios en las calles por parte de todos los inconformes. Además, la decisión que quien gana la elección se tendría que llevar por una parte al Congreso y por la otra a la Suprema Corte. En un primer momento se buscaría que de buena fe, se resolviera el problema y se llegara al compromiso final de aceptar el resultado final. En este sentido, la Constitución indica que es el Congreso el que tiene la responsabilidad de hacer el recuento de los votos electorales. En el caso de esta disputa, los estados tendrían hasta el 8 de diciembre para resolver las controversias y los electores deberían emitir sus votos en el Colegio Electoral el 14 de diciembre. Esos votos serían registrados el 6 de enero, ante el nuevo Congreso elegido en noviembre. 

Si el 20 de enero no hay todavía un acuerdo, el 21 de enero, fecha de la toma de protesta del nuevo presidente, Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes, si conserva su cargo en el nuevo Congreso, asumiría una presidencia interina mientras se retoma un nuevo proceso electoral. Con este proceso se buscaría evitar la determinación de la Suprema Corte que en este momento favorece a los intereses conservadores, republicanos y del mismo presidente Trump.

“Desde hace al menos cinco administraciones se ha dicho que el sistema debe renovarse dado que ya no responde a la realidad estadounidense actual pero, todo parece indicar que no hay voluntad por hacer una transformación institucional electoral de fondo.”

JGG: A México, ¿qué le conviene y por qué?

SCH: En este momento lo primero que se requiere en México es definir qué es lo que se busca en la relación con Estados Unidos. Definir el interés nacional y la forma en que se buscaría defenderlo con el nuevo gobierno estadounidense. Ante una victoria de Biden, se abre una ventana de oportunidad para replantear los términos de la relación a pesar de que no vaya a ser fácil. Los demócratas están enojados por el hecho de que el gobierno de AMLO apostó a la reelección de Trump. No obstante, reconocen la importancia de México, son pragmáticos y están conscientes de la necesidad de crear mecanismos de cooperación bilateral entre los dos países. Para que esto suceda, el gobierno mexicano debe definir una estrategia de política exterior bilateral que no se tiene actualmente, —ni siquiera se cuenta con un Subsecretario para América del Norte—, con el fin de aprovechar la ventana de oportunidad. Además, el gobierno mexicano tendrá que repensar sus posturas ya que el nuevo gobierno demócrata no está dispuesto a que le cambien las reglas del juego y a se incumplan los acuerdos. Si no se redefinen los intereses de México, las presiones de EUA serán muy costosas para el futuro del país y para la viabilidad de la relación bilateral.

Si el escenario victorioso es el de la reelección de Trump, poco se podrá hacer. El republicano le tomó la medida a AMLO y a su gobierno y saben que harán lo que ellos exijan. Sin embargo, una segunda administración  de esta naturaleza puede ir mucho más en contra de los intereses mexicanos y de la soberanía-interdependiente del país, dado que el presidente de México no está dispuesto a confrontar al estadounidense y no se define por plantear ni defender los intereses mexicanos. Baste mencionar el ejemplo de la detención, por parte de la Administración de Control de Drogas (DEA), del general Cienfuegos en Los Ángeles, este mismo mes de octubre,  en la que se avisó al gobierno de México diez minutos antes de concretarla. No se respetó ningún protocolo bilateral y se mandó el mensaje de que no confían en el gobierno de AMLO y que están seguros que los mecanismos de cooperación bilateral conocidos no funcionan. Prefirieron esperar 14 meses, desde agosto del 2019 mes en el que comenzaron con la investigación del caso,  y actuar unilateralmente en esta detención. Las presiones apenas comienzan y serán cada vez mayores.Está en el gobierno mexicano definir lo que quiere en la relación con Estados Unidos. EP


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