El nearshoring no es como lo pintan: naturaleza, Tesla y el mito de la economía circular

Eduardo Enrique Aguilar, doctor en Economía Política del Desarrollo, escribe sobre las consecuencias ambientales de la llegada de Tesla a Nuevo León y del nearshoring a México.

Texto de 04/04/23

Eduardo Enrique Aguilar, doctor en Economía Política del Desarrollo, escribe sobre las consecuencias ambientales de la llegada de Tesla a Nuevo León y del nearshoring a México.

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No todo lo que brilla es oro ni el (nuevo Nuevo) León es como lo pintan y el tono triunfalista en torno a la instalación de la gigafábrica de Tesla dentro de los medios de comunicación a nivel nacional, pero sobre todo locales, son espectaculares. Se ha articulado una campaña donde se destaca algún aspecto positivo de lo que significa esta Inversión Extrajera Directa (IED) en territorio del noreste mexicano: espectaculares en la calle, pantallas en los edificios públicos y privados al tono muestran la bienvenida de la empresa. Desde el “Tesla-bañaste Samuel” hasta el “4T-esla”, la empresa ha estado en prácticamente todas las bocas. Esta euforia está asociada a la gran oportunidad que México tiene dentro de este reacomodo global de los encadenamientos productivos nearshoring y sobre cómo sacar su máximo provecho para, ahora sí, llegar a ser un país desarrollado.

“¿Todo es miel sobre hojuelas? ¿Es tan bueno como se nos dice? ¿Tienen sustento todas las felicitaciones que ha recibido Nuevo León por la instalación de Tesla? En realidad, ¿qué significa el nearshoring en México?”

¿Todo es miel sobre hojuelas? ¿Es tan bueno como se nos dice? ¿Tienen sustento todas las felicitaciones que ha recibido Nuevo León por la instalación de Tesla? En realidad, ¿qué significa el nearshoring en México? Se hacen necesarias estas preguntas para ofrecer un panorama mucho más equilibrado. En efecto, la economía mundial está reformándose para consolidar un nuevo régimen de acumulación, es decir, está en proceso un cambio de estrategia para mantener el crecimiento y la acumulación de riquezas, y nuestro país está en la mira dentro de estas transformaciones. Sin embargo, para poder responder las preguntas previas se hace necesario señalar que existen claroscuros sobre la IED, Tesla y el nearshoring.

Sin duda ya existen sendos estudios sobre el impacto económico de la industria automotriz en México los cuáles deben de estar dentro de nuestro radar, no obstante, procuraré darle otro enfoque: comprender el fenómeno desde la economía ecológica —no confundir con economía ambiental—. Para comenzar, cabe señalar que es también llamada bioeconomía y surge como una disciplina que critica a la economía convencional la cual entiende todo lo relacionado con la naturaleza como una “externalidad”. 

De hecho, un principio básico de la economía convencional es dejar fuera de su análisis a la naturaleza, desde su creación hasta hoy se sigue enseñando como si lo económico estuviera aislado de todo el entorno. En las aulas repiten sin cesar la existencia de sujetos individuales regidos solamente por sus intereses egoístas bajo las leyes universales de la oferta y la demanda. Por supuesto, parten de mundos imaginarios donde la lógica del crecimiento económico se vuelve deseable y necesario. De forma lamentable para todos por su impacto en la vida de las personas, esa visión está equivocada. La economía, así como cualquier otra relación social y humana en este planeta, está inserta dentro de las leyes de la física y de las dinámicas de la Tierra. El uso del agua, de los árboles, de la tierra arable, del aire, de las otras especies, necesariamente tienen que estar considerados para poder comprender la economía y, sin embargo, existen todavía pocos esfuerzos en este país para comprenderlo desde esa perspectiva.

Si cambiamos de enfoque de análisis podremos encontrar que el significado del nearshoring en general y de Tesla en particular, cambia radicalmente hacia uno no tan alentador. Bajo la lógica de la economía ecológica se interpreta lo económico como subsistema del mundo biológico y físico ofreciéndonos una comprensión mucho más profunda de lo que en realidad está sucediendo con el reacomodo global de las cadenas de producción y de valor. Con ello, propongo salir del pensamiento mágico que se pretende desde la economía convencional y sus mutaciones llamadas economía verde, azul, circular. 

Si partimos de comprender que la actividad económica se sustenta en un entorno natural finito entonces encontraremos que hay una relación directa entre crecimiento económico y el estado ambiental en la que estamos insertos. Es decir, una crisis de tal magnitud que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) señaló que casi la mitad de la población mundial vive, en 2023, en regiones con alta vulnerabilidad a los efectos nocivos del cambio climático. La UNESCO/ONU-Agua señaló que el 26% de la población mundial no dispone de agua potable, es decir, un cuarto de las personas que viven en este mundo no tienen acceso a este bien básico para su subsistencia y esto se seguirá agravando dentro de las ciudades. Efectivamente, seguir repitiendo el mantra de que el mayor crecimiento equivalente a mayor producción, aunque sea verde o circular, no ofrece respuestas a esta crisis —que ya se puede entender como colapso— dado que dicho desarrollo económico es la causa.

“Efectivamente, seguir repitiendo el mantra de que el mayor crecimiento equivalente a mayor producción, aunque sea verde o circular, no ofrece respuestas a esta crisis —que ya se puede entender como colapso— dado que dicho desarrollo económico es la causa”.

Para ejemplificar esto, querida persona lectora, podemos seguir refiriéndonos al agua. En 2022, la Zona Metropolitana de Monterrey (ZMM) se quedó alrededor de 100 días sin agua; desde comienzos de ese año se advirtió la sequía que se avecinaba, se publicó en documentos oficiales del gobierno y en los principales medios de comunicación, pero la ciudad mantuvo su funcionamiento hasta que colonias enteras se quedaron sin el vital líquido generando protestas y, ahora sí, movilización y pronunciamientos de todos los niveles gubernamentales. 

Esta situación se calmó cuando comenzó la época de lluvias y la época más calurosa fue pasando. Pero para 2023 el problema no ha sido resuelto. Aunque de nueva cuenta el gobierno señala que dará el abasto total de agua, las personas expertas señalan que volverá a haber cortes de agua para la población. En este contexto, se anunció con bombo y platillo la instalación de Tesla dentro de la ZMM sin presentar públicamente ningún estudio de impacto ambiental, lo que se dijo fue que la empresa utilizará agua tratada para su proceso productivo y que no habrá afectaciones a la ciudadanía. ¿Entonces ya está solucionado? Desde la economía ecológica la respuesta es mucho más compleja.

Buscaré explicarme de la forma más clara que me es posible: todo proceso económico es un subsistema del sistema biofísico de la Tierra, por tanto, todo proceso económico está regido por las leyes de la física. La que me interesa destacar es la llamada ley de la entropía, la cual es muy compleja de describir y que las autoridades en termodinámica señalan que “ni los físicos lo entienden fácilmente”. Para fines didácticos, entendamoslo así: los cuerpos disipan energía la cual somos incapaces de utilizar nuevamente. Por ejemplo, pensemos en un litro de gasolina que, al ser quemado, genera calor que mueve un motor. Ese fluido, dado que la materia no se crea ni se destruye solo se transforma, se convirtió en gas el cual ya no es posible recuperar para poder utilizar nuevamente todo su potencial energético. A este proceso le llamamos entrópico.

El siguiente punto es señalar que el stock de energía que disponemos en la Tierra es limitado y no se puede ampliar: el litro de gasolina que usamos hoy en el trayecto al trabajo o el carbón que quemamos en la carnita asada nunca lo verán las generaciones futuras. Así, de esa manera, el stock que tenemos hoy es mucho menor al que usaron nuestros padres y abuelos. La lógica del sistema es seguir utilizando este stock de energía hasta que se acabe (incluso aunque sean cada vez de peor calidad y de más difícil acceso).

Así pues, todo proceso económico es entrópico, por ello, siempre se verá bajo una degradación o pérdida de energía, por lo que no existe una circularidad, reutilización o reciclaje perfecto. Por ello, la respuesta en torno al agua dentro de Tesla es insuficiente sabiendo que el proceso de tratamiento requiere procesos químicos y energéticos. En otras palabras, para cada ciclo de tratamiento se estará usando una cantidad de energía, dejando un agua de menor calidad; en ese sentido, se usará cada vez una cantidad mayor de energía dado el resultado obtenido del proceso, energía que no podrá ser utilizada nuevamente dada su naturaleza entrópica. Esto, sumado al cuestionable uso de agua en una zona con el gran estrés hídrico con la que cuenta, pensando, por supuesto, que no es solo agua para la producción, sino para toda la infraestructura que requiere el polo de desarrollo: fraccionamientos, clústers, hospitales, hoteles, entre otros. 

“La depredación de bosques, el acaparamiento de agua, la colocación masiva de concreto, la emisión de gases tóxicos, la súper población de automóviles y el consumo masivo de energía, por mencionar algunos elementos, son necesarios para la actividad industrial pero es totalmente contrario al sostenimiento de la vida digna de las personas en un entorno sano”.

Necesitamos incorporar tan solo un elemento —el agua— para que el panorama cambie completamente, desde este punto de vista entrópico esta actividad productiva siempre conducirá a un déficit pues no hay energía ni agua suficiente para sostenerla en el tiempo. Al respecto, es necesario señalar que ya estamos viviendo las consecuencias de estas actividades, podemos encontrar hoy que la ZMM podría ser catalogada como un infierno ambiental: al problema de la crisis hídrica le agregamos que el aire que se respira en Monterrey es una sentencia de enfermedad. De los más de 80 días que van del 2023, tan solo 8 han tenido buena calidad de aire. La depredación de bosques, el acaparamiento de agua, la colocación masiva de concreto, la emisión de gases tóxicos, la súper población de automóviles y el consumo masivo de energía, por mencionar algunos elementos, son necesarios para la actividad industrial pero es totalmente contrario al sostenimiento de la vida digna de las personas en un entorno sano. Es necesario cambiar la narrativa, los más de 100 años del inicio de la industrialización trajeron prosperidad para generaciones pasadas, pero su avaricia resultó un tiro en el pie para nuestras generaciones y, de seguir así, terminará dejando incapacitado este lugar para vivir. Finalmente, un siglo —aunque pueda sonar mucho— es en realidad un plazo muy corto si pensamos en todo el tiempo que la especie humana ha vivido sobre la Tierra.

Como conclusión, si partimos desde un análisis de la economía ecológica, es decir, que nuestras vidas y actividades están dentro de un sistema de naturaleza físico-biológico entonces el desarrollo no es sostenible sino deficitario, la economía no es circular sino entrópica, los paraísos industriales son infiernos ambientales y que la ciencia económica convencional ha cometido graves perjuicios contra la humanidad al centrarse en la lógica de obtención de lucro y dejar como “externalidad” el impacto ecológico que eso produce. No basta con modificar elementos de la economía capitalista y mantener su funcionamiento; de nuevo, y vale la pena recalcar, sostener que el mandato del crecimiento económico (ad infinitum) es compatible con la vida a largo plazo es pensamiento mágico; en realidad, es un contrasentido dado que vivimos en un planeta finito. Las fanfarrias que anuncian a Tesla y al nearshoring como la gran oportunidad de México para mejorar su desempeño crecimiento económico se traduce en la intensificación de la degradación de nuestro entorno, el cual ya está sumamente deteriorado. EP

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